sábado, 27 de enero de 2018

Ser martiano es ser patriota

Manuel Mendive. Martí, 1974, Óleo sobre madera. Colección privada, Yo sé de un pintor gigante. Álbum de fotos de José Martí.

Tomado de Granma
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Los que hoy hablan de él, no lo conocieron más que por su obra. Sin embargo, parecen haberlo arropado en su cotidianidad para hacerlo suyo. A esos intelectuales, artistas, políticos, hombres y mujeres, volvemos en este aniversario 165 del natalicio del Apóstol, más que todo, porque es innegable la vigencia de su pensamiento.
«Martí no ha dejado ni un solo cabo suelto en la historia de Cuba», aseguró Cintio Vitier, destacado intelectual cubano y estudioso de su obra. En la magnitud de su legado se encuentran temáticas tan variadas y complejas que persisten hasta nuestros días. He ahí una de las grandezas de su pensamiento: su inmortalidad.

Sobre él, Armando Hart Dávalos, quien fuera director de la Oficina del Programa Martiano y presidente de la Sociedad Cultural José Martí, dijo: «Martí hacía la política como un arte, y en definitiva era el arte de unir a los hombres para un fin determinado. En esencia esa originalidad consiste en superar la divisa del divide y vencerás de la reacción, por la consigna: unir para vencer».
La unidad fue una idea que defendió siempre y mencionaba como indispensable para alcanzar la independencia. Bajo este ideal surgió el Partido Revolucionario Cubano, estalló la guerra de 1895, se levantó la Generación del Centenario, triunfó la Revolución y  continúa adelante no solo este país, sino la lucha de la izquierda latinoamericana.
Como visionario, defendió la imagen de una América unida y el concepto de Patria es Humanidad. Un pensamiento que hoy vive en la solidaridad y el internacionalismo, en la Celac, el Alba, y en todos los procesos revolucionarios de la región que han permitido, desde  la acción, vivir en una América más nuestra.   
UN HÉROE DE LA REVOLUCIÓN

«El pensamiento martiano es el sustento de la profecía y del triunfo de la Revolución Cubana», escribió Eusebio Leal Spengler, hace diez años en las páginas de este periódico. En aquel artículo agregaba: «si nosotros estamos hoy aquí es porque Fidel, con su generosidad y sentido abarcador, se dio cuenta de que el Apóstol encarnaba el sentido intelectual y el valor ético de la cultura y nación cubanas».
En su juventud, Fidel se encontró con la literatura martiana, la estudió, releyó y convenció de que era, como él mismo diría en una ocasión, su guía. Ya en aquella época, Martí era paradigma para gran parte de su generación. La Revolución del 30, que enjuiciaba el sistema neocolonial, la lucha por la Constitución de 1940, los sucesos en las universidades y toda la vorágine de la época, tenían detrás su figura. 
Fidel se apropió entonces de todo aquel culto para seguir adelante y materializar con hechos la impronta martiana. Como autor intelectual del Moncada, guió, al igual que lo hizo años atrás, a esos jóvenes cubanos con la grandeza y lo oportuno de su pensamiento.
«ES EL APÓSTOL EL GUÍA DE MI VIDA».
Fue Fidel Castro, un hombre de ideas martianas y de sentimientos patrióticos. En una de sus tantas declaraciones con respecto al legado de José Martí aseguró: «la audacia, la belleza, el valor y la ética de su pensamiento me ayudaron a convertirme en lo que creo que soy: un revolucionario».
Un revolucionario que pasó de joven rebelde a líder de un país, que se sirvió de las ideas de Martí para hacerlo y para inculcar también en el pueblo la necesidad de concretar esas ideas martianas. «Podemos decirle a Martí que hoy más que nunca necesitamos de sus pensamientos, que hoy más que nunca necesitamos de sus ideas, que hoy más que nunca necesitamos de sus virtudes», manifestó el Comandante en Jefe hace ya más de 20 años.
Durante todo este tiempo, casi 60 años de Revolución, José Martí ha sido, según Eusebio Leal, «la fuerza salvadora, de ahí que en el alma de los cubanos encuentre cobijo ese culto legítimo a un hombre que no solo fue de su tiempo, sino de todos los tiempos; no solo de Cuba, sino del mundo entero».
EL HUMANISMO MARTIANO

El cantautor y poeta cubano Silvio Rodríguez dijo hace algunos años que lo esencial de la personalidad de José Martí era, «por encima de todo, la bondad, la ética martiana. Ese darle a la vida un sentido y que ese sentido sea para el bienestar de los hombres. Ese desprendimiento tan grande que había en Martí; ese querer que todos fuéramos felices; ese volcarse e indagar en los sentimientos de los seres humanos».
Sus textos y acciones, evidencian a un hombre comprometido con el bien, con la humanidad, la libertad y la paz; por eso aseguraba Armando Hart en una entrevista publicada en el año 2003: «sintió el dolor, la angustia y la maldad que imperaban en el mundo, pero también la necesidad de transformarlo, enriquecerlo y embellecerlo».
Por ese interés, apartado de toda la individualidad humana, fue un hombre tan grande. Y continuaba Hart en sus declaraciones: «estaba dotado de una altísima sensibilidad, fue un poeta y literato ilustre, y supo, incluso, organizar una guerra. ¡Era un hombre excepcional! Fue, además, profundamente radical y nunca extremista. Su radicalismo estaba dirigido a alcanzar la justicia y la dignidad plena del hombre».
«En Martí se llegaron a relacionar la bondad, la inteligencia y la felicidad, y ese es el hombre nuevo al que se refería el Che».
Un hombre nuevo que, aun cuando todavía está por concretarse,  evidentemente tendrá que ser también martiano.
MARTÍ HOY
Cuando llegamos a su aniversario 165, muchos siguen teniéndolo como bandera. Su visión de futuro llegó hasta hoy, continúa siendo necesario, y no solo como guía para la creación de un mejor país, sino como referente para las futuras generaciones. Músicos como Israel Rojas, voz líder del dúo Buena Fe, lo han llevado a sus canciones, insistiendo en que «el Martí verdaderamente aterrizado, maravilloso, interminable, hoy nos debe acompañar más que nunca».
Como él, muchos otros lo atesoran. Silvio Rodríguez insiste en hacerlo eterno. En una entrevista publicada en el periódico Juventud Rebelde en el año 2012, afirmaba: «Martí es un universo tan grande, tan vasto, habló de tantas cosas, su mente estuvo en tantas partes, que yo creo que en este momento nos es particularmente necesario.
«Martí es el punto de apoyo donde se fundamenta nuestra coherencia como nación».
Cohesionó el pasado... habló de la gente de la guerra de 1868, poniéndolas en función de un presente que era incierto en esos momentos, pero él veía que tenía que partir de esa semilla. Y le dio, además, coherencia al futuro. 
Hacia ese futuro que miramos hoy todos, tendrá que acompañarnos irremediablemente Martí. Como dice René González Sehwerert, uno de los Cinco Héroes Cubanos y actualmente vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí:
 «Hagamos de cada cubano un martiano de corazón, y esta Revolución vivirá por siempre».
José Martí no es ya solamente el Héroe Nacional sino un valor de la nacionalidad cubana. No se es patriota en Cuba si no se es martiano. 

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