Por Luis René Fernández Tabio.
Tomado de Revista
Cuba Socialista
El recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero desplegado por la administración de Donald Trump mediante su estrategia hacia Cuba a partir de 2017 y continuado esencialmente hasta el presente por el presidente demócrata con muy limitadas modificaciones, debe catalogarse como una guerra económica de gran intensidad. Esta política contra Cuba, acompañada de otros instrumentos, debe enmarcarse en la actualización de la estrategia intervencionista general del imperialismo a escala mundial, que ha venido perfilándose desde la década de 1990 hasta alcanzar su nivel actual.
La misma busca hacer fracasar los
programas de desarrollo y las condiciones de existencia del pueblo objeto para
debilitar y hacer colapsar su sistema político para tratar de cumplir el
objetivo del imperialismo: realizar el “cambio de régimen” hacia una transición
regresiva al capitalismo neocolonial subordinado a Estados Unidos. Aunque no
siempre se recuerda, ello significa el fin de la soberanía, la libertad y la
independencia de Cuba por la cual han luchado desde el siglo XIX y hasta hoy
los patriotas cubanos.
Las agresiones con estos instrumentos
pueden dañar el funcionamiento de industrias clave como la energía y el
transporte, o afectar seriamente los servicios sociales más sensibles para la
población, de salud, educación y bienestar social hasta ocasionar pérdidas de
vidas como los conflictos armados. Por eso es bueno reiterar no se trata de un
embargo, como dicen los funcionarios estadounidenses para ocultar su verdadero significado.
Siendo un bloqueo económico, comercial, financiero, es más correcto en la
actualidad catalogarlo como una guerra económica.
El empleo de medidas económicas
coercitivas contra un país no es nuevo en la política imperialista. Contra Cuba
revolucionaria se inician las acciones antes de la declaración presidencial de
Kennedy estableciendo el llamado embargo en febrero de 1962, basada en la “Ley
de comercio con el enemigo” de 1917.Ya se ha aclarado no es correcto
considerarlo un “embargo”, por su carácter extraterritorial, explicado
detalladamente en las dos leyes del gobierno estadounidenses contra Cuba,
abiertamente violadoras de nuestra soberanía e independencia. — Torricelli 1992
(Cuba Democrcy Act of 1992) y Helms Burton 1996 (Cuban Liberty and Democratic Solidarity
(Libertad) Act of 1996), que buscan “sancionar” y castigar a ciudadanos y
empresas de otros países si sostienen relaciones económicas con Cuba.
En las actuales circunstancias, cabría
preguntarse. ¿Es el mismo bloqueo económico desde hace más de seis décadas? ¿El
objetivo es el mismo y la diferencia sería aplicarlo en su máxima expresión, e
ir buscando bloquear las principales fuentes de subsistencia del país para
afectar especialmente al pueblo en un escenario internacional caracterizado por
crisis económicas, pandemia, accidentes y desastres naturales? Es decir,
aprovechar condiciones extremas, incluyendo múltiples desafíos económicos
externos, que pudieran dañar adicionalmente las condiciones económicas del
país. Ese es el momento que el sector más conservador, reaccionario y
anticubano de los estrategas del imperialismo insisten en recrudecer las
sanciones del bloqueo, dirigirlas contra las bases del funcionamiento de la
sociedad cubana.
