viernes, 27 de abril de 2018

Cuba: HAY FIDEL PARA RATO

Tomado de La Jornada
Por Ángel Guerra Cabrera.

Aunnque esperada, la elección de Miguel Díaz-Canel Bermúdez a la presidencia de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba es un hecho trascendental. A 57 años exactamente de la victoria del pueblo cubano en Playa Girón, Cuba experimenta un notable jalón en una transición generacional programada, ordenada e iniciada hace tiempo. Es inevitable recordar hoy aquellos días vertiginosos de lucha incesante, con Fidel en la primera línea, cuando el pueblo armado de la pequeña isla le infligió a Estados Unidos su primera gran derrota militar en América.

Bajo ese signo llega Díaz-Canel a la mayor responsabilidad gubernamental de Cuba, un ingeniero electrónico de 57 años nacido y formado después del triunfo revolucionario. Concluidos sus estudios, permaneció tres años en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, luego fue profesor universitario, dirigente provincial y nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas y cooperante internacionalista en la Nicaragua sandinista. Querido por el pueblo en las provincias donde encabezó la organización partidista, era frecuente verlo en bicicleta o en una cola, consumado lector con afición por la buena música y, claro, por los Beatles. Hombre afable, llano y sencillo, de evidente avidez intelectual.
No estará solo. Será apoyado por el primer vicepresidente, Salvador Valdés Mesa, ingeniero, líder obrero y partidista, también con experiencia de gobierno, y otros cinco vicepresidentes: Ramiro Valdés Menéndez, asaltante del Moncada, veterano del Granma y de la columna del Che y experimentado hombre de Estado; Roberto Tomás Morales Ojeda, médico y ministro de salud pública; Gladys María Bejarano Ojeda, prestigiosa contralora general de la República; Inés María Chapman, ingeniera y presidenta del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, y Beatriz Johnson, la más joven del grupo y presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Santiago de Cuba.
Este equipo colegiará sus decisiones con los otros 24 miembros del Consejo de Estado. En conjunto, en él se reúnen tres generaciones que suman un variado cúmulo de experiencias en las trincheras más exigentes de la historia de Cuba en las últimas siete décadas. Todas y todos de probadas convicciones y trayectoria revolucionaria acorde a sus edades. Contarán con la enorme ventaja de disponer de la conducción política y los consejos de Raúl Castro en su responsabilidad de primer secretario del partido y líder de la revolución. No dudo en afirmar que ellos aseguran la continuidad de esa revolución: la de Céspedes, Martí, Mella, Guiteras, Fidel y Raúl. La continuidad del objetivo de la construcción socialista en Cuba.
Se enfrentan a grandes desafíos pues la actualización del modelo económico ha avanzado sostenidamente pero no se ha consolidado, exige marchar lo antes posible hacia la unificación monetaria, la elevación de la productividad y una creciente autosuficiencia y soberanía alimentarias. Conseguirlo en esta época de auge conservador, xenofobia, belicismo loco y supremacismo imperialista al alza no es fácil. Muy difícil si le añadimos el terrible daño que hace a la economía nacional el cada vez más recrudecido bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos. Al que se suma el aplicado a Venezuela, que inevitablemente golpea a Cuba por carambola.
También es evidente la necesidad, aun en estas adversas condiciones, de llevar a cabo una reforma constitucional a tono con los grandes cambios que ha habido en la sociedad cubana e, igualmente, el perfeccionamiento de los mecanismos y métodos que deben llevar a niveles superiores de participación y perfeccionamiento de la singular y autóctona democracia de la isla. Lograr, en síntesis, que se vaya apreciando paulatinamente la concreción de ese socialismo próspero y sostenible que se ha fijado el Partido Comunista de Cuba como objetivo.
Ellos continuarán también la política exterior digna, independiente y solidaria que Cuba ha reiterado con ribetes brillantes en la alicaída Cumbre de las Américas. Allí el canciller Bruno Rodríguez Parrilla hizo patente la diplomacia antimperialista y soberana de la isla, al apoyar categóricamente a Venezuela y a su presidente, Nicolás Maduro, y ripostar muy claro al discurso arrogante y monroísta del vicepresidente Pence, de Estados Unidos. No espere –le dijo– que Cuba ceda un milímetro de sus principios, ni ceje en su empeño de construir el socialismo.

