Por Gustavo de la Torre Morales y colaboración de VL
(Asociación de Cubanos en Cataluña José Martí).
El 2022 cerró sus páginas y millones de seres humanos siguen con sus estómagos estrujados y vacíos, obligados a la mendicidad, al desplazamiento forzoso, en la pobreza extrema, cientos de miles arriesgando sus vidas muchas veces en el intento de emigrar, todos viendo, desesperanzados, que el capitalismo de lentejuelas no les ha dado la tan afamada “oportunidad” de la que tanto alardea en sus anuncios y comerciales políticos.
La
gran prensa “libre” hace su trabajo ideológico con discurso basura; así es el
negocio de nublar consciencias. En las dos reflexiones anteriores expuse
sobrados ejemplos; pero quedan tantos en el tintero por mencionar, que no es
posible pasar por alto a algunos de ellos.
Mientras
la prensa “libre” destinaba un alto porcentaje de sus espacios a construir un
relato destinado a presentar a Fidel Castro y Hugo Chávez como “dictadores” que
“violaban” los derechos de los pueblos de Cuba y de Venezuela, esa misma prensa
alababa como “democráticos” los golpes
suaves que se dieron en América Latina, en Oriente Medio y Asia contra
gobiernos legítimos de un carácter progresista, tanto de izquierda como de centroizquierda,
a partir de 1999. ¿Por qué ocultaron o suavizaron el verdadero carácter de Golpes
de Estado de los golpes que, instigados y financiados desde EE.UU y con el
apoyo de países europeos, se llevaron a cabo en Venezuela (2002, 2003, 2014), en Haití (2004), en Bolivia
(2008), en Honduras (2009), en Ecuador (2010) o en Paraguay (2012)?
¿Por qué esos grandes medios de “libre expresión” han sido partícipes
de los procesos Lawfare
ejecutados contra Dilma Roussef, Lula da Silva, Rafael Correa o Cristina
Kirchner, donde se utiliza al sistema judicial para deslegitimar a políticos o
movimientos sociales y detener todo tipo de reforma social que otorgue
soberanía, independencia y mejoras para las grandes mayorías desfavorecidas?
¿Por qué no han sido ni capaces ni han tenido el interés de denunciarlos?
¿Han condenado alguna vez, estos grandes medios de “libre expresión”, a
EE.UU por acoger a terroristas en su territorio, como a los criminales nazis
reclutados en la Operación
Overcast
(después denominada Operación Paperclips), cuyo personaje clave de la misma fue
Allen Welsh
Dulles, el primer director civil de la CIA?
¿Han sido acaso capaces estos grandes medios de “libre expresión” de sacar a la luz el
apoyo que la Organisation
der ehemaligen SS-Angehörigen (Organización
de exmiembros de las SS) recibió desde EE.UU y países europeos para
trazar las rutas de las “Ratlines”?
¿Cuántos corruptos, dictadores, esbirros,
criminales y asesinos han sido acogidos por EE.UU, o algunos países de la Unión
Europea, y nunca han sido noticia en estos “importantes” emporios mediáticos?
Los
emporios mediáticos siguen desvirtuando la realidad, disfrazando las verdaderas
barbaries y dirigiendo la atención de su público sobre versiones construidas en
laboratorios.
Como bien expone el doctor en filosofía, master en filosofía política y
licenciado en ciencias de la comunicación, Fernando
Buen Abad, el
objetivo de esta maquinaria mediática, “es
sembrar odio de clase contra todo lo que se organiza en clave de rebeldía.
Inyectar miedo contra cualquier intento de modificación del status quo.”
“En el corazón de la Guerra Mediática habita la aberración
supremacista, reloaded, empeñada en convencernos de que ellos siempre tienen la
razón, que debemos agradecer que nos saqueen y exploten. Agradecidos por este
mundo, al borde del desastre ecológico y ahogado en el fracaso civilizatorio
del capitalismo. Agradecidos por un planeta intoxicado con hambre, miseria,
pobreza, insalubridad, ignorancia y humillaciones. Quieren que agradezcamos
esto como la mejor herencia para nuestra prole… que estemos orgullosos de eso.
Guerra hibrida por todos los medios. ¿Qué parte no entendemos?”