Entonces no es casualidad que otro
momento de reformas y procesos de actualización del sistema cubano y adaptarse
a las consecuencias adversas para la economía cubana durante el “Periodo
Especial” en la década de 1990, fue precisamente en ese período en que se
recrudeció el bloqueo económico y se aprobaron las oprobiosas leyes anticubanas
en 1992 y 1996. En aquellas difíciles circunstancias el líder de la Revolución
cubana Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, conceptualizó el bloqueo económico
de Estados Unidos contra Cuba como una guerra económica en un discurso en la
clausura de un encuentro mundial de solidaridad en el teatro Karl Marx el 25 de
noviembre de 1994. En aquel momento, a semejanza de la situación actual, el
imperialismo recrudecía la agresión económica contra nuestro país de modo
criminal y oportunista, en medio de una situación sumamente compleja y difícil,
desatada por el choque externo generado por la desaparición de la URSS y el
campo socialista europeo. Cuba perdió en muy poco tiempo su principal mercado y
el Producto Interno Bruto y la capacidad de importación del país sufrieron
caídas estrepitosas. El comandante en jefe explicaba el contenido del bloqueo
económico y su carácter criminal y es muy oportuno recordar ahora su
pensamiento:
Pero el bloqueo no es solo eso; el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, guerra
económica; es la persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de
Cuba en cualquier parte del mundo —Estados Unidos trabaja activamente, a través
de sus canales diplomáticos, a través de sus embajadas, para presionar a
cualquier país que quiera comerciar con Cuba, para presionar a cualquier
empresa que desee comerciar o invertir en Cuba, para presionar y castigar a
cualquier barco que transporte mercancías a Cuba—; es la guerra universal, con
ese inmenso poderío a su favor, contra la economía de nuestro país, al extremo
de realizar gestiones individuales, incluso, con personas, con individuos que
intentan desarrollar cualquier actividad económica en relación con nuestro
país.(Castro, 1994)
No es casualidad que la concepción
estratégica en que se apoya la actual guerra económica contra el pueblo cubano
fuera desarrollada a partir de la década de 1990 desde una perspectiva
neoconservadora. Edward Luttwak, reconocido ideólogo de esa tendencia tan
influyente en la política exterior de Estados Unidos en momentos de auge del
conservadurismo en ese país, recomendó enfáticamente emplear los instrumentos
económicos para conseguir objetivos de política exterior en un artículo
publicado en The National Interest [1]. La estrategia geoeconómica planteada por
Luttwak iría ganando terreno progresivamente en la proyección externa de Estados
Unidos, en parte porque las intervenciones militares estaban siendo muy
costosas y no tenían los resultados esperados por el imperialismo en guerras
contra Afganistán e Iraq después del 11 de septiembre de 2001. Las grietas en
la hegemonía imperialista se hacían cada vez más visibles tanto por el ascenso
de fuerzas emancipadoras y antimperialistas, como por el mayor protagonismo en
las relaciones internacionales económicas y políticas de potencias emergentes y
sus alianzas encabezadas por China.
En la etapa de declinación relativa de
la hegemonía de Estados Unidos en el sistema de relaciones internacionales y de
ascenso del multilateralismo y un nuevo orden mundial, la agresividad
imperialista se acrecienta. La utilización de los instrumentos económicos como
arma política se ha llevado a cabo intensamente incluso durante los años de la
administración Obama, e incluyó elementos legales de las relaciones
internacionales y las posibilidades que tienen de aumentar su poder coercitivo
han sido considerados. (Rathbone, Jeydel y Lentz, 2013). El inicio de la
aplicación del Título tercero de la Ley Helms Burton es expresión práctica de
la escalad de agresiones económicas, al comenzar a llevar a las cortes de
Estados Unidos las reclamaciones los derechos de los cubanos y de empresas y
ciudadanos de otros países en relación con Cuba. El libro “guerra por otros
medios”, War by Others Means (Blackwill y Harris, 2016)
insiste en que la estrategia de Estados Unidos para disputar el avance de
potencias emergentes como China debe basarse en el empleo de instrumentos
económicos, geoeconómicos entendidos desde esta perspectiva neoconservadora. El
informe del Centro para una Nueva Seguridad de Estados Unidos (Center for a New American Security) demuestra se viene
alcanzando un consenso sobre el empleo de los instrumentos económicos con fines
geoestratégicos, si bien no se hace referencia a la geoeconomía, se recomienda
el uso coercitivo de los instrumentos económicos en la política exterior.
Durante el segundo año de la administración de Donald Trump, Jill Jermano,
Profesor Adjunto de la “National Intelligence University” y Ejecutivo Senior
del Departamento del Tesoro del gobierno de Estados Unidos, ha realizado
contribuciones al diseño y puesta en práctica de las políticas económicas
coercitivas y subversivas. (Jermano, 2018)
Otros factores que impulsan la guerra
económica en la estrategia imperialista
Aunque las fuerzas armadas de Estados
Unidos tienen un enorme poderío y los gastos militares son muy superiores a los
de cualquier país, también es cierto que no son suficientemente poderosas sus
fuerzas armadas para enfrentar todos los retos, y mucho menos lograr sus
objetivos de restablecer su dominación y hegemonía mundial y regional. El
escenario de grandes conflictos en la península de Corea, Irán en el Medio
Oriente, e incluso Venezuela en América Latina, a pesar de los costos y
perjuicios principalmente a los pueblos, no consiguen doblegar a las fuerzas
emancipadoras, independentistas y antimperialistas. La retirada militar
de Afganistán ante el avance de los talibanes fue la evidencia más reciente del
fracaso militar y geopolítico de Estados Unidos allí.
