Fulgencio Batista (a la izquierda) y Meyer Lansky (a la derecha). |
Esta entrada estuvo motivado por el hilo de twits de @Maria_VanVan
A partir de
1900, para Cuba comenzó una nueva etapa de dominación, bajo el nuevo estilo de
Neocolonia. La Constitución de la República fue mancillada con una enmienda
impuesta por el senador Oliver Platt, la cual daba potestad a los Estados
Unidos de invadir Cuba militarmente en caso de ver en peligro la “integridad de la noble nación estadounidense”; también el establecimiento de una base militar enclavada en territorio de Guantánamo y tratados bajo el paraguas de “Reciprocidad Comercial” que solo
beneficiaban al norte brutal y empobrecían mucho más a la nación y economía cubanas.
Los
gobiernos de turnos en Cuba, financiados por el visto bueno de los gobiernos
del Estados Unidos, subyugaban a la población bajo sangrientas tiranías, donde
los asesinatos, las torturas y las vejaciones eran el menú en la forma de
gobernación, en la mayoría de ellos.
Mientras se
montaban oleadas de brutalidad policial contra la población trabajadora y
campesina, pobre y desamparada, se dibujó en la mayor de las Antillas un ficticio
panorama de “bonanzas”, cuyas lentejuelas escondían el vicio, la corrupción, el
lavado de dinero y el trasiego de negocios turbios que se ejecutaban a través
de la llamada zona franca (1).
De estas “deslumbrantes” oportunidades económicas se
aprovechó la mafia ítalo-americana, la cual comenzó sus primeras operaciones en
los inicios de los años 1920’s, con el tráfico de alcohol; pero su imperio
realmente comenzó a fortalecerse con los lucrativos negocios que se
establecieron a partir de 1934 con Fulgencio Batista, quien se auto-otorgó el rango
de Coronel del Ejército y se promulgó como el Jefe de las Fuerzas Armadas del país.
Su privilegiada posición le permitió establecer un rígido control sobre
diversos presidentes desde la fecha hasta su llegada a la presidencia: la
primera vez en 1940 por medio de conspiraciones y el engaño, una segunda vez en
1952 por medio del golpe de Estado.
Entre los llamativos e “ilustres” personajes de la mafia que comenzaron
sus operaciones en Cuba, se encuentra Charles “Lucky” Luciano, quien se había
convertido en el padre del crimen organizado en la costa norte del EE.UU. y quien
llegó a Cuba por orden de Meyer Lansky para empezar las coordinaciones necesarias.
Los nuevos “negocios” estuvieron bajo el control de cuatro
familias mafiosas: Corsican Amleto Battisti y Lora (gozó hasta
de inmunidad parlamentaria otorgada por el Partido Liberal), Amadeo Barletta
Barletta, Santo Trafficante (Padre) y el propio Meyer Lansky (su nombre real fue Maier
Suchowijansky).
La mafia encontró en la Habana una base de operaciones segura
para el tráfico de drogas proveniente de América del Sur hacia EEUU, la cual se
transportaba por diversos medios aéreos y navales, incluyendo embarcaciones o
aviones pertenecientes a miembros de la jerarquía política-militar de Fulgencio
Batista.
A finales de 1946 se realizaron importantes encuentros y
reuniones de la mafia en Cuba. Algunas de ellas se realizaron en la propia residencia
de Fulgencio Batista y otras en residencias de cómplices o en algunos lugares públicos, como una que se realizó en
el Hotel Nacional y fue amenizada, incluso, por el cantante Frank Sinatra.
La mafia tuvo también su participación en la vida política del
país, al trabajar en conjunto con los órganos de inteligencia de EE.UU., quienes
preocupados por una posible insurrección, impusieron a través del aparato de
represión del gobierno, una cacería al estilo McCarthy a las actividades
revolucionarias llevadas a cabo por diversos grupos de carácter comunista, progresista
o patriótico, de la sociedad cubana: entre ellos el Partido Comunista o el
Movimiento Obrero liderado por Lázaro Peña.
Los mafiosos, además, tuvieron puestos en la banca cubana, como es el caso de
Don Amadeo Barletta Barletta, quien recibió una licencia para convertir el
Banco Internacional de la Habana en el Banco Atlántico S.A. y que por medio de éste se facilitara el lavado de dinero adquirido en los “negocios” de las familias.
El gobierno de Prío Socarrás, involucrado en los manejos
sucios con la mafia, fue denunciado por el joven abogado Fidel Castro:
“Prío no es ajeno al
trato con pandillas. Lo escoltaron celosamente durante su campaña política.
Asumió el poder abrumado por los compromisos.
