Por Lic. Pedro Machado Hernández
Algunas reflexiones, claves e ideas prospectivas.
El fenómeno del autoproclamado Estado Islámico (EI), Al Qaeda, Boko Haram y otras agrupaciones terroristas que convulsionan el planeta y destruyen sin piedad a los seres humanos, sus ideales y sus creencias, así como las riquezas nacionales, patrimoniales e históricas, requerirá de un gran análisis, profundización y conceptualización. El fenómeno del terrorismo y sus consecuencias debe ser argumentado y puntualizado sobre la base de las razones que dieron lugar a la formación, desarrollo y sostenibilidad de este acontecimiento criminal que mediante la exacerbación y explotación del fanatismo religioso, mecanismos psicológicos, reclutamientos forzados y complicidad foránea entre otras implicaciones, ha causado tanto daño.
Posiblemente será necesario un análisis consensuado entre las distintas tendencias del pensamiento progresista en los aspectos: sociopolítico, ideológico, psicológico, religioso, económico, ético, cultural y medioambiental para obtener resultados satisfactorios en beneficio de la concordia y la tranquilidad planetaria, asegurando que manifestaciones tan aberrantes desaparezcan para siempre y no se repitan.
Además, debe expresar estratégicamente las condiciones humanas, sociales y políticas del entorno, e intereses internacionales que prevalecieron para que una manifestación tan negativa haya logrado tanta aparente autonomía, poder, resistencia y capacidad de desempeño desde finales de la pasada centuria hasta inicios del siglo XXI, período en que paralelamente ocurrieron acelerados avances científico-técnicos, comunicacionales, culturales y de otras índoles, en medio de los cuales se ha incrementado la competencia por la hegemonía universal.
Hubo, además, un notorio incremento y proliferación del suceso terrorista en medio de gran insensibilidad y utilitarismo político y económico. También debe ser valorada la responsabilidad global compartida en el surgimiento y manipulación del fenómeno en esta compleja y crucial etapa civilizatoria del sistema mundo.
Las secuelas que va dejando esta tragedia global afectan de una u otra forma todos los aspectos de la vida del ser humano, al mismo tiempo que influyen profundamente en su capacidad de sensibilizarse con los sufrimientos de los demás y la fraternidad, cercenando valores y aceptando con determinado hábito las situaciones anómalas que se producen debido al terrorismo, que divulgan y repiten incesantemente en sus versiones los poderosos sistemas de propaganda, en ocasiones inclinándose en el sentido de sus intereses y no en el de toda la humanidad.
La existencia de una “estrategia made in USA” tanto en la actuación como en la manipulación sutil y encubierta del terrorismo se evidencia en las manifestaciones, informaciones y datos que circulan en los medios internacionales. No solamente el régimen de E.U.A. proyecta esa política utilitaria contra los gobiernos y países a los que considera enemigos, sino también hacia países más próximos que se oponen al terrorismo o vacilan coyunturalmente, mientras va creado condiciones para lograr una mayor “estigmatización del Islam” en su conjunto, que es uno de sus objetivos estratégicos a más largo plazo.
Posiblemente en un futuro no lejano podrá conocerse, valorarse e investigarse con mayor profundidad y elementos el manejo y resultados de su “proyecto antiterrorista” como consecuencia de la posible aparición de documentos, testimonios, desclasificación de papeles, pruebas y denuncias.
Debido al estilo de trabajo geoestratégico y planificación futurista que impera en los organismos políticos y servicios de seguridad de los Estados Unidos, existe la probabilidad de que antes de que ocurriera la sangrienta tragedia de las Torres Gemelas en New York el 11 de septiembre de 2001, hubiera ya en las mentes de algunos de los tanques pensantes del gobierno del presidente George W. Bush y sus asesores militares al más de alto nivel, la intención de tratar de adecuar y manejar en beneficio de sus intereses el fenómeno del terrorismo.
Las características de los terribles atentados en las Torres Gemelas y otros lugares del país norteño, recogidos en imágenes inolvidables que fueron atribuidos a Ossama Bin Laden, millonario de origen saudita y cabecilla de Alqaeda, deben lógicamente haber afectado profundamente a los órganos de la seguridad y fuerzas armadas estadounidenses, así como a su población, al ser atacados en su propio territorio y quebrantarse la ponderada inviolabilidad de las fronteras de los E.U.A.
Los hechos desataron todos los mecanismos de protección, respuesta y otras potencialidades de ese país del norte de América y de sus aliados, en la búsqueda y captura de los posibles sospechosos y opositores fichados y catalogados por el ‘’establishment’’, que pudieran estar vinculados o no a los hechos, así como también a los que estaban categorizados de “enemigos”.
Se activaron y crearon así campos de concentración, cárceles y centros de detención secretos en distintos países y enclaves en que fueron encerrados, interrogados y torturados psíquica y físicamente cientos de seres humanos, en su gran mayoría creyentes islámicos, sin previas pruebas o procesos judiciales. Para ello E.U.A. utilizó la OTAN, los servicios secretos de la Unión Europea y de otras naciones y organismos. Años después de esa represión policial militarizada de carácter transnacional, todavía numerosas personas siguen encarceladas, o se desconoce su destino.