Por supuesto, ello no significa que el
peligro de un conflicto armado, incluso de grandes proporciones, incluyendo el
uso de armas de destrucción masiva pueda descartarse. El imperialismo es más
peligroso en la actual fase declinante, pero confirma la idea de que la guerra
por otros medios, también denominada guerra no convencional, les otorga a los
instrumentos económicos cada vez mayor relevancia en su política agresiva.
La guerra económica consiste en el uso
de los instrumentos económicos con fines políticos para obligar al país objeto
de esa política, al enemigo, a cumplir su voluntad, a subordinarse mediante ese
acto de extrema violencia, o derrocar al gobierno no sometido a su sistema de
dominación y explotación. En otros casos se busca debilitar o disuadir al
gobierno independiente, para desde una perspectiva mundial o regional reconfigurar
el balance global de fuerzas a favor de Estados Unidos, objetivo principal de
la estrategia de seguridad nacional estadounidense. Las concepciones
estratégicas toman en cuenta lo que consideran los desafíos a la hegemonía de
Estados Unidos, que abarcan un amplio espectro de escenarios y condiciones, sin
que sea posible excluir la escalada de la diplomacia política, a la coerción
económica hasta el conflicto bélico en escenarios de gran peligrosidad entre
grandes potencias. En la recientemente publicada Estrategia de Seguridad Nacional
de Estados Unidos se expresa el objetivo de reconfigurar el sistema
internacional mediante “nuevas reglas” porque consideran que los mecanismos y
sistemas creados a final de la Segunda Guerra Mundial, son irrelevantes, ya no
sirven a sus intereses e incluso resultan contraproducentes y dañinos. (White
House, 2022: 32)
El desarrollo de las tecnologías de la
informática y las comunicaciones globalizaron las redes de información, los
medios y tecnologías de propaganda hasta la guerra cognoscitiva, para deformar
la conciencia social de los pueblos, sus culturas e identidades nacionales.
Asimismo, desarrollaron armas de mayor capacidad destructiva, alcance y
precisión, pero también crearon las condiciones para la guerra económica,
comercial, financiera y tecnología, que no era posible desarrollar con la misma
eficacia hasta la década de 1970 y 1980. En la actualidad, las transacciones
financieras, los cobros y pagos por el comercio se realizan por medios
digitales y redes, el movimiento de las embarcaciones es registrado y
controlado en tiempo real. La globalización económica no solamente incluye a las
transacciones monetarias, cotizaciones especulativas en las bolsas de capital
en Wall Street o Londres, o en cualquier otra ciudad del mundo. La
infraestructura de las redes globales de comunicación determinó la capacidad de
la proyección geoeconómica del imperialismo estadounidense, y el despliegue de
la guerra económica, comercial, financiera e incluso tecnológica entre sus
principales medios de la política exterior, que también está siendo aplicada a
nuestro país.
Las recomendaciones de aplicar la guerra
económica de los centros de pensamiento y otros funcionarios del gobierno de
Estados Unidos fueron coincidentes a lo observado en su política contra Cuba a
partir de 2017, identificada mayormente como recrudecimiento del bloqueo
económico debido a la aplicación de 243 medidas coercitivas, la también llamada
política de máxima presión. Desde la llegada al gobierno de Donald Trump a la
Casa Blanca en Washington, se enfatiza en el empleo de las medidas económicas
coercitivas como sanciones, bloqueos y restricciones económicas comerciales y
financieras de todo tipo en sus expresiones extremas, para avanzar sus
intereses hegemónicos y de la seguridad nacional. Por la extensión e intensidad
en el uso de estos instrumentos de agresión económica para destruir las bases
socioeconómicas de los países objeto de estos ataques, constituyen una fase
superior en la guerra económica de gran intensidad, que al deteriorar la
economía y las condiciones de vida del pueblo y sobre todo de los grupos más
vulnerables, pretenden hacer colapsar al país, lo que indudablemente incrementa
la presión migratoria, estimulada además por la Ley de Ajuste Cubano de 1966.
“Desde abril de 2019 hasta marzo de
2020, el bloqueo ha causado pérdidas a Cuba en el orden de los 5 mil 570.3
millones de dólares. Esto representó un incremento de alrededor de mil 226
millones de dólares con respecto al periodo anterior.” (MINREX, 2020, julio:
4). El último informe de Cuba, previo a la presentación en Naciones Unidas del
Informe sobre Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y
financiero, evidenció el agravamiento y la intensificación de la agresión
económica de Estados Unidos contra Cuba en su guerra económica de gran
intensidad.
