Lanzamientos de morteros en lo que los principales medios de comunicación privados llaman “manifestaciones pacíficas” contra “el dictador Maduro”. Foto: AP. |
Mientras se
asesinan dirigentes sociales o periodistas en México u Honduras; mientras en Guatemala
se deslegitiman protestas campesinas; mientras en otros países del
continente (como Brasil o Paraguay) la policía opera con cruda represión
contra manifestantes, los grandes medios de prensa sólo centran la atención
sobre Venezuela. Pero no para mostrar la realidad que se vive dentro del país,
sino para mostrar una bien tergiversada.
Algunas figuras
del entorno, verdaderos tipejos de baja "estirpe" que viven a costa de la
suerte de los pueblos, simples monigotes de comedia mediática, marionetas
desechables, oportunistas amorales que besan el fango que dejan las botas
yanquis, se prestan para el show mediático preestablecido por el guión
imperialista y oligárquico.
Cuando la
MUD alcanzó la Asamblea Nacional, la euforia de los Mass Medias desbordó todo
su espacio y con ello abrió un portón mucho más amplio para la avalancha
mediática contra la Revolución Bolivariana. Pero esta vez no contra el
Comandante Hugo Chávez (que también tuvo su cuota), sino contra el presidente
actual, Nicolás Maduro.
Cuando la
oposición llamó a los disturbios en las calles, surgió la nueva oportunidad
para la avalancha escuálida enfurecida; pero sin tener en cuenta que esa oleada
se les iría de las manos para acabar (como era de esperar) en un puro
vandalismo político, en el cruel y mezquino servilismo de turbas residentes en
barrios de “alcurnia económica” y que son financiadas para crear la supuesta
existencia del caos.
Es contradictorio que cada
cámara de televisión o lente fotográfico de los grandes medios de la
(des)información pululen una represión gubernamental inexistente, mientras ocultan
las barbaridades cometidas por las hordas creadas para ese fin: aparentar un
país en caos, promotor de la inestabilidad regional y de la seguridad de países
vecinos y con ello facilitar una intervención militar extranjera.
Pero ninguna
de esas cámaras o lentes de los grandes consorcios de la prensa “libre”
revelaban la realidad: los disturbios se centraban en menos de una decena de
los 335 municipios de Venezuela y que el apoyo estaba dado precisamente por el
dinero de ricachones o de fondos foráneos imperialistas y que el guión
pertenecía al Comando Sur de EEUU.
Mientras los
medios hablan de protestas pacifistas, grotescamente se saltaban las agresiones
y amenazas a los dirigentes del gobierno o simpatizantes, las víctimas por disparos de balines con artefactos artesanales, bazucas caseras, cockteles morotov u otros artefactos explosivos, las guayas; callaban que empresas privadas prestaban sus camiones para crear barricadas con la basura en las calles, del incendio de inmuebles
(deportivos, judiciales, sociales, etc.) con peligro de vidas humanas (niñas y niños entre ellos), de los atentados contra comercios y servicios
públicos… y hasta de la “inquisición” contra aquellos que creyeron “chavistas”
(que le pregunten al joven Giovanni González, porque lamentablemente el joven Orlando
José Figuera murió poco después del ataque que recibió por la ceguera y el
odio inyectado por la cabecera de la oposición y la prensa “libre”).
Sobre estos hechos no se pronuncian ninguna de las figuras políticas y
mediáticas del entorno internacional que cotidianamente arremeten contra el
gobierno revolucionario y bolivariano. Tampoco se escuchan sus voces condenando
los ataques contra la base aérea militar de La
Carlota en Caracas o el secuestro de un helicóptero del CICPC,
desde el cual se lanzaron granadas y se efectuaron disparos contra el Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) y contra el edificio del Ministerio de Relaciones
Interiores, Justicia y Paz, ambas en Caracas, por un grupúsculo que se hace
llamar “coalición
de funcionarios, militares y civiles”, liderado por el
actor Óscar Alberto Pérez, quien
cree vivir su personal película de acción.
Helicóptero con siglas del CICPC abre fuego contra instituciones del Estado venezolano. Foto tomada del sitio web VTActual. |
Mientras los monopolios mediáticos calzan la
lucha “pacífica” de una convulsa
y caótica oposición venezolana a las órdenes del Tío Sam; tratan de matizar
los reiterados desatinos del presidente Trump o enmudecen frente a los crímenes
que se cometen por gobiernos que sí están ligados al militarismo, los impeachments o se edifican como norcoestados; el
presidente Nicolás Maduro llama a la paz a través de una Constituyente que tiempo atrás era
solicitada, precisamente, por esa misma oposición que la rechaza hoy día.
Pero no se oyen las voces de esos
que acostumbran a lanzar impunemente injustas acusaciones contra Venezuela…
esas mismas voces que amparan los anteriores hechos de corte fascista de la
oposición.
Esperamos con entusiasmo los pronunciamientos
del Secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Leonardo Almagro Lemes, o de
aquellos presidentes de países miembros de dicha organización, o de la Unión Europea,
que se atrevieron a acusar al gobierno venezolano de “dictadura” o de tener una
situación interna de “peligro” para la región, cuando el verdadero peligro está
en esa oposición envalentonada por el respaldo hipócrita de quienes se
benefician con esta situación y de la guerra económica impuesta contra el
hermano pueblo de Venezuela.
Solamente quienes estamos
conscientes de la realidad de Venezuela, denunciamos todo tipo de acto
belicista, agresivo y de desorden público, todo acto que ampare la guerra
económica impuesta contra el pueblo y el constitucional gobierno de la República
Bolivariana de Venezuela. Condenamos toda hipócrita actitud al servicio de la oligarquía y
los intereses foráneos imperialistas, así como el silencio o la tergiversación
que se muestra en los grandes monopolios mediáticos.
El presidente Nicolás Maduro, junto con su gabinete, ha dado suficientes
muestras de su disposición al diálogo, de buscar soluciones verdaderamente
pacíficas y de brindar una vía totalmente democrática como lo es la
Constituyente.
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