Tomado de Cuba Defensa.
Por José Ramón Rodríguez Ruiz / 06-05-2015
Aplastado el intento de fortalecer un movimiento de
resistencia o guerrilla que fuera capaz de derrocar al gobierno revolucionario,
las formas y métodos de agresión subversiva contra Cuba por parte de EE.UU.
evolucionaron y se diversificaron. En lo adelante, habiendo comprendido que no
existían en la Isla condiciones propicias para el éxito de una campaña de
Guerra No Convencional (GNC), sucesivas administraciones yanquis,
independientemente de su discurso político y en grado variable, han dedicado
sus esfuerzos a intentar crear en nuestro país un escenario más propicio para
sus intereses.
La GNC contra Cuba, luego del fin de las bandas
armadas, no alcanzaría más su objetivo de articular una resistencia violenta o
guerrilla, que pudiera recibir el apoyo directo de EE.UU. No obstante, el
aliento a la contrarrevolución interna, con el objetivo de conducirla a tal fin
y las acciones tendentes a crear las condiciones favorables para ello, van a
caracterizar la política yanqui hacia Cuba a partir de la década de los
setenta.
Ya desde 1960 (1) existían planes de agresión
radioelectrónica contra la Isla, que fueron reforzados bajo la administración
Reagan en 1982, con la creación de lo que luego sería la Oficina de
Transmisiones hacia Cuba, responsable de las mal llamadas Radio y TV Martí.
La agresión radial y televisiva contra nuestro país,
que el Comandante en Jefe ha caracterizado como “una loca y fracasada
aventura” (2), se inscriben en lo que la doctrina de la GNC define como
Actividades de Información, dirigidas a “influir en las emociones de una
audiencia determinada” (3), con el fin de subvertir su ideología. Aunque la
doctrina la sitúa como un esfuerzo organizado por una probable resistencia, a
falta de esta, contra Cuba se ha realizado como política del Gobierno de
EE.UU., a través de sus instituciones y con el dinero del contribuyente estadounidense.
La guerra económica contra Cuba tampoco puede aislarse
de la estrategia de agresión no convencional. El bloqueo económico, comercial y
financiero contra la Isla debemos situarlo como parte de los esfuerzos que
pueden ser de carácter político, diplomático, informacionales, militares y
económicos, mediante los cuales EE.UU. ejerce su poderío nacional en función de
sus objetivos estratégicos.
Como sabemos, la GNC persigue explotar las
vulnerabilidades del adversario y en el caso de Cuba, la economía ha sido
objeto de ataque permanente, a fin de erosionar las bases de nuestra
construcción socialista, presentando como única alternativa el retorno al
capitalismo. El bloqueo puede considerarse el esfuerzo de GNC de más larga data
en esta triste historia de agresiones subversivas.
Las décadas de los setenta, ochenta y noventa del
pasado siglo, tienen otro signo que las identifica y que tampoco se desvincula
de la GNC como forma de agresión. Para “preparar el ambiente” en Cuba, EE.UU.
ha promovido, autorizado o no ha impedido, acciones de sabotaje, piratería,
guerra biológica, atentados, secuestros, etcétera.
La doctrina de la GNC define el sabotaje como “el acto
dirigido a dañar, interferir u obstruir las defensas nacionales de un país,
dañando o destruyendo de forma voluntaria materiales de guerra o defensivos,
recursos, bienes, incluidos recursos humanos y naturales” (4). Desde la
voladura del vapor La Coubre , pasando por la agresión biológica al
sector agrícola o contra la población misma, hasta las bombas en los hoteles en
los años 90, los sabotajes han sido una herramienta no convencional frecuente
en la guerra contra Cuba. El capítulo más triste de esa etapa: la explosión de
un avión civil cubano en pleno vuelo, con 73 víctimas mortales, el 6 de octubre
de 1976. El autor confeso de ese crimen vive libre en las calles de Miami.
El derrumbe del campo socialista y el recrudecimiento
del bloqueo exacerbaron en EE.UU. efímeras esperanzas de que la Revolución no
resistiera tales embates. El incentivo a la contrarrevolución y la
inestabilidad interna en Cuba también recibió en esta etapa otra vuelta de
tuerca, mientras las carencias económicas generaban en el pueblo descontento y
dificultades en escala sin precedentes.
