Foto realizada a la retrasmisión de TV3 este 1 de Octubre. |
El derecho de los pueblos a
decidir su futuro, hoy en día, está directamente ligado a la Carta de las Naciones Unidas (Firmada en San Francisco el 26
de junio 1945. Entrada en vigor: 24 de octubre de 1945), la cual en su
Acápite 2 de su Artículo 1 establece “fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al
principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los
pueblos”; así como también
en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (Resolución 217 A (III) del 10
de diciembre de 1948. París), el cual establece en su Tercer Considerando del Preámbulo
como cuestión “esencial que los derechos
humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se
vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Además,
también se debe tomar en cuenta los derechos civiles
y políticos aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 19 de
diciembre de 1966, donde se reconoce el derecho de los pueblos a la
autodeterminación como el primero de los derechos humanos.
El Referéndum del 1-O, para establecer una
República independiente como voluntad del pueblo catalán, ha sido un choque de
dos voluntades, aparentemente opuestas. Por una parte una ola cada vez más
creciente de un pueblo catalán que se entiende como Nación y con justa razón no
siente suyo el proyecto impuesto desde el Estado español en 1978 y por otra parte
aquellos que sustentan el régimen nacido en la “transición” y que va mostrando
rezagos del franquismo.
Hoy en día, el proceso secesionista ha estado
lamentablemente encabezado por el Partido
Demócrata Europeo Catalán ((PdeCat),
antiguo CiU que curiosamente aplaudió los golpes de Estado que la derecha intentó
dar contra el gobierno constitucional de Venezuela y triunfó en Honduras y
Paraguay, porque en éstos se quiso realizar referéndums de consulta popular); la
mismísima derecha catalana que está salpicada junto al Partido Popular por la
corrupción, vinculada a las privatizaciones de servicios a costa de las carencias
de la sociedad catalana, de los ocultos negocios con el sionismo israelí y el
oportunismo clasista, es quien en Cataluña va a la cabecera del proceso
independentista para tapar sus fracasos frente a la Generalitat. Pero para ello
cuenta, además, con la complicidad de quienes desean llegar a ese estatus de
altura económica, la mediana burguesía, por mucho que en el nombre de su
organización política lleve los vocablos de “Esquerra” y “Republicana”.
Intentando encajar en el contexto está el arco
de la izquierda y progresista catalana, con fuerzas que se han mostrado notoriamente
fraccionadas; algunas por sus ombliguismos y otras sin llegar a comprender la imperiosa
necesidad de unificar fuerzas (reflejo del resto del Estado español). Tampoco comprendieron
ni supieron aprovechar la potente explosión del 15M, porque no supieron aparcar
sus intereses y ansias de protagonismos individuales, fracasando en el ánimo de
encabezar un proceso de voluntad popular que conllevara a lo más importante en el
escenario del Estado: desplazar del poder a las fuerzas políticas herederas del
franquismo (Partido Popular y sus regeneraciones) y cambiar la discriminatoria
relación existente entre el Estado central y sus autonomías; mucho más porque
no sólo era una relación de desigualdades económicas, sino también desfasada en
lo cultural, político y social.
¿Era la independencia el estatus necesario
para la ruptura democrática? Evidentemente no, ya que las violaciones y
despojos de derechos y la aplicación de políticas de desigualdades es un
resultado del sistema en todo el Estado español; aunque en el contexto actual y
la impuesta correlación de fuerzas forzaba a que sin lograr lo primero no se
podría llegar a lo segundo. Pero el referéndum era una vía y oportunidad
democrática que al gobierno central no le interesa.
Desde el Estado central, y en la voz de dirigentes
del Partido Popular y Ciudadanos se han emitido constantemente mentiras sobre
la realidad catalana. Farsas que los medios de información, incluyendo lo
públicos, se han hecho eco de los centros y fuerzas políticas con poder
económicos. Una propaganda que ha incentivado el odio y la división social y
han conducido las crecientes diferencias culturales a los pedregales políticos.
