Raúl Capote, el doble agente |
Por Pascual Serrano
- Entre 2005 y 2011, Raúl Capote trabajó para la CIA en Cuba cuando en realidad informaba de cada uno de sus contactos a los servicios de inteligencia cubanos
- "Como salíamos con frecuencia por las provincias, aprovechaban esos viajes para instruirme o enseñarme. Mientras tanto yo iba informando al Ministerio del Interior cubano de todas las actividades con el nombre en clave de Daniel"
Se llama Raúl Antonio Capote, pero durante varios
años fue también el agente de la CIA Pablo, y el agente de la seguridad
cubana Daniel. Ahora ha vuelto –suponemos– a ser solo Raúl, profesor de
la Universidad de Pedagogía. Alguien cita su nombre durante una reunión
de trabajo en un congreso sobre internet y redes sociales en La Habana.
Se encontraba en las últimas filas, un hombre discreto, se diría que
hasta tímido, que pasa desapercibido.
Lo abordo en la
calle al final de la jornada y le pido una cita para contarme su
historia. Me da su correo electrónico y su teléfono particular. Me cita
en su casa en un barrio a las afueras de La Habana. Tras dos horas de
conversación, descubro que lo que interpreté como timidez es la sangre
fría de quien sabe mantenerse tranquilo y sereno en las peores
situaciones.
Su
historia me lo confirma. Una historia que empieza en los años ochenta,
termina –por ahora– en 2011 y que nos muestra que la guerra fría entre
Cuba y Estados Unidos sigue vigente. Capote era vicepresidente de la
asociación cultural Hermanos Saíz en la provincia cubana de Cienfuegos,
en torno a la cual se estaba aglutinando un grupo de escritores jóvenes
muy críticos, lo que les situó en la mira de los estadounidenses que
consideraron equivocadamente que podrían ser reclutados para combatir la
revolución cubana.
"Empezaron apareciendo por la
asociación algunos estadounidenses en nombre de universidades y
fundaciones estadounidenses con el objetivo, decían, de 'promover
nuestra obra'. Pero yo era un escritor incipiente, apenas tenía algunos
escritos, no había nada que promover. Nos pareció extraño, pero como
todo era de ámbito cultural, nos invitaban a actividades meramente
culturales, sin ningún contenido político, no nos preocupamos
demasiado", explica Raúl Capote.
"Poco después
–añade– empezaron a estimularnos para que iniciáramos un tipo de
literatura que 'representara la realidad del país', según ellos debía
tratar sobre los derechos humanos, la libertad de expresión, la
represión, la censura, etc... Uno de ellos me dijo que si escribía una
novela sobre Cuba de determinadas características, ganaría muchísimo
dinero, unos 10.000 dólares que para un cubano es una barbaridad. Es
entonces cuando yo informo a mis superiores en el Ministerio de que unos
extranjeros van proponiéndonos que escribamos determinadas cosas a
cambio de dinero".
Foto sacada por los servicios de inteligencia cubanos de un encuentro entre Raúl Capote y el agente de la CIA René Greenwald |
Un perfil idóneo
El contacto se enfría y Capote, años después, en 1995, se incorpora a
trabajar en La Habana al Sindicato de Trabajadores de la Cultura, donde
están asociados 40.000 profesionales, lo que, parece, le hizo muy
interesante para los estadounidenses. "Sin duda ellos estudiaron mi
perfil y lo consideraron idóneo por mi influencia en el sindicato, mi
espíritu crítico hacia todo lo que me parecía deficiente en la
revolución y la existencia de gran parte de mi familia en Estados
Unidos, de ahí que comenzaran de nuevo las visitas de gente que decían
ser profesores estadounidenses.
Se dedican a promover mi novela El caballero ilustrado
convocando reuniones y presentaciones, envían profesores universitarios
desde EEUU para entrevistarme y encargarme trabajos. Junto con uno de
ellos viene un tipo que se dice traductor y que quiere hacerme una
entrevista que termina siendo puramente política, sobre mis posiciones
sobre la revolución, la llamada oposición, mis aspiraciones... Desde el
MININT (Ministerio del Interior cubano) se propone que le sigamos el
rollo mientras podamos. Se acentúan las visitas, yo voy entrando a su
tema, pero siempre dejando claro que no compartía los métodos y formas
de los grupos cubanos contrarrevolucionarios".
Bajo
el formato de fundaciones y universidades los estadounidenses proponen
una línea de publicación de escritores cubanos en unos tiempos –final
del Periodo Especial– en que la situación económica del país no permitía
nada parecido por parte del Estado. Por otro lado, se trataba de libros
sin contenido político. Capote publica entonces su segunda novela, El adversario.
