Ricardo
Alarcón, presidente del Parlamento cubano, reflexiona sobre las huellas de la
intervención de Fidel conocida como “Palabras a los intelectuales”, y otros
muchos temas de las relaciones cultura con la emigración cubana y la vida
intelectual y artística entre ambos países. "Los cubanos tenemos el deber
de ayudar a nuestros compatriotas dondequiera que vivan"... “Luchar contra
la mafia, y contra el imperio que la inventó y la sostiene, ha sido, es y será
una admirable proeza de nuestra Patria. Llevar a cabo esa lucha allá, en medio
de esa descomunal porquería, descubrir sus siniestros planes contra Cuba,
mantener intactos la integridad y los valores de su pueblo, como lo han hecho
los cinco compatriotas recién condenados
por un tribunal miamense, es una heroicidad que las palabras no pueden
describir”, afirma en exclusiva para La Jiribilla
Por Rosa Miriam
Elizalde | La Habana
CONSPIRAR EN
LIBRERIAS
—Se cumplen por estos días cuarenta años de
la intervención de Fidel conocida como Palabras a los intelectuales”. Usted,
que era dirigente de la FEU en junio de 1961, ¿podría contarnos en qué contexto
se produjo ese suceso y qué estela ha dejado?
—Se puede
afirmar que en Cuba, con la Revolución, surgió una intelectualidad y su
público. No quiere decir que no existieran grandes escritores y artistas
anteriormente, pero tanto ellos como sus destinatarios eran minorías.
Independientemente de los aportes que hicieron muchos de esos intelectuales
antes de la Revolución, no se puede decir que hubo una intelectualidad
integrada orgánicamente. Hay múltiples evidencias de lo que era la vida
cultural antes de la Revolución. Por ejemplo, escritores de mucha valía que
publicaron sus obras costeándose ellos mismos las ediciones, estas últimas de
muy cortas tiradas para que las leyeran gente que por su parte publicaban sus
cosas también costeándose los gastos.
Tengo
recuerdos de aquella época. El famoso concierto de Alicia Alonso en el estadium
de la Universidad en época de Batista. ¿Por qué fue ese concierto ahí? Era una
forma de responder a la pérdida del subsidio, bastante modesto por cierto, que
había obtenido el Ballet del anterior gobierno. El grupo Los Once se dio a
conocer exponiendo en el Salón de los Mártires de la FEU. Para ellos no había
ni un local donde poder presentar sus obras. Estudiaba Filosofía y Letras y
recuerdo que a nuestras conferencias semanales, como parte de nuestras
actividades en la Sociedad Cubana de Filosofía, asistía un público integrado
por media docena de personas. No se puede decir que en Cuba no hubiera personas
dedicadas a la filosofía en aquella época, pero nos cocinábamos todos en una
olla no muy grande.
Recuerdo
haber conspirado en librerías de La Habana. Ahora pienso en eso y lo miro desde
otro ángulo: ¿cómo se podía conspirar en una librería? Porque era un lugar
desértico. Había algunas librerías que usábamos para realizar contactos
clandestinos, para trasegar propaganda y otras cosas. Cualquiera podía entrar,
pero poca gente deambulaba por ahí. Cuando piensas en la realidad de la Cuba de
hoy y en la que empezó, la que estalló al triunfo de le Revolución, se puede
apreciar la diferencia.
NUNCA MÁS
GRUPOS AISLADOS
Ahora, ¿qué
ocurre con la Revolución? En primer lugar, la enorme transformación del país en
meses: la Reforma Agraria, la eliminación prácticamente de la pobreza absoluta,
del desempleo, algo que se hizo de inmediato con pocas medidas. La rebaja de
los alquileres, las medicinas. En fin, toda una serie de medidas que van a
emancipar socialmente a grandes masas. Y eso tiene desde el principio un
componente cultural muy fuerte: la alfabetización; la nacionalización de la
enseñanza; en el caso universitario, la reforma universitaria; el plan de
becas. Uno ahora lo puede ver como una “simpleza”, pero hay que recordar que en
aquellos días se estableció un plan de becas para que el muchacho del campo, el
que no podía pagar ni siquiera la matrícula de la universidad que no era tan
cara, y que no podía sostenerse en la ciudad. Sin haber cambiado la sociedad
cubana, comenzar con el plan de becas al inicio de la Revolución significó
tener que utilizar grandes edificios de La Habana para alojarlos. Tres de los
edificios mayores de la ciudad de La Habana se llenaron de jóvenes. Había una
masa de muchachos que no hubiera podido estudiar, si no hubiera sido de ese
modo, sin la extensión de la actividad universitaria, su irradiación por todo
el territorio nacional. En aquellos tiempos se hablaba de la universalización
de la universidad, que tuvo también importancia en el sentido de democratizar
la educación. No era solo moverse hacia la capital para estudiar una carrera,
sino que de la capital salieron los núcleos de los que saldrían facultades y
nuevas universidades en nuestro país. Y la educación obrero-campesina: más allá
de la alfabetización, ¿cuánta gente comenzó a estudiar en Cuba por las noches o
mediante estudios dirigidos, sistemas de encuentros, etcétera?
A eso súmale los instructores de arte y las ediciones masivas. Se acabó el drama del poeta buscando quién le prestaba dinero para publicar quinientas copias de su poemario. Aparecieron ediciones de decenas de miles de ejemplares de libros. Te voy a poner algunos ejemplos personales. En aquella época se hizo algo parecido a lo que se está haciendo ahora, una experiencia que se llamó la Universidad Popular, que se transmitía los domingos al mediodía. Un programa de televisión tipo conferencias, y además publicábamos los folletos, los textos de las conferencias en ediciones de decenas de miles de ejemplares que desaparecían.
A eso súmale los instructores de arte y las ediciones masivas. Se acabó el drama del poeta buscando quién le prestaba dinero para publicar quinientas copias de su poemario. Aparecieron ediciones de decenas de miles de ejemplares de libros. Te voy a poner algunos ejemplos personales. En aquella época se hizo algo parecido a lo que se está haciendo ahora, una experiencia que se llamó la Universidad Popular, que se transmitía los domingos al mediodía. Un programa de televisión tipo conferencias, y además publicábamos los folletos, los textos de las conferencias en ediciones de decenas de miles de ejemplares que desaparecían.
En 1975 ó 76
yo iba caminando con unos amigos cerca de Guane, íbamos hacia Guanahacabibes, y
me presentaron a un campesino, un muchacho joven alto, delgado. Y él me dice:
“Sí, yo lo conozco” (yo era entonces el embajador de Cuba en la ONU). Usted
era, el de la Universidad Popular.” Aquel hombre allá, en los remates de Pinar
de Río, siguió con tanta fijeza el programa, que me reconoció. Y ya para esa
época hacía más de diez años que el programa no existía. Sin embargo, él me
identificó no por la FEU, ni por la embajada en la ONU, sino por un programa
que la gente veía con avidez, con un nivel de audiencia elevadísimo. Es decir,
hay todo un cambio y una transformación que, además, estábamos iniciando
realmente.
