lunes, 23 de octubre de 2017

"Democracia" Capitalista


Por Pol Alcozar

Desde el refugio de un sofá que parece confortable y la sensación de control que proporciona el mando a distancia, nos hemos acostumbrado a la mentira. La mentira del progreso tecnológico que nos libera, de las instituciones democráticas que nos representan, de los derechos que el sistema nos garantiza, de la libertad que disfrutamos como ciudadanía. A través de la mentira nos gobiernan, nos explotan, nos roban. 

Sin embargo, la verdad siempre termina por golpearnos la cara. Es una verdad terrible y desagradable: la cruel realidad que nuestra sociedad es gobernada por el capital. Y para el capital, no hay naciones, no hay personas, no hay derechos, no hay democracia, no hay ninguna otra soberanía que la riqueza contable. El capital es un dictador sanguinario, sin escrúpulos ni humanidad, un psicópata criminal que tiene por rostro un logotipo simpático, por cerebro una junta de accionistas y por estómago un agujero negro insaciable. El capital no entiende de derechos ni de leyes, sólo de pérdidas y de beneficios, de fríos balances y grises hojas de cálculo. El capital no conoce más naciones que Barclays, Morgan Stanley y Goldman Sachs, ni reconoce ninguna otra institución que el FMI, la OTAN y el Banco Mundial.

Para el capital nuestra libertad se reduce a la elección entre Pepsi y Coca-Cola, entre Burguer o McDonalds, entre Windows o Mac. Para el capital, los parlamentos son charlatanerías, los gobiernos son mayordomos de lujo, la ciudadanía somos mano de obra esclava y clientela molesta. Para el capital, el debate político es un espectáculo minoritario de tertulias nocturnas, en el que un grupo de esforzados excéntricos intelectuales pierden el tiempo discutiendo con lameculos y cortesanos. El capital crea y desmenuza estados regularmente, ignora siempre la voluntad mayoritaria, aplasta los pueblos, somete las naciones, depreda los recursos, extermina. El capital es enemigo de la vida y de la humanidad. 

No podemos emanciparnos del patriarcado en la tiranía del capital. No puede haber emancipación cultural dentro del pensamiento único del capital. No puede haber salvación del medio natural dentro del modo de producción depredador del capital. No puede haber emancipación nacional y conquista de soberanías bajo el control del capital. No puede haber emancipación social mientras continúe la explotación del capital. Es ésta una realidad con la que topamos una y otra. 

Al final, de cada lucha siempre encontraremos al capital, plantado como un muro, protegiendo sus privilegios. Detrás de toda su fachada de luz y de color, tras su máscara de democracia, detrás de su mentira simpática de progreso tecnológico, encontraremos la realidad de una tiranía explotadora, de una fría dictadura, burocrática, criminal y deshumanizada.

Sólo hay una vía para todas las emancipaciones, sólo un camino, el socialismo, para conquistar la libertad de todos los individuos y de todas las naciones. 

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