En mayo de 2004, un mes después de la toma de posesión de Rodríguez
Zapatero como presidente del Gobierno, ocurre un hecho que muestra la
coordinación entre las embajadas estadounidense y española. Le llaman de
la embajada de España en La Habana para invitarlo "como importante
escritor cubano" a un almuerzo con el embajador, lo que le deja
impresionado porque es muy poco conocida su obra, que se limita a un par
de libros. Pero al poco vuelven a telefonearle para cancelar la cita y,
curiosamente, al día siguiente le llaman de la SINA (Sección de
Intereses de Estados Unidos en La Habana, el organismo que sustituye a
la embajada al no tener relaciones diplomáticas).
Le
invitan a una cena en casa de un funcionario norteamericano. En opinión
de Capote, la coincidencia muestra que, como primer paso de acercamiento
y para estudiar su reacción, los españoles le proponen una cita de
tanteo y, al ser aceptada, la anulan y los norteamericanos pasan a la
que les interesa. En esa cena en la SINA se encuentra con doce
funcionarios estadounidenses junto a otros invitados de varias embajadas
como la de República Checa, Países Bajos o Reino Unido.
Una cena con mucha bebida
"Todos se jactaron de haber estado en Europa del Este y ser conocedores
de transiciones del socialismo hacia el capitalismo. Ahí conozco a
Kelly Keiderling, jefa de la oficina de prensa y cultura de la SINA. Se
trató de una cena sencilla pero con mucha bebida, excesiva en mi
opinión. Me preguntan sobre cosas de Cuba y sobre el bloqueo
estadounidense a la isla. Yo me posicioné en contra, dando una imagen de
persona sincera que no dice lo que ellos quieren oír, sino lo que
piensa. Dije que estaba a favor de un intercambio cultural, incluso para
favorecer el cambio en Cuba. De modo que salí de allí pensando que no
les habría agradado mucho. Sin embargo, ahí comienza una estrecha
relación con Kelly que inicia un trabajo de influencia sobre mi familia.
Dijo que quería facilitarme la vida, que yo era un escritor brillante.
Mi familia nunca tuvo conocimiento de los planes de inteligencia, pero
la aceptaban porque son gente amable, además no hablábamos de política
delante de mi esposa".
La amistad con Kelly dura
varios años, se convierte en la madrina de su hija para entrar en la
familia. Sugiere incluso llevar a su ahijada a Estados Unidos a estudiar
con una beca. Poco antes de dejar su misión diplomática en La Habana,
le propone crear una agencia literaria en Cuba que fuera económicamente
independiente del Estado cubano.
"Se crea la pagina
web Agencia Literaria Cubana Online, desde la cual se difundían los
autores y se vendían obras, pero la idea empieza a convertirse en otra
cosa, dicen que quiere que agrupe no solo a escritores sino también a
artistas, músicos, que se coordinara con otras embajadas, como la
alemana, etc... Para todo ello iba a recibir financiación de las
embajadas, a partir de eso se crearía una nueva 'red de pensamiento'.
Los artistas e intelectuales cubanos se dirigirían a mí y yo les
garantizaría fondos e independencia económica para promover dentro de
Cuba un pensamiento alternativo.
Para ello comienzan a crear una
biblioteca digital, especialmente de economía y ciencias políticas,
algunas novelas, películas como La vida de los otros, La ola o 1984,
basada en la novela de George Orwell. Ellos querían que la agencia
comenzara a distribuir programas de televisión norteamericanos, de TV
Martí, etc... Querían también que la gente de la agencia se uniera a
grupos que ya existían, aunque no tuvieran filiación política, como un
grupo de filatélicos, iglesias, jóvenes, etc. para introducir los temas
que les interesaban dentro de esas organizaciones. Ya empiezan a enviar
dinero, en teoría para el proyecto, no para mí, pero no pedían que
justificáramos los gastos y estos eran ilimitados. Daban tres, cuatro o
cinco mil dólares y ni siquiera miraban si habíamos organizado la
actividad para la que pedíamos el dinero. Les gustaban temas como de
microemprendedores, cómo organizar la sociedad civil, cursos de
liderazgo, proporcionaban manuales y cosas así".