Creo que el
sentido principal de “Palabras a los Intelectuales”, de la intervención de
Fidel en aquella ocasión, era una invitación a los creadores a sumarse a
participar, en una obra que estaba comenzando apenas en el plano de la cultura,
de la transformación profunda de la espiritualidad en nuestro país; una
invitación a que aportaran su contribución a continuar avanzando por un camino
que estábamos en aquel momento realmente inventando. Sin exclusiones, sin sectarismos,
con la mayor amplitud, con el espíritu de sumar, de incorporar. Creo que esa es
la intención del texto. Las “Palabras a los Intelectuales” están enmarcadas y
precedidas, además, por muchas discusiones y debates entre los propios
creadores cubanos. No olvides que, mientras estaba pasando esa gran
transformación, ¿qué es lo que había en Cuba en el plano intelectual? Algunos
escritores, algunos pintores, músicos, pero todos aislados en un oasis, en un
mundo que no se puede comparar con lo que iba a venir después. Iban a descubrir
que escribían, pintaban o interpretaban su música para millones de gentes; en
todas las actividades de la cultura, pues, exceptuando la música popular,
ninguna actividad en este sector tenía un sentido masivo, una participación
real de la gente. De entonces para acá, la cosa cambió para siempre. Nunca más
fue una actividad de grupos reducidos, sino una gran participación de la
sociedad cubana.
NO SON
PALABRAS EN EL VACIO
—Entonces, ¿por qué los enemigos de la
Revolución suelen interpretar estas palabras de Fidel como una propuesta a la
exclusión?
—A cada rato
me encuentro por ahí con intentos de falsificar las “Palabras”. Se
reduce todo un discurso a una sola frase, manipulada además. El discurso no se
produce en el vacío. No es un hombre hablando consigo mismo. Es un discurso en
medio de una gran reunión donde él hace un montón de consideraciones, de
análisis de algunas de estas cosas que ya he dicho. Y la famosa frase: “Dentro
de la Revolución todo, contra la Revolución nada” ha sido leída como fuera de la Revolución nada, que es la
visión más sectaria, más absurda. Nunca se dijo así y todo el discurso lo está
probando. Se pueden sacar varias frases de ese discurso de Fidel que hablan de
la libertad estilística, la variedad, la diversidad de cada cual con su propio
aporte. No era un llamado a poner en fila india a los artistas. Pero además, y
también se olvida eso, ubiquémonos un poco en el contexto. No era un país con
un enorme movimiento cultural, con miles de creadores, con una actividad
cultural super amplia; ni viene un señor ahí a decir: “un momentico, nada fuera
de esto; la línea es esta”. No señor. Es un país donde había una gran
precariedad y la Revolución ya había ido creando las bases para el tremendo
florecimiento cultural que luego se da en este país. Y es ese el contexto de la
discusión. Y Fidel traza ahí un enfoque que es aplicable hoy mismo. Las ideas
fundamentales tienen una vigencia absoluta.
—¿En qué
momento están las relaciones culturales con la emigración? ¿Cuáles son los
problemas que la lastran?
—No sé si
sería mejor hablar de las emigraciones, porque hay que tomar en cuenta este
aspecto, para poder definir después los problemas que la lastran. Hay una
primera emigración, la emigración olvidada, la ignorada. Los que escriben fuera
de Cuba, con muy pocas excepciones, se presentan como si ellos hubieran sido
los “Cristóbal Colón”, los primeros emigrados que llegaron de Cuba a Estados
Unidos. Y cuando digo emigración ignorada me refiero a los cubanos que salieron
de Cuba antes del Primero de enero de 1959.
Cuba era en
1958 el segundo país emisor de emigrantes hacia Estados Unidos en este
continente. Sólo México superaba a Cuba. Estamos hablando de decenas de miles
de emigrantes cubanos en Estados Unidos registrados legalmente. Por supuesto,
había muchos otros que iban ilegalmente o que iban como visitantes y se
quedaban trabajando. Ayer, casualmente, estaba leyendo un artículo sobre
Guillermo Álvarez Guedes donde él cuenta, entre otras cosas, que cuando fue
allá en los años cuarenta como turista y se puso a trabajar, no como humorista,
sino fregando platos, lo botaron porque estaba trabajando ilegalmente. Se había
quedado. Hizo lo que hicieron miles de cubanos. Ese sector, esas decenas de
miles de cubanos han sido deliberadamente discriminados, excluidos, maltratados
por la derecha, la mafia batistiana anexionista, que se posesionó del enclave
de Miami.
LA EMIGRACIÓN
IGNORADA
La Ley de
Ajuste Cubano se dictó para legalizar el estatus migratorio de los batistianos
que se habían ido de Cuba al Triunfo de la Revolución y para ser usada como
instrumento de desestabilización. Se creó para provocar, para atraer a
candidatos a emigrar de Cuba, mientras al mismo tiempo cerraban las vías
legales normales, también discriminaba a esos cubanos. Todas las Leyes de
Ajuste que dicta Estados Unidos para ajustar el estatus de grupos migratorios,
siempre tiene plazos para que quede claro a quienes no beneficia. Y esa dichosa
Ley en cada párrafo menciona una misma fecha: Primero de Enero del 59, “para
los que llegaron ese día, o después”, que es una forma decir no a los que llegaron antes. Y te
repito, solamente México tenía más presencia de emigrantes en Estados Unidos
que Cuba en 1958. Esos son cubanos, parte de la realidad cubano-americana que
ha vivido en Estados Unidos y tiene vínculos con la patria. Esa es una
emigración ignorada.
Están,
además, los que se fueron el Primero de Enero, que han sido los que han ejercido
la hegemonía en el enclave: el gueto de Miami. ¿Quiénes son esa gente? Los que
saquearon el tesoro público cubano, los que han vivido a costa del presupuesto
norteamericano. Son cuarenta años de diversos programas federales, de diversas
formas de ayuda material y financiera que ha ido a engrosar la plata que se
habían robado de este país. Esa gente ha dominado los medios de comunicación
locales: la radio y algunos periodiquitos, y se llevaron para allá sus métodos
gangsteriles, sus vicios y su corrupción. Y han asumido la representatividad
haciendo ver como que la emigración cubana es eso, ocultando la realidad.
Los
batistianos se fueron hace cuarenta años para allá y se han pasado todo ese
tiempo hablando mal de Kennedy. Ya estamos en la siguiente generación de los
Kennedy y todavía no le perdonan al Presidente asesinado que no hubiera
invadido a Cuba, directamente, cuando Playa Girón. A mí esta característica me
parece esencial. No es solo un sector anexionista, sino que es anexionista
parasitario e ignorante.
Si vamos hacia atrás, hacia el siglo XIX, encontramos un movimiento anexionista. Pero una cosa es José Ignacio Rodríguez y otra cosa es Ninoska Pérez; una cosa es Gaspar Betancourt y Cisneros y otra cosa es Mas Canosa. Tú le preguntas a Ninoska y no sabe ni quién diablos es José Ignacio Rodríguez, ni quién es El Lugareño. Estoy seguro de que no tiene la menor idea. Por lo menos aquellos eran anexionistas cultos que estudiaron, que escribieron, que tenían preocupaciones intelectuales y que además alguno de ellos expusieron el pellejo. En el siglo XIX hubo invasiones, conspiraciones anexionistas. Según la historia del anexionismo de José Ignacio Rodríguez, hubo todo un martirologio de anexionistas.
Si vamos hacia atrás, hacia el siglo XIX, encontramos un movimiento anexionista. Pero una cosa es José Ignacio Rodríguez y otra cosa es Ninoska Pérez; una cosa es Gaspar Betancourt y Cisneros y otra cosa es Mas Canosa. Tú le preguntas a Ninoska y no sabe ni quién diablos es José Ignacio Rodríguez, ni quién es El Lugareño. Estoy seguro de que no tiene la menor idea. Por lo menos aquellos eran anexionistas cultos que estudiaron, que escribieron, que tenían preocupaciones intelectuales y que además alguno de ellos expusieron el pellejo. En el siglo XIX hubo invasiones, conspiraciones anexionistas. Según la historia del anexionismo de José Ignacio Rodríguez, hubo todo un martirologio de anexionistas.
