martes, 19 de noviembre de 2019

El pueblo boliviano tiene la responsabilidad de defender las conquistas alcanzadas con Evo.


Por Gustavo de la Torre Morales.

Cuando comenzaba un amanecer de esperanza con la victoria sobre Macri, en Argentina, y la liberación de Lula da Silva, en Brasil, América Latina volvió a ser herida en las tierras de las lenguas aymara, quecha y guaraní. Un golpe de garra imperial desde el Oruro y Potosí hasta Santa Cruz, desde Pando y El Alto hasta Tarija.

¡Si, América Latina llora sangre por nuestros hermanos!

Chile sobrevive bajo la represión de Piñeira, quien intenta traer los tiempos de Pinochet; Brasil duele con el gobierno del fascista de Bolsonaro, a quien no le importa la riqueza natural del Amazonas y contempla pasivamente como se quema desde sus raíces, y Ecuador volvió a estar en la maquinaria del endeudamiento que representa el Fondo Monetario Internacional y cada vez más su pueblo se aqueja de la brutalidad policial que ampara Lenín Moreno.

Ahora, Bolivia, a esa gran masa plurinacional de ricas culturas indígenas le han despojado del único presidente_ Evo Morales_ quien lleva en su natural rostro la indiscutible imagen del indigenismo, comunidad mayoritaria que sobrepasa el 60% de la población del país.

La verdad es que el imperialismo yanqui llevaba tiempo estudiando y coordinando la destitución de Evo, sea por el asesinato o el golpe de Estado, que finalmente consumaron.
El imperialismo yanqui ha sabido mover sus hilos. El golpe de Estado contra Evo ya venía como un proceso macabramente pensado en los despachos de la Casa Blanca. Dentro de los coordinadores más relevantes están el Secretario de Estado, Mike Pompeo, como el Secretario Asistente para el Hemisferio Occidental, Michael Kozak. Otros instigadores en la componenda, cuyas grabaciones telefónicas corren por las redes probando sus lucubraciones, fueron los legisladores Marco Rubio, Bob Menéndez y Ted Cruz, quienes ejercieron como enlaces directos con los sectores de la oligarquía boliviana.

Ya lo recalcó Evo Morales cuando se hizo eco del proverbio latinoamericano: “donde sólo no hay golpes de Estado es en Estados Unidos, porque no hay embajada de Estados Unidos”. Pero en Bolivia la embajada de EEUU ubicada en La Paz, desempeño su rol de coordinadora entre los diversos actores del golpe de Estado y las oficinas en Washington.

El Ministerio de las Colonias yanquis, como sabiamente Fidel Castro denominó a la Organización de Estados Americanos (OEA), también se prestó como instrumento para certificar la “excusa” que facilitara las acciones que conllevaran el golpe: “irregularidades” en el proceso electoral que le dio amplia y limpiamente el triunfo a Evo. Era tan evidente el montaje que ni la propia OEA, en su informe preliminar, se atrevió a llamarle fraude.

La mayor falsedad es que los "observadores" de la OEA solo escrutaron 333 actas electorales de un total de 34551, es decir un 0.22% de total, y de esas 333 actas, señalaron "irregularidades" en sólo 76 actas, es decir en un 23%. ¿Y esto es la "motivo" que sanciona a todo un proceso electoral como "fraude"? ¡Vaya engaño más burdo!

Sendos informes independientes, uno realizado por el investigador de ciencias políticas de la Universidad de Michigan, Walter Mebane (reconocido como uno de los principales expertos en fraude electoral del mundo) y el otro por el Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR_ todo un think tank que integran investigadores de distintas universidades de Europa), realizaron sus investigaciones basadas tanto en los datos de las actas y documentos oficiales de los comicios como en los documentos de la propia OEA, y desmontaron contundentemente toda posible duda de “fraude electoral”.

Certificándose, también, que fue la prensa capitalista, apegada al guión imperialista, la que rápidamente se sumó a la comparsa y transformó el vocablo “irregularidad” en “fraude”. Acusación que desde la propia OEA, y el propio Secretario General, Luis Almagro, vociferó en su cuenta de twitter (@Almagro_OEA2015), el 12 de Noviembre, que sí se había dado el golpe de Estado: “¿Golpe de Estado en #Bolivia? Sí. En el momento que pretendieron robarse las elecciones del 20 de octubre y perpetuar a @evoespueblo en el poder.”

El Secretario de la OEA, quien supuestamente debe representar a las naciones de su organización, es quien ha exacerbado con descaro esas manipulaciones que la prensa hizo rodar por sus diferentes medios. Incluso, plataformas como twitter, que tanto balbucea combatir la falsedad, ha permitido la creación de más de 68 mil cuentas para blanquear el golpismo.

Para el capitalismo no importa la razón, el objetivo era dejar al pueblo sin tiempo a la reacción, acelerar el caos para propiciar que la gesta golpista se fortificara, abrir las compuertas de la jauría violenta para que jugase su papel bajo la piel de cordero.

