Por José Manzaneda
El error
del Gobierno de EEUU al imponer sanciones a Venezuela
(1) y calificar a este país -por decreto ejecutivo- como un “peligro para su
seguridad nacional” (2) hizo aumentar la popularidad del presidente Nicolás Maduro (3) que, en pocas semanas, recibió el respaldo de más de 10 millones de firmas de
apoyo (4).
Fue
un traspiés en el objetivo a corto plazo de la Casa Blanca, la oposición
venezolana y los grandes medios internacionales: desgastar al Gobierno
bolivariano en los próximos meses, hasta conseguir la derrota de la izquierda
en las elecciones legislativas previstas para final de este año (5).
Para
enmendar el error, era necesario intensificar la guerra psicológica con
mensajes de gran impacto. Hace unos días, centenares de medios de todo el mundo
informaban –algunos como si fuera un hecho probado (6)- de las acusaciones de
colaboración con el narcotráfico por parte de varios altos cargos de la
Revolución bolivariana, entre ellos Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea
Nacional, y Tareck el Aissami, actual gobernador del estado Aragua (7).
Semanas
atrás habían sido los grandes diarios venezolanos (8) –todos opositores- y el
español ABC (9). Pero hasta que, hace unos días, uno de los grandes rotativos
de EEUU no decidió publicarlas, dichas acusaciones no se convirtieron en
noticia de impacto internacional (10).
Ejemplo
de esta sumisión informativa a la prensa de EEUU era el medio público
Televisión Española (11): “Se le
considera el segundo hombre más poderoso de Venezuela, después del Presidente
Maduro. Diosdado Cabello es el Presidente de la Asamblea Nacional y según el
Wall Street Journal podría ser el jefe de un cártel de la droga. Por sus manos
pasarían los permisos para usar Venezuela como punto de partida de la cocaína
que se envía a Europa y EEUU”.
De
esta forma, Televisión Española convertía en noticia… la noticia creada por The
Wall Street Journal (12), otorgando credibilidad informativa a este diario del
grupo News Corp (13), propiedad del magnate ultraderechista Rupert Murdoch (14).
Pero ¿de qué credibilidad informativa hablamos?
Repasemos: las acusaciones contra los líderes bolivarianos proceden de prófugos
de la Justicia venezolana, como Leamsy Salazar, exescolta de Hugo Chávez y hoy
desertor (15), o Rafael Isea, exgobernador del estado venezolano Aragua que
–curiosamente- tiene orden de captura en su país por el desvío de 68 millones
de dólares (16) y que está siendo investigado –además- por conexiones con el
narcotráfico (17). Ambos se encuentran asilados en EEUU, y sobre el segundo
pesa orden de extradición (18). Además, los medios citan a supuestos y siempre
anónimos “narcotraficantes arrepentidos” (19).
Es el mismo esquema de guerra mediática que aplicaron
durante años contra el Gobierno de Cuba: acusaciones sin pruebas de desertores
que habían sido sancionados en la Isla (20), acerca de supuestas conexiones del
Gobierno de La Habana con el narcotráfico, han sido fuente de infinidad de
noticias (21), reportajes… y de no pocos libros (22).
La estrategia para forzar la caída del Gobierno de Nicolás
Maduro, que se intensificará hasta las elecciones parlamentarias, combina una
guerra económica que impacta en las condiciones de vida de la población (23),
con una guerra psicológica que extiende la idea de un gobierno venezolano
ineficiente y, además, corrupto (24). En esta guerra psicológica los medios de
comunicación –principalmente de Venezuela, EEUU, Colombia y España- actúan en
una estrategia circular, en la que unos convierten en noticia las propias
noticias que otros… han fabricado (25).
(11) http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/telediario-21-horas-19-05-15/3134217/
(minuto 18:20)
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