Los
anexionistas de ahora viven pegados al presupuesto yanqui, esperando que estos
le devuelvan el país, cosa que llegaron a consagrar con la ley Helms-Burton.
Una ley que, en esencia, lo que plantea es eso: que se eternizará el conflicto
entre Cuba y Estados Unidos, mientras ellos no recuperen las propiedades que
dicen perdieron en la Isla. Y no hablan de venir a buscarla, sino de que se la
den los norteamericanos. El principal problema para las relaciones, culturales
y en general, entre Cuba y su emigración, es que hay que acabar de liquidar
definitivamente a esta camarilla y destruir toda la mixtificación que se ha
creado alrededor de los emigrados.
Aquí tengo un
articulito de un señor que dice que en la segunda mitad del siglo XX vio huir a
dos millones de cubanos, y aquí tengo a otra socióloga que dice que el quince
por ciento de la población de Cuba se fue para Estados Unidos. Estas no son
confusiones de ignorantes, porque para ellos no es nada difícil buscar las
estadísticas oficiales norteamericanas. No hay nada más fácil que entrar al
sitio del censo del Servicio de Inmigración. El 9 de marzo de 1999, según las
cifras del Buró del Censo de los Estados Unidos, había en ese país 736 971
personas nacidas en Cuba. No llega ni a la mitad de lo que dice este hombre de
los “dos millones”
Ahora,
fíjate: hay dos elementos claves ahí. Primero, se falsifica la cifra. No es
verdad que la población cubana, la emigración cubana, haya tenido nunca las
cifras millonarias que ellos manejan. Y lo segundo, huir implica gente que
salió de Cuba para allá en condiciones de persecución, de escapatoria. Sin
embargo, la inmensa mayoría que ha emigrado de Cuba a Estados Unidos lo hizo en
vuelos directos en avión desde La Habana a Miami o a Nueva York, donde hubo
vuelos hasta la Crisis de Octubre, después fue desde Varadero. Ahora hay varios
vuelos todos los días.
LA LEYENDA DE
LAS NOVENTA MILLAS
Es verdad que
alguna otra gente lo ha hecho por otras vías, la vía marítima. Pero ahí viene
la segunda leyenda: los “balseros”que “navegaron noventa millas”, cuando todo
el mundo sabe que, hasta el 2 de mayo de 1995 en que Estados Unidos cambia su
política, lo que hacía el servicio de guardacostas era recoger y trasladar
hacia Cayo Hueso a las personas interceptadas en alta mar. Los famosos Hermanos
al Rescate de Basulto,
¿a qué se dedicaban? A sobrevolar el estrecho para avisarle a los guardacostas
dónde recoger a esas personas y las llevaran hasta las costas norteamericanas.
Aparte de que por supuesto hubo grandes oleadas, como la del Mariel o
Camarioca, que fueron organizadas, en flotillas, con escoltas, con
acompañamiento. Durante todos esos años sí hubo montones de balseros en el
Caribe: haitianos, dominicanos, gente que lo último que querían era que el
Servicio de Guardacostas supiera de su presencia. A ninguno se le ocurriría
organizar un sistema de monitoreo para avisarle.
Ahora puede
ser que algún cubano tenga que hacer la travesía de las noventa millas, porque
se supone que el Servicio de Guardacostas no lo va a llevar, sino que lo va a
devolver. Por eso se ha puesto de moda el contrabando con métodos sofisticados,
toda una conspiración para eludir a las autoridades. Luego, la tesis de la
escapatoria, de la huída también es falsa y solo sirve para la leyenda de la
mafia anexionista que trata de hacer creer que no hay una emigración cubana,
sino un exilio, el primer exilio político de la historia que está compuesto por
personas que van y vienen al país de donde supuestamente escaparon --130 000 el
año pasado. Como ves hay dos realidades. Hay un fenómeno que es muy antiguo, y
también esa es otra parte de la leyenda: el cubano descubrió la emigración con
la Revolución y Cuba nunca fue un país de emigrantes.
Hasta en Miami uno encuentra gente seria. Jorge Castellanos recuerda en uno de sus libros que, solamente entre febrero y septiembre de 1869, emigró por el puerto de La Habana, básicamente hacia Estados Unidos, en muy pocos meses, unas 100 000 personas. En aquella época eso no era un diez por ciento de la población de Cuba. Era muchísimo más, en intensidad, en número de personas, que cualquiera de los fenómenos que ocurrieron en el siglo XX. ¿Cuántos descendientes de aquella gente no quedaron por allá, en toda la zona de la Florida? ¿Quién piensa en ellos cuando se establecen estas políticas a partir del 59? Si en algo pensaron fue en excluirlos. Y, por supuesto, a lo largo del siglo XX se ha seguido dando el fenómeno migratorio como se da hoy.
Ahora, mientras aquella camada original, la mafia anexionista, llevaba en sus maletas la anticultura nacional, los que fueron saliendo después, independientemente de lo que alguno de ellos haga, no se pueden despojar de los atributos que les dio la propia Revolución. Dile al Servicio de Inmigración o al Buró del Censo que te dé el nombre de un emigrante cubano analfabeto, algo común entre los emigrantes en general. En el Servicio de Inmigración —yo lo sé, porque me reúno con ellos periódicamente—, cuando reciben a un latino sin documentación son capaces de adivinar si es o no cubano por su educación. Cualquiera que sea. Cuando el Mariel yo escribí un articulito sobre eso, porque hay una declaración oficial del Centro de Control de enfermedades donde se dice que lo único que había aparecido era algunos casos de catarro común. No encontraban gente con otras enfermedades, con un estado de salud más precario. Por otra parte, esos cubanos que han ido saliendo y los que seguirán emigrando sí tienen vínculos reales y naturales con su país.
Hasta en Miami uno encuentra gente seria. Jorge Castellanos recuerda en uno de sus libros que, solamente entre febrero y septiembre de 1869, emigró por el puerto de La Habana, básicamente hacia Estados Unidos, en muy pocos meses, unas 100 000 personas. En aquella época eso no era un diez por ciento de la población de Cuba. Era muchísimo más, en intensidad, en número de personas, que cualquiera de los fenómenos que ocurrieron en el siglo XX. ¿Cuántos descendientes de aquella gente no quedaron por allá, en toda la zona de la Florida? ¿Quién piensa en ellos cuando se establecen estas políticas a partir del 59? Si en algo pensaron fue en excluirlos. Y, por supuesto, a lo largo del siglo XX se ha seguido dando el fenómeno migratorio como se da hoy.
Ahora, mientras aquella camada original, la mafia anexionista, llevaba en sus maletas la anticultura nacional, los que fueron saliendo después, independientemente de lo que alguno de ellos haga, no se pueden despojar de los atributos que les dio la propia Revolución. Dile al Servicio de Inmigración o al Buró del Censo que te dé el nombre de un emigrante cubano analfabeto, algo común entre los emigrantes en general. En el Servicio de Inmigración —yo lo sé, porque me reúno con ellos periódicamente—, cuando reciben a un latino sin documentación son capaces de adivinar si es o no cubano por su educación. Cualquiera que sea. Cuando el Mariel yo escribí un articulito sobre eso, porque hay una declaración oficial del Centro de Control de enfermedades donde se dice que lo único que había aparecido era algunos casos de catarro común. No encontraban gente con otras enfermedades, con un estado de salud más precario. Por otra parte, esos cubanos que han ido saliendo y los que seguirán emigrando sí tienen vínculos reales y naturales con su país.
¿Cómo
propiciar que se desarrolle? Eso pasa, en primer lugar, por quebrar el dominio
de la mafia. Tiene que ver con la farsa del exilio, con destruir toda esta
falsificación de las cifras y del modo en que emigraron.