El objetivo de todo ello fue señalado por Fidel en su
alocución al pueblo, a raíz de los sucesos del 5 de agosto de 1994. Fidel
señaló: “Ellos, naturalmente, quieren que se produzcan escenas sangrientas,
quieren que haya una balacera, que haya muertos, para utilizarlos como
instrumento de propaganda, en primer lugar; como instrumento de subversión, y,
finalmente, como instrumento de intervención en nuestro país. La estrategia
imperialista es crear una situación, crear el máximo de descontento dentro de
nuestro país, dividir a la población, crear las condiciones más difíciles
posibles y conducir a nuestro país a un conflicto, a un baño de sangre. ¡Sueñan
con eso, añoran eso!” (5)
Es este el contexto en que surge la Ley Helms-Burton,
aprobada el 12 de marzo de 1996, utilizando como pretexto fundamental el
derribo de las avionetas de la organización contrarrevolucionaria Hermanos al
Rescate y que tenía entre sus objetivos esenciales el “apoyo para una
Transición Democrática en Cuba”.
Desde el punto de vista político, la llamada Ley de la
libertad cubana y solidaridad democrática pretendía aumentar el clima de
hostilidad en la política de EE.UU. hacia Cuba, para forzar la destrucción de
la Revolución y desde el punto de vista económico, intimidar por todos los
medios posibles a los empresarios extranjeros, para tratar de evitar las
inversiones y el comercio internacional con Cuba. (6)
El fracaso de este y otros engendros anteriores como
la Ley Torricelli (23 de octubre de 1992), no ha significado el fin de la
agresión de EE.UU. contra Cuba ni la renuncia a uno de sus métodos
fundamentales: La Guerra No Convencional.
Las causas de los fracasos permanecen invariables: no
hay en Cuba condiciones para el funcionamiento de estas estrategias. Medio
siglo de agresiones directas han probado su ineficacia para crearlas y es
seguramente esa la causa de que asistamos hoy al momento histórico del cambio
de método, anunciado por la administración Obama en su “nuevo rumbo para Cuba”
el 17 de diciembre de 2014. ¿Quedará en el pasado la Guerra No Convencional?
Referencias.
1. El 17 de marzo de 1960, el presidente Eisenhower
aprobó un plan presentado por la CIA para, entre otras cosas, crear una
estación de radio de onda media que transmitiera propaganda sucia hacia Cuba,
daba inicio a la larga y activa historia de la agresión radioelectrónica de
EE.UU.
2. Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, presidente
de la República de Cuba, en el acto central por el Aniversario 52 de los
asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en el teatro Karl
Marx, el 26 de julio de 2005.
3. Publicación de Técnicas del Ejército ATP 3-05.1
“Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de
EE.UU. John F. Kennedy, Septiembre de 2013. Ver en http://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/atp_3-05.1_gnc_esp.pdf
4. Ibídem.
5. Comparecencia del Comandante en Jefe Fidel Castro
Ruz ante la televisión cubana y las ondas internacionales de Radio Habana Cuba,
efectuada el día 5 de agosto de 1994. (Versiones taquigráficas-Consejo de
Estado)
6. Enciclopedia Colaborativa Cubana Ecured, consultada
el 20 de marzo de 2015.
Enlaces de interés
¿Quedará en el pasado la Guerra No
Convencional (GNC) contra Cuba?
La interrogante planteada en nuestro
anterior artículo, debe ser abordada partiendo de un contexto general.
Para el gobierno de EE.UU., la GNC
es en la actualidad más relevante que nunca. Su historia, que se remonta hacia
finales de la Segunda Guerra Mundial, observó en el último quinquenio un
violento realce, convirtiéndose en un comodín de la baraja imperialista,
especialmente luego de la Primavera Árabe, cuyos ecos aún resuenan en Siria y
cuyo influjo de derrocar gobiernos avanzó hacia Europa impactando naciones como
Ucrania, y cruzó el Atlántico para intentar similares métodos contra la hermana
República Bolivariana de Venezuela.
Nada de eso fue casual. Para EE.UU.,
la GNC es una “herramienta político-militar de utilidad estratégica, que bajo
ciertas circunstancias, puede proveer la única opción factible para el alcance
de los objetivos del gobierno, cualesquiera que estos sean, para influir,
coaccionar, interrumpir o derrocar a un gobierno o autoridad gobernante;
moldear actitudes o influenciar el comportamiento de poblaciones relevantes […]
aplicando de forma directa o indirecta el poderío nacional de EEUU” (1).
Su elevado nivel de riesgo político
y su carácter mayormente encubierto la definen como una operación especial,
generalmente invisible para sus víctimas, al menos, en sus primeras fases.
Según la doctrina de EE.UU. sobre la
GNC, la primera fase de una campaña de este tipo, denominada Preparación,
comienza probablemente después de “años de Preparación del Ambiente Operacional
que pueden crear las condiciones para una rápida transición desde una etapa de
creación de condiciones (shaping en la terminología estadounidense) a la
primera fase oficial de la campaña de GNC” (2).
Durante esta “preparación”, la
participación de EE.UU. puede no ser notable, ni tener influencia negativa
alguna en sus relaciones con el “país objetivo.
