Renovar las dinámicas funcionales del conjunto de organizaciones, fundamentalmente las juveniles, ayudará a mejorar la participación juvenil en nuestra sociedad. Foto: Roberto Ruiz |
Por Lisandra Leyé Del Toro
Cualquiera pensaría que el orgullo de ser cubano va en caída, dada la
tendencia de ciertos jóvenes a consumir productos marcados por lo
foráneo —ropas con la bandera del Reino Unido; llaveros, bufandas y
pulóveres que parecen hechos para fanáticos (y no fanáticos) del
Barcelona o el Real Madrid—, y también porque la reproducción de los
peinados y estilos de vida de algunas grandes estrellas del espectáculo
han invadido, de pronto, la cotidianidad de muchos adolescentes.
Sin embargo, la IV Encuesta Nacional de Juventud, el estudio más
amplio que se realiza en el archipiélago cubano sobre este sector
poblacional, arrojó en 2012 que el 96 por ciento de la población entre
15 y 29 años de edad se sentía orgullosa de su cubanidad.
Específicamente las mujeres, entre 25 y 29 años, fueron quienes más
defendieron este criterio.
Al respecto, el sitio web Soy Cuba,
de nuestra editora, profundizó con el máster Rolando Julio Rensoli
Medina, investigador del Centro de Estudios sobre la Juventud y profesor
auxiliar de la Universidad de La Habana.
Hace más de 20 años que Rensoli estudia las características de la
juventud cubana y ahora mismo tiene en curso la investigación
transdisciplinar Universo juvenil cubano: cultura e identidad, espacios
de socialización, recreación y tiempo libre.
—¿Pensó alguna vez que la relación entre los jóvenes y su identidad nacional sufría algún tipo de «fractura»?
—No, aunque los problemas sociales, sobre todo los acumulados durante
20 años de período especial, cuando muchos proyectos de vida se
interrumpieron por la crisis económica del país, pudieron haber indicado
eso. Sin embargo, ninguno de estos factores afectó el orgullo por haber
nacido aquí.
«Ni siquiera de los que viven en la emigración, porque con la lejanía
el sentimiento de cubanidad no se pierde; por el contrario, se exacerba
el deseo de preservar las raíces y tradiciones: se cocinan los platos
típicos de la Isla, se pone la música salsera, se estampan pinturas en
las paredes con lugares de nuestro país o se cuelga alguna bandera
cubana.
«La IV Encuesta Nacional de Juventud de 2012 ratificó esa
percepción. Fueron entrevistados adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29
años de todo el país. Esta es la edad asumida por la Organización de
Naciones Unidas y otros organismos internacionales para enmarcar el
concepto de juventud, aunque en Cuba el universo juvenil se considera
hasta los 35 años por causas diversas. Entre ellas figuran el
envejecimiento de la población del país, debido fundamentalmente a una
elevada esperanza de vida, y el hecho de que la Unión de Jóvenes
Comunistas (UJC) elevó la edad tope de su militancia hasta los 32 años y
las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ) y la Asociación Hermanos Saíz
(AHS) —los movimientos juveniles a ella subordinados—, entre otras
organizaciones, lo hicieron hasta los 35 años».
—¿No puede decirse que exista entonces una crisis de identidad nacional…?
—No, no se puede hablar de una crisis de identidad en los jóvenes
cubanos. Este orgullo tiene, sin embargo, variaciones en torno a las
principales razones que lo motivan, de una a otra región dentro del
país, y como muestra le digo que la juventud en el occidente del país se
identifica más con su historia local y con aspectos sociales que
conforman la nacionalidad, pues predominan los elementos de índole
sociocultural; mientras que en el oriente prevalece el elemento
relacionado con los logros revolucionarios».
—¿Qué otros elementos valoran los investigadores en la encuesta?
—Los tres punteros identitarios, que son: el de ser, el de estar y el
de asumirse. La identidad de ser tiene en cuenta el cómo yo soy en
cuanto a rasgos fenotípicos, el medio y clase social, la nacionalidad y
la región.
«La identidad de estar se relaciona con el lugar donde estoy y del
cual vengo, y la de asumirse es la del yo como individuo. Esta última
evidencia la capacidad de la persona para asimilarse de una determinada
forma, ya sea por su región de procedencia, si es bajito, hetero u
homosexual, entre otras características. Claro, que esas formas de
identificarse dependen de cómo cada cual valore y comprenda el mundo.
