Por Gustavo de la Torre Morales
La derecha y ultraderecha europeas, que tanto fuerzan por el control de fronteras y las devoluciones en caliente de inmigrantes; son los primeros en favorecer políticas e inversiones que faciliten el robo de cerebro y el latrocinio de los recursos naturales de otros pueblos, dejándoles como única alternativa la dependencia económica y sufrir las penurias del subdesarrollo.
Históricamente, Europa ha participado directamente en el latrocinio de recursos naturales de África, Asia y América Latina; sin embargo, las normas para la emigración están condicionada a intereses políticos.
Leyes de prohibición a embarcaciones de salvamentos que han recogido a emigrantes en peligro de muerte en el mediterráneo. Aunque hay que dejar claro, que el Mar Mediterráneo se ha convertido en una tumba de cientos de miles de emigrantes, que huyeron de los conflictos de sus países (muchas veces incendiados por Europa y su instrumento belicista_ OTAN_ y EEUU) o las crisis económicas que afrontan.
Las fronteras para África están cerradas. Son los políticos de la derecha y ultraderecha, también con la complicidad de gran parte de la socialdemocracia, quienes han adoptado medidas contra la emigración, que incluye las devoluciones en caliente o la pasividad frente a las golpizas a inmigrantes en las vallas de Ceuta y Melilla.
Sin embargo, hasta nuestros días, se desgastan en señalar como una antigua aberración del comunismo el “famoso” Muro de Berlín, con el único propósito de recalcar en su propaganda goebblesista, que la ideología del comunismo es “mala”.
Pero, ¿por qué no hablan del resto de los muros que existen en este mundo capitalista?
Llama la atención el silencio sepulcral de la gran prensa “libre” al servicio de esa derecha y ultraderecha, que tanto parlotea de “democracia”, “derechos” y “libertades”, no menciona el muro de los EEUU con México (que alcanza casi 1500 Km de largo y con varias decenas de miles de personas asesinadas, hasta donde se ha podido contar), ni del muro del sudeste de Marruecos con el Sahara Occidental (dividido en muros, constituidos por 2.720 kilómetros de berma de arena), tampoco del muro de Israel en Cisjordania ( con más de 700 km y perpetúa la ocupación de tierras palestinas y que hoy día el sionismo ha convertido a Gaza en un campo de concentración y exterminio a cielo abierto). Sin dejar de mencionar las dos colonias de España en África: Ceuta y Melilla, que también cuentan con muros de vallas.
No se quedan atrás la verja de Gibraltar, el muro de Belfast en Irlanda del Norte ni otros muros de los que no se hablan.
La Unión Europea no se queda atrás en eso de levantar nuevas vallas y alambradas que funcionen como muros. Muchos de sus estados miembros han construido cerca de 2000 km de murallas de alambres y cuchillas (En la región del
Báltico, Estonia, Letonia y Lituania han levantado muros en sus fronteras con
Rusia. En los Balcanes hay vallas construidas por Austria, Eslovenia, Hungría,
Macedonia, Bulgaria y Grecia). Estas barreras no son para protegerse de intervenciones militares, sino de los migrantes y refugiados que huyen de los conflictos generados en sus países. La mayoría de estas contiendas bélicas, sean o no intestinas, generalmente fueron provocadas y azuzadas por el intervencionismo y la injerencia del imperialismo estadounidense u otanista de la propia Unión Europea.
El capitalismo, con sus grandes desigualdades, también ha propiciado la construcción de muros físicos, que separan a capas sociales pudientes de las marginadas. De estos últimos, tenemos en América Latina: el llamado “Muro de la Vergüenza”, ubicado en Lima, Perú, con una longitud de 10 km de largo, el cual separa a la clase alta de la urbanización Las Casuarinas, en el distrito de Santiago de Surco. También están los de Argentina; el primero es un muro fronterizo de cuatro kilómetros y cinco metros de altura entre la ciudad de Posadas y la paraguaya Encarnación, y el segundo en Buenos Aires, para evitar que el barrio marginal Villa 31 continuara expandiéndose y alcanzara las parcelas exclusivas de Recoleta y Puerto Madero.
¿Estos muros no dividen, no dan vergüenza, no discriminan, no muestran la falsedad democrática, no limitan derechos y libertades, no impiden la emigración, incluso de localidades cercanas?
En Cuba, la única valla fronteriza (dicho sea de paso, ilegal) es la que se impuso para usurpar una porción del territorio de Guantánamo, donde el gobierno de EEUU mantiene anclada una base naval que ha servido de cárcel ilegal y donde se ha torturado impunemente.
La derecha y ultraderecha europeas (también con la complicidad de la socialdemocracia de centro “izquierda”), en sus gobiernos han aprobado políticas, regulaciones y leyes que propician beneficios a quienes desde Cuba desean emigrar o incentivan la emigración, favoreciendo mucho más a quienes se acogen al precepto de “refugiado político”, para después usarlo como propaganda, de que huyen de la “dictadura comunista”.
Con esto, siguen los mismos tópicos utilizados por la política migratoria de EEUU, para justificar la salida de jóvenes de Cuba o promover las salidas ilegales y la deserción.
Entonces, ¿Con qué moral utilizan a la emigración cubana, para acusar a Cuba? ¿Por qué no luchan por los derechos de otros pueblos marginados y empujados a una emigración forzosa?
La respuesta es simple.
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