Por Gustavo de la Torre Morales.
Asociación de Cubanos en Cataluña José Martí.
Los sabuesos andan
sueltos; pero no son los canes de los Baskerville, sino los que aparecen tras
las cámaras de programas televisivos, que firman en el papel de diarios, los
que ponen voz a programas de radios… ¡Sí! ¡Esos mismos! Los que se dedican a
sacar los colmillos para intentar trocear a dentelladas a quienes son señalados
como culpables, como criminales porque decidieron ser diferentes.
Son los sabuesos
que desde una oficina, secreta y “oculta”, montan su maqueta de tramas y
complots, que orquestan infiltraciones y ponen a rodar “sutiles” comentarios
que generen confusión o estados de opiniones adversas, que dejan escapar entre
cotilleos una mentirilla que ruede cuesta debajo de forma ligera como bola de
nieve y rompa por sí misma en un alud de manipulaciones; pero sobre todo, que
su fin sea culpar a los inocentes, condenados.
Ejemplos hay muchos para citar, donde los sabuesos de los grandes medios han ayudado a las intervenciones
militares de las fuerzas de la OTAN en sus juegos de inteligencia y militares
en los Balcanes u Oriente medio; como también a EE.UU en sus “excursiones”
militares y golpistas en países de Latinoamérica.
De esta última
zona geográfica, como ejemplo se puede citar a Granada, la cual fue condenada
porque Maurice Bishop dirigió un movimiento que implantó la llamada People’s
Revolution; pero la excusa perfecta de la operación yanqui Furia Urgente era “ocupar”
las armas de una “milicia” que, al final, trabajaba para el Tío Sam. Muy a
pesar que la ciudad de St. George fue bestialmente bombardeada por el ejército
estadounidense y el país invadido por más de 7 mil marines, la prensa vociferó
hasta el cansancio las declaraciones del Presidente Ronald Reagan que dijo que el ejército de EE.UU habían llegado “justo a tiempo para evitar que Granada
fuera ocupada por los cubanos".
También condenada fue Haití, porque el
gobierno de Jean-Bertrand Aristide, el primer presidente que llegó al poder de
manera constitucional, con sus medidas sociales se inclinó demasiado hacia
una izquierda cercana al “mal ejemplo” cubano y a la Venezuela de Hugo Chávez. EE.UU no podía
permitir otra Revolución. La organización Human Right Watch (otro instrumento
de EE.UU, como la OEA) se encargaba, una vez más, de las falsas acusaciones
contra el exmandatario removido de su cargo por un Golpe de Estado.
Así sucesivamente
se pueden dar todos los ejemplos de los pueblos condenados a ser invadidos por
el imperialismo y que dichas intervenciones contaron con la venía de los
sabuesos de la prensa. Han sido muchos los pueblos condenados militarmente, en
una carrera que comenzó durante la misma campaña de independencia de las
llamadas 13 colonias. Pasa casi inadvertido para la humanidad que esa gran
maquinaria propagandística y de desinformación ha apoyado, desde 1948 hasta la
fecha los más de 100 golpes de Estado que se ha dado en América Latina con la
venia de EE.UU. e intervenciones militares por motivaciones económicas o intereses geopolíticos,
que la OEA
nunca ha condenado.
Imposible olvidar
que Cuba también fue víctima de ese intervencionismo justificado por una prensa
vil, después que el director del periódico The New York Journal dijera a su ilustrador
Frederic Remington: “Usted proporcione las imágenes y yo proporcionaré la
guerra”. Y la explosión del Maine fue la excusa.
El periodismo capitalista,
ese autotitulado “libre” de expresión y amarillista que se mueve por el negocio
de la “noticia”, carece de ética y responsabilidad, debido a que aún existen
miles de William Randolph Hearst y Joseph Pulitzer jugando a ganar fortunas con
la suerte de los pueblos, mientras que a la vez favorecen las apetencias
imperialistas.
Ahora los canes se
preparan para una nueva caza, donde sus mordiscos hagan sonar las campanas contra
el hermano pueblo de la Venezuela Bolivariana. Pero ¿Qué crimen ha cometido esa
Venezuela impulsada por Hugo Chávez y que hoy resiste junto a Nicolás Maduro?
