Propaganda en la Revista Mella del Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba |
Por Felipe de J. Pérez Cruz.
Hace medio siglo, el 26
de julio de 1961, el pueblo cubano congregado para celebrar el 8vo. Aniversario
del reinicio de la gesta revolucionaria cubana, con los asaltos a los cuarteles
Moncada en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo, votó en
asamblea pública por el Partido único de todos los revolucionarios cubanos.
En la
intervención-diálogo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con los miles de
cubanos que colmaban la Plaza
de la Revolución
aquel 26 de julio, expresó:
El pueblo ya está
organizado. Cada hombre o cada mujer pertenecen aquí ya, a alguna organización
de la Revolución. Por
ejemplo, que levanten la mano los que pertenecen a la Milicia (GRAN PARTE DEL
PÚBLICO LEVANTA LAS MANOS); que levanten la mano, ahora, los que pertenecen a
los sindicatos (GRAN PARTE DEL PÚBLICO LEVANTA LAS MANOS); que levanten la mano
las que pertenecen a la
Federación de Mujeres (GRAN PARTE DE LAS PRESENTES LEVANTAN
LAS MANOS); que levanten la mano los que pertenecen a los Comités de Defensa de
la Revolución
(GRAN PARTE DEL PÚBLICO LEVANTA LAS MANOS). Y ahora, que levanten la mano los
que apoyan la unión de todos los revolucionarios en el Partido Unido de la Revolución Socialista
(TODOS LOS ASISTENTES, INCLUYENDO AL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO, LEVANTAN
LAS MANOS Y EXCLAMAN: “¡UNIDAD!, ¡UNIDAD!”) [1].
Este hecho permanece casi
inédito para las generaciones actuales y a la evaluación de su trascendencia
histórica no hemos dedicado suficiente atención. Ha sido tanta y tan
sistemática la propaganda anticubana, que con frecuencia me encuentro
compañeras y compañeros amigos de la Revolución que piensan que un buen día esta eliminó
todos los partidos en Cuba, e impuso “totalitariamente” un solo partido. Para
quienes nos quieren resulta esta “una mancha” que nos perdonan por cariño, para
los que nos adversan es la prueba máxima del estalinismo que dicen persiste
entre nosotros. Más interesante aún, en mis más recientes intercambios en Cuba
he preguntado a públicos interesados, y el desconocimiento del hecho histórico
que marcó ese 26 de julio resulta notable.
La historia del actual
Partido Comunista de Cuba está estrechamente imbricada a la de la propia
Revolución Cubana. Fidel explicó al pueblo que ese día no se iba a declarar la
integración, que esta era un proceso que se venía produciendo, por la base,
desde hacía meses: “el proceso de integración todavía no se ha
concluido, se está llevando a vías de hecho, y en un momento determinado ya
estará culminado ese proceso de unión de todos los revolucionarios en una
organización revolucionaria (APLAUSOS PROLONGADOS), y que será la organización
representativa del pueblo revolucionario de Cuba, esa organización producto de
la unión de todas las organizaciones revolucionarias”.[2]
Agradezco que me
permitan, de manera muy breve, rememorar mi perspectiva sobre los momentos más
significativos de esta historia que nos pertenece.
El escenario de
1959
Al triunfo de enero de
1959 en el país se constituye efectivamente un multipartidismo revolucionario,
formado por las tres organizaciones que llevaron el peso del enfrentamiento a
la dictadura: El Movimiento Revolucionario 26 de Julio, el Directorio
Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular,[3] donde no
estaban limitados de participar aquellos otros partidos burgueses que
tardíamente habían retirado su apoyo a la dictadura proimperialista de
Fulgencio Batista.
Desde el propio enero,
bajo el liderazgo del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, se intensificó en
Cuba el proceso de unidad de las fuerzas y de todas y todos los patriotas que
habían intervenido en la lucha contra la dictadura. El Ejército Rebelde
cumplió un significativo papel como garante de la unidad alcanzada para la
victoria, pues era la institución donde, en igualdad de méritos, estaban
integrados todos los combatientes independientemente de su organización de
procedencia, incluidos los elementos que desde las estructuras políticas
burguesas habían participado en la lucha armada.
Los más populares líderes
junto a Fidel, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara, Raúl Castro y Juan
Almeida, conforman un núcleo de jefes guerrilleros que contaban con la
experiencia, el poder real y el apoyo de masas, para ser garantes de lo hasta
ese momento alcanzado. Sin embargo, la lucidez de Fidel en el propio triunfo
percibe que el estallido cultural, político e ideológico que se ha producido
“es un Amazonas de pueblo” que los rebasa.
