viernes, 6 de abril de 2018

PUEBLOS DE NUESTRA AMÉRICA ¡UNÍOS!


Por Gustavo de la Torre Morales

En América Latina, en las dos últimas décadas, se han dado diferentes hechos históricos que marcan el enfrentamiento de dos bloques de carácter político: de pueblos que han optado por gobiernos progresistas para consolidad sus derechos sociales, frente a élites burguesas que recurren al boicot económico y generar el caos social con el objetivo de mantener su poder político; de gobiernos progresistas que empoderan a sus pueblos de derechos y rompen con viejos dictados de explotación y pobreza, que abogan por la fortaleza de economías nacionales y la unidad regional basada en la cooperación y la solidaridad, frente a élites que se inclinan por la exclusión social, la corrupción, el abuso de poder, el paramilitarismo de Estado, la imposición capitalista de economías dependientes y consumistas, como de entreguismo a intereses geoestratégicos imperialistas foráneos.

El imperialismo yanqui, con gran soberbia y arbitrariedad, siempre ha puesto a funcionar toda su maquinaria (dispositivos políticos, sociales, ideológicos, mediáticos, militares, policiales, económicos y financieros) para derrocar cualquier incipiente gobierno latinoamericano que actúen fuera de la “eficiencia y decencia razonables” dictadas por el Tío Sam y lacayos imperialistas europeos, creyendo en divinos derechos intervencionistas expuestos en la Doctrina Monroe y el Corolario Roosevelt, por los cuales EE.UU se asiste “al ejercicio del poder de policía internacional en casos flagrantes de tal mal crónico o impotencia” de cualquier iniciativa progresista: en el 2002 se lleva a cabo golpe de Estado en Venezuela y un año después el sabotaje petrolero, en el 2004 se da golpe de Estado y secuestro del primer presidente constitucional de Haití (Jean Jean- Bertrand Aristide), en Bolivia se lleva a cabo intentona secesionista en el 2009, en Hondura se lleva a cabo el golpe de Estado, secuestro y expulsión de su presidente José Manuel Zelaya en el 2010, intentona de golpe de Estado y asesinato contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa en el 2012, se destituye en Paraguay a Fernando Lugo por medio del impeachment en el mismo año y un mismo método se llevó a cabo contra Dilma Rousseff en el 2016.
Hay suficientes pruebas documentales que la asistencia a las oligarquías nacionales de estos países y las orientaciones sobre los procedimientos a seguir han provenido desde la jefatura del Comando Sur, el Pentágono y del Departamento de Estado del gobierno de EE.UU.
Hoy en día aplican el manual que combina acciones “pacíficas” de subversión ideológica por grupúsculos financiados a través de la USAID y la NED (que se esconden en empresas y ONG’s tapaderas), hasta la aplicación de acciones de enfrentamientos violentos, guerra sucia, operaciones encubiertas de carácter sicológico, imposición del terrorismo mediático; así como la infiltración y comprometimiento de la fiscalía, el Poder Judicial y sectores militares de algunos  países.
El giro a la derecha que han tomado gobiernos latinoamericanos (Brasil con Temer, Argentina con Macri y recientemente Chile con Piñera y Ecuador con Lenín), junto con la complicidad de otros reaccionarios como México (Peña Nieto) y Colombia (Santos), ponen en peligro la estabilidad latinoamericana y los acuerdos de paz adoptados por organismos de la región.
Al imperialismo no le interesa la paz, más bien le conviene el caos y para esconder sus injerencias y hegemonía, se aprovecha de esa gran balbuceante prensa “libre” capitalista (regional y europea) y de las oligarquías nacionales latinoamericanas. Sí, son los instrumentos que nunca mostraron interés en denunciar los famosos Escuadrones de la Muerte (creados, financiados, armados y entrenados por EE.UU) que en épocas pasadas asolaron a  Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras para acabar con los movimientos populares y las insurgencias armadas de izquierda; que tampoco les interesó mentir y manipular sobre las acciones violentas de la oposición en las guarimbas y culpar con falsedades al gobierno revolucionario bolivariano; igualmente hoy día no se esfuerzan en denunciar el paramilitarismo de Estado en Colombia, los asesinatos contra líderes sociales en Honduras y México, ni como en este último los narco-grupos van asesinando impunemente a los periodistas que dan jaque a sus operaciones de tráfico de estupefacientes. Tampoco se han alarmado porque Panamá sirva de paraíso fiscal para políticos corruptos y empresas que escapan de sus responsabilidades fiscales o del vínculo de presidentes como el argentino Mauricio Macri o el brasileño Michel Temer con la trama Odebrecht.
Esas irregularidades no son las alarmas que ponen en peligro la afamada “seguridad nacional” de EE.UU. El peligro real a los intereses hegemónicos de EE. UU es visto en el brote de gobiernos y líderes de izquierda o progresistas que desean aplicar políticas que refuercen derechos humanos, soberanías nacionales, unidad regional y economías alternativas que generen conquistas de beneficio para las mayorías sociales.
Tomando en cuenta el constante fracaso que desde 1959 han sufrido los gobiernos de EE.UU, en sus intentonas de derrocar a la Revolución cubana, la cual es faro y anhelo de los pueblos de nuestra América, el imperialismo no descarta alcanzar este objetivo por medio del aún existente genocida bloqueo económico contra el pueblo cubano y convertir nuevamente a Latinoamérica en su “Patio Trasero” por medio del debilitamiento de la región y las naciones de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y del Mercado Común del Sur (Mercosur).
A la comparsa de esa prensa, que facilita el discurso del odio, y élites burguesas nacionales ha estado siempre el servilismo de la OEA (Organización de Estados Americanos), otro instrumento de colonización, que va facilitando las acciones intervencionistas en Venezuela, para el derrocamiento del presidente electo constitucionalmente, Nicolás Maduro, y gira la cara para no ver los golpes sucios que hoy día se centran contra Lula da Silva y, con su prisión, evitar su acceso a la presidencia de Brasil. Ese intencional desconocimiento hacia la institucionalidad y el irrespeto a la voluntad popular expresa un mensaje claro, diáfano y simple: condenan a Lula Da Silva para evitar que sea el pueblo de Brasil quien tome el poder de su destino, para evitar que con ello Nuestra América siga unida y, finalmente, para restaurar el poder de los magnates económicos, emporios financieros y el imperialismo.
Por lo anterior, es importante que todos los pueblos de Nuestra América y sus comunidades latinoamericanas en el exterior, expresen su denuncia a la manipulación y doble rasero que se utilizan para violar la soberanía e integridad territorial de los pueblos y región latinoamericana, en rechazar todo tipo de agresión que conlleve a cercenar la independencia de los pueblos, porque el único trasfondo de dichas agresiones es que las élites económicas nacionales y foráneas desean apoderarse del poder político y los recursos de nuestros países.
Cualquier amenaza contra pueblos hermanos es también una amenaza contra todos.
¡No a las sucias maniobras del poder judicial en Brasil contra Lula Da Silva!
¡Basta de servilismo de la prensa y sectores políticos de derechas a los intereses minoritarios elitistas o imperialistas!
¡Basta de planes de agresión contra países latinoamericanos!
¡Total rechazo a la guerra de bloqueo y sanciones económicas contra el pueblo venezolano!
¡Cese el bloqueo económico, financiero y comercial contra el pueblo de Cuba!
¡No a la injerencia e intervencionismo imperialista!

PUEBLOS DE NUESTRA AMÉRICA, CONTRA LAS AGRESIONES IMPERIALISTAS Y SUS SERVILES, ¡UNÍOS!

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