viernes, 4 de marzo de 2022

EEUU y la Unión Europea vs Rusia: salvar al nazismo ucraniano y condenar al gobierno ruso.

El Batallón Azov, grupo paramilitar neonazi, la fuerza detrás de Zelensky. Foto tomada de la revista De Frente 

Por Gustavo de la Torre Morales.

Estados Unidos creció a base de expansionismo y masacres. Desde la liberación de las 13 colonias, la creación de ese país se sostuvo sobre la guerra, la injerencia, la amenaza y la (neo) colonización de los pueblos.

La mayoría de los pueblos de América Latina fueron víctimas del imperialismo estadounidense: invasiones, golpes de Estado, imposiciones de políticas de subordinación, economías dependientes, penetración cultural, manipulaciones y dominio sobre la vida política y social, etc.

Después de la II Guerra Mundial, el expansionismo del imperialismo yanqui saltó el Atlántico y penetró en Europa a través del Plan Marshall, que norteamericanizó la vida en el viejo continente. Su dominio se impuso, tanto en lo económico, como en lo militar. Este último a través del anclaje de Bases Militares y la creación de la OTAN (instrumento militar de agresión).

Estados Unidos tiene anclada cerca de 800 bases militares esparcidas por todo el planeta: 76 en América Latina y más de 400 en Europa. ¿A qué se debe ese despliegue de tanto poderío militar por el mundo? Por supuesto que no es para construir la paz, la colaboración equitativa; pero mucho menos para el respeto a la soberanía de los pueblos.

Después de 1945, EEUU ha invadido más de 70 países; donde en muchos de ellos no reparó en respetar sus soberanías, sino que también sembró el terror con bombas y la inestabilidad social con la sucia propaganda. EEUU asesoró, financió y apertrechó militarmente a las dictaduras latinoamericanas de Rafael Videla, Alfredo Stroessner, Augusto Pinochet, Anastasio Somoza, Hugo Banzer, Rafael Trujillo y a Fulgencio Batista, entre otros criminales que masacraron los pueblos de la región. La llamada Escuela de las Américas fue centro de formación de muchos de estos dictadores, como también de orquestación de operaciones de represión, torturas y asesinatos.

Tampoco se puede olvidar que EE.UU y países de Europa apoyaron con propaganda favorable y logística militar al sangriento Apartheid sudafricano, el cual fue derrocado por la participación de Cuba, no sólo contra las fuerzas militares de ese sistema, sino también contra el armamento y asesoramiento del imperialismo yanqui y británico.

¿Alguien puede olvidar lo que EEUU hizo en Hiroshima y Nagasaki, o el uso de napalm en Vietnam?

¿Alguien puede olvidar el genocidio étnico que está llevando a cabo el sionismo israelí contra el pueblo palestino, del cual Inglaterra es altamente responsable, porque se abogó el derecho, en 1948, para “honrar” la promesa hecha en la Declaración Balfour, de entregar territorios colonizados que pertenecían realmente a Palestina?

¿Alguien puede olvidar entre tantos escándalos de operaciones de EE.UU, en de Irán-Contras (también conocido por Irangates), que consistió en el uso del narcotráfico, para financiar los grupúsculos armados (creados y organizados por EE.UU) de la contra nicaragüense y la venta de armas a Irán, que se encontraba bajo la dictadura del Chad (último monarca iraní), quien alcanzó el poder por medio de un golpe de Estado en 1953, orquestado por el Reino Unido y EE.UU con la Operación Ajax?

¿Alguien olvida que en un pacto vil y traicionero, España es responsable de la colonización de los territorios Sahara Occidental por parte de Marruecos?

¿Alguien puede olvidar las nefastas consecuencias que provocaron las invasiones sobre los pueblos de Panamá (1989), Irak (1990), Somalia (1993) y Bosnia (1995)?

¿Alguien puede olvidar que mintieron descaradamente sobre unas armas de destrucción masiva que nunca existieron en Irak?

¿Alguien puede olvidar que fue EE.UU el que creó, asesoró y financió el grupo terrorista de Al Qaeda?