Las declaraciones siempre han sido sobre la
ilegalidad del referéndum, de lo antidemocrático del proceso, del
resquebrajamiento de la verdadera voluntad del pueblo español (y dentro de éste
el catalán) e incluso han hecho todo esfuerzo posible por criminalizar el
proceso con Venezuela (en descarado acto de tergiversación de la realidad de
ese hermano país); sin embargo, mirando ambos contextos, es curioso que el
Partido Popular y con éste Ciudadanos y PSOE amparen discursos que demuestran
el doble rasero moral.
El presidente de España, Mariano Rajoy, sobre
el plebiscito que la oposición venezolana llevó a cabo en julio de 2017 y en clara
demostración injerencista en los asuntos internos de otro país dijo: “Tenemos
el deber de denunciar con claridad a los responsables y a los cómplices de
estos atropellos a la libertad, porque si no, solo podemos esperar más
arbitrariedad y más injusticia”. Y el plebiscito se llevó a cabo, con el
permiso del gobierno constitucional de la República Bolivariana de Venezuela,
muy a pesar de declararlo ilegal.
A pocos meses de las anteriores palabras, el
propio presidente de España expresó sobre el referéndum en Cataluña: “No se
puede permitir que unas personas decidan unilateralmente pasar por encima de la
Ley y hacer lo que estimen oportuno y conveniente. Eso no es posible porque
sería entrar en la Ley de la selva”.
Entonces, ¿por qué negarse a un referéndum en
Venezuela es “atropellos a la libertad” y es catalogado como “unilateralmente pasar
por encima de la Ley” en Cataluña?
Dato curioso es que en 2006, Mariano Rajoy
exigía al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero un referéndum para decidir
sobre el Estatut de Cataluña, el cual encontraba muy nacionalista, y para ello
presentó 4 millones de firmas (entre ellas unas 40 mil catalanas) y frente al
Congreso expresó: “Señorías, ante una demanda tan legítima, tan en razón, con
un respaldo tan vigoroso, no podemos ni siquiera imaginar que un Gobierno democrático
se oponga y la rechace”_ y también añadió _“Esta es la voz de los ciudadanos,
señorías, y es muy fácil escucharla y conviene hacerlo”.
Entonces, ¿por qué lo que en un momento era “una
demanda tan legítima, tan en razón, con un respaldo tan vigoroso” sobre la
realidad de Cataluña, hoy en día es un acto ilegal, antidemocrático y “entrar
en la Ley de la selva”?
En reciente visita que el presidente de España
realizó a EEUU a finales de septiembre, declaró frente a la Casa Blanca que "La
decisión de proclamar unilateralmente la independencia no me corresponde a mí,
como es evidente, es una decisión que tendrá que
tomar o no el Parlamento de Cataluña. Sería un disparate”. ¿Si es una decisión
del Parlamento catalán, entonces porque se uso al Tribunal Constitucional y a jueces
para judicializar la decisión del Parlamento catalán de expresar una voluntad
social; así como es incomprensible la presencia en Cataluña de miles de
efectivos de las huestes de la Guardia Civil y Policía Nacional, cuyas partidas
de sus territorios contaron con pomposas festividad de ultras y fanáticos al
españolismo, como si fuesen a una cruzada? _que prácticamente así fue.
En dichas declaraciones Mariano
Rajoy también añadió que “lo que puede haber es alboroto o ruido pero no un
referéndum válido, democrático y con un mínimo de garantías”; y dicha falta de
garantías lo justificaba con la ausencia de urnas y papeletas para la votación.
Pero ¿Si no existían urnas y papeletas para la votación, cómo es posible que la
Guardia Civil haya requisado urnas y papeletas en almacenes en Igualada y en Bigues
i Riells, Barcelona? ¿No será que realmente no querían que dichas garantías
existieran?