"A partir de ahora serás Pablo"
En 2005 Capote entra en contacto con un agente de la CIA, René
Greenwald, un veterano de la guerra contra Cuba, y le dicen que rompa ya
cualquier contacto con la SINA. Ahora será un agente de la central de
inteligencia. "Comenzó presentándose como dueño de una empresa que
fabricaba libros sobre educación, luego me dice que trabajaba para el
Gobierno norteamericano. Un día empezó a preguntarme si estaba dispuesto
a trabajar para el Gobierno de EEUU, dije que sí, que eso era lo que
llevaba haciendo todos esos años, pero ahora se trataba de otra manera.
Es cuando me dice que es de la CIA: 'Somos una paternidad, nos ayudamos
en todas partes del mundo, la agencia tiene diferentes tipos de agentes,
algunos intelectuales que trabajamos en la guerra cultural. Yo te
propongo, si estás de acuerdo, formar parte de nosotros'. Le dije que
sí. En mi primera misión le hago un informe sobre unas bibliotecas
independientes y cuando voy a firmarlo, me dice 'firma Pablo, a partir
de ahora serás Pablo', y brindamos, formalizando mi entrada en la
agencia de inteligencia estadounidense".
Comienzan a
darle tareas relacionadas con la cultura y los intelectuales y pagarle
3.000 dólares mensuales en metálico, la cantidad que él les propuso
cuando se lo preguntaron. "Yo nunca firmaba un recibí ni nada parecido.
Venía a Cuba mucha gente a entrenarme en el trabajo con la sociedad
civil, prepararme y hacerme un proceso de investigación muy fuerte,
aunque se supone que ya lo habían hecho desde la SINA. Como salíamos con
frecuencia por las provincias, aprovechaban esos viajes para instruirme
o enseñarme.
Mientras tanto yo iba informando al Ministerio del
Interior cubano de todas las actividades con el nombre en clave de
Daniel, siempre con todas las medidas para que no nos descubrieran los
estadounidenses"
La CIA también extremaba las medidas
clandestinas: le dieron un teléfono celular, entonces no autorizados
para los cubanos, los contactos eran en la madrugada en distintos
lugares de La Habana o del país, diferentes enlaces le mandaban recursos
materiales o dinero. Le facilitan una conexión de internet y un
programa de encriptado muy novedoso. "Era indescifrable, permitía
ocultar información en los píxeles de una fotografía digital o en un
archivo de música. Tu escribías un mensaje y el programa lo encriptaba
en una foto o una canción incluida en un CD de música y nadie percibía
viendo la foto o escuchando la canción que estuviese ahí el mensaje. El
destinatario, mediante el programa de encriptación, extraía el mensaje".
Los enlaces eran falsos turistas o falsos
estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina, muchos eran
latinoamericanos, no estadounidenses. Otros venían como visitantes de
una universidad extranjera a verlo a la suya. "Yo debía enviar dos veces
a la semana análisis de la sociedad cubana, entrevistar gente en la
calle, y enviar una evaluación: qué pensaban de determinadas medidas,
sobre visitas de personas norteamericanas, evaluación de alguna persona
de la universidad. Evidentemente yo se los enviaba con una intención
desinformativa más que informativa".
Las antenas de La Habana
En una ocasión le pidieron un estudio sobre la densidad de antenas que
había en La Habana para conectarse ilegalmente a la televisión por
satélite. Querían saber quiénes tenían montado un negocio
construyéndolas, quién proporcionaba las piezas, quiénes decodificaban
las tarjetas y, en un segundo paso, poderles hacer llegar los
suministros y dinero para que trabajaran en eso. "Un día de 2007 llega a
mi casa un funcionario de la Sección de Intereses que me trae una
maleta con una estación de comunicaciones vía satélite, un Hbgan, más
sofisticado que el que usan los corresponsales de guerra porque llevaba
una tarjeta que utilizaban los servicios especiales y que hacía
irrastreable su señal. Se conectaba desde mi casa a un satélite del
departamento de Defensa y enviaba la información de forma segura.
Estaban obsesionados con que nadie lo viera y tenía instrucciones de
destruirlo si el secreto peligraba".
Comienza
entonces la tarea más importante que se le encomendó al agente Pablo: la
creación de una organización que se llama Génesis. Se trataba de una
fundación que dirigía desde la universidad y que tenía varias líneas de
trabajo, para ello utilizaba material de varios think tank neoliberales, entre ellos la FAES española.
El profesor Raúl Capote debía aparentar ser muy revolucionario para
escalar puestos en la universidad, recibiría todos los recursos
necesarios para tener éxito en su entorno profesional: organizar
festivales de música, gestionar invitaciones, facilitar becas del
Gobierno de EEUU a los estudiantes y profesores cubanos para todo el
mundo. Se les pagaría todo, eran becas para estudios de liderazgo
durante un año con la condición de que regresaran a Cuba. La idea era
crear un grupo de activistas para golpes suaves como el que intentaron con los estudiantes en Venezuela, o en las revoluciones de colores en Europa del Este.