LOS CUBANOS
TENEMOS EL DEBER DE AYUDAR A NUESTROS COMPATRIOTAS DONDEQUIERA QUE VIVAN
¿Cómo esa
gente va a sobrevivir y desarrollarse en los Estados Unidos como cubanos? En
esto el papel de Cuba en eso es bien importante. Los cubanos tenemos el deber
de ayudar a que nuestros compatriotas, donde quiera que vivan, para que
mantengan su cultura y los vínculos con su país. Ellos tienen dos grandes
inconvenientes. Primero, estar viviendo en un entorno que reprime a la cultura
cubana, que conspira contra las posibilidades normales de los vínculos que la
mayoría de la emigración tiene con su país. En un entorno más amplio se tendría
que tomar en cuenta un país extranjero y una cultura, además, que está siendo
asediada por la mercantilización y la banalidad que caracteriza al
neoliberalismo.
Por otra
parte está viviendo en un entorno que va cambiando cada vez más. Ya ni siquiera
en Miami se pretende mantener la leyenda de una emigración cubana única. Los
cubanos son cada vez más un grupo minoritario. Las oleadas migratorias de todos
los países de América Latina, en número y proporción superan a los cubanos.
Entonces, cada vez más, el emigrante cubano está viviendo en un mundo donde la
realidad latina es creciente y con la cual tiene, inevitablemente, que
interactuar.
Una cosa es
tener un gueto cubano en una ciudad que era básicamente anglófona, anglosajona,
judía, y afroamericana, que en una ciudad en la que cada vez hay más
nicaragüenses, más colombianos, más puertorriqueños, etcétera. Fíjate que te
empecé hablando de que en el 58 eran México y Cuba los que tenían más
emigrantes: los cubanos eran más que todo el total de América Latina antes del
triunfo de la Revolución. Ya hoy no es así, porque el fenómeno es universal.
Ese es otro problema para Estados Unidos: los millones de latinoamericanos que
están entrando y que van a entrar. Es dentro de ese marco que se van a
desarrollar inevitablemente las culturas de cada una de esas nacionalidades.
Creo que en definitiva hay que ver esto con optimismo, porque precisamente todo
esa transformación en el fenómeno migratorio norteamericano cuestiona las bases
mismas de esa noción falsa, fabricada deliberadamente por el grupo batistiano y
el gobierno de Estados Unidos de ese excepcional exilio cubano.
—Sin dudas se
ha producido un incremento del intercambio cultural entre Cuba y Estados
Unidos. ¿Cómo aprecia el interés hacia la Isla de este sector de la sociedad
norteamericana? ¿Hacia dónde deben evolucionar estos encuentros?
—Sí, aquí han
estado unos cuantos. Hay un interés creciente por Cuba en Estado Unidos. Es
emblemático el caso de Buena Vista Social Club. Pero no solamente eso. Ha
habido en varios diarios norteamericanos importantes trabajos sobre la danza,
el ballet, el teatro y la cultura cubana en general. Siempre ha habido una base
de interés por Cuba y también de solidaridad. Y quizás ahora también hay un poco
del factor sorpresa. Diez años después de desaparecida la Unión Soviética a
Cuba la ven como algo alternativo, como algo que vale la pena descubrir.
—Elián también motivó el interés, sobre
todo en sectores populares...
—Elián ha
ayudado bastante sobre todo en términos masivos. Elián hizo que a nivel de las
grandes masas norteamericanas, la gente que ve los noticieros todos los días
comenzó a tener alguna referencia de Cuba, y sobre todo a recibir una visión
distinta de la que ellos hubieran deseado del llamado exilio cubano. Realmente
este exilio demostró que vivía en un gueto y que no tiene la menor noción de
los valores de la sociedad en la que está “exilado”, lo que explica que se
pusieran delante de una cámara de televisión todos los días e intentaran
demostrar que un niño debía estar con Demetrio Pérez, actualmente procesado
como un vulgar delincuente, o con otros delincuentes, y no con su papá. Eso
solamente le podía caber en la cabeza al que viviera en ese gueto tan
enajenado, informándose del mundo a través de unas emisoras de radios
estridentes e incultas. Solamente ese tipo de gente podía no darse cuenta de
que se estaban clavando un puñal en medio del pecho ante millones y millones de
norteamericanos, entre los que se encuentran muchos ciudadanos que todavía no
entienden cómo pudo durar tanto tiempo esa barbaridad.
En el mundo cultural norteamericano siempre hubo una actitud mejor hacia Cuba, aunque yo creo que ha habido una desproporción entre el interés y el conocimiento de Estados Unidos por los cubanos, y el que se manifiesta del otro lado hacia la intelectualidad y los artistas cubanos. No creo que la Isla no tenga escritores de la importancia de los escritores norteamericanos. Lo que digo es que cualquier estudioso e incluso lector común en este país conoce a Hemingway y a otros escritores de los Estados Unidos mucho más que lo que se sabe de nosotros del lado de allá. Tiene que ver tal vez con la industria. Se traduce más fácilmente a otros idiomas a partir del inglés. No son muchos los norteamericanos que han leído a Martí o a Carpentier. Lo mismo puede decirse de la plástica. Solo se salva en esto la música, que siempre ha tenido, y ahora tiene mucha más influencia en Estados Unidos.
LO QUE HAY
QUE LIMPIAR ES MUCHO
—El gueto
parece que sí se dio cuenta del lastre que significó Elián y está ahora en una
ofensiva de lavado de imagen, de presentar a Miami como una ciudad tolerante y
cosmopolita, gracias a los cubanos vinculados a la industria
contrarrevolucionaria. Ahí, está el festival de cine, la recuperación de los
grammy latinos...
—No estoy
seguro de que haya la voluntad de limpiar nada. Cuando pienso que hace poco
enterraron en Miami a Esteban Ventura Novo. Esteban Ventura murió dirigiendo
una agencia privada de detectives. Durante cuarenta años y con algunos de los
compinches que trabajarían con él, un asesino pudo beneficiarse de la libre
empresa en esa ciudad. Cuando revisas la literatura miamense, puedes encontrar
desde las memorias de Ventura, los Tabernillas, el coronel Orlando Piedra...
—Las memorias de Posada Carriles...
—Sí, y
también puedes exhibir, vender comprar la obra pictórica de Posada Carriles y
Orlando Bosch. Y encuentras además a un público que las compras porque les
gusta y para ayudarlos a ellos financieramente. Y esa gente se pasea por las
calles tranquilamente y yo nunca supe de nadie que le hubiera dado una bofetada
a uno de estos individuos. Lo que hay limpiar es mucho. Sí creo que ha habido
otras cosas. No hacer o no permitir determinadas actividades, como las que tú
has mencionado, plantea varios problemas. En primer lugar, la ciudad de Miami
como tal no es el gueto fabricado por el exilio batistiano ni mucho menos. Cada
vez lo es menos. Siempre, antes de que hubiera este crecimiento de la
emigración latinoamericana hacia esa zona de Estados Unidos, ellos eran una
minoría si los comparas con los norteamericanos anglosajones y los
afroamericanos. La idea de Miami como una ciudad militantemente anticastrista,
cerrada, etcétera, a quien más insulta es a la gente de Miami. Esa es una
ciudad cosmopolita. Es la torre de babel. Hay gente de todos lados y
lógicamente tiene que resentirse de que una minoría, con el apoyo oficial, como
parte de un esquema de política exterior de Estados Unidos de fabricar un exilio,
de fabricar una oposición a la Revolución y de usarla como instrumento de su
política, le han desbaratado una ciudad y se la han convertido en otra cosa.
