Por Percy Francisco Alvarado Godoy.
Hoy culminó en
Madrid el llamado encuentro "Desafío electoral cubano", convocado por
el Observatorio Cubano de Derechos Humanos –suerte de remedo para falsear la
realidad cubana en relación con el tema de los derechos humanos-, haciendo un
llamado a la reforma del sistema electoral y a la participación de la auto
proclamada “sociedad civil” en las próximas elecciones de 2018.
Este evento en
el que participaron varios contrarrevolucionarios, entre los que destacaron
Hildelbrando Chaviano y Yuniel López, pretende ilusoriamente la promoción de
una nueva ley electoral que contemple el “pluralismo” político, es decir, que
nuestra legislación abra las puertas al desempeño político de grupos
contrarrevolucionarios –sufragados desde el exterior-, para que accedan a la
legislatura y a la gobernabilidad en Cuba.
El error
principal de los organizadores de este evento del OCDH radica en que pretenden
vulnerar el precepto constitucional que establece que los representantes del
pueblo sean seleccionados sobre la base de su ejemplaridad y diligencia en cuanto
a servir a sus electores. Es por ello que la cacareada libre postulación a
todos los niveles, así como la exigencia la eliminación de las comisiones de
candidatura, al igual que otros reclamos tales como el establecimiento de la
figura del "interventor" como garante de los derechos del candidato,
la despenalización de las campañas políticas, el acceso a los medios, la
prohibición de las campañas negativas con fondos y recursos del Estado, entre
otras, no hace otra cosa que intentar que los miembros de los grupos
desestabilizadores y pro capitalistas sean incluidos en las elecciones cubanas.
El intento de presionar a los gobiernos de EEUU y Cuba –actualmente en un
complejo proceso de acercamiento diplomático-, para que las propuestas de
reformas y el proceso de participación ciudadana propuesta por la OCDH sean
incluidos en el diálogo entre ambos, resulta ilusorio y con falta de basamento
legal. Lo mismo propone para el diálogo entre Cuba y la UE.
Otra dirección
del encuentro del OCDH fue explorar, mediante una serie de talleres y
conferencias sobre la temática electoral “desde el punto de vista legal,
político, mediático y demoscópico”, según citan los organizadores del evento,
las formas de encontrar espacios para promover o posibilitar que la “sociedad
civil” en la isla –entiéndase la contrarrevolución anticubana y sus
mercenarios-, puedan integrarse en el proceso electoral cubano, supuestamente
como “representante del reclamo mayoritario de cambios hacia la democracia,
desarrollo y justicia social en la isla”, aspecto que es un absurdo en sí mismo
pues tales elementos no gozan del apoyo mayoritario de los cubanos. Parecen
haberse olvidado de que es el pueblo cubano quien elige a sus representantes y,
por tanto, usen el discurso hipócrita basado en la propaganda enemiga o no,
nunca serán elegidos por el pueblo.
El interés del
Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) “por coadyuvar a la
transformación de Cuba en un estado democrático y velar por el respeto de los
Derechos Humanos en la isla”, es parte del discurso ideológico anticubano y por
ello este organismo carece de prestigio y representatividad. Sus propias
denuncias se basan en falsedades, en el abierto plan de demonización de nuestra
gobernabilidad y en la manipulación descarada del tema de los derechos humanos.
Su intención de
sustituir a nuestro estado socialista, apoyado por nuestro pueblo, por un
estado capitalista, constituye una ofensa a nuestra institucionalidad y, por
ende, no aceptada por Cuba.
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