Si
aún hoy en día, después de tantos siglos de guerras, de expolios, de
latrocinio, de exterminio, de explotación y colonización, se cree que el
capitalismo es la solución para el mundo; entonces, eso indica que se tiene el
cerebro anquilosado, se ha aceptado la vergonzosa domesticación, se es un
servil traidor o, simplemente, se es parte de esa capa elitista a la que le
importan un comino aquellos a quienes tiene a su merced.
El capitalismo no admite alternativa, lo máximo
es aceptar meras reformas cosméticas, las cuales le disminuyen el sofoco a la
clase intermedia que sirve de soporte a las clases
dominantes. Estas últimas, en palabras de Buen Abad, “supuran lawfare, persecuciones mediáticas, fake news, espionaje,
represión y golpizas inflacionarias. Pergeñan “reformas laborales” y
desorganización inducida contra la clase trabajadora”.
Sin embargo, frente a tanta incertidumbre, aún
se alzan lucen que demuestran que el verdadero fracaso está en las
desigualdades y los nocivos flagelos que son innatos del capitalismo y que
degradan a toda sociedad al expolio de sus más esenciales derechos.
La
Revolución Bolivariana iniciada por Hugo Chávez, la Revolución Ciudadana que
lideró Rafael Correa, el proyecto de la Bolivia Plurinacional de Evo Morales,
la Revolución Sandinista encabezada por Daniel Ortega o la Revolución Cubana,
hoy presidida por Miguel Mario Díaz-Canel, son algunos de esos procesos políticos “incómodos”, a los que el Sr. Obama hizo
referencia que había que “torcerles el brazo”.
Los crímenes contra la decisión
del pueblo cubano a trazar su propio camino, desde enero de 1959, consta con un
amplio expediente de actos de barbaries: invasiones militares mercenarias,
infiltración de bandidos, asesinatos de campesinos y jóvenes alfabetizadores,
ataques militares a embarcaciones pesqueras, agresiones desde la Base naval
estadounidense impuesta sobre una porción de territorio usurpado en Guantánamo,
guerras bacteriológicas contra la población y los cultivos, intentos de
asesinatos a líderes de la revolución, agresiones contra sedes diplomáticas
cubanas en el exterior, financiación y asesoramiento de grupúsculos
contrarrevolucionarios, presiones a delegaciones diplomáticas de otros países
en organismos internacionales y un ilegal y unilateral bloqueo económico,
financiero y comercial por parte de EE.UU, el cual genera crudas condiciones
por carencias materiales y obstaculizar el normal desarrollo de la Isla de
Cuba.
Para esa constante política de
hostilidades contra Cuba, los gobiernos de EE.UU han acogido y amparado a
esbirros del gobierno de Fulgencio Batista, permitiéndoles organizarse en
diversas organizaciones que hicieron del terrorismo su naturaleza política.
Igualmente, la CIA, junto con
otras organizaciones y fundaciones europeas, han brindado jugosas
financiaciones, asesoramiento y entrenamiento a “disidentes” (supuestos
opositores a la Revolución, desarraigados sin influencia en el pueblo) para servir
de cabecillas mediáticos en la carrera propagandística contra Cuba.
Esos personajes, mostrados al
mundo como “patriotas”, tienen precio y carecen de moral alguna. Como expresó
el apóstol, José Martí, “sólo
el que es capaz de vender su honra, tiene el valor de proponer la venta de la
honra ajena” (1).
Pero el proceso socialista cubano,
devenido de un legado de luchas emancipadoras, de liberación nacional, de
independencia y enfrentamientos contra todo acto de colonización_ por tanto,
antiimperialista_ brinda grandes esperanzas a la gran mayoría de los pueblos
del mundo, porque demuestra que muy a pesar de las grandes dificultades y de
los obstáculos impuestos a lo largo de su trayecto, una alternativa más justa
sí es posible si se lleva adelante con firme resolución y resistencia.
La mentira tiene patas cortas. Fidel expresó, "un millón de veces que se repitan las calumnias contra Cuba no se convertirán en una verdad y, aunque una parte pueda ser confundida, como decía Lincoln, incluso, aunque todo el mundo pueda ser confundido una parte del tiempo, todo el mundo no puede ser engañado todo el tiempo" (2)
Notas:
(1) José Martí. Revista Universal de México, Cuba, mayo 13 de 1875. O.C 1:120.(2) Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el encuentro con los Pastores por la Paz, en la misión de Cuba en la ONU, Nueva York, el 25 de octubre de 1995.
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