Las acciones dirigidas a preparar el
ambiente para una campaña decisiva de GNC incluyen esfuerzos que también
implican altos niveles de involucramiento de las agencias e instituciones del
gobierno estadounidense, coherentes con el tipo de interacciones que el
imperialismo sostiene con las naciones del Tercer Mundo.
En el caso del escenario bilateral
actual entre Cuba y EE.UU., es notable que, aun después del 17 de diciembre de
2014, subsisten esfuerzos considerables en virtud de “preparar el ambiente”
para tal fin, pues como sus propios ejecutores señalan: “estas actividades
normalmente preceden, a veces en años, las operaciones que deben apoyar” (3).
Evidencias de esos esfuerzos,
constituyen la persistencia de la agresión mediante distintas plataformas
comunicacionales, entre las que sobresalen la televisión satelital, la Internet
y la telefonía celular, que como ya hemos mencionado, cumplen lo que en la
doctrina de la GNC se denomina Actividades de Información. Las
intenciones de “incrementar el acceso de Cuba a las comunicaciones y su
capacidad para comunicarse de manera libre” (4) pudieran servir al fin
anterior, en caso de persistir en este tipo de métodos.
Son evidencias también el
reconocimiento, por parte del gobierno de EE.UU., de una supuesta “sociedad
civil cubana”, algunos de cuyos “representantes” pudimos ver en la reciente
Cumbre de las Américas en Panamá, a codo con terroristas cuya culpabilidad en
varios de los tristes hechos que hemos relatado en esta serie de trabajos está
más que probada. Mientras EE.UU. pague y aliente a personas para intentar
subvertir el orden interno en Cuba, la GNC no quedará en el pasado.
“Fortalecer a la sociedad civil
cubana”; “empoderar al naciente sector privado cubano […] para así mejorar su
nivel de vida y obtener una mayor independencia económica del estado”, son solo
algunas de las líneas de la nueva política y parecieran objetivos nobles pero,
como dijera el Maestro: lo esencial en política es lo que no se ve.
Como ha expresado el General de
Ejército Raúl Castro Ruz: “nadie podría soñar que la nueva política que se
anuncia acepte la existencia de una Revolución socialista a noventa millas de
la Florida” (5), lo cual nos permite no olvidar la existencia –o mejor dicho–
la insistencia en un fin, pero ¿cuál será el método?
Queda claro que lo hecho hasta ahora
ha formado parte de un “enfoque fallido”. Así lo han reconocido. Para lograr el
mismo resultado deben emplearse “nuevos” métodos, quizás análogos a aquellos
que pedía el señor Dulles en 1960 y que citamos en la primera parte de este
trabajo.
En la última década los métodos para
derrocar gobiernos se han perfeccionado al punto de que la ocurrencia de
efímeras “revoluciones”, ocultan eficientemente las manos que han movido los
hilos detrás del escenario y las que luego recogen los frutos de la nueva
situación creada.
A tono con lo expresado por la
mayoría de los líderes de Nuestra América en el más reciente cónclave regional,
los pueblos al sur del río Bravo debemos prestar especial atención a las
lecciones de la historia. Ese ha sido el objetivo de las ideas expuestas en
estos trabajos.
Creemos en la posibilidad de que las
agresiones encubiertas y las conspiraciones puedan quedar en el pasado, pero no
tardaremos en identificarlas y denunciarlas mientras se insista en avanzar por
esos caminos, históricamente condenados al fracaso.
La conclusión de esta serie de
trabajos nos fue sugerida por un comentario de una compañera lectora a una de
las primeras partes, donde se empleó la palabra “amistad” para definir el
actual momento histórico de las relaciones entre Cuba y EE.UU.
No creemos que sea imposible la
amistad entre los pueblos de nuestros dos países, ni hemos sido nosotros
quienes la hemos impedido, pero para que ello suceda muchas cosas deben quedar
en el pasado y entre ellas, las actividades subversivas y encubiertas que desde
el triunfo mismo de la Revolución, han formado parte de la GNC de EE.UU. contra
Cuba.
Referencias:
1. Publicación de Técnicas del Ejército 3-05.1 “Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. “John F. Kennedy”, Septiembre de 2013. Ver en http://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/atp_3-05.1_gnc_esp.pdf
1. Publicación de Técnicas del Ejército 3-05.1 “Guerra No Convencional”, Escuela y Centro de Guerra Especial del Ejército de EE.UU. “John F. Kennedy”, Septiembre de 2013. Ver en http://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/atp_3-05.1_gnc_esp.pdf
2. Ibídem.
3. Ibídem.
4. Ver documento “Un nuevo rumbo para
Cuba” en https://www.whitehouse.gov/issues/foreign-policy/cuba-política
5. Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, en
la III Cumbre de la Celac, Costa Rica, 28 de enero de 2015.
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