Esa Venezuela ha
cometido el crimen de una Revolución socialista, de emanciparse y romper las
cadenas con el opresor, de tomarse el derecho de construir un camino propio, de
crear programas sociales (Barrio Adentro, Misión Robinson o Sucre, Gran Misión
Vivienda y otros tantos), que alcanzan a la masa poblacional más necesitada y
que antes era la más apaleada económicamente y no gozaba de derechos que hoy sí
tiene, de nacionalizar los recursos naturales (que eran el gran negocio para
empresas extranjeras extractoras) y hoy sostienen las misiones sociales y
económicas del país, de no conformar un gobierno militarista y servil a los dictados
del Tío Sam, de jugar un papel unificador fundamental en la región latinoamericana y del Caribe que aún el
imperialismo cree su “patio trasero”, de haber tenido un presidente como Hugo
Chávez que fue querido y no temido por el pueblo, porque hoy tienen un presidente
que levanta la voz enérgica en diversos foros internacionales para condenar la
injerencia y el ejercicio de una guerra imperialista contra el pueblo
venezolano.
Ese es el crimen
que los grandes medios condenan con el uso de sabuesos de colmillos afilados y
garras listas para dar zarpazos, entrenados en la guerra mediática, en las
manipulaciones y mentiras, en las campañas difamatorias. El objetivo es justificar
los delirios maniáticos del actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump,
quien le dio por firmar otras medidas adicionales a las existentes con la Orden
Ejecutiva 13692 del 8 de marzo de 2015, y las adicionales tomadas en la Orden
Ejecutiva 13808 de El 24 de agosto de 2017. La intención es una posterior
intervención militar contra Venezuela y romper con la paz creada en la región
latinoamericana y caribeña.
La figura del Sr.
Luis Almagro, presidente de la OEA, se ha sumado a la comparsa de falsedades
promulgadas contra el presidente constitucional Nicolás Maduro y ejecutivos del
gobierno venezolano. Igualmente, las figuras de la fraccionada oposición, aquellos
que llevaron a cabo las guarimbas y rechazan o boicotean constantemente las propuestas
de conversaciones de paz, tienen voceros que sólo piden la intervención militar
foránea y más sanciones económica contra Venezuela; sin importarles que las carencias
económicas y las bombas, tienen como víctima a toda la población.
¿Si las intervenciones
imperialistas son la posible “solución”; entonces, donde está la restaurada
democracia, libertad y paz en los países intervenidos hasta ahora? ¿Dónde está la
democracia, libertad y paz en Irak, Libia, Afganistán, los antiguos países que
conformaban la otrora Yugoslavia, Haití, Guatemala, México o la propia Colombia?
Los pueblos del
mundo dijeron en campaña mundial, el pasado 17 de marzo, #TodosSomosVenezuela, condenando
la política de agresiones que se lleva contra Venezuela y porque se conoce que
las acciones de EE.UU y el amparo que brinda la prensa internacional al
servicio de los grandes capitales, tienen un carácter genocida y constituyen un
crimen de lesa humanidad.
Las dificultades
que hoy afrenta el pueblo venezolano no son el resultado de una administración
errónea de su gobierno, sino que son la consecuencia de una guerra no
convencional y económica impuesta contra ese hermano país. El juego del
imperialismo es evitar unas elecciones libres y democráticas en Venezuela,
porque saben que el pueblo volverá a decir ¡Socialismo! y para eso apoyarán a
Nicolás Maduro. El imperialismo quiere evitar otra victoria constitucional del
chavismo, de la Revolución bolivariana… otra victoria del pueblo, porque lo que
quiere el imperialismo es entregarle el país a la oligarquía y que esta vuelva
a entregar los recursos naturales del país a los consorcios extranjeros yanquis
y europeos.
La batalla de
denuncias contra la hegemonía imperialista y el servilismo de la gran prensa,
debe mantenerse constantemente. Es una responsabilidad que tenemos con el derecho
de los pueblos a escoger libremente su propio camino. Es una responsabilidad
que tenemos, siempre: salvar al pueblo de Venezuela.
#VenezuelaPazSíInjerenciaNo
#VenezuelaEleccionesSíSancionesNo
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