Por Nelson del Castillo*.
Desde que surgieron las llamadas
“primaveras” en algunos países árabes, denominadas por los grandes medios de
comunicación como revoluciones –aunque distan de serlo a pesar de las protestas
masivas generadas mediante convocatorias por mensajes de texto de los teléfonos
móviles–, siempre tuvimos la sospecha de que se trataba de construcciones
intervencionistas de las potencias imperiales para mantener bajo control las
insatisfacciones de los pueblos en naciones proclives a cambios sociales.
El término
“primavera” parecería surgido de la casualidad, pero se remonta a los años 60
del siglo pasado, en momentos muy álgidos de la Guerra Fría, cuando Estados
Unidos buscaba, tal como lo consiguió eventualmente, socavar la base del campo
socialista de Europa oriental que produjo el colapso de la Unión Soviética.
Al surgir la unipolaridad mundial,
con la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) como único cuerpo
militar multinacional en Europa con la desaparición del Pacto de Varsovia
establecido por la Unión Soviética y sus aliados, muchos avizoraron la
posibilidad de que se desmontaran las maquinarias de las guerras imperiales.
Esto no pasó de ser falsas ilusiones, frase que bien sirve de título para un bolero.
La conspiración contra las naciones
se extendió de modo asombroso por todo el planeta para desmontar en lo posible
el mayor número de estructuras político-económicas al margen del control
imperialista occidental.
En el continente americano se
mantuvo intacto el armazón de la Guerra Fría contra una pequeña nación que
desde el 1 de enero de 1959 emergió como faro para el mundo: la República de
Cuba.
Al quedar disuelta la Unión
Soviética en 1991 –una posibilidad que el líder histórico de la Revolución cubana,
Fidel Castro, anticipó dos años antes, el 26 de julio de 1989–, se inició un
conteo mediático permanente, una apuesta al fin del proceso socialista cubano
para restablecer el capitalismo salvaje.
Se trataba, con sus variantes, de
aquella frase de principios de la década de 1960 que, como sonsonete,
anticipaba la caída de Fidel Castro, lo que incluyó cientos de intentos para
asesinarlo por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados
Unidos.
Pues bien, 55 años después del
triunfo de la Revolución cubana y 53 de haber proclamado su carácter
socialista, Washington ha montado un operativo ilegal a través de la siempre
sospechosa Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid,
siglas en inglés), que bajo el ropaje de asistencia a los países emergentes
socava la soberanía de los pueblos al emplear gran parte de los 20 mil millones
de dólares de su presupuesto en programas desestabilizares de naciones.
Este es el caso del llamado
ZunZuneo, una especie de Twitter creado expresamente para descarrilar la
Revolución cubana. Este mecanismo evidencia cómo Estados Unidos no abandona su
política de destruir aquellos procesos políticos que no respondan a sus
designios.
Este monstruo del que nos habló
temprano José Martí, apóstol de la independencia de Cuba, no se detiene en sus
deseos de torcer la voluntad de los pueblos, como tantas veces hemos visto en
América Latina, con sus interminables noches de oprobio producto de los golpes
de Estado elaborados en Washington.
Una investigación periodística de la
agencia The Associated Press (AP) ha sacado a la luz el operativo montado con
esta red social para intentar engañar a la juventud cubana mediante mensajes de
apariencia inofensiva en principio, utilizando empresas mercenarias y lugares
como la Isla Caimán en el Caribe, centro de operaciones mafiosas y de
blanqueado de capital producto de la corrupción o el narcotráfico.
Contrario a los procedimientos
montados en otras naciones para desactivar la posibilidad de levantamientos
populares, con la juventud cubana se intentaría sembrar la insatisfacción
empleando la red ZunZuneo para impulsarla a la contrarrevolución y a la
traición del proceso socialista mediante con el objetivo de apropiarse del
futuro de Cuba.
A muchos ha sorprendido que fuera
The Associated Press la agencia noticiosa que destapara la olla de esta
conspiración estadounidense por sus conocidos vínculos con el poder en
Washington. Mas hay que tener en cuenta que este descubrimiento ocurre cuando
el proyecto ha fracasado producto de habilidad del Estado cubano, que para
diciembre de 2009 apresó en La Habana al contratista norteamericano Alan Gross,
una de las cabezas del equipo de expertos que elaboraba el montaje del ZunZuneo
en la nación antillana, donde ya había introducido ilegalmente una serie de
equipos de alta tecnología.
