sábado, 24 de diciembre de 2022

Reflexión de fin de año 2022_ II Parte.

Por Gustavo de la Torre Morales y colaboración de VL (Asociación de Cubanos en Cataluña José Martí.

Mientras desde la élite política y su maquinaria mediática se jactan de llamar “democracia” y “libertad” a las desigualdades y penurias que ofrece el capitalismo, son los bancos y financieras, las grandes energéticas, los grandes grupos inversores, petroleras, empresas de telecomunicaciones y demás emporios, quienes realmente gozan de privilegios e inmunidades. Esa élite es la que, precisamente en los tiempos que más se habla de crisis, inflación, escases, y predominan la promoción de los conflictos bélicos, logra rebozar sus arcas con precios disparatados, impuestos que nadie comprende y hacen que los políticos aprueben decretos y resoluciones que faciliten los despidos baratos, salarios de miseria, contratos basura, jubilaciones indignas y, con todo lo que conlleva para las próximas generaciones, cada vez más se expriman los presupuestos públicos para saldar la deuda privada y usar “ayudas” como pretextos para supuestamente paliar las consecuencias de las crisis que genera el propio capitalismo_ pero que en realidad, van a parar directamente a manos privadas.

Esa es la realidad del mundo capitalista. Quienes poseen el poder financiero, son los que conforman la clase que dirige el poder judicial como instrumento  dominante, para determinar quienes gozan de derechos y a quienes se les permite acceso a determinados derechos.

El poder financiero controla el poder político y, por ende, posee el poder de dirigir las fuerzas policiales o de seguridad nacional. Estas últimas, útiles instrumentos para reprimir las demandas sociales o ejecutar los desahucios de familias, dejándolas en la calle sin amparo y seguridad.

Esa mayoría masa social, a la que se le encandila con los glamures de revistas de modas y forma de vida burgués de la oligarquía, solo es fuerza laboral desechable y mano de obra barata, inducida a no pensar por sí misma (acrítica y contemplativa) y a resignarse en ese conveniente fatalismo, de que así es el mundo.

El sistema está creado para promover una subcultura de conformismo, donde se acepte la desinformación y la manipulación como método de prensa “libre”, la depravación de las personas en el circo de los programas de “Realities”, que los cotilleos de las crónicas sociales se conviertan en lo cotidiano; se conviva con la explotación sexual, el proxenetismo, la prostitución y el tráfico y/o consumo de drogas como vías de enajenación. De igual forma, se naturalice la corrupción, el fraude fiscal, el desahucio y las burbujas inmobiliarias.

En los últimos tiempos, ¿Cuántas veces no hemos leído o escuchado que el socialismo cubano es un Estado fallido, argumentado ello sobre la base de presentar como signos de fallo lo que son, en realidad, los efectos del bloqueo de los EEUU sobre la isla, el bloqueo más cruel y prolongado que ha existido durante toda la historia de la humanidad? Sin embargo, en el capitalismo son los bancos los que van a la quiebra por el mal manejo de sus cuentas y son los que tienen que ser salvados con los fondos públicos_ por cierto, dinero que nunca retorna a sus orígenes para ser adecuadamente invertido en el bienestar de la sociedad.

Basta con analizar las palabras del sociólogo y politólogo argentino Atilio Borón, quien en su artículo "De la guerra infinita a la crisis infinita", presentado en Ponencia en el Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo realizado en La Habana, Cuba, escribió sobre la situación tan comprometida del Estado de Bienestar capitalista, producto de sus propias crisis:

“Una crisis que afecta a todos los sectores de la economía: la banca, la industria, los seguros, la construcción, etcétera y se disemina por todo el conjunto del sistema capitalista internacional.

(…)

“Se abre un largo período de tironeos y negociaciones para definir de qué forma se saldrá de la crisis, quiénes serán los beneficiados y quiénes deberán pagar sus costos.

(…)

“Se trata de una crisis integral de un modelo civilizatorio que es insostenible económicamente; políticamente, sin apelar cada vez más a la violencia en contra de los pueblos; insustentable también ecológicamente, dada la destrucción, en algunos casos irreversible, del medio ambiente; e insostenible socialmente, porque degrada la condición humana hasta límites inimaginables y destruye la trama misma de la vida social.

Esa es la Ley del sistema: Los grandes capitales sólo quieren sacar los más jugosos réditos económicos, sin importar si para ello se destruyen las bases sobre las que se sustenta el bienestar social.

Los grandes medios  y espacios de las redes sociales al servicio del capitalismo siembran una narrativa, mayoritariamente, construida en los laboratorios de los llamados Think Tanks.

Lamentablemente, hasta han logrado arrancarle a las fuerzas progresistas y de izquierdas del mundo gran parte de su discurso, para vaciar de contenido los conceptos y vocablos que han caracterizado las luchas anticapitalistas y antiimperialistas. Hasta han creado fuerzas alternativas, que bajo un discurso Revo-cola y programas ambiguos, terminan legitimando a la derecha y la ultraderecha, o simplemente sucumben (pensemos que por ingenuos) a formar parte de acuerdos que dan luz verde al intervencionismo militar y las guerras.

