martes, 23 de septiembre de 2025

Cuba bajo asedio: Deconstruyendo el mito de un «estado fallido»

 

Tomado de Razones de Cuba

Por Claudia Samón

El término «estado fallido» emergió en la década de 1990 dentro del discurso político occidental, principalmente para describir gobiernos que habían perdido el control efectivo de su territorio y población o que ya no podían proporcionar servicios públicos básicos. Sin embargo, en décadas recientes, esta etiqueta ha sido estratégicamente convertida en arma a través de campañas de guerra cognitiva para socavar gobiernos soberanos que resisten la alineación con los intereses geopolíticos occidentales.

En ningún caso esto es más evidente que en el de Cuba, que ha soportado más de seis décadas de guerra económica por parte de Estados Unidos mientras mantiene instituciones estatales funcionales y programas ejemplares de solidaridad internacional.

Esta investigación examina cómo Cuba desafía la clasificación de «estado fallido» a través de sus resilientes estructuras de gobiernologros en desarrollo humano y continuada cooperación internacional, a pesar de operar bajo el régimen de sanciones más severo de la historia moderna. La evidencia revela que Cuba representa no un caso de falla estatal, sino un ejemplo extraordinario de resistencia exitosa contra intentos deliberados de desestabilizar y derrocar su gobierno soberano.

Definición de «estado fallido»: un análisis conceptual

El concepto de “estado fallido” se originó en 1992 cuando los analistas estadounidenses Gerald Herman y Steve Ratner aplicaron por primera vez el término a gobiernos que habían «perdido la capacidad de controlar y proporcionar los bienes públicos necesarios para su población» y donde se «cometen abusos masivos de derechos humanos». Esta definición misma revela la subjetividad política inherente al concepto, ya que se enfoca en la capacidad gubernamental sin reconocer factores externos que podrían socavar esa capacidad.

Según las Naciones Unidas, los Estados fallidos presentan «un vacío de autoridad central, generando crisis humanitarias y pérdida del orden público» (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2023). Ejemplos claros son Somalia (donde amplias zonas son controladas por al-Shabaab) o Yemen (donde la guerra civil ha fragmentado el gobierno).

El controvertido término tiende a ser aplicado cuando se hace referencia a naciones que en antaño fueron colonias y también en el caso de países cuyos gobiernos se oponen a los intereses occidentales. Su uso en la actualidad está muy ligado a las estrategias de guerra cognitiva que buscan construir percepciones que permitan generar descontento entre sus habitantes facilitando el derrocamiento de los gobiernos que representan una “amenaza”.

Hoy, el término se usa como arma geopolítica y de manera imprecisa en el discurso político, manipulando las dificultades económicas o la situación interna de los países para crear la percepción de crisis sistémica. Tal es el caso de Cuba, a pesar de sus bien documentados problemas—sanciones estadounidenses, escasez crónica y emigración masiva—no cumple con los criterios empíricos de un Estado fallido.

De acuerdo con el Índice de Estados Frágiles del Fondo para la Paz, los criterios clave para el fallo estatal incluyen:

  • Pérdida de control físico del territorio
  • Erosión de la autoridad legítima para tomar decisiones colectivas
  • Incapacidad para proporcionar servicios públicos razonables
  • Incapacidad para interactuar con otros estados como miembro pleno de la comunidad internacional.

Por estos criterios, Cuba no demuestra ninguna de las características de un estado fallido. El gobierno cubano mantiene el monopolio del uso de la fuerza en el 99% de su territorio (con la excepción de la base naval de Guantánamo ocupada ilegalmente) . Proporciona atención médica y educación universales a todos los ciudadanos, y participa activamente en organizaciones internacionales como miembro respetado de la comunidad global.

La aplicación de la etiqueta de «estado fallido» a Cuba representa lo que el ministro de Comunicación de Venezuela Freddy Ñáñez describe como «guerra cognitiva» – una doctrina militar que opera en los campos psicológico, lingüístico, biológico y neurológico para «configurar cerebros» y manipular la percepción pública . Esta estrategia busca no meramente describir la realidad sino crearla mediante la manipulación informativa.

El aparato estatal funcional de Cuba: gobernanza y servicios sociales

Estabilidad institucional y control administrativo

Contrario a la narrativa de «estado fallido», Cuba mantiene un aparato estatal completamente funcional con instituciones administrativas y de seguridad presentes en todo el país. El proceso de reforma constitucional de 2019 demostró la capacidad del gobierno para implementar cambios legales significativos mediante procesos democráticos, incluyendo la adopción de un Código de las Familias aprobado por referéndum popular en 2022 .