Ahora, eso, en la práctica, no pasa de ser un cucurucho, un gueto, una minoría
que tiene muchos problemas. Por ejemplo, la radio en español sigue hablando con
el mismo estilo batistiano del 58, pero el público, las personas que viven en
esa ciudad, cada vez más no son cubanas o son otras generaciones de origen
cubano y tienen otros intereses.
Si creo que
hay, por supuesto, intentos de maniobrar, de tratar de presentar una imagen
diferente. La Fundación Nacional Cubano Americana se está presentando desde su
origen como una fundación política de lobby, que busca cambiar a Cuba
pacíficamente, y todo eso es mentira. Es la Fundación que propició la Ley
Helms-Burton, que claramente establece como meta reapoderarse de toda Cuba,
como condición para que pongan fin a la guerra económica, que es prácticamente
la disolución de la nación cubana, su absorción por Estados Unidos. Esa es una
de las obras de ellos. Además ha estado involucrada en toda la actividad
terrorista contra Cuba. Posada Carriles es el mejor ejemplo. Por eso es que
Bosh anda libre por Miami y Posada ha entrado y salido de Miami, como se movía
libremente por Centroamérica y además vende sus cuadritos allá y publica su
librito y se lo venden, lo lanzan en una librería.
Tratar de
limpiar la imagen de Miami y presentarla como una ciudad tolerante y
cosmopolita, es algo que puede ser cuestionado. Miami es eso: una ciudad
tolerante y cosmopolita por definición y cada vez lo va a ser más. Lo que hay
es como un quiste metido ahí, y que cada vez se va convirtiendo más en un
quiste dentro de la propia comunidad cubana.
EL MOVIMIENTO
DE LOS 60: PRELUDIO ANTIGLOBALIZADOR
—Usted fue testigo de la influencia en la
vida norteamericana del movimiento cultural de los años 60, particularmente en
la literatura, la música y el cine de ese país. ¿Cómo ve en la distancia esos
acontecimientos? ¿Cuánto aportó y cuánto se ha traicionado?
—Yo le
agregaría el mundo académico universitario, porque a mi juicio fue bien
importante. Lo que se ha llamado generación o movimiento de los sesenta
—sesenta en un sentido no necesariamente cronológico—, comienza a fines de los
cincuenta y llega hasta los setenta. Fue, esencialmente, una rebelión de los
jóvenes contra la injusticia y la mediocridad del capitalismo, un movimiento
cuya importancia se irá reivindicando más todavía. Es significativo que en los
últimos años, prácticamente no hay año en que no parezca un par de libros con
una revisión crítica de aquel período y la intención de atacarlo. Hay que
preguntarse por qué. Hay alguna gente que fue del movimiento y tiene sus
razones para quererse limpiar de eso. Pero ha habido otras que han puesto un
especial interés en revisar críticamente aquel período.
Yo creo que
eso está ocurriendo en un momento en que, al revés de lo que se cree, es como
una reproducción de aquello. Nada más parecido a lo que se vivió en los
sesenta, que lo que está pasando desde Seattle hasta Gotemburgo y asistir a
esas movilizaciones en las que las nuevas generaciones de jóvenes cuestionan
los valores, las ideas básicas del capitalismo... Quizás la vestimenta no sea
igual, quizás hayan cambiado algunos elementos formales, pero son en esencia
las mismas motivaciones. Incluso lo que antes criticaban, es lo mismo que le
cuestionan ahora al movimiento antiglobalización: su diversidad, su carácter
amorfo, el que son gente que lucha por la mayor diversidad de temas. Igual a
los sesenta.
Este fue un
movimiento de lucha por los derechos civiles, por los derechos de la mujer, por
el cuestionamiento a determinadas concepciones morales en cuanto al sexo. Fue
más allá de lo que era un planteamiento puramente político. Pero en primer
lugar creo que hay que considerar sus aportes. Hay varios importantes, sobre
todo en Estados Unidos.
En materia de
los derechos civiles, fue parte de esa lucha la que hizo que por lo menos se
consagrase, en términos legislativos, los derechos electorales de los negros.
Por eso es que hay un grupo de Congresistas negros que el año pasado
conmemoraron su trigésimo aniversario. Treinta años atrás, no había un grupo de
congresistas negros en los Estados Unidos. Los hubo, al principio, a raíz de la
guerra civil, antes de que volvieran a la carga los racistas y colocaran a los
negros en su lugar, les quitaran todas sus posibilidades electorales.
Por cierto,
que ahora en Miami yo creo que la mafia se fue bastante de rosca. Porque lo que
ocurrió con la farsa del año 2000 le ha recordado a los negros norteamericanos
que esa lucha no se ha acabado y muchos están viendo cómo el próximo escenario
de esa batalla serán las elecciones del año que viene en la Florida, que va a
ser el momento de un ajuste de cuentas político.
Los 60’s
generaron también un movimiento por los derechos civiles: creo que la mujer
norteamericana avanzó muchísimo en términos de reconocimiento social de sus
derechos como consecuencia de aquella lucha. Desde entonces, se acepta como un
lugar común en Estado Unidos la imposibilidad de enviar tropas a combatir a
ningún país. Eso no quiere decir que sus gobernantes se hayan vuelto
pacifistas. No; ahora destruyen un país por control remoto. Pero a lo que no se
atreve ningún político norteamericano es a ser partidario de enviar a miles de
muchachos a combatir a un país extranjero. Todavía se acuerdan de Viet Nam.
Otro aporte
de aquella lucha: hoy es posible acceder a parte de la verdad de la política
norteamericana. Es posible encontrar documentos que el gobierno se ve obligado
a desclasificar. Y eso tiene que ver con aquella batalla que, entre otras
cosas, tuvo el componente de denunciar el manejo oculto de cuestiones que
afectaban a todos los norteamericanos. Eso estalló con Nixon a inicios de los
setenta. De manera que en términos de libertades civiles también ha habido un
cierto avance.
ESTAMOS
NUEVAMENTE EN LOS SESENTA
¿Por qué
aquel movimiento fracasó? A pesar de que hubo estos aportes, algunos pueden hoy
ufanarse de que aquello terminó sin que en definitiva se destruyera el
imperialismo y se alcanzase la utopía universal. Está bien, pero creo que hay
que tomar en cuenta varios factores. Aquel movimiento ocurrió en medio de la
guerra fría, en circunstancias en que era muy difícil el debate ideológico
limpio, determinado por toda la realidad y la retórica de la guerra fría. En
Estados Unidos ese movimiento se inicia casi después del fin del macartismo,
una etapa de una represión que no por hipócrita o sutil fue menos intensa. En
estos días se cumplió otro aniversario de la muerte de los Rosemberg. Y el
movimiento de los sesenta fue objeto de una represión implacable, algo que
después se ha ido descubriendo. El FBI, la CIA y todo el mundo emplearon
millones de dólares para penetrar, dividir, sabotear, al movimiento negro o
pacifista. Y el contexto global no era favorable por la guerra fría, por el
enfrentamiento entre el Este y el oeste. Hoy, ya no hay guerra fría, pero la
globalización neoliberal arrasa con todo y afecta los intereses no sólo de los
países del Tercer Mundo, sino de los trabajadores, de los pobres, del pequeño
empresario, del campesino y en muchas porciones del mundo desarrollado,
incluyendo, en primer lugar, a la clase obrera. Ahora se crean condiciones que
no existían antes, porque en Seattle no había solamente jóvenes “revoltosos”:
estaba también el movimiento sindical norteamericano, y en las manifestaciones
en Europa participan los sindicatos de esos países.
Ese es otro
factor que perjudicó grandemente la lucha de los sesenta en los Estados Unidos.