El propio día 8 de enero,
tras su entrada triunfante en la capital, Fidel, en el Campamento Columbia,
argumentó la necesidad de una sola organización revolucionaria que
apoyara las nuevas transformaciones sociales y contribuyera a enfrentar las
acciones contrarrevolucionarias.[4]
Los primeros meses de la Revolución fueron
tensos en todos los sentidos. Como alerta Fidel en el ya citado discurso del 8
de enero, los personalismos y las aspiraciones de poder, propias de la cultura
política burguesa, dan sus batallas.
Los Estados Unidos, en
alianza con la oligarquía, organizan y llevan a afecto numerosos planes para
frenar el ímpetu revolucionario de las masas y frustrar la realización del
programa revolucionario. Utilizaron para ello a los agentes sembrados dentro de
las propias fuerzas de la
Revolución, y a los elementos de derecha enquistados en las
organizaciones revolucionarias, en el movimiento obrero y en las organizaciones
cívicas que apoyaron la insurrección. Esta ofensiva, de fuerte matiz
anticomunista, contó además con el apoyo del clero falangista que
mayoritariamente regentaba la Iglesia Católica en Cuba, así como de las
jerarquías de otras iglesias, la mayoría de matriz norteamericana.
Fue este un primer enfrentamiento
de carácter ideológico, que la dirección revolucionaria cubana sorteó con
acierto, sin dejarse colocar frente a los prejuicios anticomunistas sembrados
en las masas. Martí era el ideólogo por excelencia del programa nacional
revolucionario de “La
Historia me absolverá”,[5] y con Martí
por estandarte ineludible, Fidel encabezó el proyecto cultural revolucionario
que educó en su seno, organizó y desplegó a las fuerzas que pondrían fin al
capitalismo en Cuba. No es casual que el primer gran movimiento de naturaleza
político ideológica que desata el líder revolucionario haya sido un movimiento
educacional de masas,[6] cuya consigna
central fue la sentencia martiana que define cómo ser cultos era la única
manera de ser libres.[7]
Los conceptos martianos y
marxistas de cultura y educación, unidos a la acción práctica revolucionaria,
por transformar la realidad, se vinculan estrechamente al progreso social y al
desarrollo y la formación gradual de la libertad que caracterizan de modo
sustancial ese progreso. Martí, por demás, fue el creador del primer partido
antimperialista en la historia del movimiento nacional liberador, partido de
unidad, democracia y centralismo que hace trizas el paradigma demoliberal. Martí
en su testamento político, de fuerte carácter antimperialista, había precisado
que frente a tan poderoso enemigo había que ser precavidos y no proclamar
abiertamente aquellos fines que podían levantar obstáculos insalvables a la
causa. Y este legado no pasó inadvertido para Fidel Castro.
El rescate de las
propiedades y bienes malversados por Batista y sus secuaces, la promulgación de
la Ley de Reforma
Agraria en mayo de 1959 —con la recuperación de millones de hectáreas de tierra
fértil que los monopolios estadounidenses prácticamente se habían robado— y los
fuertes golpes económicos que recibieron la clase terrateniente y otros grupos
de burgueses oligárquicos y explotadores urbanos, son las primeras victorias
sustantivas que la
Revolución logra acumular en su primeros seis meses de vida.
Suficientes para ratificar la política contrarrevolucionaria de los Estados
Unidos y acuñar las primeras campañas y acusaciones de comunismo.
El triunfo sobre
la derecha política
Los fracasados forcejeos
de la derecha en las dos crisis gubernamentales de febrero y julio,[8] y la derrota
de la sedición del Comandante del Ejército Rebelde Huber Matos, jefe de la
provincia de Camagüey,[9] en octubre de
1959, son los episodios más visibles de la lucha que dentro de la instituciones
del Gobierno Revolucionario y el Ejército Rebelde realiza el nacionalismo de
derecha y el oportunismo que acompañó al proceso revolucionario y logró
insertarse en sus espacios gubernamentales. Fue la derrota de la “tercera
fuerza”, hábilmente acariciada por los servicios especiales estadounidenses desde
antes del triunfo revolucionario.
