El Hotel Riviera como protagónico de una parte de la historia de Cuba. 22 de enero de 1959 |
Por José Gabriel Martínez Rodríguez
Las agresiones mediáticas contra Cuba no son exclusivas del presente siglo. Desde el mismo inicio del proceso revolucionario, en 1959, gobierno y pueblo tuvieron que enfrentar juntos los embates de campañas propagandísticas, orquestadas por los monopolios norteamericanos de la información que se negaban a tolerar un proyecto alternativo de nación y construcción social, opuesto desde su esencia a la hegemonía que durante años habían mantenido los poderosos.
Cuba empezaba a constituirse en ejemplo para los países del área y demás explotados del mundo y había que detenerla a cualquier costo y por cualquier vía posible. Es así que los enemigos de la Revolución decidieron emplear como uno de los primeros métodos el manejo de la opinión pública.
No habían transcurrido ni dos semanas del triunfo del 1ro de enero y ya las agencias noticiosas de los Estados Unidos -en aquel entonces la Associated Press (AP) y la United Press International (UPI)-, revistas como Life,Newsweek, US News and World Report y los principales periódicos del continente, organizados a través de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), desarrollaron una intensa campaña mediática de alcance internacional contra la Revolución y sus dirigentes. Funcionarios del ejecutivo del presidente estadounidense Dwight Eisenhower (1952-1960) y varios congresistas apoyaron e instaron la campaña con declaraciones tendenciosas y falsas acusaciones.
Las principales líneas de mensaje de la argucia propagandística estaban encaminadas a crear en la opinión pública una imagen tergiversada de los líderes revolucionarios y su capacidad para dirigir el país tras la caída de Batista. En los contenidos difundidos como noticias y artículos periodísticos, acusaban a los rebeldes del Movimiento 26 de Julio y al primer Gobierno Revolucionario de convertir a Cuba en un «baño de sangre» con los juicios y sanciones de fusilamiento a un grupo de criminales de guerra de la dictadura derrocada.
Es pertinente aclarar que, durante los siete años del gobierno ilegítimo de Fulgencio Batista (1952-1959), efectivos de la impopular Guardia Rural y de grupos paramilitares fomentados por él causaron la muerte de más de 20 mil civiles cubanos, sin que ninguno de esos hechos fueran denunciados por los medios de prensa que entonces atacaban a la Revolución.
Juan Marrero, editor del sitio web Cubaperiodistas y redactor de Radio Voz por aquella época, cuenta que por el solo hecho de ajusticiar a algunos de esos verdugos del pueblo cubano, se comenzó a difamar y calumniar a la Revolución Cubana con el objetivo de aplastarla cuando aún estaba recién nacida. Los mismos que permanecieron en silencio con los crímenes de Batista, los mismos que callaron sobre el trato justo que tuvo el Ejército Rebelde con el enemigo y cómo millares de prisioneros fueron devueltos en los campos de batallas y cientos de heridos enemigos atendidos por los pocos médicos rebeldes, ahora hablaban de la existencia de matanzas, baño de sangre de opositores políticos en Cuba, sin mencionar los crímenes y atroces torturas en que participaron.[1]
En respuesta a la afrenta, y para intentar contrarrestarla, Fidel Castro, líder de la Revolución, encomendó a las instituciones periodísticas de entonces(Colegio de Periodistas y la Asociación de Reporteros de La Habana) organizar lo que trascendió a la postre como Operación Verdad.
¿En qué consistió?
Se decidió invitar a la Isla a periodistas del mundo para que comprobaran de primera mano si los argumentos de la campaña de desinformación tenían un sustento real o no.
Ya el comandante Ernesto Guevara había esbozado desde la lucha en la Sierra Maestra la idea sobre la necesidad de aglutinar a profesionales de la información una vez logrado el triunfo, para dar a conocer la verdad sobre Cuba. Ante el embate de la prensa enemiga, el momento oportuno había llegado.
En el comité organizador de la operación se destacaban el argentino Jorge Ricardo Masetti y el uruguayo Carlos María Gutiérrez,[2] junto a la heroína de la lucha guerrillera en la Sierra Maestra Celia Sánchez. Con un rol relevante en su organización también estuvieron Santiago Riera, quien vivió exiliado en Argentina; Jorge Quintana, decano del Colegio Nacional de Periodistas y quien también estuvo exiliado; Mario Kuchilán, periodista que había sido torturado por esbirros de Batista tras los hechos del Moncada, y Baldomero Álvarez Ríos, corresponsal en Cuba de la revista norteamericana Visión durante los años de la dictadura y redactor del diario Información.
Los preparativos se terminaron en menos de dos días y fue así que el 21 y 22 de enero de 1959 pudo celebrarse la reunión a la que finalmente concurrieron cerca de 400 periodistas de América Latina y otras regiones del mundo. Mayormente fueron hospedados en el Hotel «Havana Riviera», en Paseo y Malecón, acondicionado con facilidades para la transmisión de las informaciones y el transporte de los periodistas.