Génesis captaría profesores que estaban disgustados para llevarlos a
eventos en Europa. También pretendían cooptar a los líderes de otras
organizaciones revolucionarias para llevar los planes de la CIA a esas
organizaciones. "El dinero que me llegaron a dar es difícil de calcular,
muchísimo, más de 3.000 dolares mensuales desde 2005 a 2011, además de
ordenadores personales y todo tipo de tecnología para colaboradores.
paquetes de alimentos que se suponía que venían de familiares,
medicamentos, ropa, cosas de aseo. Yo podía pedir todo lo que quisiera
sin control ninguno. Ellos decían que Génesis era la 'fundación del día
después', trabajábamos con jóvenes, pequeños empresarios, etc.
Apostaban a la desaparición física de los lideres históricos de los
líderes de la revolución, y tenían creadas las condiciones para que,
una vez que eso sucediera, pasaran a otro tipo de acción. Entre la
misión de Génesis estaba impedir el relevo histórico de la revolución,
debía haber una fuerza bien ubicada y con recursos necesarios para ese
día salir a la luz como un tanque de pensamiento con una estructura que
crearía la nueva derecha cubana desvinculada totalmente de la
contrarrevolución actual. Como yo nunca contacté con un cubano que
estuviera por encima de mí, yo les decía 'pero ustedes piensan que yo
voy a ser el futuro presidente de Cuba'. Ellos me respondían: 'Tú vas a
ser el que pones a los presidentes de Cuba. Tú estás preparando a los
líderes políticos'".
"La CIA sigue tratando de contactar conmigo"
En 2006, con la enfermedad de Fidel Castro, activan el plan que
consistía en comenzar con una acción provocadora que debía organizar un
tipo que era carne de cañón de ellos, entonces se organizaba una
supuesta sublevación en Centro Habana, un municipio de población más
marginal perteneciente a la provincia de Ciudad de La Habana. Fidel
muerto, Raúl sin capacidad para gobernar, un caos generalizado y
entonces aparece Raúl Capote, un profesor de universidad e intelectual
que ha tejido una red de influencias, que es entrevistado por varias
agencias de prensa ya preparadas. Capote pide, para evitar derramamiento
de sangre y perdida de vidas humanas, que EEUU ocupe el país durante
tres años. En esos tres años Génesis se ocuparía de formar a los nuevos
líderes. "Eso me lo confesaron ellos porque yo era un agente de la CIA,
no un mero disidente al que manejaban. Si las cosas iban mal, yo me iría
a vivir a Estados Unidos: 'Serás un gran profesor de una universidad
norteamericana, tendrás tu dinero seguro en el banco'".
"En 2011 me solicita la dirección del país que saquemos todo a la luz y
participe en una denuncia pública. Había que decirle a los cubanos que
no hay un plan de transición para Cuba, que ellos lo que quieren es
ocupar el país militarmente durante tres años, la ley Helms-Burton bien
lo dice, tienen previsto hasta redactar la Constitución de Cuba. Y en
ese plan no van a participar ni los cubanos de Miami". Se hace un
documental, Las razones de Cuba, y en el último capitulo el agente Daniel de la seguridad del Estado cubano denuncia los planes.
"La CIA sigue tratando de contactar conmigo por todas las vías porque
les resultaba inexplicable lo que había pasado, vinieron a mí como si no
hubiera ocurrido nada, como si no se hubieran enterado. Ellos creen
mucho en el poder del dinero, pensaban que pagándome volvería otra vez
con ellos. Ahora me dedico a seguir impartiendo mis clases en la
Universidad de Pedagogía, lo mismo que estaba haciendo antes. Todo el
dinero que me daban yo lo enviaba al Gobierno cubano, ahora cobro 765
pesos cubanos. Mi misión ha sido mostrar la guerra sucia mediante el
dinero que el Gobierno de Estados Unidos utiliza contra Cuba. Me
considero un comunista, no por accidente geográfico, sino por convicción
profunda. Lo más inesperado es el cariño que me he encontrado de los
cubanos por la calle. Gente que no me conocía me quiere dar un abrazo,
mi familia nunca imaginó que yo me dedicaba a eso, nunca supieron de la
existencia de Pablo, ni de la existencia de Daniel, de alguna manera
también les engañé, los regalos creyeron que procedían de mi familia en
Estados Unidos. Ahora lo comprenden todo".
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