Los sindicatos actuaron como opositores del Movimiento Eran los famosos cascos
blancos que usaba Nixon, quien pudo apelar a algunos sindicatos que reprimían a
los jóvenes estudiantes. Hoy, marchan juntos contra la globalización. Por eso
es que hay un intento de despotricar contra aquel movimiento. Hemos dado una
vuelta, regresamos nuevamente a los sesenta y ellos saben que eso está
apuntando a una realidad diferente. Hace poco en Estados Unidos, en el 92,
exactamente en el aniversario cincuenta del libro de Joseph
Schumpeter, Capitalismo, socialismo
y democracia, era medio divertido el cumpleaños, porque lo festejaron
ciertos grupos de algunos intelectuales norteamericanos, gente que regresó de
los sesenta habiendo cambiado de mentalidad. Y al pobre Schumpeter, después de
cincuenta años de haber publicado su libro, le han caído en masa para tratar de
combatir una idea. Es un libro anticomunista, defensor del capitalismo, pero se
le ocurrió hacer una profecía. Él la formuló así: “Alguna forma de socialismo
surgirá inevitablemente de la también inevitable descomposición del
capitalismo”. Y esa inevitable descomposición del capitalismo él la veía como
resultado del triunfo del capitalismo, de su implantación como único sistema
que, al desarrollar todas sus potencialidades, inevitablemente iba a entrar en
una fase de descomposición. Hablaba de que los intelectuales, los
universitarios, los artistas, los jóvenes, serían el elemento clave en la lucha
para acabar con ese sistema e implantar alguna forma de socialismo.
EL COUCHE
POTATO FRENTE AL TELEVISOR
—¿En qué ámbitos discurren hoy en el mundo
las influencias más nocivas de la maquinaria ideológica norteamericana?
—Lo peor
discurre hoy por otros caminos. Uno, es la desinformación; otro, es la búsqueda
del embrutecimiento, lograr que la gente deje de pensar. Estamos asistiendo
tanto a un pensamiento impuesto, como a un plan deliberado para que la gente no
piense. Y para ello se valen de medios modernos. En los Estados Unidos hay una
tradición, Chomski se ha referido a ella en numerosos trabajos, y antes de
Chomski, el viejo Mark
Twain lo había explicado de maravilla. Para mí quien lo formuló de un modo
más claro hace treinta años fue Brzezinski, un profesor de Columbia, un
académico, un tipo serio, indudablemente experto en comunismo, un hombre que de
académico salta a Asesor de Seguridad Nacional en el período del presidente más
liberal de los últimos tiempos, de Carter. Brzezinski habló de la “era
tecnotrónica” en un trabajo que escribió en 1969 y se publicó en el 70, cuando
no existía Internet. Cuando hablar de tecnologías modernas era hablar de la televisión
internacional, que entonces empezaba, él dijo que en el capitalismo anterior la
gente se comunicaba y se organizaba mediante partidos políticos, sindicatos y
el vehículo principal era el periódico, la publicación impresa. Pero con la
televisión se abrían posibilidades distintas, que era la del individuo aislado,
sin sindicatos, sin partidos, sin las formas de organización clásicas asociadas
al capitalismo. A ese individuo aislado frente al televisor se le podía
manipular los sentimientos y controlar la razón. Es el momento de mayor
sinceridad de un gran ideólogo del capitalismo. Imagínate con lo que ha
ocurrido en los últimos treinta años en el campo tecnológico.
En esto, para
mí, hay dos ideas básicas: el individuo aislado y la necesidad de controlar sus
sentimientos y razonamientos, con imágenes, con preconceptos, con fórmulas que
se te introducen no a la antigua. ¿Qué es lo que se busca? La transformación
del ciudadano en un consumidor pasivo. Había una expresión muy buena, la couch potato, cuya traducción significa
algo así como un tipo embobado, como un bulto de papa frente al televisor. Y
con el televisor, decía Clinton, la gente se siente desvinculada del sistema
político norteamericano, el hombre está como un couch potato frente al televisor y por ahí, con imágenes, pequeños
spot, le hacían creer en los candidatos y finalmente no lo motivaban a ir a
votar.
Esto se
remonta a la época de Wilson y de los grupos de propaganda que se formaron en
aquel momento, y de cómo convencieron a la gente para ir a la guerra. Pasan del
pacifismo a la guerra. Walter Lippmann le dedicó un montón de trabajos a eso,
al hombre, el ciudadano como un objeto que contempla y que ve a la distancia lo
que otros deciden fuera del alcance de su conocimiento.
Esa es la
esencia de la trampa famosa de la “democracia”. Fíjate el tiempo que llevan con
el lío del ALCA. Desde 94 y la reunión de
Miami, han dado tres cumbres, cuatro comités ministeriales, nueve grupos de
negociación, una cantidad de reuniones de las cuales, todos los medios, antes,
durante y después, incluyendo la última asamblea de la OEA. ¿De qué hablan?, de
la cláusula democrática, de la carta democrática, como si fueran reuniones para
fortalecer y desarrollar la democracia representativa. Sin embargo, ningún
medio ha podido explicar el contenido del proceso del ALCA, mientras los
grandes “demócratas” están negociando un tratado que afectaría a todo el mundo
en el continente. Y sin embargo, todavía nadie ha visto el proyecto. Y no te
olvides de que iba a entrar en vigor el 1 de enero del año 2003. El año próximo
tendrían que haberlo firmado, pero ¿firmado qué?, porque no lo ha publicado
nadie, en ninguna edición ni digital o impresa. Nadie puede publicarlo porque
es secreto. ¡Y qué mejor forma ante un mundo de bobos que mantener un secreto
hablando de democracia!
ESTA POR
PRODUCIRSE EL PRIMER ESCANDALO EN UN PARLAMENTO
Se ha
emprendido aquí la acción más autoritaria que pueda haber, que es decidir sobre
la vida y el destino de centenares de millones de gente sin contar con ellos. Y
para que la gente no piense en eso, tú le haces creer que lo que están hablando
es de democracia. Un debate fabricado deliberadamente para que la gente no mire
lo que está pasando. Y para colmo ese proceso comienza en el 94, el año en que
estalló el escándalo por Europa del AMI, que fue lo mismo a escala universal. Y
si no es porque una ONG francesa lo encontró y lo puso en Internet y se armó un
escándalo, el AMI a lo mejor ya estaría aplicado. Me acuerdo de que aquellos
días, en de los circuitos alternativos que alguna gente alertaba:. la idea es
meterlo por otra parte y, efectivamente, Clinton invitó a sus amigos a Miami y
de pronto se aparece con lo mismo: el TLC de México extendido a toda América
Latina o la idea del AMI de libertad absoluta para el desplazamiento de los
capitales, de modo que los gobiernos no puedan regularlos, ni controlarlos, ni
hacer nada. Todavía está por producirse el primer escándalo en algún parlamento
de este hemisferio, una denuncia porque eso esté ocurriendo y no hayan contado
con nadie. Desde que puso en boga el término de globalización, ¿cuál es su
principal característica?: nunca antes en la historia de la humanidad se habían
tomado tantas decisiones que afectan a tanta gente, sin contar con nadie. Esa
es la definición de la globalización neoliberal y para eso se usa toda una
maquinaria, no sé si ideológica, no es tanto como cauce para trasladar ideas
como acondicionadora de las mentes y de los sentimientos.
—Y el texto del ALCA perdido...
