Por Gustavo de la Torre Morales.
Me sulfura ver a un cubano o cubana
despotricando contra su propio país, rumiando el infestado discursillo de
sucios manejos que tanto se disgrega desde cloacas al servicio de intereses
foráneos. Tanto sea por reaccionarios o por la borrasca de la ignorancia, que
le hace repetir como papagayos, sin reparar en lo mínimo, en su papel de eco.
¿No son capaces de ver en profundidad el daño que se hacen a sí mismos? ¿Su implicación en lograr "cambios" se estrecha y estanca sólo al margen del cotorreo de "quejas" y/o propagación de bolas (bulos)? ¿No son capaces de ver que favorecen, directa o indirectamente, al verdadero causante de las desgracias que afronta Cuba? ¿Se creerán que la fórmula mágica para Cuba es asumir las indisciplinas sociales, los actos delictivos, la desobediencia incívica, la violencia como "protesta" o las operaciones de sabotajes (que dañan lo poco que se tiene), cuando todo esto no son más que los cánticos "libertarios" lanzados por la caterva de grillos de la demo-crack-CIA occidental, por el antro subversivo de la Embajada estadounidense en La Habana y por gamberros que se hacen llamar periodistas de medios incendiarios de desinformación?
¿Eliminar el socialismo y adentrarse en la
economía neoliberal de mercado mejorará las condiciones para toda la sociedad
cubana?
Hay que naufragar en el océano del idiotismo,
si se ve como solución el dejarse llevar por los confites de la
in-"cultura" del sistema capitalista y no ver que con ello sería
caminar hacia el borde de un abismo, dentro de una densa neblina de simples
quimeras.
En el capitalismo, la deshumanización se
naturaliza con la exaltación al individualismo. El attrezzo no deja ver la
letra pequeña que condiciona al ser humano a ser una herramienta sometida a
generar ganancias para unos pocos o a ser desechada a vivir en la barbarie,
justificándose bajo reglas de "efectos colaterales" o para un
"bien" mayor (eso sí, para el bien de un reducido porcentaje de
individuos que amasan fortunas).
Los países capitalistas
"desarrollados" han alcanzado el alto estatus de
"potencias" a costa de siglos de conquistas y colonización, latrocinio
de recursos, uso de la esclavitud y la mano de obra barata y quebrar a los
pueblos con la subyugación y los conflictos internos.
¿Se creerán que ya no son prácticas en pleno
siglo XXI? Por supuesto que sí, y con inimaginables formas que hielan, tan entretejidas
que ni la metamorfosis de Kafka lograría aventajarlas.
¿Dónde está el desarrollo democrático y
económico de Puerto Rico, Argentina, Chile, Irak, Libia, Afganistán, Somalia,
República del Congo o Haití, por mencionar unos pocos?
¿Dónde está el desarrollo de la ex Yugoslavia,
fracturada en 7 estados y afrontando conflictos internos y entre ellos mismos?
En 10 años se empujó a Ucrania a un conflicto, por servir de propuesta como nuevo espacio de cerco y agresiones de EEUU-OTAN contra Rusia.
Palestina sometida al genocidio étnico por el
sionismo israelí (nuevo apartheid del nazismo) y que cuenta con el amparo de
EEUU, el Reino Unido y la Comunidad Europea (sin dejar de contar a otros
gobiernos, como el del lunático Javier Milei).
Siria y Líbano ya están en esa rueda dentada de demolición.
Las masacres que se viven a diario en escuelas
y barrios dentro de EEUU o la represión policial en la Unión Europea para
castigar el justo reclamo social de sus derechos, son los estándares
"democráticos" con validez que tienen que asumir el resto de pueblos
del mundo, sino son catalogados como terroristas, molestos, ejes del mal,
dictaduras, regímenes represores, etcétera; mientras que esos que se proclaman
como gendarmes son los que crean, asesoran y financian grupúsculos u
organizaciones que utilizan el terrorismo como instrumento para someter o
derrocar gobiernos (pero en los medios se justifican como "ejércitos
rebeldes").
La llamada prensa ¿libre? capitalista ha "normalizado" que los actos de las potencias imperiales se edulcoren: el genocidio lo llamen "guerra", la agresión militar como "conflicto", la invasión militar de occidente como "intervención humanitaria o de paz", el bloqueo económico y las medidas coercitivas contra toda ayuda humanitaria como "embargo o diferendo bilateral", a grupúsculos subversivos, violentos y delincuenciales como "oposición pacífica" y así entre otros tantísimos eufemismos.
Se ha "normalizado" la equidistancia
en las sociedades occidentales, para que no sientan tanto reparo ni se
ruboricen porque en otros países se descuarticen personas con bombas, que francotiradores o
drones asesinen a niñas, niños, líderes políticos y sociales, trabajadores
humanitarios, sanitarios o periodistas; que la infancia y las mujeres sean los
dianas principales en las contiendas de "limpieza" étnica, que sean
objetivos estratégicos el destruir casas, hospitales, colegios y toda
infraestructura económica, que la barbarie se justifique con mentiras
maquilladas como "acto de defensa" y que los golpes de Estado
promovidos y financiados desde occidente se camuflen como "procesos
libertarios, Revoluciones de Colores o Primaveras".
