La industria cinematográfica ha alcanzado un desarrollo esplendoroso con el uso de últimas tecnologías. Los efectos especiales nos adentran tanto en sus escenas maquetadas que experimentamos todo tipo de sensaciones como si viviéramos el momento que nos representa cada cuadro del corto o largometraje; pero con la única salvedad que debemos traducir lo más interior de cada personaje.
Sin embargo, llegar al fondo de lo que hay detrás de la superficie del telón es lo más difícil; ya que eso implica adentrarse en el abstracto mundo del análisis de aquella intención que busca el guionista o director y no solo dejarse llevar por lo espectacular de los montajes.
Los mensajes subliminares nos abordan y se quedan posados en el subconsciente con mucha sutileza, lacerando poco a poco la conducta de aquellos que no saben desmembrar la telaraña de los patrones ideológicos o que crean polémica para ciertos temas.
Hace poco escuché como alguien alababa el filme “Distrito 9”, de coproducción Nueva Zelanda-Suráfrica, del guionista y director Neill Blomkamp y productor Peter Jackson; todo debido a sus efectos especiales y que, afortunadamente para el portavoz, no relataba un hecho ocurrido en gringolandia, como en la mayor parte de los filmes con dicho tema.
De igual manera, me remití a leer las opiniones de muchos fórums o medios en internet. El diapasón es amplio, aunque un gran número se inclinan más por lo rimbombante y que llena los sentidos con asombros, pero dejando escapar lo esencial que es invisible para los ojos.
"Un film inteligente (...) En medio de todo puede que no le des importancia a los detalles cuidadosamente elaborados del decorado, a lo preciso que es el montaje y a la originalidad de sus efectos especiales." (A. O. Scott: The New York Times)
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"Se apoya en una metáfora política de efecto inmediato y quizá poca hondura, pero su formulación es virtuosa (...) No hay dudas del futuro artístico, por su brío formal, de este debutante." (Jordi Costa: Diario El País)
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"Está a la altura de las expectativas (...) A partir del sorprendente inicio la trama sigue el curso usual de la ciencia ficción (...)" (Antonio Weinrichter: Diario ABC)
La trama de la película conlleva un objetivo más allá de conocer dónde se haya producido, cual escenario se ha escogido, la tecnología usada para crear los efectos o por quién se realizó el largometraje; sino el análisis del mensaje que encierra toda su trama y lo que implica en nuestro proceder futuro a partir de procesarlo.
Distrito 9, un filme de ciencia-ficción y thriller, pone un escenario en Suráfrica, Johannesburgo, con la llegada de alienígenas a nuestro mundo, por razones desconocidas, y la reacción ¿humana? que por regla casi general se impone en cada una de las incursiones de la industria de la pantalla. ¿Por qué?
¿Es normal tener una actitud de aislamiento a lo desconocido, una marginación a los que se escapa de nuestro raciocinio, esa psicosis del uso de la fuerza bruta frente a lo que está fuera de mando y control, de deponer a un lado el intento de comunicación por la existencia de una posible barrera lingüística? ¿Sería obviamente natural la presencia de la xenofobia a lo extranjero, la imposición de la supremacía cultural, la discriminación a otro tipo de costumbre? ¿Es evidente el genotipo deshumanizante y excusado bajo la indiscutible necesidad de aplicar experimentación, sin reparos y como conejillos de indias, con otros seres racionales porque nos parezcan lejanos en familiaridad?
La manifestación egoísta, racista y con despliegue de crueldad, no es un tema ficticio que se ejecuta solo con alienígenas, sino con otros seres humanos en el mundo actual.
La subyugación de otros pueblos, la marginalidad al desarrollo de otras culturas, la experimentación con guerras biológicas en otras tierras, el uso ilimitado de inteligentes artefactos bélicos contra la humanidad, la imposición del hambre a otras sociedades, el gravar la economía ajena, el imponer condiciones políticas o económicas sobre la voluntad de otras naciones y con la obligatoriedad de cumplir con determinadas exigencias, son manifestaciones del actuar cotidiano del sistema político actual capitalista, con su peor timonel: el imperialismo norteamericano.
El gran precepto de Julio César: “Divide y Vencerás”; pues enajenando la raza alienígena al reservado campo de concentración, también se limitan a los de nuestro propio patio a mantenerse en la penumbra del desconocimiento y no se formulen alternativas de cercanía y entendimiento. Una vez aislados, todos, pues se tiene la posibilidad de seguir manipulando toda información sobre los hechos cometidos o planes a realizar en ambas direcciones. Los más pérfidos intereses están cubiertos.
Así, se puede mantener a unos “bichos raros”, como esa repugnante raza que ha llegado a nuestras tierras, en el aislamiento y el mundo sigue dando pasos en la ignorante conducta de la discriminación racial y la xenofobia, por el empuje de ingeniadas noticias sobre el supuesto de fracasados contactos o inciertos peligros procedentes desde el exterior.
El egoísmo levanta barreras por encima de la solicitud de intercambio justo y su esencia se muestra en la manipulación para no perder el control y fomentar esa egocéntrica tendencia de nacionalismo pervertido que induce a establecer las falsas creencias de superación de razas o naciones.
En la vida real, en el mundo unipolar del capitalismo, se cuenta para todo esto con el monopolio de los medios informativos al servicio de la clase burguesa, dominante. Crear patrones con los hilos finísimos que el imperialismo mueve a través de su ideología, manipulando la mente y comportamiento de su sociedad, es el rejuego que lleva a la masa absorta a creer lo que se desea. Así la mantienen, como si fuera un elipsis, en la tendencia al cotilleo, la especulación y alejada de toda la realidad por estar dominada por la ignorancia y las cosas frívolas.
