Tomado de FB de Gustavo de la Torre Morales
La
derecha y ultraderecha europeas, repiten como papagayos, las acusaciones que se
vierten sobre las misiones médicas internacionalistas cubanas, formadas por
personal sanitario, y que comenzó oficialmente sus labores en Argelia, en 1963.
Sobre ellas, llueve el fuego de constantes campañas mediáticas de descréditos, utilizando disímiles bulos y falsedades: que si son para tráfico humano, que sirven para hacer proselitismo político, que son fuerzas militares de infiltración, que es mano de obra esclava y un largo etcétera, todas llenas de vejaciones aberrantes.
Sin
embargo, estos personajes de la derecha y ultraderecha, y de la eufemística “disidencia”
cubana, que desde el podio del Parlamento europeo, no se atreven a mencionar
los millonarios fondos que se destinan para crear campañas contra las Brigadas
Médicas cubanas, alardean de preocuparse por los derechos del personal que la
integran, mientras omiten que más de 605 mil mujeres y hombres que han formado
parte de las brigadas, han acudido a lugares recónditos de 165 países, donde
profesionales de esos países (dicho de paso, capitalistas la mayoría) se han
negado a ir, dejando en el abandono a comunidades desfavorecidas económicamente.
Pero es el personal cubano el que ha logrado salvar más de 9 millones de vidas
humanas, mitigar los daños de desastres y epidemias y realizar asistencia
sanitaria y de prevención por gran parte del planeta.
Estos
personeros, erigidos como luchadores por la “democracia” (la del dinero), son
los mismos que desde sus gobiernos adoptan políticas de recortes a los
servicios públicos de sanidad, haciéndolos ver como precarios y que la única
fórmula de su “eficiencia” es la privatización de los mismos; lo cual crea
discriminación por estatus económico y el abandono a una gran parte de la
población.
Ya en la
cuarta reflexión, comentamos de cómo se hace negocio, hasta ilícito, de la
sanidad.
Mientras
a las instalaciones privadas se les favorece, creando de los servicios médicos
un mercado de negocio, se pone la vida a la disposición del poder adquisitivo y
no por su valor humano.
Son las
Brigadas médicas cubanas las que estuvieron presentes, frente a todo riesgo, en
la lucha contra el Évola en África (cuando el resto de profesionales de otros
países se retiraron de los países afectados); también estuvieron presentes en
el proyecto de cooperación que llevó adelante la Operación Milagro (devolviéndole
la vista a más de 3 millones de personas de forma gratuita), como también en el
enfrentamiento a la COVID-19: Andorra e Italia (países capitalistas, sin
bloqueos económicos y de altos recursos) agradecieron la presencia del personal
médico cubano para combatir esa pandemia (otros países también lo han hecho).
Ya el
personal sanitario cubano estaba en Haití, desde 1993, cuando ocurrió el
potente sismo de 7,3 grados en 2020; mientras que EEUU envió todo un
portaviones, con un salón quirúrgico de alta tecnología, que llegó a ese país
para hacerse una foto de llegada propagandística y poco después desaparecer.
Es,
precisamente, Cuba la que ha creado una Escuela para crear profesionales de
diversos países, principalmente de aquellos que necesitan de personal
especializado y con la voluntad de valorar más la vida humana que el negocio
con la salud de las personas. La Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) ha formado más de 30 mil
alumnos de 120 países (de EEUU incluidos) desde su fundación.
Ese ejemplo de humanismo, de cooperación
respetuosa, de internacionalismo solidario es lo que al imperio y sus secuaces
de la derecha y ultraderecha europea no ve con buenos ojos; porque es la
demostración que la vida humana no es un negocio, ni que la salud de un pueblo
es un producto de mercado.
Por eso, EEUU, sin ninguna
consideración con la población cubana, impone un férreo bloqueo económico y
pone todo tipo de trabas para que Cuba no pueda adquirir ni medicamentos, ni
reactivos, ni tecnologías que puedan facilitar el servicio gratuito y universal
que brinda la Revolución cubana.
El bloqueo no funciona sólo para la
compra de insumos, materiales y equipamiento de punta; sino que también va
dirigido con duras sanciones contra navieras y empresas de seguro que cubran las
transportaciones hacia Cuba, contra los bancos que faciliten las transacciones
de pagos o toda empresa o persona jurídica que facilite a Cuba el acceso a
cualquier producto del sector, tenga o no ese 10% de complemento producido en
EEUU.
Igualmente, el imperialismo propaga programas
dirigidos a la deserción y abandono del personal de las Brigadas, con el
objetivo de debilitar las misiones internacionalistas. También, en sus campañas
contra la solidaridad cubana, ejerce presiones sobre gobiernos, para que
rechacen la presencia del personal cubano.
Por tanto, no es que les importe los
derechos del personal cubano de sanidad en misiones, sino que no les importa ni
un bledo los derechos de los pueblos a adquirir acceso a los servicios médicos
gratuitos y de calidad, para favorecer la imposición de servicios privados y
costosos y eliminar toda posibilidad de que Cuba siga siendo un ejemplo de
construcción social y política diferente.
Esos fascistoides y fariseos, desde el podio del Parlamento de la Comunidad Europea, integrantes de la derecha, ultraderecha y patriotera “disidencia cubana”, no les importa en lo mínimo las libertades y democracia en Cuba, sino su rendición y doblegamiento a las condiciones políticas del imperialismo.
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