Por Gustavo de la Torre M.
El paso de la Dana por las regiones de Andalucía, Castilla La Mancha y Valencia (la comunidad mayormente afectada) ha dejado una loza de dolor y pesadumbre en la población de las zonas afectadas y de gran estupor y asombro para el resto del Estado.
Por supuesto, no faltó el burdo oportunismo de la ultraderecha, que sin tener un resquicio de sentido de humanidad, pasó con ruin descaro, todo el dolor de un pueblo afligido por las duras pérdidas, por el mismo fango que cubre las calles, y aprovecharon para efectuar un acto de agresión contra Pedro Sánchez, presidente del gobierno del Estado español, en su visita de este 3 de noviembre a Paiporta.
Llama la atención, para que no pase por alto el analizar con calma esos vídeos en las rrss, donde se ve muy claro a ciertos "individuos" lanzando barro frente a la pasividad de la policía y donde el cuerpo de seguridad se preocupa únicamente de "abrir paraguas".
Sin embargo, el sentimiento de indignación no deja de ser real y tuvo su punto álgido a la llegada del Rey Felipe VI, la Reina Leticia y el presidente de la Generalitat de Valencia, Carlos Mazón, la cuál se efectúa cuatro días después de ocurrida la catástrofe.
La "acogida" tuvo como muestra, un aluvión de rechazo, insultos y lanzamiento de fango y objetos hacia la comitiva.
¿Era necesaria esta visita? Sí, por supuesto que sí, pero no tan tarde, ni en un momento que obligó a paralizar toda maniobra de camiones y maquinaria pesada que era necesaria para seguir trabajando.
¿Por qué esa actitud por parte de una multitud de gente allí presente?
Según información sobre los hechos cronológicos, los primeros pronósticos sobre la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) se realizaron el pasado 23 de octubre y, a medida que pasaron los días, siguieron emitiéndose notas informativas con crecientes detalles alarmantes, que también contaron con alertas de la Confederación Hidrográfica del Júcar.
El 29 de octubre, seis días después de las primeras alertas, a las 6:42, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) lanzó un aviso naranja, y casi una hora después se emitió un aviso de nivel rojo para el interior norte de la provincia de Valencia. A las 9:48 se emitió el nivel rojo para todo el litoral de la provincia por parte de Emergencias de la propia Generalitat.
Consecutivamente, fueron sucediendo otras alertas, sin que ellas tuvieran un efecto de reacción oportuna ni consecuente por parte de las autoridades, ni de la Generalitat ni del gobierno general del Estado, hasta que finalmente, pasadas las 20:00 hrs, se le envía un aviso por SMS a la población. Lo incongruente es que ya el agua llegaba, literalmente, hasta el cuello y los desastres económicos y humanos eran inevitables.
Las imágenes y noticias de los medios y redes sociales generaron un creciente shock; pero a la vez, una espontánea y explosiva reacción de solidaridad y ayuda por parte de vecinos de las poblaciones afectadas, como de diversas localidades: todo un tsunami humano con escobas, palas, alimentos, agua, ropa y otros materiales de importancia, para las labores de limpieza, recuperación de la normal funcionalidad de esas zonas afectadas y asistir a quienes, lamentablemente, se quedaron con nada o casi nada.
Lo que deja mucho que desear es que las autoridades no acudieron con la misma rapidez y eficacia.
Aparte de lo anterior comentado, hay otras cuestiones que no se pueden obviar.
-La permisividad de construcciones de viviendas o localidades urbanas en zonas no propicias por sus propias características geográficas, que las califican como proclives a desastres o afectaciones naturales. Sin embargo, se omiten por el único propósito de favorecer a las empresas constructoras, inversionistas y financieras, y con ello hacer "política".
-La suspensión de entidades, cuyas funciones son la gestión de actuación frente a estos fenómenos meteorológicos y desastres naturales, y evitar muertes y reducir los daños materiales.
-La carencia total de eficaces protocolos de actuación frente a diferentes escenarios, según los niveles de alertas, que brinden garantías de seguridad a la población, estructuras sociales y económicas.
-La permisividad a que empresas, como Mercadona, Bonaire, Ikea, Inditex, entre otras, gocen de total libertad para obligar a sus trabajadores a ir a laborar bajo aviso de Alerta Roja, o de no permitirles mantenerse informados.
-La tardía implicación de las fuerzas militares.
-Carentes mecanismos administrativos por parte del gobierno, para asistir económicamente a familias severamente afectadas, acorde a la vulnerabilidad de las mismas, dejando estas gestiones a sectores privados: aseguradoras, mutuas, etc.
-El uso oportunista de estas tragedias como instrumentos de propaganda para hacer campañas, por parte de algunos partidos políticos, en vez de implicarse en acciones directas solidarias, en cerrar filas para facilitar la recuperación de la normalidad económica y social de la población afectada.
-Y, fundamentalmente, se hace incomprensible la tardía actuación del gobierno general y representantes del Estado, que además, cuya "visita" generó que muchísimos voluntarios fueran multados por ir hasta allí con sus vehículos a dar su aporte frente a la realidad que allí se sufre, no para hacerse una foto para la prensa.
¿Se podía evitar la DANA? Por supuesto que no. No se puede "controlar" el comportamiento de la naturaleza y menos cuando el cambio climático es real.
¿Se pudo evitar la pérdidas de tantas vidas humanas? Por supuesto que sí, de haberse actuado a tiempo y en tiempo, tomando las medidas adecuadas y con la implicación directa de los diferentes factores y niveles del gobierno autonómico y general del Estado_ incluyendo, si se quiere aceptar para satisfacción de todos, el papel del Rey.
Pero no se puede esperar algo diferente, cuando las políticas del gobierno de turno solidifican las bases del sistema capitalista: prioridad al sector privado, grandes inversionistas y empresas, sector bancario, fondos a mecanismos militarizados y bélicos como la OTAN, apoyo a gobiernos proimperialistas y serviles a intereses del Tío Sam, explotación y a la vez rechazo a otros pueblos y un largo etcétera que dejan los derechos de la mayoría social subordinados a los intereses de la oligarquía.
Cuando los gobiernos estén encabezados por mujeres y hombres del sector obrero, por gente común, por personas elegidas por sus cualidades de actuación en el barrio, por emanar políticas de beneficio social y donde la acumulación de capital y el poder del dinero no sean los que dicten las normas, entonces el futuro será otro.
No hay nada más cierto que ¡El pueblo salva al pueblo!
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