Muy a pesar de la movilización de fuerzas
policiales hacia Cataluña, el pueblo catalán decidió movilizarse y votar de
manera cívica, pacífica. Las personas mayores y mujeres con niños se les permitieron
entrar sin hacer colas para que pudieran ejercer su voto, en justo gesto
solidario y calidad humanitaria. En contraposición,
las redes sociales han dado a conocer al mundo la brutalidad y uso de la fuerza
desproporcionada, el carácter represivo y franca intensión de coartar la
expresión del pueblo catalán por parte del gobierno central del Estado. Mientras
la sociedad recibía a las fuerzas policiales con las manos alzadas, en muestra
pacífica de no confrontación para ejercer el simple derecho a decidir el
futuro, la respuesta fue a golpes de porras, empujones, patadas, disparos de balas
de gomas y en requisado de urnas.
¿Será válido el resultado del referéndum? Es bien
difícil conocer el resultado real sobre si ganó la opción hacia la
independencia o no, ya que el robo a modo de corso de las urnas, dejó contabilizar
únicamente 2 millones 262 mil 424 de papeletas (sin contar la votación que se
ha realizado en el extranjero) y de ellos 2 millones 020 mil 144 fueron a favor
del independentismo, según se ha informado por TV3 como dato preliminar. Pero lo
que sí ha dejado constatado el proceso del referéndum es que la política de
bloqueo y represión del Partido Popular se ha convertido en una fábrica de
independentismo y no un puente al diálogo y a los acuerdos políticos.
Es muy llamativo el discurso manipulador de un presidente que prefiere declaraciones a la prensa a través de un plasma y que en acto servil al representante del Tío Sam, exprese que “sobre Venezuela hemos compartido impresiones por la deriva autoritaria del país y la necesidad de mantener la presión internacional sobre el gobierno venezolano”, cuando en ese hermano país se han desarrollado 22 procesos entre elecciones y consultas con el pueblo en estos 19 años de Revolución Bolivariana, cuyo único rechazo y violencia a salido de los homólogos de la derecha española en ese país. Parece que Rajoy “olvida” que España, bajo su mandato, fue desaprobada por el Comité de los DDHH de la ONU, en el informe “Observaciones finales sobre el sexto informe periódico de España”, dado a conocer el 20 de julio de 2015, sobre el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por los Estados Parte con asignaturas pendientes en “Expulsiones en caliente, Racismo policial, Desigualdad de género, Violencia machista, Trata de personas, Ley Mordaza, Esterilización de discapacitados, Aborto ilegal, Centros de Internamiento de Extranjeros”, entre otras hasta llegar a la totalidad de 26 apartados. Sin embargo, la República Bolivariana de Venezuela, tan criminalizada por la derecha española, sí obtuvo la aprobación de dicho Comité de DDHH.
Es muy llamativo el discurso manipulador de un presidente que prefiere declaraciones a la prensa a través de un plasma y que en acto servil al representante del Tío Sam, exprese que “sobre Venezuela hemos compartido impresiones por la deriva autoritaria del país y la necesidad de mantener la presión internacional sobre el gobierno venezolano”, cuando en ese hermano país se han desarrollado 22 procesos entre elecciones y consultas con el pueblo en estos 19 años de Revolución Bolivariana, cuyo único rechazo y violencia a salido de los homólogos de la derecha española en ese país. Parece que Rajoy “olvida” que España, bajo su mandato, fue desaprobada por el Comité de los DDHH de la ONU, en el informe “Observaciones finales sobre el sexto informe periódico de España”, dado a conocer el 20 de julio de 2015, sobre el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos por los Estados Parte con asignaturas pendientes en “Expulsiones en caliente, Racismo policial, Desigualdad de género, Violencia machista, Trata de personas, Ley Mordaza, Esterilización de discapacitados, Aborto ilegal, Centros de Internamiento de Extranjeros”, entre otras hasta llegar a la totalidad de 26 apartados. Sin embargo, la República Bolivariana de Venezuela, tan criminalizada por la derecha española, sí obtuvo la aprobación de dicho Comité de DDHH.
Esto último trae la pregunta
¿Cuántas consultas se han realizado en España y principalmente bajo la
administración del Partido Popular? ¿Dónde realmente está la dictadura? Por lo tanto, es hipócrita que Mariano
Rajoy venga a hablar de que en España hay una “democracia
madura, avanzada y tolerante” cuando su gobierno recurre a la violencia para
tapar su deriva política y de total corruptela.
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