El portal Wikileaks dio a conocer los indescriptibles crímenes en Oriente Medio: tanto los asesinatos masivos como los selectivos. Sin embargo, EEUU nunca ha sido sancionado, ni por ese ni por ninguno de sus crímenes cometidos contra Afganistán (2001), Irak (2003), Libia (2011), Siria (2011) y Yemen (2012). Pero para mayor inri, los gobiernos de EE.UU se auto proclaman adalid de la democracia y los DDHH, mientras los gobiernos derechistas y socialdemócratas de Europa se vuelven cómplices de los crímenes del imperialismo yanqui.

Europa, en su intento de romper, un poco, la dependencia económica del dominante Sr. Dólar e impulsar la economía de la región, forjó su propio espacio por medio del Tratado de Maastricht (1993); sin embargo, en lo político, sigue estando sumisa a los mandatos de Washington.

Con la caída del Muro de Berlín y el desmoronamiento del bloque socialista de la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS); los EE.UU han involucrado a la Unión Europea y la ha convertido en compinche en el cerco militar a Rusia.



Bajo el paraguas de la excusa de "salvar" el reclamo de autodeterminación de Croacia y Eslovenia, se intervino militarmente en Yugoslavia (1999). Fue tanta la destrucción, que lograron fraccionar el país en 7 Estados. Las bombas jubilaron el cielo, para un total de 9 160 toneladas; donde poco más de 10 toneladas contenía uranio empobrecido.

Un crimen cometido contra un país, justificado por un documento lleno de vergonzosas condicionantes, que hasta el mismísimo Henry Kissinger, siendo entonces rector de la Universidad de Georgetown, expresó a The Daily Telegraph: “Fue una provocación, una excusa para comenzar el bombardeo […] fue un documento que nunca tendría que haberse presentado en aquella forma”.

Ahora, con el caso del conflicto con Ucrania, llama la atención, como EE.UU rechaza que Rusia haya aceptado las independencias de Lugansk y Donetsk; cuando EEUU no aceptó el derecho a la autodeterminación de Panamá, Chile, Guatemala y Nicaragua, entre otros. Mucho menos ha respetado ese derecho soberano del pueblo cubano, al que han hostigado con un bloqueo económico impuesto desde hace 6 décadas y la puesta en marcha de una política llena de todo tipo de agresiones (incluyendo el amparo de organizaciones terroristas que operan con el amparo de la CIA).

La llamada prensa “libre” capitalista sigue siendo fiel heredera del periodismo de William Randolph Hearst y soldada a las líneas bases de la propaganda de Goebbles: urdir complots y propagar mentiras, repetirlas una y otra vez hasta que la saciedad las convierta en “verdad”: crear matrices de opinión favorables y de aceptación a esa cotidiana barbarie imperialista de invadir países, violar sus derechos, controlar sus recursos naturales y regir la vida política.

Un claro ejemplo de mentir y manipular la memoria histórica: fueron los soldados soviéticos los que derrotaron a la Alemania nazi; pero Hollywood ha logrado convertir mágicamente en héroes a las tropas estadounidenses y aliadas (éstas últimas en muy segundo plano, claro está).

Otro ejemplo más moderno: Muy a pesar que se conoce que el “Premio Nobel de la Paz”, Barack Obama, autorizó la invasión militar a siete países; el mundo occidental ha perdido fácilmente su memoria. Una amnesia condicionada que tiene su porcentaje a normalizar las atrocidades creadas lejos de las fronteras estadounidenses y europeas, como también a escandalizar los sucesos de los señalados enemigos de la “democracia” imperial.

El “carismático” expresidente Barack Obama, durante su mandato en la Casa Blanca, provocó entre 5 a 7 millones de víctimas mortales con sus guerras (Leer artículo de Nicolas J. S. Davies), mientras gran parte de la “izquierda” se dejaba deslumbrar por su sonrisa.

Tanto se auto proclaman el Tío Sam y sus cómplices de la Unión Europea de “respetar” los DD.HH, que olvidaron respetar los de la República Bolivariana de Venezuela, hasta el punto de intentos de golpes de Estado, asesinatos a sus dirigentes, imponer un presidente a dedo y el ROBO de sus reservas en oro.