Los sectores de derecha
del 26 de julio, junto con otras fuerzas anticomunistas al interior del
movimiento obrero, fueron los que coparon los principales cargos de la Confederación de
Trabajadores de Cuba (CTC) al triunfo de la Revolución. Estos
sectores, particularmente su principal dirigente, David Salvador Manso, eran
opuestos a la participación de los comunistas. La situación llega a su clímax
con la celebración en noviembre de 1959 del X Congreso de la CTC. Circularon
volantes anticomunistas. La prensa conservadora se involucró a fondo contra el
sentido unitario propugnado por la izquierda del 26 de Julio y el PSP.
Fidel asiste al X
Congreso de la CTC,
y va al rescate revolucionario de la histórica organización sindical, critica
la desunión y el espíritu de árida polémica que prevalecía. Remarcó además que,
si la clase trabajadora quería constituirse en ejército para defender la Revolución, era absurdo
pensar que tal ejército estuviera constituido por facciones.[10]
La intervención del líder de la
Revolución fue a la esencia del problema: no importaba si al
ejecutivo de la CTC
lo ocupaba un compañero procedente de una organización u otra, lo decisivo es
que ese dirigente fuera revolucionario. Fidel promueve una candidatura
unitaria, y, aun en conocimiento de las posiciones de derecha de Salvador
Manso, solicita a los delegados un voto de confianza para que este fuera electo
al frente de la CTC.
Paralelamente,
languidecen hasta autoextinguirse los partidos políticos burgueses existentes
al triunfo de la Revolución,
que se convierten en siglas sin el más mínimo apoyo de masas, con directivas
que marchan en masa al exterior para vincularse a la contrarrevolución. Así, la Revolución, que solo
ilegalizó al partido del dictador Batista, avanza sin la menor oposición
política de los partidos del sistema proimperialista. Los tímidos balbuceos de
algunas figuras “independientes” terminan en la nómina pagada por la CIA. Toda la “oposición”
a la Revolución
desde entonces será mercenaria.
Frente al incremento de
la agresión del gobierno de los Estados Unidos, de la burguesía oligárquica y
sus secuaces de la hez del batistato, la crueldad de los atentados y ataques
terroristas, la peligrosidad de la primera invasión militar en agosto con la
pantalla del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo,[11]
el cerco político y el inicio del bloqueo económico; la opción de la unidad
resultó una necesidad asumida con plena responsabilidad histórica, por los
combatientes de la Guerra
de Liberación. Ello ocurre en medio de un clima de elevado entusiasmo, patriotismo
y radicalización de las masas populares. En aquellas circunstancias, como ya se
ha afirmado, las ideas libraron sus batallas junto a los acontecimientos.
Las derrotas del
nacionalismo de derecha y del oportunismo repercuten al interior del Movimiento
26 de Julio y el Directorio Revolucionario 13 de Marzo. Las aspiraciones de
minoritarios elementos de constituirse en partido político desde las Casas del
26, o las ilusiones del vanguardismo universitario que había primado en la Revolución de 1933, ceden
ante la honestidad revolucionaria y el crecimiento ideológico de los
combatientes. La historia debe reconocer a compañeros que por entonces
resultaron claves en la unidad, entre los más destacados, Faustino Pérez,
Armando Hart, Osvaldo Dorticós y Faure Chomón.
Con el predominio en el
Movimiento 26 de Julio de la izquierda fidelista, con una clara orientación
marxista y leninista, las relaciones con el PSP se consolidan rápidamente. Se
regularizan las reuniones entre los principales dirigentes de ambas organizaciones,
a las que se invita e incorpora la jefatura del Directorio Revolucionario 13 de
Marzo, y antes de que finalizara el primer año de la Revolución, existe ya
una dirección de facto entre los líderes de las tres principales
organizaciones.[12]
Muy lejos del
pragmatismo, primó la generosidad frente a los recelos y prejuicios que se
habían incubado desde la ideología anticomunista, la propaganda antisoviética,
los errores tácticos, y las prácticas sectarias que habían afectado a todas las
organizaciones revolucionarias. Así, en aras de la unidad, se postergaron
muchos de los conflictos que latían entre los revolucionaros. Las
organizaciones nacidas en la lucha antidictatorial y sus liderazgos se
fortalecieron y elevaron su prestigio en este proceso, acercándose más a las
masas.
