Por Miguel Angel García Alzugaray.ç
PARTE I
A partir del pasado 26 de abril, Mike Pompeo, un halcón militarista, escéptico de la diplomacia y con controvertidas posturas que incluyen señales de islamofobia, agresividad ante todo lo que sea progresista en Latinoamérica y una “sospechosa” homofobia, dirige la diplomacia de Estados Unidos desde la Secretaría de Estado.
Pompeo, primer director de la CIA en la presidencia de Donald Trump, fue ratificado en un pleno en el Senado para el cargo, en el que dio relevo al empresario petrolero Rex Tillerson. Pompeo recibió 57 votos a favor, incluyendo los de un puñado de demócratas, y 42 en contra.
La confirmación de Pompeo, pone en el gabinete de Trump a uno de sus confidentes, con el que mantiene una relación estrecha y mucho más fluida que la que tuvo nunca con Tillerson, con quien mantuvo serias diferencias y tensiones en público y en privado.
Tillerson buscaba mediante el diálogo una manera de suavizar el tono agresivo e incendiario del presidente. El lineamiento de trabajo de Tillerson se inclinaba hacia la diplomacia para conseguir resultados, aspecto en el cual discrepaba con Donald Trump y con Pompeo, entonces director de la CIA.
Desde los servicios secretos estadounidenses se suele describir a Pompeo como el seguidor más leal a Donald Trump, a quien defendió en numerosas ocasiones frente a las críticas. Según las informaciones, se ganó al presidente brindando los informes presidenciales diarios de seguridad nacional y alineándose políticamente con el mandatario.
A Pompeo se le considera trabajador, pero también oportunista, y muy agresivo hacia sus subalternos.
La salida de Pompeo como director de la CIA puso en el cargo a Gina Haspel, mujer con más de 30 años de experiencia en la agencia de inteligencia y quien se desempeñaba desde inicios de febrero como subdirectora de la CIA.
¿Quién es realmente Mike Pompeo?
Pompeo, de 53 años, es un republicano de línea dura. Pompeo, quien desde enero de 2017 era el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), mantuvo un delicado equilibrio en las relaciones entre los servicios de inteligencia y Trump, quien llegó a comparar en una ocasión la gestión de la CIA con la “Alemania nazi”. El 24 de enero de 2017, Pompeo recibió la confirmación del Senado para ser el director de la CIA.
El nuevo Secretario de Estado Es un seguidor del ultraconservador Tea Party, que impulsa un giro a la derecha entre los republicanos desde hace años. Pompeo traerá con él, al departamento de Estado, la disciplina de un egresado de West Point, la academia militar estadounidense, así como la experiencia política adquirida en cuatro períodos en la Cámara de Representantes, donde integró el controvertido Comité de Inteligencia.
Desde 2011, Michael Richard Pompeo fue diputado por Kansas en la Cámara de Representantes, antes de pasar a dirigir la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en 2017.
“Con Mike Pompeo, tenemos una forma de pensar muy similar”, dijo Trump. Pompeo realizó una carrera meteórica apoyada fuertemente en oportunidades políticas que finalmente lo llevaron hacia Trump.
Nacido y educado en el sur de California, se graduó con la mayor graduación de su clase en la academia militar de West Point en 1986, especializado en ingeniería. Hizo el servicio militar durante cinco años (nunca en combate) y luego ingresó en la facultad de derecho de Harvard.
Más tarde fundó una empresa de ingeniería en Wichita, Kansas, donde sus apoyos financieros incluyeron a los conservadores hermanos Koch, multimillonarios petroleros y poderosos operadores del Partido Republicano.
Los Koch también apoyaron su exitosa campaña para entrar al Congreso en 2010 y la legislación que él promovió sobre la energía, durante los primeros años en la Cámara baja, fue vista favorablemente por ellos.
Rápidamente pasó a integrar el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, que, como organismo de control de la CIA y otras agencias, estaba al tanto de los secretos mejor guardados del país.
Durante la campaña a las presidenciales de 2016 fue un destacado crítico de la candidata demócrata, Hillary Clinton. Apoyó públicamente al director del FBI, James Comey, por retomar la cuestión de los correos electrónicos privados de Clinton poco antes de los comicios.
Como legislador, fue crítico del acuerdo nuclear de la administración de Barack Obama con Irán. También ha defendido programas de recolección masiva de datos personales por parte de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) y es un firme defensor de que se mantenga abierto el centro de detenciones de Guantánamo, en Cuba.
Defensor acérrimo del empleo de la tortura
Pompeo defendió a la CIA después de la publicación del Informe del Comité de Inteligencia del Senado sobre la Tortura en 2014, que detalla prácticas de interrogatorio criticadas por su violación de derechos humanos.
“Estos hombres y mujeres no son torturadores, son patriotas”, dijo en su momento, además de defender las tácticas de la CIA como prácticas “dentro de la ley, dentro de la Constitución”.
Pese a que durante sus audiencias en el Senado para la confirmación en su cargo Pompeo dijo que no permitiría que la CIA use técnicas de interrogación consideradas como tortura, en una serie de respuestas escritas a preguntas de miembros del Comité de Inteligencia de la Cámara Alta aseguró que estaba abierto a reconsiderar ese asunto “para proteger” a su país.