Hoy en día, en los tableros nacional e internacional del juego político, se introduce el asesoramiento y financiación de los llamados “agentes de cambio”, la creación de fuerzas alternativas, la penetración e infiltración y el uso de las redes sociales, como instrumentos planteados por centros de inteligencia, como el caso de Soros, Open Society y ONG’s satélites de la CIA. Éstas facilitan la puesta en marcha de las estrategias, bien definidas por Gene Sharp, para provocar con acciones desestabilizadoras dentro de procesos políticos “incómodos”, los denominados golpes blandos, suaves o revoluciones de colores: fórmulas de injerencia extranjera, que facilitan pistas para el aterrizaje de tropas militares (las eufemísticas intervenciones “humanitarias”).

¿Qué ha provocado, históricamente, la promoción de conflictos o la creación de dictaduras? Eso ha sido obra de los intereses imperialistas del salvaje capitalismo.

Fue la Agencia Central de Inteligencia, gobiernos de EE.UU y la complicidad de las oligarquías nacionales los que apoyaron las dictaduras paramilitares de Stroessner (Paraguay), Banzer (Bolivia), Pinochet (Chile), Videla (Argentina), Somoza (Nicaragua), Batista (Cuba); quienes crearon los Escuadrones de la Muerte, las fuerzas terroristas de AlQaeda o ISIS, los guarimberos en Venezuela y Nicaragua; como los neonazis de hoy día en Ucrania. Es en el capitalismo donde son “legales” las empresas paramilitares privadas con ejércitos de mercenarios.

Fue el imperialismo de EE.UU y el Reino Unido, en alianza con países de la Unión Europea y miembros de la OTAN, quienes llevaron a cabo la destrucción de Irak en 2003, una invasión basada en mentiras sobre la tenencia de armas de destrucción masiva, en la cual se realizaron 109 (mil) 876 misiones de bombardeos durante 42 días, incluyendo un embargo económico de 12 años que se cobró la vida de 5 700 menores de 5 años (datos de UNICEF). El objetivo real fue el control del petróleo de ese país y que fuera punto de partida de desestabilización para otras invasiones como parte de una estrategia de dominación geopolítica.

También se han destruido a Libia, Siria, Líbano y Yemén.

La OTAN fue el ejecutor, bajo mandato de EE.UU, de los bombardeos a la República Federativa Socialista de Yugoslavia, que duraron 78 días, hasta acelerar la fragmentación de ese país. La excusa de la OTAN fue que eran "necesarios y legítimos", porque el objetivo era "detener la catástrofe humanitaria" en ese país, generada por un conflicto de limpieza étnica. Sin embargo, en los ataques se utilizó bombas de grafito, armas que están dirigidas, principalmente, contra objetivos de importancia económica (industriales, infraestructurales y energéticos) ¿Destruir un país es legítimo y detiene la limpieza étnica? ¿Quién detuvo la catástrofe ocasionada por los bombardeos indiscriminados? Es llamativo que de esta barbarie que se inició sin aprobación de la ONU, EE.UU aprovechó la coyuntura para instalar su base militar más grande en el extranjero: Camp Bondsteel, en Kosovo.

Arabia Saudita cuenta con el apoyo de EE.UU y países miembros de la Unión Europea, para llevar a cabo su contienda belicista en Yemén, donde más de 11 000 (mil) niños y niñas han muerto o han resultado mutilados, desde 2015 hasta septiembre del presente año, y se cuentan por millones las personas desnutridas por la hambruna, según expone Catherine Russel, directora ejecutiva de UNICEF.

Para el imperialismo y la Unión Europea fueron legítimos sus campañas bélicas porque eran “humanitarias”_ muy a pesar de sus muertes, desplazados y crisis económicas generadas por la destrucción de los países que fueron diana. 

¿Si realmente la intención es “salvar” a los pueblos, por qué nunca ha habido una intervención “humanitaria” para salvar al pueblo palestino del sionismo israelí?

Las desgracias del mundo no son el resultado de la resistencia de un pueblo a construir su propio camino, sin dictados de potencias extranjeras ni serviles gobiernos llenos de esbirros. Las desgracias que la humanidad ha sufrido por siglos, tienen su raíz en lo que señaló Fidel Castro Ruz, en 26 de septiembre de 1960, en las Naciones Unidas, cuando expresó a viva voz:

“Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas. ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!

“¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!

(…)

Como los cuervos, los monopolios se nutren de los cadáveres que nos traen las guerras.

“Y la guerra es un negocio. Hay que desenmascarar a los que negocian con la guerra, a los que se enriquecen con la guerra. Hay que abrirle los ojos al mundo, y enseñarle quiénes son los que negocian con el destino de la humanidad, los que negocian con el peligro de la guerra, sobre todo cuando la guerra puede ser tan espantosa que no queden esperanzas de liberación, de salvarse, al mundo.”

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Ver también:

Reflexión de fin de año 2022_ I Parte.

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