El desarrollo de estos acontecimientos y otros de carácter político, militar, jurídico y social en los E.U.A. y el Mundo develaron entonces la manifiesta intención del gobierno de Bush de manipular el terrorismo mediante una descomunal movilización que el filósofo italiano Georgio Agamben[1] llamó “un estado de excepción planetario.” Advirtió además sobre el peligro de una inclinación autoritaria que podría conducir a la criminalización de los movimientos populares y organizaciones opositoras de carácter socio político contrarios a Washington.
Comenzaron entonces a agudizarse señalamientos y propaganda intimidatoria contra organizaciones, hermandades y partidos de confesión musulmana a los que acusaron de terroristas y que fueron incluidos en listas. Asimismo, intencionadamente marcaron también a varios países y organizaciones que evidentemente nada tenían que ver con el terrorismo. Entre esas naciones estuvo Cuba que, acosada además por el prolongado bloqueo de más de medio siglo, debió soportar y defenderse durante décadas de atentados terroristas y otras acciones agresivas planificadas por la CIA en contubernio con la contrarrevolución concentrada en Miami, Florida.
La bahía cubana de Guantánamo, ocupada por los militares estadounidenses desde principios del siglo XX, sirve todavía de campo de concentración y sufrimiento a un número desconocido de prisioneros, supuestamente acusados de terrorismo desde el hecho de las Torres Gemelas.
En opinión del sociólogo francés, Alain Bertho, [2]los acontecimientos del 11 de septiembre tienden a la oficialización de la opción por parte de los E.U.A. de la guerra como manera de gobierno mundial. Significa Bertho al respecto, que: la guerra no es puesta al servicio de una política, es la política la que es colocada al servicio de una lógica de guerra, y esta deviene ella misma en una política. Considera, además, que el “antiterrorismo” convertido en doctrina oficial de la política exterior estadounidense tiene en realidad la misma función ideológica y política que el “anticomunismo” durante la guerra fría.
Como antecedente, algunos críticos severos del régimen estadounidense han señalado, al referirse a la historia del terrorismo y las armas prohibidas, que el acto terrorista más descomunal, destructivo y criminal perpetrado contra seres humanos indefensos ocurrió hace 72 años, cuando aviones de la fuerza aérea de la mayor potencia militar del planeta lanzaron sorpresivamente durante la II Guerra Mundial dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, entre el 6 y el 9 de agosto de 1945, causando en muy poco tiempo la muerte, contaminación y terribles secuelas a millares de personas inocentes que habitaban en lugares que no eran precisamente fortalezas o concentraciones militares. Los bombardeos provocaron alrededor de 100,000 muertes de inmediato, mientras que otra cantidad hasta 280 mil murieron a más largo plazo como resultado de las radiaciones y quemaduras.
Ese descomunal ataque atómico, que califica como Crimen de Guerra, es además el mayor Crimen de Lesa Humanidad perpetrado contra una nación, se realizó en momentos y circunstancias en que se evidenciaba la inminente rendición del Imperio del Sol Naciente. Sin dudas, fue un holocausto en que no se utilizaron cámaras de gas ni campos de concentración, sino una invención hegemónica destinada a aterrorizar y matar.
Es necesario también, recordar y subrayar que campañas y acciones dirigidas a estigmatizar y perseguir, bajo el señalamiento de “terroristas” se utilizan sistemáticamente contra el Islam en detrimento de numerosas organizaciones musulmanas que disienten de E.U.A., entre las que se destacan: Hezbollah, Hamas, Al Fatah y la Hermandad Musulmana, entre otras, caracterizadas por su antiterrorismo y vinculación a las luchas populares, patrióticas y sociales en el enfrentamiento y denuncia de Israel por su actuación contra el pueblo palestino.
El terrorismo parece que ha pasado ocupar así uno de los primeros planos en la estrategia pragmática y utilitaria del gobierno estadounidense, en evidente reacomodo de sus intereses planetarios, lo que suele originar e incentivar el manejo indirecto y solapado de la violencia terrorífica contra sus enemigos, siempre que no le afecte, unida por otro lado a su proclamada y divulgada ‘’ cruzada antiterrorista’’.
La tolerancia del fenómeno terrorista está afectando a gran parte de la humanidad, directa o indirectamente, pues la manipulación del terror también genera migraciones mortíferas, hambrunas, además del incremento y utilización de las redes del narcotráfico y el crimen organizado, provocando violaciones crecientes de los Derechos Humanos.
El Sistema Mundo tiende así a involucionar y resentirse en detrimento de la mayoría de los países menos desarrollados y explotados, al mismo tiempo que la discriminación de los pueblos humildes y relegados arrecia, afectando en gran medida a niños, mujeres y ancianos, imprescindibles integrantes de la sociedad y vitales elementos en la supervivencia de la especie humana, portadora de una inteligencia superior que también puede estar en proceso de extinción.
[1] Giorgio Agamben: Destacado filósofo italiano nacido en 1942. Graduado en la Universidad de Roma y profesor de filosofía en la Universidad de Verona. Profesor en universidades de Francia. Entre sus numerosas obras están: ‘’El hombre sin contenido’’ (1970) y ‘’La Comunidad que viene’’.
[2] Alain Bertho, L’Etat de Guerre, La Dispute, 2003, pag. 23. Sociólogo y antropólogo francés nacido en 1952. Profesor de la Universidad de Paris 8. Ex militante del Partido Comunista Francés (PCF). Incursiona además en la etnología y la prehistoria. Ha participado en Observatorios Internacionales hacia países latinoamericanos y africanos
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