A su llegada a La Habana cada periodista recibió un portafolio con fotos sobre algunos de los asesinatos y torturas de la dictadura. También las ediciones especiales de Bohemia con fotos y textos que denunciaban los crímenes de la tiranía y que la censura había prohibido publicar en su momento.[3]
De Estados Unidos asistieron profesionales de la prensa de veinte ciudades. Entre ellos estuvo Jules Dubois por el Chicago Tribune, quien después presidiría la SIP con una marcada hostilidad hacia Cuba y se revelaría su condición de coronel de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Los representantes norteamericanos Adam Clayton Powell y Charles O. Porter, junto al senador puertorriqueño Juan Fronfrías, asistieron también, invitados por el Gobierno Revolucionario.
Powell era un legislador negro de Harlem que desde el triunfo revolucionario marcó su posición con respecto a Cuba al solicitar a la Casa Blanca que reconociera al Gobierno Provisional de Cuba y destituyera a Earl T. Smith como embajador en La Habana, por haber sido favorable a Batista. De igual forma abogó por que se otorgase una ayuda de emergencia a Cuba equivalente a 200 millones de dólares, ante el desangramiento al que fue sometido el tesoro público cubano por parte de Batista y sus partidarios, que huyeron de Cuba con maletas repletas de dinero y sus mal habidas fortunas.
Otros medios que enviaron representantes a la reunión fueron la Broadcasting Corporation, Toronto Press, Miami News, Cincinnati Inquierer, Baltimore Sun y Washington Daily News, de Estados Unidos; London Daily Mail de Londres; Jours de France de París; Nacional, Novedades y Excelsior, de México, y El Mundo y El Imparcial, de Puerto Rico.[4]
Llegados y acomodados los invitados, todo estuvo listo para iniciar la Operación Verdad y desmontar las manipulaciones y tergiversaciones que se lanzaban contra Cuba.
Primer día: concentración en Palacio
Los pocos participantes que han testimoniado la Operación Verdad coinciden en que tuvo dos momentos claves: la concentración popular del 21 de enero frente al antiguo Palacio Presidencial, donde Fidel se dirigió al pueblo, y su intercambio del día siguiente con los periodistas nacionales e invitados extranjeros, en el salón Copa Room del Hotel Havana Riviera.
La asistencia estimada de la concentración del primer día fue de un millón de personas. Los periódicos cubanos de la época resaltaron la masividad del pueblo capitalino y de provincias cercanas como Pinar del Río y Matanzas, que se trasladaron para ver y escuchar al líder indiscutible de la Revolución.
En su intervención,[5] Fidel alabó la masiva asistencia, síntoma inequívoco del apoyo popular y mayoritario al movimiento revolucionario, y comenzó a denunciar la campaña mediática que se cernía sobre Cuba, específicamente contra los juicios que aplicaban los tribunales revolucionarios.
Explicó que la causa principal de las agresiones de los medios radicaba en la voluntad del pueblo cubano de ser libre política y económicamente, lo cual constituía un ejemplo «peligroso» para toda la América Latina.
El monopolio informativo de Estados Unidos y sus aliados estaba al tanto de que la Revolución triunfante iba a anular todas las concesiones onerosas que hizo la dictadura a las empresas, y de ahí el odio y los ataques.
Al referirse a las sentencias de fusilamiento, Fidel afirmó que «donde hay justicia no hay crimen» y que cuando el pueblo apoyaba el castigo era porque el castigo era justo y merecido.
Los periodistas participantes en la Operación Verdad pudieron constatar en la concentración el espaldarazo popular a la justicia que se estaba aplicando contra los criminales de guerra, pues en el momento climático del discurso y ante la solicitud de Fidel de que todo el que apoyase los juicios y las sanciones lo expresase, el millón de asistentes alzó su mano en señal de aprobación.
Segundo día: conferencia de prensa en el Hotel Riviera. Concepción de una alternativa mediática
Durante los dos días del encuentro, a los periodistas se les garantizó libertad de movimiento para que entrevistaran a su antojo a miembros del pueblo e incluso presenciaran los juicios públicos como el celebrado el 23 de enero a Jesús Sosa Blanco, quien, como comandante del ejército batistiano, asesinó a más de 50 campesinos, además de ser conocido por sus incendios de caseríos enteros, robos y torturas.
Pero la actividad más importante en la segunda jornada de la Operación Verdad fue el encuentro sostenido por Fidel con los periodistas en el salón Copa Room del Hotel Havana Riviera, en el que se sometió a cualquier pregunta que quisieran hacerle como muestra de la transparencia de la dirección de la Revolución.
Cerca de 50 periodistas lanzaron sus interrogantes, a las que el Comandante en Jefe de las fuerzas revolucionarias respondió con sólidos argumentos.
Fue en esa conferencia de prensa cuando se abordó por primera vez la posibilidad de un cerco económico, comercial y financiero por parte de Estados Unidos contra Cuba.