A precios corrientes, los daños
acumulados durante seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 150
mil 410,8 millones de dólares. Tomando en cuenta la depreciación del dólar
frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado
perjuicios cuantificables por más de 1 billón 326 mil 432 millones de dólares. Solo
en los primeros siete meses de 2021, el bloqueo ocasionó pérdidas a Cuba en el
orden de los 2 mil 557,5 millones de dólares. Esto representa una afectación
promedio de más de 365 millones de dólares mensuales y más de 12 millones de
dólares diarios. (MINREX, 2022)
La guerra económica contra Cuba es
violatoria del derecho internacional, los derechos humanos y un acto de extrema
crueldad al ser aplicada en su forma extrema en medio de los efectos de la
pandemia de la COVID-19, la crisis económica mundial desde 2020, procesos
inflacionarios generalizados, desastres naturales y accidentes. Asimismo, la
guerra económica de Estados Unidos y sus aliados contra Rusia tiene efectos
adversos sobre las condiciones de la economía mundial —disminuye los flujos de
comercio e inversiones, eleva los precios de los alimentos y el petróleo,
aumenta las tasas de interés en dólares para combatir la inflación por lo que
encarece los créditos y el servicio de la deuda. Contrario al discurso
político de la administración estadounidense, las sanciones contra el consumo
de gas ruso por la Unión Europea, incrementa sus precios y agrava el proceso el
proceso de deterioro medioambiental y acelera el cambio climático.
La estrategia cubana en el
enfrentamiento de la guerra económica que se nos hace es el fortalecimiento de
la economía, la diversificación y ampliación de las relaciones económicas
internacionales con todo el mundo. El país requiere continuar en los ajustes
necesarios en el modelo económico, social y político cubano socialista como
parte de su resistencia creativa, de modo que se reduzcan al mínimo las
vulnerabilidades económicas para derrotar el bloqueo y ganar la guerra
económica. La historia demuestra que los gobiernos estadounidenses solo
reducen las llamadas sanciones económicas coercitivas, los bloqueos económicos
recrudecidos y las agresiones económicas cuando se evidencia que Cuba se
fortalece y se dinamiza a pesar de todo. La guerra económica hay que derrotarla
sin ceder en principios, con inteligencia táctica y estratégica. Entonces, a
partir de un nuevo momento favorable para nuestro país en el balance regional y
global, retomar la senda de la negociación y el dialogo respetuoso considerando
un propósito, claramente definido por la diplomacia cubana, el respeto a la
independencia y la soberanía de Cuba. A partir de esas premisas se puede
avanzar en todo lo que sea posible en las relaciones con los gobiernos de
Estados Unidos, reconociendo y aceptando las profundas diferencias políticas e
ideológicas. En ese mismo sentido es preciso fijar los límites de la propia
posibilidad de un proceso de normalización de las relaciones bilaterales entre
Estados Unidos y Cuba. Dada la naturaleza raigal del conflicto desde sus
respectivos intereses nacionales, es posible avanzar en las relaciones
bilaterales en todos los campos para beneficio de ambos pueblos y países en los
términos de una convivencia civilizada, fijados estratégicamente por el
liderazgo histórico del General de Ejército Raúl Castro Ruz.
Tardíamente, el 6 de mayo de 2022 el
gobierno de Estados Unidos anunció algunas medidas positivas, pero muy
limitadas, porque no eliminaron los componentes principales de su agresión
económica contra Cuba. Entre las decisiones informadas estaban el reinicio del
otorgamiento de visas para la migración regular, (pendiente al restablecimiento
del servicio consular en la embajada de La Habana, posteriormente anunciado
ocurriría a principios de 2023), la posibilidad de realizar vuelos a provincias
—que habían sido prohibidos— elevación en el límite de las remesas (aunque
sigue sin lograrse un mecanismo efectivo de tales transferencias financieras
desde que se cerraron las oficinas de Western Union en
Cuba) y modificaciones en las transacciones destinadas al sector no estatal
(también muy inciertas en ausencia de transferencias interbancarias por las
restricciones del bloqueo que afectan a las instituciones bancarias y
financieras cubanas). Injustificadamente se ha mantenido la designación de Cuba
como país terrorista y la aplicación del título III de la Ley Helms Burton (a
pesar de que el nuevo gobierno de Gustavo Petro a finales de septiembre de 2022
solicitó expresamente al gobierno de Estados Unidos que Cuba sea retirada de la
lista de países terroristas en la que nunca debió estar).