“[...] Así, por
ejemplo, aparte de otros grupos más pequeños, al grupo de Guillermo Comellas se
le dieron 60 puestos; el Tribunal Ejemplar Revolucionario recibió 110; Union
Insurreccional Revolucionaria, 120; Acción Guiteras, 150 puestos; Grupo de Colorado'a,
400 posiciones; Masferrer, 500 puestos y el grupo de Policarpo, el más temible,
600 puestos. Esto hace un total, de acuerdo con los datos en mi poder, de 2 120
puestos que se estaban pagando por servicios no prestados en los Ministerios de
Salud, Trabajo, Interior y Obras Públicas.”
Meyer Lansky, quien llegó a Cuba después de la II Guerra
Mundial, se estableció en breve tiempo como el dueño de una multitud de casinos
a lo largo del país, introduciendo más de 10 mil máquinas tragaperras,
floreciendo con éstas sus negocios del juego, prostitución, tráfico de armas y
drogas. Para la construcción de este imperio contó con los “servicios” del
temido “Fat Butcher” (cuyo verdadero nombre era Nicholas di Constanzo). Aunque para sus “bonanzas”, Lansky tuvo al casino insignia del Hotel El Capri, cuyos grandes
beneficios de sus “negocios” le permitieron cumplir su gran sueño: la
construcción del Hotel Rivera, el cual abrió sus puertas el 10 de diciembre de
1957.
Según las oficinas del Tesoro de EEUU en Cuba, en su reporte
del 27 de marzo de 1958, la mafia tenía negocios o tenía control sobre las siguientes
instalaciones: The Casino Riviera, The Hotel Nacional International Casino, The
Hotel Capri Casino, The Hotel Havana-Hilton Casino, The Night Club Sans Souci
Casino, The Club Tropicana Casino, The Hotel Deauville Casino y The Hotel
Sevilla Baltimore.
Pero no se puede dejar de mencionar las expectativas de
lucro que tuvieron con el proyecto Montecarlos, en la costa norte de La Habana, o el
complejo de marina que se tenía previsto construir en la otrora Isla de Pinos
(en los predios del Hotel El Colony), destinada a yates de lujo y lavado de
dinero.
Fotos de diciembre de 1959 de la entrada al Hotel El Colony, otrora Isla de Pinos |
Cuba no fue únicamente un antro de negocios y crímenes para la mafia
ítalo-americana, la cual participó de manera
activa en los análisis, financiación e implementación de los planes de
desarrollo de la industria del ocio y el juego; sino que también existió una
mafia cubana que floreció con vínculos al gobierno de Fulgencio Batista. Entre éstos
se encontraban auténticos criminales que prestaron sus “servicios” para
reprimir, torturar o asesinar. A modo de ejemplos basta mencionar:
- El Coronel Esteban Ventura Novo, Jefe de la Quinta Estación de Policía de La Habana, de quien se decía que sus medallas chorreaban sangre.
- Pilar García, del cual se decía que tenía “nombre de mujer y alma de hiena”, e instauró el llamado “Método García”, el cual consistió en asesinar a los prisioneros por la espalda.
- Carlos M. Tabernilla, piloto y Jefe de la Fuerza Aérea de Batista, asesinó sin miramientos y acribilló familias enteras cuando autorizó los bombardeos contra los campesinos de la Sierra Maestra y de las ciudades de Cienfuegos y Santa Clara, cuando el poder batistiano estaba en sus últimas horas. Como Jefe del Ejército, su padre popularizó una frase que estremecía a sus propios soldados: “Darle candela al jarro hasta que suelte el fondo”.
- Conrado Carratalá, participó junto con Ventura Novo y otros, en la masacre de presos políticos en la prisión del Castillo del Príncipe, el 1 de agosto de 1958.
- Rolando Masferrer, cabecilla de una banda paramilitar formada por numerosos criminales, a la cual se le llamó “Los Tigres de Manferrer”. Este testaferro tenía un periódico que paradójicamente llamó “Libertad” y todo el que aparecía en sus líneas era encontrado posteriormente mutilado y asesinado. Este esbirro huyó a Miami el mismo primero de enero de 1959, pero antes de la huída, sus hombres mataron a 15 personas en Manzanillo, entre ellas a una familia de 9 miembros a quienes dieron candela dentro de su propia casa, ocasionando la muerte de 3 niños, uno de ellos de 18 meses (2).
El 1 de enero de 1959 propició un gran cambio dentro de
la vida social, política y económica de Cuba. Todos estos maleantes, temerosos
por sus crímenes y conscientes de las leyes que adoptaría la Revolución,
huyeron hacia Estados Unidos, cuyo gobierno los acogió, refugió y puso a sus
servicios en planes de agresiones y propaganda contra el proceso revolucionario cubano y sus líderes.
