Por
Gustavo de la Torre Morales.
El pasado 3 de noviembre del presente año, el sitio web
Granma, nos trajo un artículo bajo la autoría de Iroel Sánchez, el
cual señala diversos documentos filtrados por el medio The Intercept, que
descubren la monitorización y manejo de la Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de las Infraestructuras
(CISA, por su sigla en inglés) sobre
diversas empresas dueñas de redes sociales digitales.
Según señalan los documentos filtrados
y expone el artículo de Iroel, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en
inglés), como parte integrante de
la CISA, dicta a estas empresas “la información que el
Gobierno entiende como dañina, y que debe ser eliminada”.
Cabe preguntarse ¿Sobre cuáles parámetros se basa el DHS para dar su dictamen, cuando se carece de moral para erigirse como fiscal del mundo, tomando en cuenta que han sido los diversos gobiernos de ese país los que históricamente se han erigido sobre la mentira, la desinformación y las falsas banderas, como bases fundamentales, para crear matrices de opinión favorables a cada operación de injerencia, chantaje político, presión diplomática, restricción económica y agresión militar contra otros países?
Leyendo el artículo en The Intercept, “Leaked
Documents Outline DHS’s Plans to Police Disinformation” (“Documentos
filtrados describen los planes del DHS para Controlar la Desinformación”, según
traducción del inglés), el cual se tomó como punto de análisis por el
periodista cubano, Iroel Sánchez, se puede encontrar los variopintos ejemplos
en que el DHS se ha convertido en otro instrumento promotor de lo que ellos
mismos denominan: “Misinformation” (información falsa esparcida sin intención),
“Disinformation” (información falsa esparcida con intención) y “Malinformation”
(información real compartida, generalmente fuera de contexto, con intenciones
dañinas).
¿Si es real que hay que contener aquellos
medios y plataformas que sirven para expandir odio y generar actos de
violencia, cómo es posible que permita, desde dentro de sus propias fronteras,
la coexistencia con organizaciones, históricamente terroristas, de mafia, como
la Fundación Nacional Cubano Americana, entre otras tantas que campean
libremente dentro de la sociedad estadounidense y usan las redes sociales para
verter su vomitiva beligerancia, las cuales han sido protagonistas de actos
violentos y atentados contra Cuba?
¿Si es real que es un documento para saber abordar
la desinformación y la información errónea, dígase bulo, fakenews, etc., se permita
que diversos canales y medios radicados en EE.UU, emitan manipulaciones y
tergiversaciones de la realidad cubana, incluyendo la total permisividad a
diversos actores anticubanos, presentes en diversas plataformas de las redes
sociales, incluso residentes en ese país, quienes no escatiman en lanzar
mensajes de violencia y odio contra Cuba?
¿Por qué incrementar los presupuestos para
alimentar a diversos medios a través de la USAID, la NED, ISI y demás aparatos
de la CIA, que constantemente promulgan desinformación y alteran la realidad
cubana a través de sus diversos medios y canales online?
En la redacción del documento del Departamento de Seguridad
Nacional (DHS) se puede leer la sentencia que dicta que “en una verdadera
democracia, la violencia no puede ser un modo aceptable con la búsqueda del
cambio social o político”; sin embargo, desde el gobierno de EE.UU y su Agencia
Central de Inteligencia se patrocina, organiza y
asesora el terrorismo fuera de sus fronteras; sino por qué financiar a
delincuentes dentro y fuera de Cuba, haciéndolos pasar por “patriotas”, que
crean desórdenes sociales a través de actos de violencia, con el simple
objetivo de promover con ello un cambio de régimen político. ¿Es que la vara de
dictaminar es bien diferente cuando la cuestión principal es torcerle el brazo
a otro pueblo o gobierno que no sigue los dictados del Tío Sam?
¿Por qué la DHS no “conduce” mejor
su labor para detener las mentiras de la propaganda que intenta justificar un
criminal bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el propio
gobierno de EE.UU contra el pueblo cubano por más de 60 años, que ha sido
condenado por mayoría, por 30ª ocasión, en las Naciones Unidas?
