Por Gustavo de la Torre Morales.
Estados Unidos creció a base de expansionismo y
masacres. Desde la liberación de las 13 colonias, la creación de ese país se
sostuvo sobre la guerra, la injerencia, la amenaza y la (neo) colonización de
los pueblos.
La mayoría de los pueblos de América Latina fueron víctimas del imperialismo estadounidense: invasiones, golpes de Estado, imposiciones de políticas de subordinación, economías dependientes, penetración cultural, manipulaciones y dominio sobre la vida política y social, etc.
Después de la II Guerra Mundial, el
expansionismo del imperialismo yanqui saltó el Atlántico y penetró en Europa a
través del Plan Marshall, que norteamericanizó la vida en el viejo continente.
Su dominio se impuso, tanto en lo económico, como en lo militar. Este último a
través del anclaje de Bases Militares y la creación de la OTAN (instrumento militar
de agresión).
Estados Unidos tiene anclada cerca de 800 bases
militares esparcidas por todo el planeta: 76 en América Latina y más de 400 en
Europa. ¿A qué se debe ese despliegue de tanto poderío militar por el mundo?
Por supuesto que no es para construir la paz, la colaboración equitativa; pero
mucho menos para el respeto a la soberanía de los pueblos.
Después de 1945, EEUU ha invadido más de 70
países; donde en muchos de ellos no reparó en respetar sus soberanías, sino que
también sembró el terror con bombas y la inestabilidad social con la sucia
propaganda. EEUU asesoró, financió y apertrechó militarmente a las dictaduras
latinoamericanas de Rafael Videla, Alfredo Stroessner, Augusto Pinochet,
Anastasio Somoza, Hugo Banzer, Rafael Trujillo y a Fulgencio Batista, entre
otros criminales que masacraron los pueblos de la región. La llamada Escuela de
las Américas fue centro de formación de muchos de estos dictadores, como
también de orquestación de operaciones de represión, torturas y asesinatos.
Tampoco se puede olvidar que EE.UU y países de
Europa apoyaron con propaganda favorable y logística militar al sangriento
Apartheid sudafricano, el cual fue derrocado por la participación de Cuba, no
sólo contra las fuerzas militares de ese sistema, sino también contra el
armamento y asesoramiento del imperialismo yanqui y británico.
¿Alguien puede olvidar lo que EEUU hizo en
Hiroshima y Nagasaki, o el uso de napalm en Vietnam?
¿Alguien puede olvidar el genocidio étnico que
está llevando a cabo el sionismo israelí contra el pueblo palestino, del cual
Inglaterra es altamente responsable, porque se abogó el derecho, en 1948, para
“honrar” la promesa hecha en la Declaración Balfour, de entregar
territorios colonizados que pertenecían realmente a Palestina?
¿Alguien puede olvidar entre tantos escándalos
de operaciones de EE.UU, en de Irán-Contras (también conocido por Irangates),
que consistió en el uso del narcotráfico, para financiar los grupúsculos
armados (creados y organizados por EE.UU) de la contra nicaragüense y la venta
de armas a Irán, que se encontraba bajo la dictadura del Chad (último monarca
iraní), quien alcanzó el poder por medio de un golpe de Estado en 1953,
orquestado por el Reino Unido y EE.UU con la Operación Ajax?
¿Alguien olvida que en un pacto vil y
traicionero, España es responsable de la colonización de los territorios Sahara
Occidental por parte de Marruecos?
¿Alguien puede olvidar las nefastas
consecuencias que provocaron las invasiones sobre los pueblos de Panamá (1989),
Irak (1990), Somalia (1993) y Bosnia (1995)?
¿Alguien puede olvidar que mintieron
descaradamente sobre unas armas de destrucción masiva que nunca existieron en
Irak?
¿Alguien puede olvidar que fue EE.UU el que
creó, asesoró y financió el grupo terrorista de Al Qaeda?
El portal Wikileaks dio a conocer los
indescriptibles crímenes en Oriente Medio: tanto los asesinatos masivos como
los selectivos. Sin embargo, EEUU nunca ha sido sancionado, ni por ese ni por
ninguno de sus crímenes cometidos contra Afganistán (2001), Irak (2003), Libia
(2011), Siria (2011) y Yemen (2012). Pero para mayor inri, los gobiernos de EE.UU
se auto proclaman adalid de la democracia y los DDHH, mientras los gobiernos
derechistas y socialdemócratas de Europa se vuelven cómplices de los crímenes del
imperialismo yanqui.