La base para tal proceso
de cambios a nivel ideológico cultural estaba en el intenso proceso de
reconfiguración de las relaciones materiales objetivas en que vivía la inmensa
mayoría de las y los trabajadores y campesinos cubanos al triunfo de la Revolución. La
Reforma Agraria, la promulgación de la legislación laboral y social
progresista, incumplida por los gobiernos burgueses tras la promulgación de la Constitución de 1940,
y el rescate de la dignificación nacional frente al opresivo orden oligárquico
neocolonial, constituyeron los motores del movimiento de radicalización y
reafirmación ciudadana, que en su desarrollo dialéctico protagonizará el curso
de los acontecimientos e impondrá su propia dinámica histórica, educándose y
educando a la propia vanguardia del proceso.
La unidad se articuló en
lo fundamental por el eje de la conciencia política y de los consensos
nacionalistas, antimperialistas, de dignificación humana y justicia social, que
eran consensuales en el movimiento revolucionario cubano. A nivel
cosmovisivo-filosófico, se trataba de una unidad en definición de paradigmas,
donde la desatanización del socialismo como “sistema” ideológico y social, y
del marxismo y el comunismo como sus más fuertes y nucleares conceptos, aún
estaba por concretarse, y que abrían —en un escenario revolucionario internacional
donde rivalizaban posiciones polares sobre el marxismo y el socialismo—[13]
retos adicionales a la unidad.
En el proceso masivo de
tránsito político ideológico, Fidel desempeñó un papel fundamental. Sus
discursos y comparecencias se convertían en ejercicios de aprendizaje
colectivo, de intercambio y ratificación de saberes y convicciones, de
ratificación y formación de nuevos valores. El líder revolucionario se
convirtió —como lo apreciaría Paulo Freire— en un pedagogo de la Revolución.[14]
Fue de forma firme, pero paciente y metódica, convenciendo a las masas de que
el socialismo era el camino para alcanzar la verdadera justicia.
1960: año de
definiciones
El gobierno de los
Estados Unidos arrecia su campaña para lograr la condena y el aislamiento de
Cuba en el ámbito latinoamericano, al tiempo que aplica medidas punitivas
contra el país por el “peligro comunista que representaba su gobierno”. El 13
de febrero de 1960 llega a Cuba la primera delegación de alto nivel del
Gobierno de la URSS,
encabezada por el vice-premier Anastas Mikoyan. Ante el boicot de los Estados
Unidos, en el mes de abril de 1960 arriba el primer barco con combustible
soviético y las compañías estadounidenses dueñas de las refinerías del país se
niegan a refinar ese crudo, para iniciar una cadena de confrontaciones directas
que trae por consecuencia las nacionalizaciones de las propiedades de esos monopolios.
La primera mitad de 1960
va a ser de fuerte lucha por hacer triunfar, en la conciencia de los
sindicalistas, la necesidad de la unidad al interior de la clase trabajadora.
Tras intentar en vano frenar la dinámica de radicalización, y ante el avance de
los sectores de izquierda, Salvador Manso renuncia en abril.[15]
Su salida facilitó la depuración de los elementos mujalistas
[16]
que se mantenían en posiciones directivas y franqueó la aceleración de la línea
unitaria sindical.[17]
Entre el 16 y el 21 de
agosto de 1960, el Partido Socialista Popular desarrolla la VIII Asamblea, a la
que se invitó a los dirigentes de las otras organizaciones revolucionarias. Los
militantes comunistas analizaron con especial atención el papel divisionista
del dogmatismo y el sectarismo, y cómo este último solo servía para aplastar la
Revolución.[18]
El Informe Central de esta Asamblea concluía en la centralidad estratégica de
la unidad de todos los revolucionarios, por la fusión de las fuerzas
revolucionarias conscientes y radicales en un movimiento general único, bajo la
dirección de Fidel Castro.[19]
En ese mismo mes de
agosto, los Estados Unidos logran una declaración de condena a Cuba en la
reunión de Cancilleres de la
Organización de Estados Americanos (OEA) efectuada en San
José, Costa Rica. La respuesta de la Revolución llega de forma multitudinaria, cuando
el 2 de septiembre el pueblo aprueba la Primera Declaración
de La Habana,
presentada por Fidel, y en la que se hace una clara definición de que con Cuba
había comenzado la segunda independencia de América Latina y el Caribe.
El gobierno de los
Estados Unidos despoja a Cuba de la cuota alcanzada en medio siglo de
relaciones con el mercado azucarero estadounidense, con lo que se inicia la
escalada del bloqueo económico como medida coercitiva para rendir por hambre al
pueblo cubano. Los capitalistas del Norte pierden todas sus propiedades en el
país.[20]
La fuerte oposición del
bloque oligárquico y las dificultades que crean a la economía nacional con sus
sabotajes llevaron al Gobierno Revolucionario a promulgar la Ley 890 del 13 de octubre de
1960, que nacionaliza 382 empresas de capital nacional, incluye 105 centrales
azucareros, fábricas, ferrocarriles, grandes almacenes, centrales eléctricas y
otros importantes objetivos económicos. La medida da un golpe mortal a la base
del poder de la clase burgués oligárquica.