Las decisiones de aliviar algunas de las
sanciones económicas que afectan particularmente el pueblo cubano anunciadas
por el gobierno del presidente Biden, evidencian que la administración de
Estados Unidos podría comenzar algunos ajustes en su política hacia la Isla
según sean los resultados de las elecciones de medio término, que probablemente
serán bastante negativos para el presidente demócrata y lo coloquen en una
posición muy complicada en la segunda mitad de su período presidencial. No
puede descartarse, aunque tampoco es el escenario probable por ahora, que a
partir de 2023 se realizasen cambios en la política de Estados Unidos hacia
Cuba en dependencia de las variaciones en el balance de fuerzas políticas en
América Latina y el Caribe; las percepciones de los estrategas estadounidenses
sobre la situación cubana, sus fortalezas y debilidades; así como la dinámica
política interna en Estados Unidos, que hasta el momento sigue siendo
caracterizada por divisiones y fracturas políticas dentro del sistema bipartidista
y al interior de ambos partidos, por lo que se consolidad una tendencia
reaccionaria, conservadora y de confrontación en su proyección externa como el
escenario más probable.
Dentro de ese modelo general para el
análisis, las motivaciones para disminuir la presión migratoria en Cuba
requerirían reducir las agresiones económicas, pero se trata de un asunto muy
complejo y contradictorio en la política interna de Estados Unidos. La
oleada migratoria hacia la frontera con México, no principalmente desde Cuba,
se ha transformado en un problema de gran significación de cara a las
elecciones de medio término y la política hacia Cuba agudiza las
contradicciones entre el discurso y sus acciones prácticas. Dentro del país se
escuchan voces que recomiendan algunos pasos favorables al levantamiento de
algunas de las medidas del bloqueo, aunque no se refieran a las más dañinas.
Dentro del Congreso y de antiguos funcionarios del gobierno de Obama, se
escuchan críticas a la actual política del presidente Biden, como es el caso
del Asesor Adjunto de Seguridad Nacional del presidente Obama, Ben Rhodes,
quien además participó en las negociaciones con Cuba.
La experiencia histórica en las
relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos ha demostrado que solo el diálogo
diplomático respetuoso y las negociaciones sobre los temas de la agenda
bilateral, permitirían avanzar en la solución de los temas de conflicto. El
mejoramiento de las relaciones entre los dos vecinos representaría enormes
beneficios en todas las esferas no solamente para Cuba y los cubanos, sino
también para Estados Unidos en todas las esferas. La guerra económica por
intensa que sea no logrará derrocar a la Revolución cubana, ni la harán
abandonar los valores y principios por los que han luchado los patriotas
cubanos por tantos años.
[1]Luttwak, Edward. “From Geopolitics to Geo-Economics:
Logic of Conflict, Grammar of Commerce.” The National Interest,
No. 20 (Summer 1990).
Referencias:
·
Blackwill,
Robert D.; Jeniffer M. Harris. 2016. War by Other Means: Geoeconomics and Statecraft. A Council on Foreign Relation
Book. The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge:
Massachusetts, 384 pp.
·
Castro,
Fidel. 1994. Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en
la clausura del encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba, efectuado en el
teatro Karl Marx, el 25 de noviembre de 1994.
·
Jermano,
Jill. 2018. “Economic and Financial Sanctions in U.S. National Security
Strategy.” Prism 7, No. 4.
·
Rathbone,
Jeydel y Lentz. 2013. “Sanctions, Sanctions Everywhere: Forging a Path,” Georgetown Journal of International Law 44, No 3.
·
Luttwak,
Edward. 1990. “From Geopolitics to Geo-Economics: Logic of Conflict, Grammar of
Commerce.” The National Interest, No. 20
(Summer).
https://www.jstor.org/stable/i40110732
·
2020.
Actualización al Informe del Secretario General de Naciones Unidas sobre
afectaciones del bloqueo | Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
·
2022.
Informe de Cuba sobre el bloqueo 2022.
https://misiones.cubaminrex.cu/es/articulo/informe-de-cuba-sobre-el-bloqueo-2022
·
White
House. 2022. National Security Strategy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario