Tomado de Cuba Por Siempre
Por: Patricio Montesinos.
Se veía venir, ni siquiera sorprendió a sus Estados miembros. La
decisión de los británicos de apartarse de la desunida Unión Europea
(UE) es el comienzo de un eventual desmembramiento de esa organización
regional, corroída por sus reformas neoliberales, los recortes sociales,
y por su falta de independencia en política exterior.
El 52 por ciento de los votantes de Gran Bretaña, 17 millones,
determinó en un referendo, celebrado este 23 de junio, separarse
definitivamente del denominado Grupo de los 28, convirtiendo a ese país
en la primera ficha de un posible efecto dominó que puede sepultar a la
referida agrupación del bautizado Viejo Continente.
La victoria del “Brexit” obligó a renunciar al premier ministro del
ejecutivo de Londres, David Cameron, y desató innumerables reacciones,
preocupaciones y justificaciones de los jefes de gobierno que integran
la UE, hasta la disparatada excusa de culpar a Rusia de la postura
asumida en las urnas por los habitantes del Reino Unido.
Nada más absurdo que intentar responsabilizar a Moscú con el fallo de
los británicos, quienes junto a millones de ciudadanos comunitarios
imputan a la UE y a las autoridades de sus respectivas naciones por la
grave crisis económica que azota a la mayoría de los integrantes del
Grupo de los 28.
Bruselas, sede de esa organización, al igual que los regímenes
europeos saben muy bien que han sido la aplicación de las recetas
neoliberales, las llamadas “políticas económicas de austeridad” y los
recortes sociales, que por supuesto afectan a los ciudadanos de menos
recursos y a las pequeñas y medianas empresas, y no a los ricos ni los
grandes bancos y monopolios, las verdaderas causas del asolador panorama
que se le avecina al bloque del Viejo Continente tras la bola de nieve
“Brexit”.
De hecho ya se habla en otros países de la posibilidad de convocar
similares consultas populares para determinar si siguen formando parte o
no de los 28.
La pérdida creciente de los beneficios sociales en las esferas de la
educación y la salud que poseían los habitantes europeos, el aumento de
la pobreza y el desempleo, además de la coartación de sus libertades,
auguran más temporales peligrosos para la debilitada UE.
A ello se une la política exterior dependiente de Estados Unidos
mantenida por Europa, que la ha implicado en invasiones militares de
rapiña, planeadas por Washington en favor de sus intereses, en el norte
de África y en el Oriente Medio, con multimillonarios gastos, y las
cuales han generado el actual y complejo problema de las olas
migratorias procedentes de los pueblos a los que se les impusieron
guerras intervencionistas, como Siria, Libia, Afganistán e Iraq, entre
otros.
La UE, devenida de la Comunidad Económica Europea, nació con sus
primeros 15 miembros con la esperanza para muchos de que podría erigirse
en un bloque destinado a frenar, o al menos servir de balanza, al
dominio unipolar de Estados Unidos, luego del derrumbe de la Unión
Soviética y la desaparición de los países socialistas de Europa del
Este, sin embargo ello nunca se consumó.
Por el contrario, creció su sometimiento a las administraciones
norteamericanas, que como estrategia incitaron la entrada en la
agrupación regional de gobiernos títeres de Washington instalados en las
antiguas naciones socialistas.
Con el ingreso de sus nuevos aliados exsocialistas, Estados Unidos
minó desde dentro a la UE con el concebido propósito de restarle poder
económico internacional y fomentar las divisiones internas entre sus
miembros, en beneficio de su predominio imperial.
Igual la Casa Blanca y el Pentágono siguen utilizando hoy a Europa
para procurar sitiar a Moscú, con las sanciones económicas que le impone
y su participación activa en despliegues militares en territorios
fronterizos con Rusia bajo el mando de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN).
La UE no acaba de aprender las lecciones y rectificar sus múltiples
errores. Las sanciones que ha adoptado por orden de Washington contra el
gobierno del presidente Vladimir Putin le han sido un boomerang, y su
obediencia a Estados Unidos la llevará a cavarse su propia tumba: su
desintegración.
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