La Ley 890 y el paso al Estado cubano, el 24 de octubre,
de la totalidad de las propiedades norteamericanas ponen los principales
recursos productivos de la nación en manos del Estado revolucionario, y crean
con ello la principal premisa económica para el desarrollo socialista del país.
En septiembre de 1960 se
crea la primera plataforma de unidad del Movimiento 26 de Julio, el Directorio
Revolucionario 13 de Marzo y el Partido Socialista Popular, con el Buró de
Coordinación de Actividades Revolucionarias. Estas primeras praxis de unidad
permitieron comenzar a limar asperezas y personalismos entre dirigentes de
base, intermedios y nacionales, y lograr un trabajo más coherente y
sistemático, entre las tres organizaciones, camino de crear las condiciones
para la integración.
El 23 de agosto de 1960
ocurre la integración de todas las organizaciones femeninas revolucionarias en la Federación de Mujeres
Cubanas (FMC). En el Congreso de los Consejos Municipales de Educación, el 10
de octubre, Fidel señala la necesidad de organizar civilmente al pueblo en
comités de vigilancia; idea de la que nacerán el 28 de septiembre, ante el
crecimiento de los atentados terroristas, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR). Y
como ensayo feliz de lo que debería ser el partido unido de todos los
revolucionarios, el 21 de octubre se produce, con la directa participación del
Comandante Ernesto Che Guevara, la integración del movimiento juvenil cubano,
al fundirse todas las organizaciones existentes en la Asociación de Jóvenes
Rebeldes (AJR).
La educación política se
perfiló como una de las tareas centrales para hacer avanzar los esfuerzos
unitarios en el concierto del multipartidismo revolucionario con que se había
configurado. Precisamente desde el Buró de Coordinación de Actividades
Revolucionarias, surge el primer organismo unificado, el sistema de escuelas
partidistas. El 2 de diciembre, con la presencia de Fidel y Blas Roca, como
base imprescindible para la constitución de un partido revolucionario, son
fundadas las escuelas de Instrucción Revolucionaria (EIR) y la Escuela Nacional
de Instrucción Revolucionaria Ñico López. Los secretarios de Educación del PSP
y de Propaganda del Movimiento 26 de Julio, en cada provincia y a nivel
nacional, tendrían la responsabilidad de orientar dichas escuelas.
Al finalizar 1960, la
opción militar contra Cuba está bien adelantada [21]
y el ablandamiento del teatro de operaciones se realiza a través de una ola de
terrorismo contrarrevolucionario. Se extienden por varias provincias los actos
terroristas en las ciudades, y las bandas contrarrevolucionarias armadas por
Agencia Central de Inteligencia (CIA) en las zonas rurales siembran el crimen e
intentan llevar el país a la inseguridad y el caos. En los últimos meses de
1960, se produce en particular un incremento de las acciones
contrarrevolucionarias armadas en el Escambray.
Blas Roca
En el esfuerzo unitario,
Blas Roca Calderío,[22]
el máximo dirigente del PSP, dio un aporte trascendental al poner todo su
prestigio y liderazgo a favor del joven revolucionario: “Fidel es ya el más
alto dirigente socialista y obrero cubano”, declaró ante los dirigentes y
militantes de su partido, y fundamentó que este nuevo comunista era ya, de
derecho, el jefe indiscutido del PSP.
Las resistencias a la
unidad que protagonizó Aníbal Escalante, la otra figura de indiscutido consenso
dentro del Partido, junto a un grupo de cuadros intermedios, y la recurrencia
de los fenómenos divisionistas y liquidacionistas en 1961-1962 con el
sectarismo, y en 1966-1968 con la microfracción, adelantan la complejidad y
fuerza de los prejuicios ideológicos y políticos que supo vencer Blas, para
llevar a la mayoría de la militancia y a sus directivos del Partido y la Juventud Socialista,
a ponerse de manera decidida bajo el mando de Fidel, y a ser, en definitiva,
quienes con más razones de política y ética hicieron frente a los fenómenos
divisionistas protagonizados por Escalante.