—Bush dijo en
Québec que se iba a publicar el texto. No es que no haya un texto. Hay uno,
pero está ahí sin que se dilucide, sin que la gente pueda opinar sobre él y sin
que la gente se queje por eso. Esta gran maquinaria infernal le impide a la
gente pensar. Claro que en Québec hubo miles de personas protestando en las
calles. Y precisamente vi por la televisión norteamericana que todos los
periodistas que hablaban sobre esto siguieron la misma línea, criticar a los
manifestantes porque no se entendían sus protestas. ¿Qué quieren esta gente?,
¿por qué hay tanta mezcolanza?: uno defendiendo las ballenas, otros a los
indígenas. Y le preguntan a una mujer: “¿Por qué luchan ustedes?”. Y la mujer
estuvo genial. Dijo: en primer lugar es cierto que hay muchas reivindicaciones,
porque aquí están todos los pueblos. Pero la primera reivindicación es que
salgan de esas murallas y expliquen lo que están negociando allá atrás, que lo
hagan público, que participe la gente, que haya democracia. Y la que la estaba
entrevistando se quedó como que no entendía nada, cuando la periodista debía
estar protestando porque le estaban incorporando a ella misma en una función
adormecedora. Todo eso no es accidente. Hay toda una escuela de pensamiento que
donde se encuentra más claramente es en Estados Unidos.
LA CULTURA NORTEAMERICANA ES TAMBIEN SU
PENSAMIENTO POLITICO
—En Cuba ha habido una actitud
desprejuiciada hacia la cultura norteamericana, y en ocasiones una franca
pasión. ¿A qué lo atribuye? ¿Por qué este proceso no ha sido recíproco?
—Recuerdo, de
mis juventudes tempranas, que entre la gente en Cuba que le gustaba la
literatura, que escribía, indudablemente había una influencia grande de
Faulkner, Hemingway, de los escritores del período entre guerras. Eran bastante
conocidos acá. A qué se atribuye no sé si sea una de las pocas cosas positivas
que Estados Unidos ejerció sobre Cuba. Eso también nos trajo el cine
norteamericano y quizás trajo aquí primero un texto publicado en Estados Unidos
que algo publicado en Inglaterra, Francia o Alemania. En el caso de Hemingway
es más especial. Él vivió aquí parte de su vida y parte de su obra tiene que
ver con Cuba.
—¿Y sus preferencias?
—En música,
el jazz. En cine, Woody
Allen. En literatura ya los mencioné. A Faulkner, a Tom Wolfe, que es
excelente. Ahora, no me considero ningún experto de la cultura norteamericana.
Yo viví mucho tiempo en Nueva York. Nueva York no es Estados Unidos y en
términos culturales también es Puerto Rico o una vertiente muy importante de la
cultura puertorriqueña. Entre mis preferencias está Raúl Juliá, por ejemplo.
Fue un actor norteamericano, pero un puertorriqueño y patriota de pies a
cabeza. En términos de música, digamos, yo vivía en un mundo en el que Roy
Brown el Topo, Willie Colón, Dany Rivera, Lucecita, eran la música de los
puertorriqueños de Nueva York y nosotros vivíamos mucho en ese ambiente.
Parte de la
cultura norteamericana está también en el área del pensamiento político. Yo leo
mucho a algunos pensadores norteamericanos que además tuve la suerte de
conocerlos. Estoy pensando sobre todo en Leo Hubermann y Paul Sweezy, dos
marxistas de mucho peso en los Estados Unidos. Los editores de la revista Montly Review. Ese es un movimiento muy
importante de pensamiento marxista independiente, gente socialista, muy
consecuente y que tiene grandes influencias. Quizás no sea de una masividad
imponente, pero es un pensamiento que sobrevivió la Guerra Fría, sobrevivió el
macartismo que es muy creador capaz de criticar y ver los errores y
deficiencias del socialismo real y, básicamente, muy solidario con Cuba.
Hay otros
autores marxistas-leninistas más ortodoxos, pero que como cubano aprecio mucho
además, como Phillip Foner. Gracias a él es algunos americanos conocen textos
de Martí y de las relaciones de Cuba y Estados Unidos. En el terreno jurídico,
que además coincide con la solidaridad con Cuba, Leonard Boudin y Victor
Rabinowitz. Leonard, que ya murió, era uno de los más prestigiosos abogados
norteamericano en materia de derechos civiles. Estuvo muy involucrado en la
lucha de los sesenta, igual que Victor Rabinowitz
que ha sido un abogado sindicalista durante la época de la guerra fría. Dos
personas de izquierda. Victor fue comunista y dejó el Partido hace muchos años
atrás, aunque nunca dejó de ser un hombre revolucionario. Tiene un libro que se
llama Un izquierdista no arrepentido. Y, por cierto, todavía está en
prisión la hija de Leonard, Kathy Budin, quien lleva veinte y pico de años
presa y le quedan todavía unos cincuenta más.
EL LEVANTAMIENTO DEL BLOQUEO NO SERIA UN
PELIGRO PARA CUBA—En el orden
ideológico, algunos alertan del peligro que supondría el levantamiento del
bloqueo para la Revolución y su cultura. ¿Qué habría que esperar en este
sentido?
—El fin de la
guerra económica y política contra Cuba. Algún día asistiremos a la solución
del viejo conflicto entre Cuba y Estados Unidos. Por supuesto, el levantamiento
del bloqueo no plantea ningún
peligro para la nación ni la cultura cubanas. Todo lo contrario. Sería poner
fin a la amenaza que ha existido sobre ella desde el comienzo.
Lo importante
está en no perder la perspectiva del problema mayor, del problema real, la
pretensión de Estados Unidos de apoderarse de Cuba, que es el secreto de su
política. Mientras exista eso, aunque no haya bloqueo, nosotros tenemos que dar
una gran batalla en el plano de las ideas, en el plano de la política para que
no se vaya a dar el plan histórico norteamericano por otras vías. En otros
momentos hubo distintas variantes: comprar a Cuba, la intervención militar del
98. En estos momentos es la guerra económica, el terrorismo.
No se puede
excluir que un futuro haya otro modo y creo que hay que combatir todos y cada
uno de esos métodos hasta que no se llegue a algo totalmente nuevo que todavía
no ha aparecido en el horizonte, que es el fin de la pretensión norteamericana
de apoderarse de Cuba, de ejercer sobre ella su dominio. Acabar de aceptar
realmente la independencia de Cuba. Eso no puede plantear ningún peligro para
Cuba ni para la Revolución ni para la cultura ni el futuro cubano. ¿Dónde está
el peligro? En que no fuéramos capaces de darnos cuenta de que, restableciendo
el comercio, las relaciones económicas, poniéndole fin al bloqueo, pueden
proponerte la absorción de Cuba, es decir lo mismo de siempre, por otros
medios.
Hay gente que
lo ha planteado en Estados Unidos, pero no han podido avanzar mucho en este
enfoque, por la estrechez de la ultraderecha y de la mafia que no se contenta
con otra cosa: que le entreguen el país en bandeja de plata. Pero podemos caer
con este tipo de pregunta en el futurismo.
El mundo
futuro no va a ser exactamente como es el mundo de hoy. Parte de la
manipulación de las ideas es hacernos pensar a los cubanos acerca de nuestro
futuro como si este futuro se pudiera dar en un mundo aislado, congelado, tal y
como es hoy día. Pero tal y como es hoy día no va a existir mucho tiempo. ¿Cómo
va a ser?: yo no sé. Ahora, sí sé que lo que viene por delante es un mundo
donde Estados Unidos no podrá seguir siendo exactamente como es hoy, las
relaciones internacionales no podrán seguir siendo como son hoy. Será dentro de
ese mundo cambiante, en el que Cuba tendrá que bregar con esos futuros
desafíos.
