miércoles, 14 de abril de 2010

Entrevista a intelectuales españoles.

LA JIRIBILLA. REVISTA CULTURAL CUBANA.
Año VIII. La Habana 13 de ABRIL de 2010.

Cobertura especial de La Jiribilla

Santiago Alba: Cuba como referente de otro mundo posible.

Santiago Alba Rico es hoy uno de las voces más autorizadas en los estudios sobre democracia, sistema capitalista y medios de comunicación. Escritor y filósofo español, colaborador de sitios digitales como Rebelión, Archipiélago, Ladinamo, Diagonal y Nodo50, pueden citarse entre sus obras los ensayos Dejar de pensar, Volver a pensar, Las reglas del caos, El islam jacobino, Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos, Leer con niños, Capitalismo y nihilismo.

En una entrevista electrónica con La Jiribilla el autor de libros publicados en la Isla como La ciudad intangible y Cuba; la ilustración y el socialismo, este último en coautoría con Carlos Fernández Liria, afirma que esta nueva campaña contra la mayor de las Antillas, así como el golpe de Estado en Honduras y la instalación de bases militares en Colombia, “son signos sin duda de preocupación por parte de un imperialismo que percibe todo el terreno que ha perdido en la última década y que comprende además con mucha claridad hasta qué punto Cuba juega un papel axial en los procesos abiertos en América Latina. Solo cabe esperar nuevas ofensivas en todos los frentes: económico, mediático y militar.”

Uno de los temas que en el frente de la ofensiva mediática ha ocupado mayor espacio por estos días es el referente a los derechos humanos en Cuba, precisamente uno de los países impulsores de que se reconocieran en el seno de las Naciones Unidas los llamados derechos humanos de segunda y tercera generación, es decir, los derechos sociales, económicos, culturales, ecológicos… y recientemente ha sido acusada por el parlamento europeo de violadora de los derechos humanos de primera generación, es decir, los relacionados con las libertades civiles. Esto, al decir de Santiago Alba, “supone aceptar que la UE puede dar lecciones al menos en relación con los llamados derechos humanos de primera generación. No es así. La situación en Europa y concretamente en España es objetivamente mucho más condenable. Hay que pensar en las leyes migratorias, que convierten a millones de personas en “judíos” despreciados, explotados y silenciados, perseguidos, encarcelados y expulsados y a los que no hace falta poner una estrella amarilla porque su color mismo revela su “inferioridad criminal”; pensemos en la Ley de Partidos en España, donde se sigue torturando en las comisarías y en los CIES; pensemos en el juez Garzón, que después de violar reiteradamente los principios jurídicos más elementales para encarcelar disidentes vascos, ahora es sentado en el banquillo paradójicamente por la ultraderecha española, con la complacencia del tribunal Supremo, por querer juzgar los crímenes de Franco. Si las llamadas mujeres de Blanco son trasladadas a sus domicilios en autobús por la policía cubana todos los medios españoles se escandalizan. Hace un par de días una manifestación pacífica de vecinos en Valencia fue reprimida con una violencia brutal: la gente sentada en el suelo recibía pasivamente bastonazos brutales, uno detrás de otro, delante de las cámaras de televisión, pero a nadie le ha parecido mal. Como España es ontológicamente una democracia se puede comportar como una dictadura. Como Cuba es ontológicamente una dictadura, de nada le sirve comportarse como una verdadera democracia. Lo que está en cuestión no es la democracia, que a los países de la UE les importa muy poco: lo que está en cuestión es el papel de Cuba como referente invencible de otro mundo posible, en un momento en el que ese otro mundo posible no es ya un sueño sino una necesidad impostergable.”