En 2013, Mike Pompeo fue criticado de tener una visión “islamofóbica” por los comentarios que hizo tras las letales explosiones en el maratón de Boston. Ante sus colegas representantes, sugirió que algunos líderes religiosos islámicos podrían estar alentando los ataques extremistas.
“Cuando los ataques terroristas más devastadores en Estados Unidos en los últimos 20 años vienen en su mayoría de personas de una sola fe, y se llevan a cabo en el nombre de esa fe, una responsabilidad especial recae sobre aquellos que son los líderes de esa fe”, dijo.
“En vez de responder, el silencio ha hecho a estos líderes islámicos a través de EE.UU. cómplices potenciales de estos actos”.
Pompeo también fue parte del Comité sobre Bengasi, creado en 2014 para investigar el ataque mortal de 2012 a un complejo diplomático de Estados Unidos en Libia.
Los demócratas lo describieron como una cacería de brujas política contra la exsecretaria de Estado Hillary Clinton. Pompeo publicó un informe después acusándola de engañar intencionalmente a los estadounidenses sobre la naturaleza del ataque.
El Departamento de Estado una sucursal de la Comunidad de Inteligencia.
Como director de la CIA, Pompeo igualó el tono de los pronunciamientos de Trump sobre política exterior. “Para ser exitosa la CIA debe ser agresiva, implacable, tenaz”, afirmó.
Bromeaba con asesinar al líder norcoreano Kim Jong-un, alentando temores de un retorno de la tendencia de la agencia a apoyar asesinatos de dirigentes políticos que no gozaban del favor de Washington.
Pompeo viene a dirigir el Departamento de Estado en un momento clave para el liderazgo de Estados Unidos. Su claro entendimiento de las amenazas a las que se enfrénta el Imperio así como su firme compromiso con la Comunidad de Inteligencia de la que es un experto agente, lo convierten en una opción ideal para el cargo.
El nuevo cambio efectuado en el gabinete de Donald Trump llega también en un momento de profunda crisis en el Departamento de Estado. Este cuenta con miembros que fueron entrenados para apostarle a la diplomacia y los consensos, por encima de los acuerdos arbitrarios y retóricas incendiarias como las aplicadas en los últimos 14 meses por el mandatario de EE.UU.
Por ello la misión estratégica de Pompeo es: asegurar que el Departamento de Estado norteamericano sea una dócil sucursal de la CIA y la Comunidad de Inteligencia.
¿Qué es exactamente la ‘comunidad de inteligencia’?
No es sólo un término amorfo para todos los funcionarios del área en los EE.UU., sino una auténtica sopa de letras formada por 17 agencias y oficinas. El grupo incluye a agencias estrictamente centradas en el tema, así como a ramas de inteligencia de otras agencias gubernamentales y militares.
La Comunidad de Inteligencia fue establecida mediante la Orden Ejecutiva 12333,[1]? firmada el 4 de diciembre de 1981, por el Presidente Ronald Reagan y opera conforme a dos programas por separado:
El Programa Nacional de Inteligencia (NIP) antiguamente conocido como el Programa Nacional de Inteligencia Extranjera, definida por el Acta de Seguridad Nacional de 1947 como “todos los programas, proyectos y actividades de la comunidad de inteligencia, así como cualquier otros programas de la comunidad de inteligencia designados conjuntamente por el Director de la Inteligencia Nacional (DNI), y el jefe de un departamento estadounidense, agencia o por el Presidente. Dicho término no abarca a los programas, proyectos o actividades de los departamentos militares para la obtención de inteligencia dirigidas exclusivamente para la planificación y ejecución de operaciones militares tácticas de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos.
El Programa de Inteligencia Militar (MIP), hace referencia a los programas, proyectos o actividades de los departamentos militares dirigidas exclusivamente para la planificación y ejecución de operaciones militares tácticas de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. El Programa de Inteligencia Militar (MIP) está dirigido y controlado por el Secretario de Defensa. En 2005 el Departamento de Defensa unificó el Programa Inteligencia Militar Conjunto y el Programa de Inteligencia Táctica y Actividades Conjuntas para formar el Programa de Inteligencia Militar (MIP).
¿Cuál es la probable agenda de Mike Pompeo?
De conformidad con las precitadas tareas y funciones de la Comunidad de Inteligencia, la agenda diplomática de Pompeo estaba cargada incluso antes de de que asumiera las riendas del Departamento de Estado. Fue él quien, como director de la CIA y en ese momento solo nominado a secretario de Estado, realizó en Semana Santa un viaje secreto a Pionyang y mantuvo una reunión con Kim Jong- para preparar el futuro potencial encuentro entre el líder norcoreano y Trump
Según las agencias de prensa internacionales, antes de ese encuentro, previsto para finales de mayo o principios de junio, Pompeo tiene otra complicada misión concreta entre manos: colaborar con el presidente en la decisión sobre el acuerdo multilateral que en el 2015 EEUU y otros cinco países firmaron con Irán sobre su programa nuclear militar. Trump dio de plazo hasta el 12 de mayo para decidir qué hacer y aunque durante la reciente visita de Emmanuel Macron a Washington ha dado señales de estar dispuesto a una renegociación, el presidente francés se marchó declarándose convencido de que Trump lo abandonará. “Creo que es una promesa de campaña que hizo hace tiempo, no sé. El análisis racional no me lleva a pensar que se quedará en el acuerdo”, declaró Macron a los periodistas antes de regresar a Francia.
