Por Luis Ernesto Ruiz Martínez.
El próximo 26 de noviembre toda Cuba recordará que ese día, pero de 1961, fueron asesinados el maestro Manuel Ascunce Domenech y el campesino Pedro Lantigua. Desde Holguín, como parte de las acciones en saludo a la Jornada del Educador, convocamos a una jornada de solidaridad en las redes sociales con el empleo de las etiquetas #YoSoyMaestro y #CubaEduca.
La historia del joven Manuel Ascunce no puede ser olvidada. Finalizaba el mes de noviembre de 1961 y el Escambray era un hormiguero de yipis, camiones de milicias, mochilas y faroles de brigadistas que iluminaban los bohíos en la noche oscura de la montaña. Tropas serranas penetraban en el lomerío limpiando los últimos reductos de los bandidos, armados y sostenidos por el imperialismo yanqui. Un enjambre de jovencitos, hembras y varones, enseñaban las últimas lecciones y se preparaban ya los alumnos a escribir “la carta a Fidel” como prueba de que sabían leer y escribir.
Eran las Brigadas “Conrado Benítez” llevando a toda Cuba la alfabetización. Mientras eso sucedía, el enemigo se escondía en una loma frente a la casa de Pedro Lantigua. Era un grupo de bandidos que vigilaban el bohío donde el farol encendido anunciaba que allí se aprendía a leer y a escribir. Se dice que cinco días permanecieron ocultos, hasta que en la tarde noche del 26 de noviembre rodearon la casa. Pedro estaba sentado próximo a la puerta mientras su esposa atendía a los niños y Manuel revisaba la carta que el hijo del campesino ya había terminado.
Unos toques a la puerta, voces desde el cafetal y el ladrido de los perros preocupan a Mariana que alerta a Pedro. Lantigua rastrilla su M2. Desde afuera simulaban ser sus amigos y afirmaban ser milicianos que pedían ayuda. En un descuido lo abracan, lo lanzan al suelo, lo golpean y le quitan el fusil, mientras Mariana abraza a Manuel. Al preguntarle uno de los bandidos ¿quién es ese?, responde que es otro hijo.
Es entonces cuando se produce la respuesta de Manuel de “Yo soy el maestro” y se lanzan contra él. Se lo llevan con Pedro. Los arrastran y golpean hasta saciar sus instintos de bestias. No paran hasta colgarlos de un árbol a unos 150 ó 200 metros del fondo de la casa buscando hacia el monte.
Los que pensaron que de esa manera borrarían el ejemplo del Maestro, olvidaron que las ideas no se matan. 54 años después convocamos desde Holguín a compartir historias, anécdotas, vivencias y aspiraciones de todo aquel que haya sido, sea o desee convertirse en educador.
No importa que no ejerza el magisterio en una institución docente, basta con llevarlo como filosofía de vida y demostrarlo cotidianamente. Todo el que eduque, de una u otra forma, puede sumarse a esta iniciativa para inundar las redes sociales como merecido homenaje a nuestros maestros y maestras de Cuba.
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