Por Miguel Fernández Martínez.
Sin salir de la conmoción provocada por la matanza en Orlando, Florida, las armas de fuego volvieron a tronar en Georgia y en Miami, reafirmando que la violencia es uno de los peores flagelos que corroe a la sociedad estadounidense.
El domingo último un individuo de origen afgano residente en Estados Unidos, fuertemente armado con un fusil de asalto AR-15, masacró a 49 personas y dejó otros 53 heridos, en un ataque que inmediatamente reivindicó el grupo terrorista Estado Islámico (EI).
Apenas 48 horas después, en la ciudad de College Park, estado de Georgia, otro tiroteo dejó tres muertos y un herido, en una acción violenta ocurrida dentro de una vivienda.
Un poco más al sur y con pocas horas de diferencia, en el condado Miami-Dade, se reportó otro incidente violento con armas de fuego que dejó a una persona herida en la ciudad de Aventura.
El tema del descontrol en el uso de las armas de fuego en Estados Unidos y sus nefastas consecuencias en la sociedad norteamericana hace rato alcanzó carácter de pandemia, que no solo se asocia con el terrorismo, sino con un elevado nivel de delincuencia, inseguridad ciudadana y miedo.
Según el sitio digital Shootingtracker.com, el incidente ocurrido en el bar nocturno de Orlando, donde se reúne habitualmente parte de la comunidad LGTB en esta zona y considerado como el peor incidente violento de la historia en Estados Unidos, es el número 132 que se registra en lo que va de año.
En solo seis meses de este año, la cifra de muertos a consecuencia del uso de armas de fuego asciende a 156 muertos, lo que mantiene casi idénticas las cifras registradas en 2015, que cerró con 372 tiroteos masivos y 367 víctimas fatales.
En plena campaña electoral por la presidencia, demócratas y republicanos se enfrentan en el tema de establecer controles más férreos en el uso de armas automáticas de alto poder de fuego y en particular, en si se debe o no restringir el derecho a comprar armas a individuos con antecedentes criminales o vinculados a hechos calificados como terroristas.
Por un lado, Hillary Clinton y los demócratas siguen abogando por frenar el uso de armas, y por el otro, Donald Trump que cuenta con el apoyo de la Asociación Nacional del Rifle.
Harry Reid, líder de la minoría demócrata en el Senado, recalcó la víspera que hay que asumir la responsabilidad para prevenir estos tiroteos, aprobando reformas de sentido común que demuestren que se puede prevenir estos ataques y salvar vidas.
Reid propuso ampliar los controles de antecedentes para impedir la compra de armas a las personas incluidas en "listas de vigilancia" o considerados como "posibles terroristas" por las agencias de vigilancia estadounidense, como el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
La bancada demócrata en el Congreso propuso el año pasado un proyecto de ley para evitar que individuos vinculados al terrorismo pudieran adquirir armas, pero la mayoría republicana en el Senado bloqueó la propuesta.
Pocas horas después del incidente en Orlando, cuatro senadores demócratas, liderados por el legislador neoyorquino Chuck Schumer, volvieron a presentar el proyecto de ley y están presionando a que sea aprobado.
Según datos ofrecidos por el Servicio de Investigación del Congreso, en Estados Unidos existen registradas 319 millones de armas de fuego en posesión de ciudadanos civiles, de ellas 114 millones de pistolas, 110 millones de rifles y 86 millones de escopetas.
Hace 20 años que el Congreso estadounidense no aprueba leyes que limiten el uso de las armas de fuego, a pesar de los esfuerzos de grupos que se oponen a la indiscriminada proliferación de estas en todos los estamentos de la sociedad.
Durante su administración, el presidente Barack Obama ha firmado 23 decretos, que podrían ser derogados por el próximo presidente electo en noviembre.
Después de la matanza en Orlando, el mandatario la definió como un acto de terror y odio, lamentó lo que calificó como asesinato brutal y una masacre horrible, y abogó por responder a la violencia con amor, y a no dejar que el miedo enfrentara a los estadounidenses.
A pesar de las palabras de Obama, el miedo sigue inundando las calles norteamericanas, ante el sonido mortal de las pistolas.
lmg/mfm
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