La policía también se prestó en la gesta golpista, al retirarse a sus cuarteles para permitir el vandalismo y propiciar la imagen de ingobernabilidad y “descontento” de la que la prensa se alimentó para crear sus mentiras. Y en la fórmula, también fue un componente decisivo la participación del ejército, que terminó dando el zarpazo y empujó al legítimo presidente a dimitir y salir del país para salvar la vida: así se camufló el golpe de Estado.

No faltó el papel de la oligarquía nacional, la cual invirtió en filtraciones a organizaciones y movimientos sociales. La oportunidad dada por la falta de liderazgo gubernamental y la propaganda de la prensa capitalista contra Evo, envalentonó a los grupúsculos violentos, encabezados por Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho Vaca.

A la barbarie no ha faltado esa oposición de mercenarios y esbirros miembros de bandas paramilitares que no dudó en llevar adelante la cacería de líderes sociales de las comunidades indígenas simpatizantes con el Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP).

Frente a tanta barbarie y con la Biblia en mano como visa para cometer crímenes, una racista que se cree con supremacía blanca, se autoproclamó presidenta sin contar con los votos para ello. La señora Jeanine Áñez se puso la banda presidencial bajo la aprobación del Tío Sam e, incluso, en sus aparentes funciones aprobó el Decreto 4078, dando licencia al ejército para la represión, el abuso y el asesinato a todo manifestante que no comulgue con el golpismo.

La implicación de EEUU es tan evidente, que el Jefe de Negocios de la Embajada de ese país en Bolivia, Bruce Williamson, entregó 1 millón de dólares a cada jefe militar que apoyó el golpe_ entre ellos al General Williams Kaliman, quien ahora vive en EEUU para evitar cualquier acto de justicia que se le señale_ y 500 mil dólares a cada jefe policial.

Las razones de este magnicidio contra Bolivia son evidentes. La oligarquía y mediana burguesía, racista por naturaleza, no perdona:
  • Evo Morales le dio voz y voto a la gran masa indígena, que antes estaba olvidada, reprimida, explotada y sin derechos.
  • La gestión de estos 13 años de gestión, donde se logró subir el PIB en 347%, los beneficios se invirtieran en conquistas para el pueblo y no para el enriquecimiento particular de unos pocos.
  • Redujo el nivel de deuda externa de un 52% del PIB a un 24%, facilitando una economía de crecimiento.
  • Redujo el nivel de pobreza extrema del 38% al 17% y reduciendo la tasa de desempleo de 8.1 a 4.2%. esto posibilitó que el 62% de la población alcanzara ingresos medios.
  • Redujo el índice de analfabetismo del 22.7% al 2.3%.
  • Aumentó el presupuesto de gastos en sanidad en un 173%, construyendo cientos de nuevos establecimientos de atención sanitaria.
  • Dio justicia social, priorizó los derechos de sectores más vulnerables de la sociedad que anteriormente habían sido olvidados.
  • Permitió la inclusión social y política de los pueblos originarios y campesinos; como de igual forma empoderó el papel de la mujer dentro del escenario político, ya que la mitad de los cargos públicos fueron ocupados por mujeres, de las cuales el 68% fueron indígenas.
  • No gobernó para élites, sino para el pueblo y junto con movimientos sociales.
  • Con todo ello, Evo sembró la esperanza de que sí es posible construir otra alternativa al capitalismo.
  • Pero la espina que lleva el Tío Sam y sus cómplices de la oligarquía, es que Evo expulsó las Bases militares estadounidenses que campeaban en ese país, como también a la a Administración para el Control de Drogas (DEA según siglas en inglés).
  • Nacionalizó los recursos naturales (Gas y agua entre otros), para ponerlos en función del beneficio del pueblo.

Pero, además, el imperialismo yanqui sabe que Bolivia posee la mayor reserva de litio del planeta, y este metal es de gran importancia para el desarrollo tecnológico de equipos que funcionan con baterías, como para la fabricación de acero, en esmaltes y lubricantes y en la medicina.

Las realidades que viven Chile, Brasil, Honduras, Ecuador o Bolivia, son las consecuencias que Nuestra América lleva sufriendo siglos de intervencionismos, injerencias, golpes de Estado y derrocamientos fraguados por trasnacionales foráneas imperialistas y con el servicio de las clases sociales nacionales con mayor poder económico.

El Libertador Simón Bolívar sentenció en carta dirigida al Coronel Patricio Campbell, el 5 de agosto de 1829, que “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad”, y no le faltó verdad en ello.

El pueblo boliviano tiene la responsabilidad de defenderse, porque si no hace algo, perderá todas las conquistas alcanzadas en estos 13 años de gobierno de Evo Morales.

Es por eso que siguen vigentes las palabras de José Martí, en su ensayo Nuestra América, La Revista Ilustrada de Nueva York, 10 de enero de 1891: Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.

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