¿Por qué esa demo-crack-CIA tan auto
"aplaudida" de EEUU o la Comunidad Europea no logra resolver sus
propios flagelos y conflictos internos? ¿Por qué, si son tan "prometedores"
en libertades y derechos, promueven guerras, arrasan pueblos e imponen el
genocidio como tránsito "democrático"? ¿Si occidente desea erigirse
como "ejemplo" de democracia, por qué en el Parlamento Europeo se
premian a guarimberos, mentirosos, mercenarios y mercachifles traidores de los
pueblos; o por qué se invierte más en armamentos que en la salud y la educación
públicas, en derechos sociales, en programas de protección civil frente a catástrofes
o fenómenos de desastres naturales?
El futuro del mundo está en peligro, porque los
avances tecnológicos se utilizan para crear nuevas armas (incluyendo biológicas
y químicas), para la injerencia, el espionaje y la propagación de nuevas formas
de coerción y miedo.
La internet se han convertido en una plataforma
para redes sociales donde se lanzan engaños y bulos constantemente. Los medios
de comunicación del capitalismo se lucran con la desinformación sobre la
realidad de los pueblos. El conveniente manejo de los acontecimientos
históricos, la banalización del sufrimiento ajeno, el consumismo desmesurado,
la apología a la tenencia sobre los valores humanitarios, la caridad por encima
de los principios del respeto y la solidaridad, la enajenación por encima de la
cordura, la violencia como primer paso antes que el diálogo, la discriminación
y el racismo aplastando la tolerancia y la convivencia, el machismo y el
bullying se solapan con leyes judiciales flexibles en su interpretación y
condenas, entre otras tendencias que solo atentan contra la humanidad y son el
resultado de políticas del capitalismo.
La inclinación de las nuevas generaciones a
ideologías ultraderechistas, es el resultado de la torsión de la historia y la
suplantación de las raíces culturales de los pueblos; además de la pasividad,
la pérdida de radicalidad o fragmentación de las fuerzas de izquierda y
partidos comunistas (que a algunos sólo les queda el nombre), perdiéndose el
verdadero sentido de la lucha de clases, aceptando tendencias burguesas o por
la concesión de principios, creyendo que así aceptarán su "legalidad"
en el mundillo de la corrupción y las violaciones del salvaje capitalismo.
El apogeo de la barbarie crece de tanto
vanagloriarse al fascismo y de construir una imagen ficticia y monstruosa de
los verdaderos procesos de lucha de liberación y soberanía de los pueblos, los
cuales recorren un camino diferente, para romper las cadenas de la explotación.
El futuro de la humanidad está en peligro. Otro
ejemplo visible ocurrió el pasado 17 de diciembre de 2024, día que se presentó
por segunda vez, en la Asamblea General de la ONU, una resolución para combatir
la glorificación del nazismo. Aunque, esta vez, se aprobó con el voto favorable
de 119 países; otros 10 se abstuvieron y 53 votaron en contra.
Retomo las palabras del intelectual argentino,
Atilio Boron, escritas en un post de su cuenta de X, sobre este hecho:
"Votaron en contra los principales países del Occidente colectivo, los
autoproclamados campeones de la libertad, la democracia y los Derechos Humanos.
Australia, Alemania, Corea del Sur, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Irlanda,
Japón, España, Suecia, Estados Unidos,
Italia y Ucrania, entre otros. Toma nota de esta infamia, que no debe ser
olvidada. La ultraderecha y el neofascismo prosperan de la mano de estas
falsas "democracias"."
Espero que esto sirva de reflexión, tanto para
mis coterráneos/as como para latinoamericanos y africanos.
Hay alternativas más justas, con mayor justicia
social. La construcción de ellas está en la determinación de los pueblos, en el
valor de afrontar sacrificios y sortear las dificultades que impone el enemigo
de los pueblos: las fuerzas políticas del neoliberalismo.
La Revolución socialista cubana (obra
arquitectónica de justicia, sustentada por el ideario martiano y enriquecida
por el liderazgo de Fidel Castro Ruz) es una de esas alternativas. Es el
resultado de la férrea voluntad del pueblo a decidir su camino (que no es el de
la rendición); aunque su existencia conlleva abatir los innumerables y
difíciles obstáculos que se le ponen en su andar.
El imperialismo estadounidense no soporta que
Cuba sea digno ejemplo de lucha y resistencia para los pueblos del mundo. Es
por esto que Cuba afronta el más duro de los reversos: el criminal bloqueo
económico, financiero y comercial, que dura 6 décadas y que cada administración
estadounidense trata de apretar más la tuerca, con más medidas de restricciones
y coercitivas, tratando de asfixiar al pueblo cubano y sea éste el que derroque
su propia Revolución.
Tenemos la suerte de heredar una fortísima y
sólida consciencia revolucionaria, legado de una pléyade de heroínas y héroes.
Páginas que seguimos escribiendo en la historia, con la fortaleza del pueblo,
la dirección del gobierno y la guía del Partido Comunista de Cuba.
Debemos estar orgullosos/as de ser cubanos/as.
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