Faltan pocas páginas del libro 2017 para cerrar sus puertas de historias y estadísticas.
Las últimas líneas un@s intentan escribirlas con la billetera y otr@s con el corazón, porque depende del polo donde residas; ya que algun@s creen tener ganado el universo al nuevo año con una cuenta en bancos, mientras otr@s tratan de aferrar sus almas a mayores esperanzas.
Mientras cientos de millones del tercer mundo miran la festividad desde el exterior de la vidriera, muchos de ell@s viven con las marcas de porras sobre sus espaldas, la mesa vacía y las manos raídas. A ell@s el miedo les desvela por las lluvias de bombas, el gran negocio del primer mundo, de quienes usan lujosos zapatos y trajes al ritmo que pavonean su champan entre luces de colores, falsas sonrisas y montañas de regalos.
Dan pena quienes encuentran su felicidad entre pompas y lujurias, estando vacíos por dentro.
Solidaridad con quienes se alimentan con sus lágrimas. A ell@s, es la responsabilidad de tod@s hacer realidad esa esperanza de un mejor mañana, de cambiar la tristeza plasmada en el rostro de millones de niñ@s, construyendo justicia.
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