El estado cubano proporciona:

  • Atención médica universal gratuita en el punto de servicio, con esperanza de vida comparable a Estados Unidos a pesar de las limitaciones de recursos.
  • Sistema educativo abarcador con acceso gratuito hasta estudios de nivel doctoral.
  • Redes de seguridad social que garantizan raciones básicas de alimentos a todos los ciudadanos a pesar de severas escaseces.
  • Infraestructura pública incluyendo sistemas de electricidad, agua y transporte que continúan funcionando a pesar de enormes desafíos logísticos.

El Banco Mundial reconoce la «sólida infraestructura de capital humano» de Cuba, pese a las limitaciones económicas. A diferencia de los Estados fallidos, las instituciones cubanas brindan servicios, aunque sea de manera ineficiente. La escasez deriva de las sanciones estadounidenses (que han costado $130 mil millones desde 1962, según estimaciones del gobierno cubano) y de errores de gestión, no de una desintegración económica total.

La causa real de los desafíos de Cuba: el bloqueo estadounidense como guerra económica

Las dificultades económicas actuales de Cuba (incluyendo apagones periódicos y escasez de bienes básicos) son frecuentemente citadas como evidencia de falla estatal. Sin embargo, estos desafíos son consecuencias directas de factores externos más que de incompetencia gubernamental o colapso institucional.

La principal causa de las dificultades económicas de Cuba es el bloqueo económico estadounidense, descrito por expertos de la ONU como «el régimen de sanciones más extenso de la historia moderna». Más que un simple embargo, esta política constituye una guerra económica deliberada diseñada para crear miseria, escasez y descontento entre la población cubana .

Impactos multidimensionales de las sanciones

Los efectos del bloqueo se extienden mucho más allá de las restricciones comerciales y abarcan:

  • La persecución financiera que desconecta a Cuba de los sistemas bancarios internacionales.
  • La aplicación extraterritorial que castiga a terceros países por comerciar con Cuba.
  • La obstrucción de importaciones médicas incluyendo medicinas y equipos salvavidas.
  • El direccionamiento al sector energético que impide importaciones de combustible y generación eléctrica.

En 2022, la designación de Cuba como «Estado patrocinador del terrorismo» por la primera administración Trump apretó aún más estas restricciones, entorpeciendo los servicios bancarios occidentales regulares para el país y, por ende, dificultando el pago a terceros países. El hecho de que la administración Biden no haya hecho el intento de revertir la medida hasta los últimos días de su mandato evidencia el consenso bipartidista en mantener la presión máxima contra Cuba.

Calculando el costo humano

El impacto humano de estas políticas es cuantificable y severo:

  • $5-6 mil millones anuales en daños económicos directos según estimados cubanos.
  • Apagones diarios de entre 4 y hasta 12 horas consecutivas, principalmente en zonas rurales, debido a la escasez energética.
  • Aguda escasez de medicinas que afecta tratamientos para condiciones crónicas.
  • Escasez de productos alimenticios de primera necesidad resultantes de restricciones a las importaciones de alimentos.

A pesar de estos desafíos, el gobierno cubano ha mantenido su compromiso con el bienestar social con más de treinta programas sociales lanzados para abordar la desigualdad y la angustia social.

La solidaridad global de Cuba: Internacionalismo como funcionalidad estatal

Una característica definitoria de los estados funcionales es su capacidad para relacionarse exitosamente con la comunidad internacional. Por esta medida, Cuba sobresale con su extraordinaria diplomacia médica y programas de cooperación internacional.

Internacionalismo médico

A pesar de sus propias limitaciones de recursos, Cuba mantiene el programa de internacionalismo médico más grande del mundo:

  • Brigada Internacional Henry Reeve desplegada en zonas de desastre y pandemias mundiales.
  • Entrenamiento médico para miles de estudiantes extranjeros en universidades cubanas.
  • Innovación en biotecnología produciendo vacunas y tratamientos innovadores.

Durante la pandemia de COVID-19, Cuba envió brigadas médicas a docenas de países mientras simultáneamente desarrollaba sus propias vacunas . Esto ocurrió mientras naciones ricas acaparaban vacunas y priorizaban ganancias farmacéuticas sobre la equidad en salud global.