Las presiones que recibió
Blas Roca no solo provinieron del interior del Partido, en el movimiento
comunista internacional recibió no pocas sugerencias para “no entregar el
Partido” a los nuevos dirigentes de procedencia “pequeñoburguesa”. Mao Zedong
fue de los que intentó persuadir a Blas de abandonar su idea de disolver el
Partido, y le recomendó que optara por la vía de la conformación de un frente
único con Fidel, conservando la independencia política del Partido.[23]
Blas fue educado en las
concepciones del marxismo soviético y con esas armas peleó por el socialismo
cubano. Con los instrumentos teóricos y políticos que poseía, y la valiosa
experiencia que acumuló al frente de los comunistas, en innumerables batallas[24]
encontraría un camino inédito para fundir la historia de lucha de su partido
con la Revolución
triunfante. Fue el primer dirigente de un partido comunista latinoamericano que
supo reorientarse en el mundo de la segunda mitad del siglo XX, y resolver el
conflicto antinómico entre las concepciones dogmáticas, sostenidas por el
movimiento comunista internacional aliado a la URSS, y las condiciones concretas de un país de
nuestra región, con sus tradiciones y ritmos.[25].
Y por primera, y única, vez en la historia del movimiento, después de haber
surgido la III
Internacional, un partido comunista aceptó otra dirección
política en la lucha por el socialismo.
En sus polémicas de los
años sesenta con varios compañeros de la Revolución que partían de otras apreciaciones del
marxismo, aflora esa pertenencia de Blas a lo que se ha denominado “la
ortodoxia”, pero sobre todo está plasmada en esas páginas, y en los mil hechos
y anécdotas que lo acompañaron, su disposición al debate controversial, al
trato honorable y directo de las diferencias. Después de los años sesenta, Blas
realizaría importantes aportes a la Revolución, cuya atención no permite este breve
recuento, pero, sin duda, en la historia del movimiento comunista hasta hoy,
Blas Roca se inscribe como ejemplo fehaciente de honradez personal, modestia,
lucidez y entrega revolucionaria.[26]
La declaratoria
del carácter socialista
En enero de 1961 el
gobierno de los Estados Unidos rompe sus relaciones diplomáticas con Cuba.
Frente al cambio de presidente en los Estados Unidos todo el país se moviliza
militarmente. El 5 de enero el maestro voluntario Conrado Benítez García, a
días de cumplir dieciocho años, es asesinado junto al campesino que le
acompañaba, por una banda contrarrevolucionaria.[27]
Como denuncia Fidel, la posesión del carnet de la AJR fue prueba suficiente, y
el joven es torturado y ahorcado por maestro, negro y comunista.[28]
Conrado Benítez puede ser considerado el primer joven mártir del proceso de
unidad revolucionaria que avanzaba en Cuba.
Contra las bandas
terroristas se desplegó entonces una amplia ofensiva en los primeros meses de
1961, por fuerzas conjuntas de las milicias y las Fuerzas Armadas
Revolucionarias (FAR), que logró derrotar y dispersar al grueso de esos grupos
de asesinos.[29]
En las movilizaciones por
el cambio de presidente en los Estados Unidos y en las campañas contra los
bandidos, se prepararon y movilizaron como milicianos más de ochocientos mil
cubanos y cubanas.[30]
Frente al crimen contra Conrado Benítez, el magisterio revolucionario del país,
y más de cien mil jóvenes, se inscribieron para partir el 15 de abril hacia los
más intrincados lugares del país como maestros, activistas y alfabetizadores.
Precisamente ese día, son atacados los aeropuertos cubanos como acción de
guerra en la inminencia de la invasión al país: Los jóvenes alfabetizadores
lejos de amedrentarse parten a cumplir su misión, con ellos marchan también el
amor y la vergüenza de miles de familias cubanas, que con el apoyo a sus hijos
ratifican de manera rotunda la confianza en la Revolución.
El 16 de abril, en el
entierro de las víctimas de los ataques aéreos, Fidel declara el carácter
socialista de la Revolución
y el pueblo en armas vota por el socialismo.[31]
Los soldados rebeldes y milicianos en estado de alerta a lo largo de la geografía
del archipiélago, los que fueron a combatir a Girón, la multitudinaria
retaguardia popular que les apoyó, lo hacen conscientes de la opción
socialista. La trascendencia estratégica, cultural e ideológica de la batalla
militar, fue percibida por Fidel con su extraordinaria sagacidad política; por
tanto, la orientación precisa que impartió fue la de lograr una rápida y
contundente victoria de las ramas revolucionarias, sin que se dejaran de
realizar en el país, al unísono, las tareas de la educación y la producción.[32]
Así, todas y todos compartieron la heroicidad de la resistencia y se
constituyeron en masa y en individualidades decisivas para la victoria.