La hegemonía y el abuso sobre estos extraterrestres es también el dilema que han sufrido las culturas indígenas y autóctonas de muchos países. Es la práctica de la conquista sobre aquellos otras poblaciones (de la América y del África, que por siglos sufrieron o sufren el robo malsano de sus riquezas naturales, culturales, humanas y demás) y aun están en el subdesarrollo y/o con economías dependientes.
Sin contar a aquellos que aun siguen bajo el dominio de una bandera extranjera y por tanto se les mira como inferiores.
Distrito 9 no fue realizada en gringolandia, pero es formato hollywoodense. Como siempre, la supremacía recae en unos pocos como raza, grupo social o cultura y su derecho a establecerse como el gendarme del mundo.
El campo de concentración de los “bichos” alienígenas se convierte en un campo de intervenciones militares, como si esa práctica sea la ley del orden, con el pleno ¿derecho? de privarlos de autodeterminación y libertades.
Las intervenciones militares fue una práctica cotidiana del primer mundo en siglos pasados y se ha extendido por los gobiernos de Estados Unidos hasta el actual. Solo por mencionar algunos ejemplos: China (1945-49), Italia (1947-48), Grecia (1947-49), Filipinas (1945-53), Corea del Sur (1945-53), Albania (1949-53), Alemania (1950s), Irán (1953), Guatemala (1953-1990s), Medio Oriente (1956-58), Indonesia (1957-58), Guayana Británica/Guyana (1953-64), Viet Nam (1950-73), Camboya (1955-73), Congo/Zaire (1960-65), Brasil (1961-64), República Dominicana (1963-66), Cuba (en 1898, en 1902 y en 1961), Indonesia (1965), Chile (1964-73), Grecia (1964-74), Timor del Este (1975 al presente), Nicaragua (1978-79), Granada (1979-84), Libia (1981-89), Panamá (1989), Irak (1990s), Afganistán (1979-92), El Salvador (1980-92), Haití (1987-94) y Yugoslavia (1999).
En el 2001, EUA declara que es necesario frenar al “terrorismo” afgano, pero también prepara sus tentáculos para establecer bases militares en la América Latina (Colombia y Panamá), con la excusa de combatir el narcotráfico; pero la realizada es auspiciar cercanamente el derrocamiento de los procesos democráticos que allí se están levantando.
El gobierno norteamericano llama la atención sobre un narcotráfico que se comercializa ampliamente en el mismo patio. ¿Por qué no ponen a sus militares en función de combatir el narcotráfico en su propio país? ¿Cómo es posible que se proyecten a llevar la lucha contra el terrorismo en otras tierras, cuando en su propia nación se comenten asesinatos, atentados, crímenes de alto grado y se llevan a cabo ventas de armas? ¿Cómo utilizan tal excusa cuando protegen y amparan a uno de los mayores terroristas, llamado Posada Carriles, el cual ha sido ayudado por la propia CIA para cometer atentados en varios países contra objetivos cubanos, sean materiales o humanos?
Cualquier excusa es buena cuando se desean cubrir y respaldar los intereses de la carrera armamentista y se inventan siempre un enemigo nuevo, sobre el cual siempre hay mordaz excusa para dejar caer los peores inventos bélicos y fomentar el más dañino de los odios.
La manipulación felina de división también se lleva en la actualidad para mantener las diferencias de clases sociales, con el establecimiento de políticas económicas que abren un abismo voraz entre el pequeño grupo de ricos o súper-ricos y esa inmensa masa de pobres y súper-pobres.
Es lo mismo que en el sostenimiento de la filosofía del pluripartidismo. Lo que supuestamente aparenta ser la posibilidad de establecer “democracia” es la ventaja de crear diferencias de clases, sectarismo y rivalidades. Es permitir en esa carnicería política que solo un sector político económicamente privilegiado agolpe todo el poder bajo sus intereses y se desentienda del resto de la sociedad, una vez alcance el poder.
Todo por miedo al diálogo y a empujar parejo por el bienestar de todos, juntos.
Una película más infantil, pero que no deja de ser profunda de sentido, aun cuando es de dibujos animados, es WALL-E. La aguda crítica nos puede conducir a una prematura visión de lo que nos espera como especie humana si seguimos desencadenando el despilfarro, el deterioro ambiental, la enajenación, el conformismo, el acomodo estéril y el facilismo vegetativo.
La cuestión no se basa en atentar contra el consumo de bienes materiales (tan necesarios para la vida); sino en denunciar esa droga letal del consumismo, agotando los recursos indiscriminadamente y convirtiendo al hombre en un animal irracional que actúa bajo estúpido automatismo, debido al cúmulo de anuncios comerciales que le rodea en su entorno, desgastando la naturaleza de manera acelerada y sin tener en cuenta el futuro.
El ser humano se convierte distante y frívolo, con pensamiento angosto, donde deja de razonar para que lo esquemático y la banalidad acompañen su vida en este tipo de sociedad.
¡Ya es la hora de despertar! ¿Hacia dónde deseamos realmente ir? ¿Cuál es el futuro que aspiramos y que sea justo para todos por igual?
Ya alguien lo dijo: “Un mundo mejor es posible”; pero es necesario que te involucres en crear ese cambio, en profundizar y ganar consciencia.
Hay alternativas más viables que las impuestas por el capitalismo salvaje. Alternativas con verdadera dignidad que nos honran como seres humanos.
"No se mira bien si no es con el corazón". Quizás tengamos la posibilidad de que la realidad futura no sea como las de “Distrito 9” o “Wall-E”.
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