Compromiso diplomático

Cuba mantiene relaciones internacionales diversificadas con socios y gobiernos de todo el mundo, incluyendo relaciones diplomáticas y económicas con cada región. En 2024, la Asamblea General de la ONU votó 187-2 para condenar el bloqueo estadounidense, demostrando el apoyo internacional hacia Cuba.

La elección de Cuba para el Consejo de Derechos Humanos de la ONU por sexta vez en octubre 2023. Esto contradice la narrativa de «estado fallido» y prueba el respeto de la comunidad internacional al gobierno cubano a pesar de las campañas de propaganda en su contra.

La narrativa de “estado fallido” como una dimensión de la guerra cognitiva

La denominación de Cuba como «estado fallido» debe entenderse dentro del contexto de estrategias diseñadas para socavar gobiernos soberanos que resisten la hegemonía estadounidense.  Oficiales venezolanos han identificado esta estrategia como una de tres narrativas clave :

  1. El «estado fallido» incapaz de garantizar el estado de derecho.
  2. La «crisis humanitaria compleja» donde las necesidades básicas no pueden satisfacerse.
  3. La necesidad de «intervención humanitaria» para justificar el cambio de régimen.

La información como un arma de guerra

Como explica el ministro de Comunicación de Venezuela Freddy Ñáñez, la guerra cognitiva representa «la militarización de la opinión pública y la configuración de cerebros» usando tecnologías avanzadas capaces de «cambiar los parámetros de nuestro cerebro» . Esta guerra opera como:

  • Manipulación algorítmica de plataformas de redes sociales.
  • Amplificación estratégica de desarrollos negativos mientras se ignora el contexto.
  • Creación artificial de respuestas emocionales mediante contenido dirigido.
  • Borrado sistemático de logros y contranarrativas.

El doctor en ciencias psicológicas y profesor universitario, Manuel Calciño, explica que los jóvenes son particularmente atacados por esta guerra cognitiva, que busca «agotar psicológicamente a los individuos e incorporarlos como armas en la lucha por el poder y la dominación mundial».

La distorsión de la emigración

En ningún lugar la manipulación es más evidente que en las discusiones sobre la emigración cubana. Aunque frecuentemente citada como evidencia de falla estatal, la emigración refleja múltiples factores incluyendo:

  • Políticas estadounidenses únicas que incentivan la emigración cubana.
  • Guerra económica deliberadamente diseñada para estimular la migración ilegal.
  • Factores demográficos incluyendo el envejecimiento poblacional de Cuba.

Cuba es un estado bajo asedio, no un estado fallido

La evidencia contradice ampliamente la etiqueta de «estado fallido» aplicada a Cuba. Más que representar un caso de colapso interno, Cuba ejemplifica un estado bajo asedio que ha mantenido una funcionalidad remarcable a pesar de seis décadas de continua guerra económica.

Los logros de Cuba en saludeducación y solidaridad internacional contrastan marcadamente con las condiciones en muchas naciones ricas que promueven la narrativa de «estado fallido». Como explica el profesor universitario canadiense Isaac Saney: «En Estados Unidos—el país más rico en la historia del mundo—más de 40 millones de personas viven en pobreza, con millones más viviendo a un cheque de pago de la indigencia. Los niños pasan hambre. Comunidades enteras son criminalizadas. El acceso a la atención médica es racionado por ingresos».

La diferencia fundamental yace en la filosofía política: mientras los estados capitalistas abandonan cada vez más la responsabilidad social, la ética revolucionaria de Cuba abraza soluciones colectivas a desafíos colectivos. Como afirmó el presidente Miguel Díaz-Canel: «La Revolución no esconde sus problemas. Los enfrenta con ética y justicia social, incluso en medio de circunstancias extremas».

La comunidad internacional ha rechazado constantemente el enfoque estadounidense respecto a Cuba, votando abrumadoramente contra el bloqueo año tras año. Este consenso diplomático confirma que la narrativa de «estado fallido» encuentra poca resonancia fuera de las cámaras de eco de los círculos de política exterior estadounidense.

Más que un estado fallido, Cuba representa una nación resiliente que ha defendido su soberanía contra una presión abrumadora. El verdadero fracaso yace no en La Habana sino en Washington—el fracaso de una superpotencia para respetar la autodeterminación de naciones pequeñas, y el fracaso moral de un sistema político que prioriza la dominación sobre la dignidad humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...