Después de Girón, el tema
de la unidad en tanto principio y praxis quedó fuera de toda duda o discusión.
Era ya un hecho político de masas. En esos días de resistencia y victoria
frente a la invasión mercenaria, los más difíciles hasta entonces de la Revolución, quedó
forjada la vanguardia política que se venía estructurando desde el
multipartidismo revolucionario con que se arribó a la derrota de la dictadura.
Girón sentó las premisas políticas para el tránsito socialista en Cuba.
La creación en mayo de
1961 de la
Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) fue un
paso decisivo para el avance de la política y la ideología revolucionarias en
el seno del campesinado. A pesar de los radicales beneficios que otorgó la Reforma Agraria,
la asociatividad como frente revolucionario no había avanzado en el campo
cubano con la rapidez que se precisaba. No solo se trataba de la población de
más baja instrucción y cultura política, sino que el escenario rural fue objeto
de maniobras y tergiversaciones contrarrevolucionarias y de una persistente
campaña anticomunista. Primero por un ministro de Agricultura, el Comandante
Humberto Sorí Marín, opuesto al desarrollo democratizador de las organizaciones
campesinas; luego con el empeño obstruccionista y conspirativo en Camagüey del
Comandante Huber Matos Benítez, y, entre otras, por la confusión sembrada por
Manuel Artime Buesa en algunas zonas de la Sierra Maestra. A
las acciones de estos enemigos desde posiciones en la Revolución, se unían el
caciquismo y, en consecuencia, el control político que ejercían algunas
familias de terratenientes, ricos finqueros, sacerdotes y pastores
anticomunistas.
En junio de 1961, las
respectivas direcciones de las tres organizaciones revolucionarias acordaron
autodisolverse y crear las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI).
Este recorrido histórico nos acerca al ya citado momento del voto popular por
el Partido único de la
Revolución.
Medio siglo después, el
turbulento y hermoso pasado-presente, el inicio del proceso de formación del
Partido Comunista de Cuba, se nos revela en sus complejidades y certezas. Sin
duda, el curso de Cuba fue muy singular e, inmediatamente después y hasta hoy,
resulta irrepetible en sus especificidades y peculiaridades. Sin embargo,
invito a percibir la universalidad que encierra. De aquel discurso fundacional
del 26 de julio de 1961 no nos separa medio siglo, sus principios fueron
formulados para el hoy y el mañana. Para las y los cubanos, patriotas y
comunistas del mundo y de siempre. Fidel sentenció:
Es claro que el enemigo
mayor de toda revolución es la división, que el aliado mejor de los enemigos de
los pueblos es el divisionismo. Un pueblo debe marchar unido, un pueblo que
quiera establecer un verdadero régimen de justicia debe marchar unido, como un
solo pueblo. En la unión de ese pueblo está la fuerza, en la unión de ese
pueblo está su invencibilidad, y la historia de esta Revolución prueba que un
pueblo unido es invencible, ¡la historia de esta Revolución prueba que en la
unión está la fuerza! (APLAUSOS), la historia de esta Revolución demuestra que
el peor enemigo del éxito de una revolución y de un pueblo es el divisionismo
(…).
[1]
Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro
Ruz, en la conmemoración del VIII Aniversario del ataque al Cuartel
Moncada, en la Plaza de la Revolución José Martí, en La Habana, el 26 de
julio de 1961;
http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f260761e.html
[2] Ibídem.
[3]
El primer Partido Comunista de Cuba se fundó en agosto de 1925. En 1944
adoptó el nombre de Partido Socialista Popular. Ver: Angelina Rojas
Blaquier: Primer Partido Comunista de Cuba, Editorial Oriente, tomo 2, Santiago de Cuba, 2009, pp. 116 y ss.
[4]
Fidel Castro Ruz: Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro
Ruz, a su llegada a La Habana, en Ciudad Libertad, el 8 de enero de
1959, http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f080159e.html
[5] La Historia me absolverá, recoge
el alegato de Fidel Castro Ruz ante el tribunal que lo juzgaba por los
acontecimientos del 26 de julio. Publicada clandestinamente por primera
vez en octubre de 1954, en este documento se hará público el Programa
nacional liberador. Ver: Fidel Castro: La Historia me absolverá. Edición anotada, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2008.