Europa, en su intento de romper, un poco, la
dependencia económica del dominante Sr. Dólar e impulsar la economía de la
región, forjó su propio espacio por medio del Tratado de Maastricht (1993);
sin embargo, en lo político, sigue estando sumisa a los mandatos de Washington.
Con la caída del Muro de Berlín y el
desmoronamiento del bloque socialista de la otrora Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS); los EE.UU han involucrado a la Unión Europea y
la ha convertido en compinche en el cerco militar a Rusia.
Bajo el paraguas de la excusa de
"salvar" el reclamo de autodeterminación de Croacia y Eslovenia, se
intervino militarmente en Yugoslavia (1999). Fue tanta la destrucción, que
lograron fraccionar el país en 7 Estados. Las bombas jubilaron el cielo, para
un total de 9 160 toneladas; donde poco más de 10 toneladas contenía uranio
empobrecido.
Un crimen cometido contra un país, justificado
por un documento lleno de vergonzosas condicionantes, que hasta el mismísimo
Henry Kissinger, siendo entonces rector de la Universidad de Georgetown,
expresó a The Daily Telegraph: “Fue una provocación, una excusa para comenzar
el bombardeo […] fue un documento que nunca tendría que haberse presentado en
aquella forma”.
Ahora, con el caso del conflicto con Ucrania, llama
la atención, como EE.UU rechaza que Rusia haya aceptado las independencias de
Lugansk y Donetsk; cuando EEUU no aceptó el derecho a la autodeterminación de
Panamá, Chile, Guatemala y Nicaragua, entre otros. Mucho menos ha respetado ese
derecho soberano del pueblo cubano, al que han hostigado con un bloqueo
económico impuesto desde hace 6 décadas y la puesta en marcha de una política
llena de todo tipo de agresiones (incluyendo el amparo de organizaciones terroristas
que operan con el amparo de la CIA).
La llamada prensa “libre” capitalista sigue
siendo fiel heredera del periodismo de William
Randolph Hearst y soldada a las líneas bases de la propaganda de Goebbles:
urdir complots y propagar mentiras, repetirlas una y otra vez hasta que la
saciedad las convierta en “verdad”: crear matrices de opinión favorables y de
aceptación a esa cotidiana barbarie imperialista de invadir países, violar sus
derechos, controlar sus recursos naturales y regir la vida política.
Un claro ejemplo de mentir y manipular la
memoria histórica: fueron los soldados soviéticos los que derrotaron a la
Alemania nazi; pero Hollywood ha logrado convertir mágicamente en héroes a las
tropas estadounidenses y aliadas (éstas últimas en muy segundo plano, claro
está).
Otro ejemplo más moderno: Muy a pesar que se conoce
que el “Premio Nobel de la Paz”, Barack Obama, autorizó la invasión militar a
siete países; el mundo occidental ha perdido fácilmente su memoria. Una amnesia
condicionada que tiene su porcentaje a normalizar las atrocidades creadas lejos
de las fronteras estadounidenses y europeas, como también a escandalizar los
sucesos de los señalados enemigos de la “democracia” imperial.
El “carismático” expresidente Barack Obama,
durante su mandato en la Casa Blanca, provocó entre 5 a 7 millones de víctimas
mortales con sus guerras (Leer artículo de Nicolas J. S. Davies), mientras
gran parte de la “izquierda” se dejaba deslumbrar por su sonrisa.
Tanto se auto proclaman el Tío Sam y sus
cómplices de la Unión Europea de “respetar” los DD.HH, que olvidaron respetar
los de la República Bolivariana de Venezuela, hasta el punto de intentos de
golpes de Estado, asesinatos a sus dirigentes, imponer un presidente a dedo y
el ROBO de sus reservas en oro.