«Al evaluarse la identidad no se incluye el haber nacido en Cuba,
porque la persona pudo nacer aquí pero sentirse más relacionada con otro
espacio. Sí cuentan, por el contrario, las razones culturales por las
que se siente cubano: lengua, música popular, tradiciones folclóricas,
elementos idiosincráticos (gesticulación, hablar en jerga, la
jocosidad). También cuenta la inclusividad, que es un criterio usado con
respecto a quienes se “aplatanan” en la Isla, y hasta la pasión por el
béisbol como deporte nacional».
Orgullo de ser cubanos
Aunque los resultados por sexo y edad no evidencian diferencias que
modifiquen esta información inicial sobre la IV Encuesta Nacional de
Juventud, es mayor el porcentaje de féminas que expresó sentir orgullo
por ser cubanas (96,3), en comparación con el de los hombres (95,1).
Respecto a la edad, se distingue discretamente el grupo de jóvenes entre
25 y 29 años: en él se encontró el mayor porcentaje de personas que
expresaron sentirse orgullosas de su nacionalidad.
En encuestas anteriores, el tema de la identidad nacional ha tenido
un comportamiento particular cuando se ha hecho el análisis por
regiones. Los resultados de la IV Encuesta Nacional de Juventud
confirman una vez más que la región oriental posee el porcentaje más
elevado de personas que dicen sentirse orgullosas de ser cubanas (97,1),
seguida de las regiones central (95,8) y occidental (95,5), mientras
que La Habana evidencia el valor más bajo (93,9).
Es preciso apuntar en este sentido que en nuestra ciudad capital
trabajan, estudian y viven juventudes de todo el país, por lo que los
criterios capitalinos son criterios de país, aunque sea cierto que
dibujan una realidad ideológica de urbe capital. Esto hace que sea
menester analizar sus características sociopolíticas en toda su
extensión y profundidad.
Al ahondar en las razones por las que la mayoría de los jóvenes se
sienten orgullosos de su cubanía, se observa que casi tres cuartas
partes distingue la manera de ser de los cubanos, mientras que en
segundo y tercer lugar se ubican las tradiciones culturales, religiosas,
arte e idioma, por un lado, y la independencia nacional, por el otro.
Es de vital importancia considerar estos índices, pues se refieren a
cuestiones medulares en el compromiso de los más jóvenes con la
Revolución, y particularmente importantes para la construcción del
socialismo y la participación en los cambios que el país se ha propuesto
acometer.
Dada la relevancia que ha tenido la historia en nuestro país así como
la intención de contribuir a la formación de valores desde su estudio,
se hace imprescindible resignificarla para las actuales generaciones de
jóvenes y modificar los métodos de enseñarla, en aras de que se
convierta verdaderamente en una vía para influir en la formación
integral de los jóvenes.
Participación juvenil en la sociedad
La participación sociopolítica juvenil resulta clave para generar
mayor identificación de este grupo con las dinámicas de la sociedad
cubana.
A la luz de esta consideración, resulta particularmente valiosa una
indagación realizada por el Centro de Estudios sobre la Juventud entre
2011 y 2012 —llevó por nombre La participación juvenil en la sociedad
cubana, 1999-2010—, la cual procuró identificar qué rasgos distinguen la
participación juvenil en los espacios universitario, laboral y
comunitario.
Entre las más importantes recomendaciones que dejó esta pesquisa y
que guardan relación con cuestiones que nuestros jóvenes identificaron
como claves para mantener vivo el orgullo de sentirse cubanos, se
encuentran:
•Priorizar en el sistema nacional de educación la enseñanza del
sistema político cubano y de la Constitución de la República de Cuba.
•Renovar los procesos orgánicos y funcionales del conjunto de
organizaciones, fundamentalmente las juveniles, así como sus métodos de
trabajo con las masas; y
•Estudiar el perfeccionamiento de los procesos electorales en la
circunscripción a fin de potenciar su eficacia participativa y
acrecentar la autoridad y el poder real del delegado de circunscripción.
Estas consideraciones apuntan a la necesidad de reevaluar —como se
viene haciendo— desde todos los actores sociales implicados directamente
en los procesos identitarios y de construcción de ciudadanía, las
formas y métodos de enseñanza y asimilación de ideologías en las más
jóvenes generaciones.
En sentido general, se necesitan nuevas, creativas e ingeniosas
estrategias para lograr mayor participación juvenil y potenciar un
cambio hacia una cultura más participativa. Por ello, la introducción de
diversas maneras de hacer que impulsen a participar constituye un reto
en nuestra nación. Particularmente, la formación de los jóvenes y su
accionar sociopolítico debe responder a una sociedad que se transforma y
desarrolla.
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