La sucesión presidencial en Cuba ha estado marcada por la continuidad de la revolución y el socialismo como objetivo principal del nuevo gobierno. También por la anticipada planificación del tránsito generacional. No dejar al espontaneísmo la idoneidad y representatividad en los cargos electivos y no electivos. Cuidar que reflejen la composición social, etaria, de género y étnica del país: jóvenes, mujeres, negros, mestizos, científicos, intelectuales y personas de la tercera edad. Es lo más democrático y es crucial porque los gobernantes cubanos deberán continuar lidiando por tiempo indefinido con la hostilidad de Estados Unidos. Hacerlo requiere de los líderes y órganos dirigentes una combinación de firmeza en los principios y flexibilidad política de la que ningún improvisado es capaz. Contrariamente a lo que podría pensarse desde una postura liberal, en la isla este proceso y el de toma de decisiones, no sólo son muy democráticos; pueden serlo cada vez más. Así se plasmará en la nueva Constitución de la república, cuyo proyecto será consultado a los electores y luego sometido a referendo.
Ello se desprende de los complementarios y fundamentales discursos pronunciados después de la elección del Consejo de Estado, por el nuevo presidente Díaz-Canel y por Raúl Castro en su condición de primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) hasta 2021. Como también es evidente la inconformidad y aguda mirada autocrítica de Raúl y Díaz-Canel con lo logrado. Igual, quien hable con personas del pueblo llano, con profesionales, intelectuales y artistas, e incluso con los nuevos pequeños empresarios privados, sabe que sus frecuentes opiniones críticas van, en su mayoría, dirigidas a preservar las conquistas revolucionarias y perfeccionar la construcción socialista. Ellos no desean el regreso al capitalismo. Instrumento probado e imprescindible de unidad y cohesión nacional, continuará el papel del PCC como fuerza dirigente superior de la sociedad.
Con la ratificación de Esteban Lazo como presidente, Ana María Mari Machado, vicepresidenta, y Miriam Brito, secretaria, la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) se dota de su órgano directivo. Esta elección y la del Consejo de Estado, su presidente, seis vicepresidentes y secretario ha sido precedida de un proceso electoral muy participativo. En este caso el proceso ha durado 10 meses, desde que en junio de 2017 el Consejo de Estado anunció la convocatoria a elecciones generales. Esto implica, como primer paso, la elección de los delegados de circunscripción (concejales) realizada el 22 y 29 de octubre, la segunda fecha para los casos en que se requirió una segunda vuelta por no haber alcanzado más de 50 por ciento de los votos ninguno de los candidatos. Los delegados de circunscripción conforman las Asambleas Municipales del Poder Popular (AMPP) y son electos entre dos o más nominados por los vecinos en asambleas. En estos comicios fueron elegidos 12 mil 215 delegados entre 27 mil 271 candidatos.
El 11 de marzo de 2018 resultaron electos mil 265 delegados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular y 605 diputados a la ANPP (Parlamento unicamaral) previamente nominados por las AMPP. De ellos, 47.4 por ciento son delegados de circunscripción. A estos pasos los antecedió la constitución de las comisiones electorales y las comisiones de candidatura desde la circunscripción a la instancia nacional, y sus intensos procesos de capacitación. El proceso se guía por lo dispuesto en la Constitución y la ley electoral y las comisiones las forman representantes de todas las organizaciones de masa, incluyendo de mujeres, vecinos, las centrales sindical, campesina y las organizaciones estudiantiles. Imposible explicar en este espacio todos los detalles que muestran la riqueza política y carácter democrático de este proceso.
La participación en las elecciones del 11 de marzo, en un país donde el voto es voluntario, fue de 85.65 por ciento, superior a la de las elecciones de 2012-2013 y probablemente la más alta del mundo. Los votos válidos ascendieron casi a 92 por ciento. El parlamento quedó integrado por 59.34 por ciento de blancos, 40.66 de negros y mestizos y 53.22 de mujeres.
Cuba continuará con una política exterior independiente, solidaria, latinoamericanista, favorable a la unidad e integración de nuestra América, a la paz mundial y al multipolarismo. ¿Quién dijo que Fidel ha muerto? Sus ideas, vivas y llamadas a ser enriquecidas, continúan trazando el presente y el futuro de la patria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...