¿Qué pasaría si una nación
estableciera un plan para desestabilizar a Estados Unidos con el propósito de
destruir su política imperial? ¿Cuánto tardarían las tropas norteamericanas en
llegar a ese país intruso, que pretende echar abajo el andamiaje del
capitalismo salvaje? O, para ponerlo en tiempos modernos, cuánto le tomaría al
Pentágono comenzar uno de esos bombardeos asépticos en que mueren cientos de
miles de personas mientras los estadounidenses disfrutan sentados frente a sus
televisores –cerveza en mano– el centelleo de las bombas mortales como si se
tratara de simples fuegos artificiales.
Es inevitable hacer estas preguntas
cuando se conoce, como resultado de la investigación de AP, que la Usaid
–omnipresente en naciones en vía de desarrollo como parte de su método de
control– ha invertido millones de dólares en una operación oculta para la
creación del Twitter cubano ZunZuneo utilizando empresas mercenarias de algunas
naciones europeas con el propósito de penetrar a la juventud cubana para,
eventualmente, inducirla a la contrarrevolución para destruir el proceso de
transformación social de Cuba en medio de un reordenamiento económico que
brinde mayor autosuficiencia económica y provecho material a su pueblo.
Este proceder se enmarca, de acuerdo
con informes periodísticos, en un proyecto de Guerra No Convencional, según la
Circular de Entrenamiento TC-1801 divulgada en 2010, en la que se destaca que
por el carácter “político y militar de este tipo de contienda resulta vital la
participación de las agencias del gobierno de Estados Unidos”.
Según cita en un artículo Roberto
García Hernández, de la agencia Prensa Latina, “el objetivo es lograr un
enfoque gubernamental y el éxito a largo plazo, pues en varios momentos de un
conflicto resulta necesaria la integración de las instituciones multinacionales
e intergubernamentales”.
Esto es algo que normalmente hemos
sospechado, pero no siempre está puesto en blanco y negro en un documento que
se hace público. El carácter de la Usaid como punta de lanza de la política
intervencionista de Estados Unidos siempre ha estado sobre el tapete para
quienes observamos críticamente sus movidas en América Latina y El Caribe, pero
esta vez trasciende la mera sospecha para adquirir un tono de veracidad
irrefutable.
Este experimento del ZunZuneo, al
igual que se ha hecho con Radio Martí y TV Martí, está conformado dentro de la
guerra permanente no convencional que Estados Unidos libra contra la Revolución
cubana desde el mismo día de su triunfo con Fidel Castro a la cabeza.
Como en tantos otros aspectos,
Washington ha entregado parte de sus operativos subversivos en el mundo a entes
privados que responden más que a intereses ideológicos –sin que estén ausentes–
al enriquecimiento descarado, mientras millones de estadounidenses se hunden en
situaciones de miseria, carentes de trabajo, seguridad social y salubridad
pública.
Una vez más, como antes con Radio
Swan operada en Honduras por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como
parte de las operaciones encubiertas autorizadas el 17 de marzo de 1960 por el
presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower para derribar el gobierno
revolucionario cubano y después con el comienzo de Radio Martí en 1985 y de TV
Martí en 1990, este descarado ataque contra Cuba transitará el sendero del
fracaso. No será de otra manera frente a un liderazgo alerta de los peligros
que acechan a su pueblo y una juventud consciente de que se le quiere despojar
de cuanto ha ganado su nación en la construcción de una sociedad más justa, a
pesar del bloqueo de más de medio siglo que mantiene Estados Unidos.
El descubrimiento de este plan
subversivo contra Cuba mediante el ZunZuneo coloca nuevamente en un papel
cuestionable al presidente Barack Obama, en quien el mundo cifró tantas
esperanzas. Obama mostró su verdadero rostro tan pronto pisó la Casa Blanca
para convertirse en el señor de la guerra en el mundo y de los golpes de Estado
de nuevo cuño en América Latina –Honduras, el 28 de junio de 2009, y Paraguay,
el 22 de junio de 2012– por lo que ostenta inmerecidamente desde octubre de
2009 el Premio Nobel de la Paz –“por sus esfuerzos para fortalecer la
diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”– que muy bien
debería devolver para no llenar de más vergüenza a la Academia Sueca por tan
mayúsculo desatino.
(*) Nelson del Castillo, es
Secretario General de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).
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