Por Guillermo Oglietti.
Las próximas elecciones presidenciales en
Ecuador son muy relevantes en la disputa por Latinoamérica. No solo nos
permitirá ver si continúa el “cambio” de retorno a los 90s o, si por el
contrario, los méritos propios junto a los malos resultados de las gestiones de
Macri y Temer impulsan la continuidad del progresismo en América Latina.
También es muy importante porque será la primera elección presidencial en el
mundo que tendrá lugar tras el ascenso de Trump al comando de EEUU, y podremos
tener una primera impresión sobre cómo responde la ciudadanía Latinoamericana.
El
cambio más significativo, sin duda, lo experimentarán nuestras élites. Están
atravesando una crisis psicológica de identidad, que podemos comprender
haciendo una analogía familiar. Para nuestra burguesía, EEUU fue siempre la
madre protectora que les educaba con el ejemplo, mientras que el presidente
estadounidense, fue el padre autoritario cuyas indicaciones obedecían sin
chistar, todo bajo el patrón moral del dios Globalización. Pues bien, con Trump
en la presidencia, están experimentando lo mismo que un niño cuya madre se ha
casado con un padrastro odioso (racismo), que profesa una antigua religión
(proteccionismo), los acusa de estar tomando demasiada teta (aprovechándose de
EEUU), los hecha de la casa (expulsiones de inmigrantes), y además les pide plata
para pagar refacciones (el muro). Nuestras élites “han perdido el norte”, ya no
cuentan ni con el padre, ni la madre, ni con el dios Globalización para
marcarles el rumbo.
Aún
es demasiado pronto para que los ecuatorianos incorporen en sus preferencias
electorales el efecto Trump, y el tema no termina de aparecer en el debate
público a pesar de su importancia. Por ello, es más necesario que nunca poner a
consideración de la ciudadanía esta gran transformación para que decidan cuál
es el líder que necesita Ecuador en estas circunstancias. La claridad de los
ciudadanos le permitirá al país compensar la vacilación que enfrenta la
burguesía en estos momentos.
Hay
básicamente dos modelos en pugna en Ecuador, el modelo progresista-humanista de
Lenin Moreno, quien continúa la transformación iniciada por Correa en 2007 y,
el modelo conservador neoliberal representado por la socialcristiana Cynthia
Viteri y el banquero Guillermo Lasso. Este par está enemistado por la
circunstancia electoral, ya que compiten por lograr el 2do puesto en la primera
vuelta el 19 de febrero, pero están unidos por las preferencias ideológicas y
económicas que comparten sin distinción: ambos enarbolan en lo económico la
propuesta neoliberal y, en lo político, el rechazo visceral a todo lo que
representa la Revolución Ciudadana (Viteri llegó a jactarse de ser la única que
no aprobó ni una de las políticas durante estos años, ni tan siquiera, el
cierre de la base de EEUU en Manta). Ambos representan el establishment, Lasso
-el Macri de Ecuador-, cuenta con el apoyo del establishment doméstico,
mientras que Viteri – la Hillary ecuatoriana-, ha sido la elegida por el
establishment internacional a cambio de comprometerse a agredir a Venezuela y
sacar a Ecuador del ALBA.
Pero
en eso ¡llegó Trump!
Como
son muchas las incertidumbres que trajo Trump, es conveniente concentrarse en
las certezas que tenemos. Una de ellas es que se producirán cambios en la
globalización. No sabemos aún si morirá, como ha dicho García Linera, o si sólo
está herida, regenerando o transformándose, pero estamos seguros que habrá
cambios y estos cambios han dejado mal parados a los candidatos neoliberales
que solo apuestan por el simplón principio del libre comercio. Vienen épocas de
renegociación, de juegos de estrategia internacional, de aprovechar la
multipolaridad y de fortalecer la negociación con unidad regional.
Los
ecuatorianos elegirán al líder que conducirá esta renegociación y pueden optar
por el candidato que propone hacerlo desde los principios fundacionales de Alianza
PAIS (Patria Altiva I Soberana), o los de Lasso y Viteri, que quieren volver al
modelo de buen alumno del FMI aplicado en los 90s, es decir, vasallaje de EEUU,
rechazo al apoyo multipolar -entre ellos el de China-, y aislamiento respecto a
los vecinos latinoamericanos. En efecto, la promesa de sacar a Ecuador del
ALBA, justo en este momento, cuando necesitamos fortalecer el comercio entre la
región y unirnos para negociar mejor ¡es un monumento a la estupidez!
En el tablero de ajedrez de la política y la
economía internacional, Ecuador es un jugador pequeño. Lenín Moreno podrá
acomodar sus piezas mejor o peor, pero propone jugar en el tablero de ajedrez
que impone la realidad, en cambio, Viteri y Lasso siguen jugando a las Damas
sin darse cuenta que el tablero cambió. No sabemos cuál será el líder que
elegirán los ecuatorianos, de lo que estamos seguros es que Trump preferirá no
tener a Lenin al frente en la mesa de negociaciones.
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