Dicho esto,
debo agregar que, salvo algunos pocos legisladores muy consecuentes en el
espectro político norteamericano, nadie está hablando hoy del levantamiento del
bloqueo norteamericano. De lo más que algunos hablan es de algunos cambios que
le permitan a ellos vendernos algunas cosas sin comprarnos nada. Es a lo más
lejos que ha llegado un grupo de legisladores norteamericanos. Y por supuesto
hay algunos que son muy claros en su rechazo total a la política de bloqueo
contra Cuba.
Antes hablábamos de los intelectuales, de las relaciones culturales. ¿Hacia dónde debíamos ver cuál debía ser la meta, el objetivo?: en las relaciones de la cultura cubana con la cultura norteamericana, en dar nuestro aporte, nuestra ayuda para que llegue el día de que en Estados Unidos se derrote completamente la política imperialista. Cuando empezaba Mark Twain denunció esa política no solo por el daño que le hacía a los demás pueblos, sino por el daño que le hacía a la sociedad y a la cultura norteamericana. Eso va a tener que llegar. Y quizás no se vea tan visiblemente en este mundo pero en alguno de esos textos que yo te comentaba antes de un hipercrítico, un veterano transvestido de la época de los sesenta que con mucha amargura señalaba en una conferencia que el marxismo seguía vivo en algunas universidades norteamericanas. Eso era lo que más le chocaba a él de aquella generación. Y eso lo sabemos los hemos tenido oportunidades de dar conferencia en Colombia University u otros centros universitarios. No es que sea marxismo-leninismo, no es que sea el socialismo científico, real, aquel lenguaje de los sesenta, pero sí ves una juventud que cuestiona el capitalismo a partir de su mediocridad, su falta de justicia, de moral. Y eso no va a desaparecer. Eso inevitablemente tiene que crecer.
Antes hablábamos de los intelectuales, de las relaciones culturales. ¿Hacia dónde debíamos ver cuál debía ser la meta, el objetivo?: en las relaciones de la cultura cubana con la cultura norteamericana, en dar nuestro aporte, nuestra ayuda para que llegue el día de que en Estados Unidos se derrote completamente la política imperialista. Cuando empezaba Mark Twain denunció esa política no solo por el daño que le hacía a los demás pueblos, sino por el daño que le hacía a la sociedad y a la cultura norteamericana. Eso va a tener que llegar. Y quizás no se vea tan visiblemente en este mundo pero en alguno de esos textos que yo te comentaba antes de un hipercrítico, un veterano transvestido de la época de los sesenta que con mucha amargura señalaba en una conferencia que el marxismo seguía vivo en algunas universidades norteamericanas. Eso era lo que más le chocaba a él de aquella generación. Y eso lo sabemos los hemos tenido oportunidades de dar conferencia en Colombia University u otros centros universitarios. No es que sea marxismo-leninismo, no es que sea el socialismo científico, real, aquel lenguaje de los sesenta, pero sí ves una juventud que cuestiona el capitalismo a partir de su mediocridad, su falta de justicia, de moral. Y eso no va a desaparecer. Eso inevitablemente tiene que crecer.
El día que se
levante el bloqueo, el día que haya un cambio va a ser en un mundo que no será
igual. Cuba habrá avanzado más porque desgraciadamente esto no va a ocurrir de
inmediato. Y en todo caso yo no tengo el menor temor a que eso ocurra. Si se
levanta el bloqueo, incondicionalmente —de eso si no puede caber la menor duda—
el día que eso ocurra se va a producir una de las mayores victorias políticas
del pueblo cubano y yo no le temo a eso. Por supuesto que van a haber cambios
importantes en la vida cotidiana. Tú no te acuerdas de eso, pero yo si me
acuerdo de lo que pasó cuando vino el bloqueo. Cambió la vida completamente,
desaparecieron cosas que tú estabas acostumbrada a ver en la esquina de tu
casa. Después vino el segundo bloqueo. Pero la Revolución cubana y el
socialismo nacieron de movimientos que surgieron, se desarrollaron y triunfaron
en una Cuba que no estaba bloqueada; fue en una Cuba que tenía una relación
privilegiada con Estados Unidos. Era la joya de la corona norteamericana de
aquella época y sin embargo ahí fue donde surgió la Revolución. ¿Por qué temer
entonces que en una Cuba sin guerra económica abierta de Estados Unidos, vaya a
convertirse en un problema la ausencia del bloqueo?... Sin dudas, nos plantea
un desafío a todos los cubanos, pero bienvenido sea un desafío que no implique
tener las carencias, las limitaciones, las estrecheces de hoy. Es absolutamente
preferible.
ELLOS
ATESORAN MAS DIGNIDAD QUE LA QUE PUEDA JUNTARSE EN MIAMI—Por supuesto, es
inevitable no hablar en esta entrevista del hecho noticioso del momento: el
injusto encarcelamiento de los cinco jóvenes cubanos...
—Algunos
barrios de Miami son, desde hace muchos años, verdaderas guaridas de
terroristas y asesinos. Allí compran armas y explosivos, allí se jactan
públicamente, incluso en lo que llaman prensa radial y escrita, de sus
crímenes, y desde allí salen para sabotear, destruir y matar en Cuba y regresar
tranquilamente sin que les pase absolutamente nada. Allí ha reunido Estados
Unidos una insólita colección de bandidos, traficantes y delincuentes.
Si Estados
Unidos combatiera el terrorismo verdaderamente, como su propaganda afirma, hace
rato que habría lanzado sus poderosos mísiles sobre Hialeah. Si hubiera habido
algo de verdad en su embustera retórica hace mucho tiempo que su Guardia
Nacional habría ocupado la “sagüasera” y
habría terminado con el relajo y la ilegalidad de los mafiosos. No habrían
sufrido bajas. Un par de nalgadas bien dadas a los cacareados “líderes” del “exilio” habrían sido suficientes.
Las
autoridades yanquis los conocen perfectamente bien y saben todo lo que hacen.
Ellos los crearon, los entrenaron y les pagaron su mesada desde el primer día
puntualmente. Con ellos se han acostado en la misma cama durante cuatro
décadas.
Luchar contra esa mafia, y contra el imperio que la inventó y la sostiene, ha sido, es y será una admirable proeza de nuestra Patria. Llevar a cabo esa lucha allá, en medio de esa descomunal porquería, descubrir sus siniestros planes contra Cuba, mantener intactos la integridad y los valores de su pueblo, como lo han hecho los cinco compatriotas recién “condenados” por un tribunal miamense, es una heroicidad que las palabras no pueden describir.
Luchar contra esa mafia, y contra el imperio que la inventó y la sostiene, ha sido, es y será una admirable proeza de nuestra Patria. Llevar a cabo esa lucha allá, en medio de esa descomunal porquería, descubrir sus siniestros planes contra Cuba, mantener intactos la integridad y los valores de su pueblo, como lo han hecho los cinco compatriotas recién “condenados” por un tribunal miamense, es una heroicidad que las palabras no pueden describir.
Acusados
falsamente por fiscales carentes de moral, en un juicio realizado en una ciudad
convertida en antro de malhechores y terroristas, bajo la presión de un
incesante barraje de propaganda mentirosa, en un ambiente de histeria, soborno
y amenazas, fueron declarados culpables. Fue así, pese a que en el juicio se
presentaron abundantes pruebas que demuestran que si en aquel paraje existiera
algo parecido a la idea de la justicia la más severa condena habría recaído,
inapelable, sobre las autoridades que los acusaron.
Los cincos
héroes, los cinco jóvenes cubanos injustamente encarcelados, regresaron a la
prisión pero con ellos iba el cariño, el respeto y la admiración de su pueblo.
Ellos atesoran más dignidad, más honor, más decoro que los que puedan juntarse
allí.
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