El actual gobierno español, supuestamente de “izquierda”, salió con guadaña en mano para arremeter contra Rusia, y levantar banderas a favor de Ucrania. ¿Si tanto interesa la paz y el respeto al derecho internacional; por qué los que hoy se desgarran vestiduras por Ucrania, no lo hicieron desde hace 8 años atrás, cuando grupos neonazis (apoyados por EE.UU) dieron un golpe de Estado en ese país en 2014 al Gobierno democráticamente elegido de Víktor Yanukóvich, por las milicias de extrema derecha del Prevvy Sektor y de Svoboda? ¿Si tanto interesan los derechos humanos, por qué no se preocuparon durante estos 8 años que el gobierno neonazi de Ucrania ha estado bombardeando y reprimiendo a los habitantes de Lugansk y Donetsk, por ser mayoritariamente ruso parlantes? ¿Si al gobierno español desea realmente la paz, por qué se pliega y envía armas a Ucrania, que serán entregadas a los grupos neonazis, como el batallón Azov (esos que enarbolan la bandera esvástica con una mano y la de la OTAN con la otra)?

La guerra es un acelerador de negocios para la industria bélica, pero también propicia alcanzar otros objetivos de importancia para el imperialismo estadounidense; entre ellos el dominio de recursos, cercar a Rusia con amenaza militar, convertir a los países invadidos en bases de operaciones para controlar las regiones petrolíferas desde el Asia Central hasta África, incluyendo Oriente Medio y Próximo. Pero también, para que sean puentes aéreos para el transporte de armas procedentes de Arabia Saudí, Jordania y Qatar a los grupúsculos creados, financiados y asesorados por EE.UU, que luchaban contra el gobierno sirio de Bashar al Asad.

Por supuesto, por conveniencia, hoy la vara para medir la respuesta de Rusia es corta. Aquellos de memoria reducida, tras las bambalinas y lentejuelas del consumismo y la manipulación mediática, ya olvidaron las barbaries cometidas, por décadas, por EEUU y la Unión Europea, y se centran sólo en las falsedades que se les vende.

Las redes sociales, los canales de comunicación y los medios de (supuestamente) información, de Europa  Occidental y Estados Unidos, tienen en marcha una maquinaria de manipulaciones, para acelerar el estado de rusofobia. La guerra digital también incluye el cierre de las trasmisiones de medios, como Russia Today y Sputnik, para evitar que puedan desmantelar las mentiras que se orquestan a favor de atizar un conflicto convenientemente provocado.

Pero, tanto se balbuceo de “No a la censura”, “No a la marginación”, “No a la violación de los derechos humanos”, que la orden hoy día es excluir a los equipos deportivos rusos de todos los eventos internacionales de importancia, o bloquear a los bancos de ese país, para obstaculizar su normalidad económica: el objetivo es desgastar a Rusia e intentar rendirla por las presiones.

El pasado miércoles 2 de marzo, en sesión extraordinaria de emergencia, en la ONU se votó una resolución de condena contra la invasión rusa en Ucrania, con el voto favorable de 141 países. Noticia que recorre todos los canales de los medios y donde se demoniza a Rusia. Sin embargo, no dieron la misma dedicación en condenar a Estados Unidos y Ucrania, porque fueron los únicos países que votaron “No” a la propuesta que presentó Rusia en el órgano internacional, el 21 de diciembre de 2021, que llamaba a prohibir la glorificación del nazismo y el racismo en el mundo.

Ya se escuchan las campanadas de quienes exigen un juicio a Rusia, o directamente contra Putin, por crímenes de lesa humanidad; pero todos esos que hoy atizan los repiques, guardan silencio cómplice y cobarde frente a los crímenes que llevan cometiendo EE.UU y Europa, desde hace siglos.

De la derecha y ultraderecha de EE.UU y cómplices europeos, se puede esperar lo peor; pero es vergonzoso ver a esa “izquierda” (donde incluyo directamente la del Estado español), que muchas veces se cree con moral para dar lecciones, rebajarse al discursillo de mentiras y manipulaciones creadas en los Think Tanks y grandes medios capitalistas de la (des)información.

Dicho todo lo anterior, no estoy de acuerdo con ningún acto de agresión; por lo que condeno tanto a los que orquestan y empujan a las guerras como a los que las justifican para satisfacer intereses imperialistas.

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