¿Por qué el DHS no condena a su propia Embajada en La
Habana, que funciona como núcleo principal para inflamar constantemente con mentiras,
engaños y total desinformación, intencionalmente, sobre lo que sucede dentro de
la geografía cubana, intentando darle créditos a grupúsculos, cuyos servicios
son el crear malestares y promover conflictos internos en la sociedad cubana?
Llama la atención, según se publica en el artículo del medio
The Intercept, la denuncia que realizó el crítico de medios sobre Política,
Jack Shafer: “Nuestro gobierno produce mentiras y desinformación a escala
industrial y siempre lo ha hecho. Sobre-clasifica información vital para
impedir que sus propios ciudadanos se vuelvan más sabios. A miles de asistentes
de prensa les paga jugar a esconder el salami con hechos”.
Según revela The Intercept,
diversas plataformas como Twitter, Instagram o Faceboook brindan “colaboración”
con las autoridades estadounidenses y responden a sus exigencias. Como
resultado de esta “relación”, se saca a la luz pública una lista secreta de la
Plataforma de Facebook denominada “Individuos
y Organizaciones Peligrosas”, donde se expone a diversos actores que “promueven
el terrorismo”.
Despejando por el momento,
que la mayoría de los mencionados están localizados en la región de Oriente
Medio, Asia, Norte de África, etc., podemos centrar nuestra atención en la
clasificación de las diversas categorías realizada en la susodicha lista, es
bastante llamativo que en ninguna aparece Cuba; incluso, ni en la categoría de “Movimientos
Sociales Militarizados”, donde sí es bastante mencionado los diversos Estados
de EE.UU.
El terrorismo está enraizado
en las esferas de poder económico y político de los EE.UU, donde es mucho más importante
la venta de un arma que la vida de las personas, donde es más importante el
negocio de la guerra que construir la paz, donde es más importante sumergir su
propia sociedad en la violencia social que dedicar reales esfuerzos por atender
sus grandes necesidades.
Es contradictorio que el
gobierno de los EE.UU emita un documento que establezca una estrategia contra
la desinformación o la información errónea, cuando tiene un fuerte operativo de
presiones para mantener en prisión y bajo amenaza de muerte a Julian Assange,
quien no mintió, sino que se atrevió a exponer a la luz pública los timos y horrendos
crímenes cometidos por el ejército y órganos internos del gobierno de EE.UU.
En el artículo publicado en The Intercept, también se
menciona que el 15 de junio de 2021, la Casa Blanca emite la Hoja Informativa
que da a conocer “la primera Estrategia Nacional para Contrarrestar el
Terrorismo Doméstico” y que serviría para “abordar la seguridad nacional de
Estados Unidos y mejorar la respuesta del gobierno federal”.
En el documento “National
Strategy for Countering Domestic Terrorism” se expone que el
gobierno de EE.UU está “trabajando con
gobiernos afines, la sociedad civil y el sector tecnológico para abordar el
contenido terrorista y extremista violento en la internet, incluso a través de
colaboraciones de investigación innovadoras”; más adelante continua el
documento con que se está “abordando la crisis de desinformación e información
errónea, a menudo canalizada a través de las redes sociales y otras plataformas
de medios, las cuales pueden alimentar la polarización extrema y llevar a
algunas personas a la violencia”.
¿Pero sí de controlar la
desinformación, la información errónea y el terrorismo doméstico se trata; cómo
es posible que el Departamento de Seguridad Nacional de los EE.UU no dirija sus
esfuerzos para detener las mentiras que sustentan la injusta inclusión de Cuba
en una espuria lista de países patrocinadores del terrorismo, cuando en
realidad ha sido Cuba la víctima de innumerables agresiones provenientes desde
territorio de EE.UU, promovidas por organizaciones criminales que han atentado
contra la seguridad de Cuba y de los propios EE.UU; pero en vez de impedírseles
sus actos, han recibido el beneplácito del propio gobierno de ese país?
El objetivo real de la tal “Estrategia Nacional” del DHS no es tanto el atajar el mal manejo de la información o la generación intencionada de desinformación por las diversas plataformas de las redes sociales; sino el imponer un control que facilite la promoción de información manipulada, con el objetivo de que éstas cumplan los intereses de la política doméstica e internacional imperialista del Tío Sam.
No hay comentarios:
Publicar un comentario