[6] Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: La alfabetización en Cuba. lectura histórica para pensar el presente, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2001, pp. 87 y ss.
[7] José Martí: Obras Completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1965, tomo 8, p. 290.
[8] Ver: Luis M. Busch Rodríguez: Gobierno Revolucionario Cubano: génesis y primeros pasos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999.
[9] Ver: Jorge Luis Betancourt: Victoria sobre una traición, Casa Editora Abril, La Habana, 2009.
[10] Evelio Tellería: Los Congresos Obreros en Cuba, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1984, p. 459.
[11] Ver: Andrés Zaldívar Diéguez y Pedro Etcheverry Vázquez: Una fascinante historia. La conspiración trujillista, Editora Política, La Habana, 2009.
[12] Felipe de J. Pérez Cruz: Las coordenadas de la alfabetización, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988, p. 86.
[13] Sobre el tema de los marxismos en los años sesenta ver: José R. Fabelo Corzo: “La filosofía y el socialismo en Cuba”, en Revista Cubana de Ciencias Sociales, La Habana, no. 36-37, julio 05-mayo 06, p. 143.
[14] Paulo Freire, Esther Pérez y Fernando Martínez: Diálogos con Paulo Freire, Colección de Educación Popular, Editorial Caminos, La Habana, 1997, p. 20.
[15]
Ver: “Este y otros directivos de derecha, se vincularán a actividades
contrarrevolucionarias. Detenido David Salvador cuando huía hacia
Miami”, en Noticias de Hoy, La Habana, 6 de noviembre de 1960, p. 9.
[16] Eusebio Mujal Barniol fue el dirigente corrupto y propatronal impuesto a partir 1949 en la CTC.
[17] Salvador Morales Pérez: “Unidad: para un gran frente antiimperialista”, La Jornada. Michoacán, 11 de octubre de 2009.
[18] Angelina Rojas: Primer Partido Comunista de Cuba, tomo 3, Editora Oriente, Santiago de Cuba, 2010, p. 284.
[19] Partido Socialista Popular: VII Asamblea Nacional, informes, resoluciones, programa, estatutos, Ediciones Populares, La Habana, 1960, pp. 67-68.
[20] Se establecía la indemnización del 2 % anual de bonos que vencerían a los cincuenta años.
[21] Manuel Hevia Frasquieri y Andrés Zaldívar Diéguez: Girón preludio de la invasión. El rostro oculto de la CIA, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2006; Juan Carlos Rodríguez: Girón. La batalla inevitable. La más colosal operación de la CIA contra Fidel Castro, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2010.
[22] Ver síntesis biográfica en: María Caridad Pacheco González: “Blas Roca: maestro y conductor de revolucionarios”, Librínsula. La isla de los Libros, La Habana, Año 4, No. 169, Viernes, 30 del 2007.
[23] Jorge Enrique Mendoza: “Conversando con Blas Roca”, en Granma, La Habana, 22 de julio de 1978, p. 3.
[24] En 1959, Blas acumulaba veinte seis años al frente del primer partido comunista cubano.
[25] Ver: Lucilo Batlle Reyes: Blas Roca: continuador de la obra de Baliño y Mella, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005, p. 120.
[26] Ver: Carlos Rafael Rodríguez: Blas Roca, en Letra con Filo, tomo III, Ediciones Unión, La Habana, 1987.
[27] Conrado Benítez García fue asesinado junto al campesino Heleodoro Rodríguez Linares. Ver: Revolución, La Habana, 24 de enero de 1961, p. 1-2
[28] Fidel Castro Ruz, “Saluda el Dr. Fidel Castro a los maestros voluntarios y rinde tributo a un mártir”, Obra Revolucionaria, no. 5, Imprenta Nacional de Cuba, La Habana, 1961, p. 34.
[29] Ver: Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérrez Oceguera: Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2008.
[30]
Ver: Tomas Diez Acosta: “Frente a las amenazas agresivas Cuba preparó
su defensa”, XX Congreso Nacional de Historia, Unión Nacional de
Historiadores, La Habana, febrero de 2011.
[31] Ver: Fidel Castro Ruz: “Discurso de Fidel Castro tras el sepelio de las víctimas del bombardeo a la Habana”, Obra Revolucionaria, no. 15, La Habana. 16 de abril de 1961, p. 28.
[32] Fidel Castro Ruz: “Declaración de Estado de Alerta”, Revolución, La Habana, 17 de abril de 1961, p. 1.
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