El actual gobierno español, supuestamente de “izquierda”,
salió con guadaña en mano para arremeter contra Rusia, y levantar banderas a
favor de Ucrania. ¿Si tanto interesa la paz y el respeto al derecho
internacional; por qué los que hoy se desgarran vestiduras por Ucrania, no lo hicieron
desde hace 8 años atrás, cuando grupos neonazis (apoyados por EE.UU) dieron un
golpe de Estado en ese país en 2014 al Gobierno democráticamente elegido de Víktor Yanukóvich,
por las milicias de extrema
derecha del Prevvy Sektor y de Svoboda? ¿Si tanto interesan los
derechos humanos, por qué no se preocuparon durante estos 8 años que el
gobierno neonazi de Ucrania ha estado bombardeando y reprimiendo a los
habitantes de Lugansk y Donetsk, por ser mayoritariamente ruso parlantes? ¿Si
al gobierno español desea realmente la paz, por qué se pliega y envía armas a
Ucrania, que serán entregadas a los grupos neonazis, como el batallón Azov (esos que enarbolan la
bandera esvástica con una mano y la de la OTAN con la otra)?
La guerra es un acelerador de negocios para la
industria bélica, pero también propicia alcanzar otros objetivos de importancia
para el imperialismo estadounidense; entre ellos el dominio de recursos, cercar
a Rusia con amenaza militar, convertir a los países invadidos en bases de
operaciones para controlar las regiones petrolíferas desde el Asia Central
hasta África, incluyendo Oriente Medio y Próximo. Pero también, para que sean
puentes aéreos para el transporte de armas procedentes de Arabia Saudí,
Jordania y Qatar a los grupúsculos creados, financiados y asesorados por EE.UU,
que luchaban contra el gobierno sirio de Bashar al Asad.
Por supuesto, por conveniencia, hoy la vara
para medir la respuesta de Rusia es corta. Aquellos de memoria reducida, tras
las bambalinas y lentejuelas del consumismo y la manipulación mediática, ya
olvidaron las barbaries cometidas, por décadas, por EEUU y la Unión Europea, y
se centran sólo en las falsedades que se les vende.
Las redes sociales, los canales de comunicación
y los medios de (supuestamente) información, de Europa Occidental y Estados Unidos, tienen en marcha una
maquinaria de manipulaciones, para acelerar el estado de rusofobia. La guerra
digital también incluye el cierre de las trasmisiones de medios, como Russia
Today y Sputnik, para evitar que puedan desmantelar las mentiras que se
orquestan a favor de atizar un conflicto convenientemente provocado.
Pero, tanto se balbuceo de “No a la censura”, “No
a la marginación”, “No a la violación de los derechos humanos”, que la orden
hoy día es excluir a los equipos deportivos rusos de todos los eventos
internacionales de importancia, o bloquear a los bancos de ese país, para obstaculizar
su normalidad económica: el objetivo es desgastar a Rusia e intentar rendirla
por las presiones.
El pasado miércoles 2 de marzo, en sesión
extraordinaria de emergencia, en la ONU se votó una resolución de condena contra la invasión rusa en Ucrania, con el
voto favorable de 141 países. Noticia que recorre todos los canales de los
medios y donde se demoniza a Rusia. Sin embargo, no dieron la misma dedicación
en condenar a Estados Unidos y Ucrania, porque fueron los únicos países que
votaron “No” a
la propuesta que presentó Rusia en el órgano internacional, el 21 de diciembre
de 2021, que llamaba a prohibir la glorificación del nazismo y el racismo en el
mundo.
Ya se escuchan las campanadas de
quienes exigen un juicio a Rusia, o directamente contra Putin, por crímenes de
lesa humanidad; pero todos esos que hoy atizan los repiques, guardan silencio
cómplice y cobarde frente a los crímenes que llevan cometiendo EE.UU y Europa,
desde hace siglos.
De la derecha y ultraderecha de EE.UU y
cómplices europeos, se puede esperar lo peor; pero es vergonzoso ver a esa
“izquierda” (donde incluyo directamente la del Estado español), que muchas veces
se cree con moral para dar lecciones, rebajarse al discursillo de mentiras y
manipulaciones creadas en los Think Tanks y grandes medios capitalistas de la
(des)información.
Dicho todo lo anterior, no estoy de acuerdo con ningún acto de agresión; por lo que condeno tanto a los que orquestan y empujan a las guerras como a los que las justifican para satisfacer intereses imperialistas.
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