Tomado de Blog Comunistes de Catalunya
Por Pol Alcozar
Desde el
refugio de un sofá que parece confortable y la sensación de control que
proporciona el mando a distancia, nos hemos acostumbrado a la mentira. La mentira del progreso
tecnológico que nos libera, de las instituciones democráticas que nos
representan, de los derechos que el sistema nos garantiza, de la libertad que
disfrutamos como ciudadanía. A través de la mentira nos
gobiernan, nos explotan, nos roban.
Sin
embargo, la verdad siempre termina por golpearnos la cara. Es una verdad terrible y
desagradable: la cruel realidad que nuestra sociedad es gobernada por el
capital. Y para el capital, no hay
naciones, no hay personas, no hay derechos, no hay democracia, no hay ninguna
otra soberanía que la riqueza contable. El capital es un dictador
sanguinario, sin escrúpulos ni humanidad, un psicópata criminal que tiene por
rostro un logotipo simpático, por cerebro una junta de accionistas y por
estómago un agujero negro insaciable. El capital no entiende de
derechos ni de leyes, sólo de pérdidas y de beneficios, de fríos balances y
grises hojas de cálculo. El capital no conoce más
naciones que Barclays, Morgan Stanley y Goldman Sachs, ni reconoce ninguna otra
institución que el FMI, la OTAN y el Banco Mundial.
Para el
capital nuestra libertad se reduce a la elección entre Pepsi y Coca-Cola, entre
Burguer o McDonalds, entre Windows o Mac. Para el capital, los
parlamentos son charlatanerías, los gobiernos son mayordomos de lujo, la ciudadanía
somos mano de obra esclava y clientela molesta. Para el capital, el debate político es un espectáculo minoritario de
tertulias nocturnas, en el que un grupo de esforzados excéntricos intelectuales
pierden el tiempo discutiendo con lameculos y cortesanos. El capital crea y desmenuza
estados regularmente, ignora siempre la voluntad mayoritaria, aplasta los
pueblos, somete las naciones, depreda los recursos, extermina. El capital es enemigo de la vida y de la humanidad.
No podemos
emanciparnos del patriarcado en la tiranía del capital. No puede haber emancipación
cultural dentro del pensamiento único del capital. No puede haber salvación del medio natural dentro del modo de producción
depredador del capital. No puede haber emancipación
nacional y conquista de soberanías bajo el control del capital. No puede haber emancipación social mientras continúe la explotación del
capital. Es ésta una realidad con la
que topamos una y otra.
Al final,
de cada lucha siempre encontraremos al capital, plantado como un muro,
protegiendo sus privilegios. Detrás de toda su fachada de luz y de color, tras su máscara de
democracia, detrás de su mentira simpática de progreso tecnológico,
encontraremos la realidad de una tiranía explotadora, de una fría dictadura,
burocrática, criminal y deshumanizada.
Sólo hay
una vía para todas las emancipaciones, sólo un camino, el socialismo, para
conquistar la libertad de todos los individuos y de todas las naciones.
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