Tomado de Cubaperiodista
Por Katiuska Blanco Castiñeira
(Palabras pronunciadas por la autora en el XIX Congreso Internacional Pedagogía, 2025: Educación, Ciencia e Innovación por un Desarrollo Humano Sostenible).
En estos días, la humanidad en su esencia misma —sensibilidad, racionalidad, inteligencia, conocimiento— resulta sistemática y persistentemente impugnada por hechos como el genocidio en Palestina o las masacres en Líbano; una humanidad negada por la oposición de países occidentales en organismos internacionales como la ONU, a adoptar la tradicional resolución contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas, o por la persistente y deliberada intención de negar el papel del Ejército Rojo en la liberación de Auschwitz y con ello cambiar la historia, resignificarla en sentido negativo y olvidarla definitivamente en sus más nobles y justas lecciones; una humanidad hostigada por el desenfado y desfachatez con que el recién electo presidente de Estados Unidos Donald Trump expresa ambiciones territoriales, xenofobia, misoginia, racismo, y desprecio absoluto a la cultura, la identidad y el derecho de los pueblos, así como su propósito de imponer la paz a través de la fuerza, es decir, la paz de los sepulcros, infligida por la guerra o la política imperial, basada en las dictaduras económica -bloqueos y supremacía mediante-, tecnológica, cultural, informativa y militar.
Toda esta realidad convulsa fue vislumbrada y denunciada hace ya más de 20 años por Fidel Castro Ruz.