Sobre las razones que mueven a los grandes medios a privilegiar en sus espacios las voces de la contrarrevolución en Cuba por sobre la de los cubanos de a pie el autor de El naufragio del hombre asevera: “Digámoslo con toda claridad: los medios de comunicación son responsables, directa o indirectamente, de muchas muertes en el mundo. Concretamente son culpables de la muerte de Orlando Zapata. Su atención selectiva induce huelgas de hambre y protestas en Cuba mientras abandona a su suerte a miles de verdaderos disidentes en otros países, dejándolos completamente a merced de dictaduras ignominiosas. Pensemos, por ejemplo, en Honduras o Colombia. Aún diría más. Creo que los medios de comunicación son parcialmente responsables no solo del terrorismo imperialista sino también del terrorismo reactivo, por ejemplo en el mundo árabe y musulmán. Miles de presos, hoy expuestos impunemente a las violencias más atroces, estarían un poco más protegidos y harían huelgas de hambre más justas que la de Zapata si los medios les prestaran un poco más de atención y miles de hombres y mujeres sojuzgados por dictaduras cómplices de occidente dejarían de poner bombas si consiguiesen llamar la atención de los periodistas por otras vías, con manifestaciones, huelgas o desobediencia civil. Pero desgraciadamente son los medios occidentales —cuarto poder que subsume los otros tres— los que imponen los métodos de lucha al mismo tiempo que la legitimidad o ilegitimidad de las causas. Fariñas, que está en su casa, clama al cielo con una fuerza que no tienen los 7000 presos palestinos en huelga de hambre en las terribles cárceles israelíes. Eso no es informar, es guerrear y guerrear contra la justicia, la democracia y la humanidad. Cuba tiene muchos menos problemas que resolver que la mayor parte de los países del mundo, pero tiene algunos; y quizás podría resolverlos si la dejaran en paz de una vez. Eso es lo que no van a hacer —dejarla en paz— ni los gobiernos capitalistas ni sus periódicos.”

Entrevista con Belén Gopegui: La Revolución es superación.

La escritora española Belén Gopegui, una de las tantas amigas y estudiosas de la realidad cubana, autora de novelas como La escala de los mapas (1993) y El padre de Blancanieves (2007), confía en que en medio del bombardeo mediático al que ha sido sometida la Isla, aún pueden existir personas que logren acercarse a la verdad sobre su pueblo. En la presentación de su libro El lado frío de la almohada (2004), había comentado que “si tuviera que elegir un objetivo para conseguir con esta novela sería que las personas interesadas por lo que ocurre en Cuba dejaran de conformarse con lo que dicen los medios de comunicación de masas y buscaran sus propias fuentes de documentación”.

En este nuevo contexto, explica en entrevista con La Jiribilla que “frente al bombardeo, lo erróneo sería refugiarnos en las trincheras, mejor desperdigarnos sobre el terreno batido y proclamar con nuestra presencia su fracaso. Intentar que cada vez más personas se acerquen a Cuba, física y virtualmente, que dialoguen con ella, que pregunten y miren y trabajen también a su lado”.

La también Licenciada en Derecho, colaboradora habitual de publicaciones como Rebelión, entiende que solo puede haber intereses que buscan el fracaso del proyecto social detrás de la campaña urdida por los medios de comunicación en contra de Cuba. Ya advertía esta situación hace unos años en una entrevista on-line, donde explicaba que si fuera cierto que Cuba ha sido abandonada es porque detrás de cada acción “ya ha empezado a cundir la voracidad y el deseo de obtener beneficios”. Para Gopegui los que corren, “son malos tiempos para el capitalismo y, frente a los problemas se puede reaccionar con serenidad y solidaridad, o con la rapiña y el saqueo. Se pretende acabar con lo que pueda entorpecer ese saqueo. Que todo sea jungla, que no haya ni un solo metro cuadrado de agricultura, de cultura, de cultivo de las cualidades humanas. Si de verdad les preocuparan las cosas que funcionan mal en Cuba, que las habrá, claro, podrían decir: tenemos la suerte de que en una Isla se mantiene y sigue adelante un proyecto de organización de la vida diferente, que ha enfrentado el subdesarrollo impuesto por el colonialismo no por la vía de la competencia y la ley del más fuerte, sino a través del cuidado y el trabajo común. Pero a quienes atacan Cuba desde fuera no les importa que ese proyecto mejore, lo que quieren es que las cosas en Cuba funcionen igual de mal que en el capitalismo. Quieren un nuevo país subdesarrollado, uno más, ¿qué más da si hay una Guatemala o hay cinco? Eso a nadie le molesta. Pero una sola Cuba: cuántas páginas de periódicos, cuántos debates, cuánto estímulo para las luchas de los oprimidos”.