«Un periodista mexicano preguntó a Fidel cómo se defendería Cuba si la campaña iniciada contra el país desembocaba un bloqueo económico y Fidel respondió que enfrentar medidas de ese tipo sería posible por la disposición de sacrificio que tenía y tiene el pueblo cubano».[6]
Sobre los reportes de los medios internacionales, Fidel explicó a los periodistas que «en los cables hay una insidia permanente (…) Siempre mencionan “losrápidos procesos de los partidarios de Batista”. Lo recalcan. Aparentemente, son imparciales, pero emplean determinadas palabras y sutilezas, como maestros que son de la intriga (…)».[7]
En cuanto a la forma de hacer frente a esas intrigas, lamentó que las naciones pequeñas que luchan por su emancipación no dispusieran de cables internacionales propios para que los periodistas latinoamericanos no se vieran obligados a acatar las informaciones de los poderosos.
Fidel sentenció que la prensa de América Latina debería poseer sus propios medios para conocer la verdad y «no ser víctimas de la mentira».[8]
Guiada por esos propósitos, y considerada como la hija mayor de la Operación Verdad,[9] comienza a funcionar en junio de 1959 la agencia latinoamericana de noticias Prensa Latina. Su organización corrió a cargo fundamentalmente de los periodistas Jorge Ricardo Masetti, su primer director, Carlos María Gutiérrez (uruguayo), Armando Villanueva (peruano), Armando Rodríguez Suárez (mexicano) y el cubano Enrique de la Osa.
La agencia emergió desde su fundación como una alternativa tercermundista al cerco informativo impuesto por las grandes potencias y aún hoy, más de 55 años después, cumple cabalmente en su empeño y objetivos, junto a otros medios alternativos como la televisora multiestatal Telesur, emisoras radiales, diarios y publicaciones digitales. Un cúmulo mediático que hace posible una mayor democratización de la opinión pública, a diferencia de lo que ocurría por aquellos años, y que permite al mundo acceder a la realidad cubana y latinoamericana con una óptica plural, no adscrita de forma exclusiva a los intereses de quienes poseen los grandes medios.
En el recuerdo de sus protagonistas
Cuestionado 56 años después acerca de esos hechos y su trascendencia e impacto inmediato, Juan Marrero opina que quizás no tuvo la magnitud prevista, porque se sobrevaloró la autonomía de los periodistas invitados: «Muy pocos pudieron publicar en sus periódicos, con una orientación marcada por la SIP y ceñida a los dictados de Washington, lo que vieron o escucharon en Cuba durante esos días. Como nunca antes, tanto ellos como nosotros comprobamos que la libertad de prensa era un mito, que más bien se debía hablar de libertad de empresa y políticas editoriales marcadas por los dueños».[10]
Sin embargo, la Operación Verdad mostró al mundo, especialmente al continente latinoamericano, la voluntad de transparencia de la Revolución Cubana. Campañas mediáticas como aquella inicial se han sucedido unas a otras, construidas con finas técnicas basadas en la manipulación, tergiversación y ocultamiento de hechos y datos y en la exposición de medias verdades en concordancia con las líneas de mensaje que pretenden fijar en la opinión pública.
Cuba, aunque no siempre con los niveles de inmediatez y oportunidad requeridos, ha sabido responder con contundencia a muchos de estos embates que hoy conocemos como guerra mediática.
Y aunque el enfrentamiento en este escenario es permanente y no se hayan cumplido de forma inmediata los objetivos de aquella primera batalla, la Operación Verdad fue un triunfo indiscutible contra la manipulación y la mentira. La Revolución Cubana, con virtudes y deficiencias, goza de un apoyo mayoritario en la opinión pública mundial, que celebra sus conquistas y la impulsa a mantener su camino auténtico de permanente construcción en pos de lograr una sociedad cada vez mejor.
NOTAS:
[1] Juan Marrero, Operación Verdad, La Habana, 2004. Disponible en http://www.cubadebate.cu/opinion/2004/01/22/operacion-verdad/
[2] Masetti y Gutiérrez habían ascendido previamente como periodistas a la Sierra Maestra para entrevistar a los líderes guerrilleros que luchaban contra la dictadura de Batista y conocer de cerca sus proyectos e ideas. El libro de Masetti resultante de esos intercambios, Los que luchan y los que lloran, constituyó una alternativa a las campañas desinformativas de los medios que desfiguraban la esencia del movimiento de resistencia popular y sus líderes.
[3] Juan Marrero, Hace 55 años: Breve historia de la Operación Verdad, La Habana, 2014. Disponible en http://www.cubaperiodistas.cu/noticias/enero14/19/01.htm
[4] Ibídem.
[5] Fidel Castro, discurso pronunciado en la concentración popular en el Palacio Presidencial, 21 de enero de 1959. Disponible en: http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f210159e.html
[6] Juan Marrero, en entrevista con el autor, La Habana, 23 de marzo de 2015.
[7] En Bertha Mojena, Operación Verdad: para no ser víctimas de la mentira, La Habana, 2014. Disponible en www.cubahora.cu
[8] En Juan Marrero, Hace 55 años: Breve historia de la Operación Verdad, La Habana, 2014. Disponible en http://www.cubaperiodistas.cu/noticias/enero14/19/01.htm
[9] Ángel Augier, La hija mayor de la Operación Verdad, La Habana, 2009. Disponible en www.lajiribilla.cu
[10] Juan Marrero, en entrevista con el autor, La Habana, 23 de marzo de 2015.
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