Todas las propiedades de estos maleantes y asesinos fueron
confiscadas y nacionalizadas, junto con las propiedades pertenecientes a
corporaciones estadounidenses y otras nacionalidades que hasta el momento se
habían lucrado con el expolio de los derechos y la explotación de la ciudadanía
cubana.
Desde entonces, las agencias de prensa al servicio de los intereses
imperialistas, intentan promocionar que antes de enero de 1959 hubo una Cuba
plena de bonanzas; pero sin especificar que éstas sólo eran accesibles a una élite afín
a los gobiernos corruptos de turno y, fundamentalmente en la última etapa, a la
dictadura batistiana, lucrándose del robo, el juego, la prostitución, el
tráfico de armas y drogas; mientras la mayoría de la población vivía en un país
atrasado y forzado al monocultivo, dependiente económicamente de EE.UU., con una población mayoritariamente analfabeta y
subyugada por la desigualdad, el racismo y la discriminación.
Sobre esa "lujosa y próspera" Cuba bajo mando estadounidense, la prensa imperialista omite en sus “noticias” que el 70% de los clientes de los casinos eran turistas
norteamericanos y el resto del porcentaje pertenecía a la burguesía nacional
cubana y a visitantes ricachones de América Latina.
Aunque paradójico, pero mientras los expropiados de otras
nacionalidades aceptaron las indemnizaciones del gobierno revolucionario,
Estados Unidos fue el único que forzó a sus conciudadanos a no aceptar pago
alguno por la nacionalización de sus propiedades; ya que de esta manera se
abogaba el "derecho de exigir", también, la devolución de las propiedades de sus protegidos
criminales y mafiosos.
Curiosamente, la mayoría de esos mafiosos y criminales al
servicio de la dictadura batistiana, en complot con la CIA (Agencia Central de
Inteligencia) planificaron, financiaron y ejecutaron muchos de los 638
intentos de asesinato contra Fidel Castro, como también muchas de las agresiones
realizadas contra diplomáticos cubanos e instalaciones económicas y turísticas
de Cuba. Imposible olvidar el dolor de todo un pueblo por la muerte de sus
hijas e hijos, como los que perdieron la vida en la voladura en pleno vuelo del avión de cubana 455, al salir de Barbados el 6 de octubre de 1976; obra de un
criminal como Posada Carriles, quien aún se encuentra libre por las calles de
EE.UU. (3).
Los herederos de Meyer Lansky y de otros tantos
mafiosos y testaferros andan reclamando a la Revolución cubana las antiguas propiedades de sus
parientes y aguardan con ansias de retornar a Cuba y a toda
su población a esa época de antaño, donde los criminales, corruptos y defraudadores
se daban la buena vida, mientras los campesinos eran desalojados
constantemente, el desempleo en la clase obrera rebosaba las calles de mendigos,
el racismo y la discriminación denigraban a cualquier personas y las elecciones
no eran más que un negocio para la clase política.
Ninguno de estos delincuentes se preocupó
vez alguna por los problemas acuciantes de Cuba, como sí lo hizo Fidel Castro, quien denunció en varias ocasiones las penurias que vivía la población cubana. Su ocasión más contundente fue en su alegato conocido
por “La Historia Me Absolverá”.
Cada año de celebración del triunfo de la
Revolución cubana certifica la derrota de aquel “modelo”, neocolonial, donde los privilegios pertenecían únicamente a una cúpula mafiosa y sus políticos cómplices, quienes campeaban a sus
anchas a expensas del pueblo.
Cada año de celebración del triunfo de la
Revolución cubana certifica el triunfo de un proceso político, socialista, que desde enero de 1959 cuenta con el
apoyo de su pueblo y lo constata como el actor fundamental de su construcción y
desarrollo.
Cada año de celebración del triunfo de la
Revolución cubana certifica las palabras de Fidel Castro, en su discurso en
el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, el 1 de enero
de 1959:
“Esta vez, por fortuna para Cuba, la
Revolución llegará de verdad al
poder. No será como en el 95 que vinieron los americanos y se
hicieron dueños de esto. Intervinieron a última hora y después ni
siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no
quisieron que entrara en Santiago de Cuba. No será como en el 33 que cuando el
pueblo empezó a creer que una Revolución se estaba haciendo, vino el señor
Batista, traicionó la Revolución, se
apoderó del poder e instauró una dictadura por once años. No será
como en el 44, año en que las multitudes se enardecieron creyendo que al fin el
pueblo había llegado al poder, y los que llegaron al poder fueron los
ladrones. Ni ladrones, ni traidores, ni
intervencionistas. Esta vez
sí que es la Revolución.”
¡Y la Revolución no sólo llegó, sino que se
quedó y sigue su marcha triunfante!
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