Las reacciones de la prensa ante las declaraciones del trovador Silvio Rodríguez durante la presentación de su disco Segunda Cita, son, para esta intelectual, un marcador del absurdo dentro de este juego mediático y uno de los colmos de la mentira: “las declaraciones de Silvio Rodríguez están en YouTube y según el marcador las han visto unas dos mil personas. Me pregunto por las que no los han visto, las que leen sobre Cuba en El País textos manipulados con desfachatez como el de Maite Rico, o las que leyeron algún reportaje indocumentado de Daniel Lozano en Público. Ojalá vayan a buscar las fuentes reales porque hoy es posible —no está lejos el día en que, si no luchamos, desaparezca esta posibilidad—. Ojalá miren los videos de la rueda de prensa y lean los textos íntegros ya que pueden acceder a ellos sin necesidad de que ningún intermediario sesgado se los cuente.

“Cuando Silvio Rodríguez plantea —como antes Fidel y Raúl y otros revolucionarios— la conveniencia de llevar a cabo cambios en el interior de la Revolución Cubana, ese hecho es prueba patente de la capacidad de autocrítica de la Revolución Cubana. Un proceso revolucionario implica la superación cotidiana de esa crisis permanente que supone el enfrentarse con los terribles poderes del Capital. La Revolución es crisis y superación pero los grupos dominantes se comportan como si este segundo término de la dialéctica no existiera.

“Si dejaran en paz a la Revolución, las palabras de Silvio Rodríguez servirían para pensar y reflexionar, pero cualquiera puede comprobar cómo cada muy poco tiempo la Revolución Cubana es acusada de algo y luego se demuestra que las acusaciones estaban completamente sacadas de quicio pero no importa porque ya hay una nueva acusación en marcha. Supongo que no es fácil discutir con calma en Cuba si siempre la están empujando, presionando, amenazando”.

Belén Gopegui ha firmado también la declaración En defensa de Cuba, al igual que decenas de intelectuales, investigadores y artistas de todas latitudes. Su afecto por la Revolución y por Cuba, se fundamentan en que “lo que la Revolución Cubana tiene de especial es que lleva en sí dos grandes ondas de emancipación: el nacionalismo antimperialista y el socialismo anticapitalista. `Jamás´, me escribió una vez un amigo y lo suscribo palabra por palabra, `podremos devolverle a Cuba todo lo que nos ha dado y nos da (hechos y esperanzas)´”.

Sin embargo, en medio de esta coyuntura en que algunos se empeñan en atacar a la Isla, Gopegui entiende que los mejores caminos para combatir y para resistir, se dibujan con las líneas de la solidaridad. Para ella, la presente campaña llegará hasta donde nosotros mismos se lo permitamos a los grandes medios. “No se trata de una campaña nueva, sino de una fase más de una campaña permanente. Tendremos que enfrentarnos a ella con todos nuestros recursos, con la solidaridad internacional de los revolucionarios, con la denuncia de las mentiras y tergiversaciones en todos los foros donde podamos usar la razón y la palabra, con argumentos cuando hablemos con quienes escuchan y con silencio con quienes no están dispuestos a escuchar nada que no sean sus propias palabras. El movimiento de emancipación ha atravesado por momentos como estos a lo largo de su historia y se trata de decir alto y claro que aquí estamos, que nos hemos reagrupado y no hay derrota. Hoy, nuestra forma de vencer es estar, mirar a sus ojos y mantener la mirada”.

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