Pompeo, en el pasado, ha hecho declaraciones en la misma línea de Trump de dura crítica con el pacto firmado durante la Administración de Barack Obama. En concreto, el nuevo secretario de Estado llegó a definirlo como una “rendición” y defendió que “EEUU debe salirse del Acuerdo.
Pompeo también revisará el panorama completo en su estrategia para frenar a Irán. Esa estrategia le hace frente a Teherán y su desarrollo de misiles balísticos de largo alcance, y su respaldo a las organizaciones anti sionistas de Hamás y Hizbolá.
El futuro del mencionado acuerdo estará sin duda también en la agenda de su viaje planeado a Israel. Antes de este viaje, asistirá a una reunión de la OTAN en Bruselas.
Las preocupaciones de Pompeo serán muchas más. Los analistas internacionales consideran que en su mano estará parcialmente manejar las relaciones extremadamente complejas que Washington mantiene actualmente con Rusia, especialmente tensas por la guerra de Siria .
Como secretario de Estado, Pompeo desempeñará un rol clave en toda la política con Moscú, la cual incluirá el fortalecimiento de sanciones, impulsar una mayor presencia militar de Estados Unidos en Europa a través de la OTAN y el apoyo al gobierno proyanqui de Ucrania.
Además, Pompeo también deberá lidiar con la diplomacia con China y dirigir otras muchas relaciones internacionales en un momento en que la Administración de Trump está abriendo guerras comerciales, promoviendo políticas nacionalistas y de aislacionismo, incrementando la agresividad contra Cuba, Venezuela y las naciones integrantes del ALBA, recortando la ayuda humanitaria internacional y abandonando pactos como el Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático.
Asimismo, Pompeo deberá intentar recomponer la moral en el Departamento de Estado, que ha sufrido numerosas bajas y tumultos durante el mandato de Tillerson, un secretario que no luchó contra los propuestos recortes del 30% en el presupuesto de Foggy Bottom.
Por último, como ya hemos señalado, el nuevo Secretario de Estado es también un recalcitrante instigador de los ataques contra Cuba y Venezuela. Por esta razón, varios periodistas y analistas políticos coinciden en que se puede asegurar un recrudecimiento en el rumbo de las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y el territorio Latinoamericano, en particular sobre la situación en Venezuela. Esta nación podría sufrir medidas más radicales para tratar de derrocar el gobierno bolivariano de Nicolás Maduro.
Al respecto conviene resaltar lo expresado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, en su discurso durante la clausura de la Sesión Constitutiva de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones, el 19 de abril de 2018:
“La agresión contra la República Bolivariana de Venezuela es actualmente el elemento central en los esfuerzos del imperialismo por derrocar a los gobiernos populares en el continente, borrar las conquistas sociales y liquidar los modelos progresistas y alternativos al capitalismo neoliberal que se intenta imponer.
Enfatizamos nuestra plena solidaridad con Venezuela, su gobierno legítimo y la unión cívico- militar encabezados por el presidente Nicolás Maduro Moros, que preserva el legado del presidente Hugo Chávez Frías”.
“Desde la llegada al poder del actual Presidente, ha ocurrido un deliberado retroceso en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos y prevalece un tono agresivo y amenazador en las declaraciones de dicho gobierno”.
Ello se evidenció con especial énfasis en el insultante Memorando Presidencial de junio de 2017, elaborado y divulgado en contubernio con los peores elementos de la extrema derecha anticubana del sur de la Florida, que lucran a cuenta de la tensión entre nuestros países”.
“El sentimiento mayoritario entre los ciudadanos estadounidenses y dentro de la emigración cubana es contrario a la continuidad del bloqueo y favorable a proseguir el mejoramiento en las relaciones bilaterales.
Paradójicamente, los individuos y grupos que hoy parecen tener mayor influencia sobre el Presidente norteamericano son partidarios de una conducta agresiva y hostil contra Cuba”.
“Hemos luchado durante casi 150 años por la independencia nacional y defendido la Revolución al precio de mucha sangre y de enfrentar los mayores riesgos.
Reafirmamos hoy la convicción de que cualquier estrategia dirigida a destruir la Revolución por la vía de la confrontación o la seducción, enfrentará el más decidido rechazo del pueblo cubano y fracasará”.
El complejo escenario internacional descrito ratifica la total vigencia de lo expresado por el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana en su Informe Central al Primer Congreso del Partido, en 1975: «Mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado y el pueblo les prestarán a los servicios de la defensa la máxima atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La historia enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este principio no sobreviven al error».
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