Max Lesnik, director de Radio Miami |
Por Salim Lamrani.
Conversaciones con Max Lesnik 1/4.
Nacido en 1930 en Cuba, en el pequeño pueblo
de Vueltas, de un padre judío polaco que huyó de la persecución antisemita de
su país y de una madre cubana, Max Lesnik se involucró tempranamente, a los 15
años de edad, en la militancia política. Frecuentaba las filas del Partido
Ortodoxo que fundó Eduardo Chibás, uno de los padres espirituales de la
Revolución Cubana, símbolo de la lucha contra la corrupción gubernamental, y
rápidamente se convirtió en el secretario nacional de la Juventud Ortodoxa en
los años 1950.
Max Lesnik adquirió fama en todo el país y
trabó amistad con Fidel Castro, a quien conoció en la Universidad de La Habana.
Fidel militaba también en el Partido Ortodoxo y hasta presentó su candidatura a
las elecciones de 1952 para el Congreso de la República antes de que el golpe
de Estado de Fulgencio Batista pusiera término a la legalidad constitucional.
Lesnik, como muchos jóvenes cubanos, se
sublevó contra la dictadura militar de Batista, apoyada por Estados Unidos y
formó parte de la dirección del Segundo Frente del Escambray, dirigido por Eloy
Gutiérrez Menoyo en la actividad del trabajo ideológico, político y
propagandístico.
Al triunfo de La Revolución, el 1de enero de
1959, Lesnik fue el primer dirigente revolucionario que salió por la
televisión, entrevistado por el periodista Carlos Lechuga. Con la instalación
del nuevo poder, Max Lesnik retomó su labor de periodista publicando crónicas
en la revista Bohemia y animando un programa diario en la Emisora Nacional Cadena Oriental
de Radio.
Pero Lesnik empezó a criticar la hegemonía de
los comunistas en el poder: “Yo estaba resueltamente en contra de una alianza
con un grupo que había colaborado con Batista en la década del 40 y que no había desempeñado un papel clave
durante la lucha insurreccional contra la tiranía”, explicó. Se opuso a la
alianza con la Unión Soviética. Según él, Cuba debía ser independiente de
Washington y también de Moscú. Soberanía
total.
n 1961, la situación era crítica y Max Lesnik
se vio obligado a exilarse a Estados Unidos. Pero no se alió a las filas de los
partidarios del antiguo régimen –que lo odiaban porque veían en él a un amigo
de Fidel Castro– y tampoco aceptó las prebendas de la CIA, que buscaba reclutar
a figuras políticas del exilio con el fin de organizar un movimiento destinado
a derrocar la Revolución Cubana.
Cuando se enteró de la noticia, Fidel Castro intentó
convencer a Max Lesnik de que regresase a Cuba a través de su amigo común
Alfredo Guevara. Sólo José Pardo Llada, famoso periodista radial de los años
1950, entonces exilado en México, tendría también el privilegio de ser
personalmente solicitado por el líder de la Revolución Cubana.
En Miami, Lesnik creó su programa de radio en
el cual denunció la invasión de Bahía de Cochinos del 17 de abril de 1961 y
acusó a los participantes de mercenarios a sueldo de una potencia extranjera.
Al día siguiente, recibió la visita de varios individuos armados que le
coaccionaron para que presentara en directo sus disculpas a la audiencia. Max
Lesnik se negó y salvó la vida gracias a una vacilación de los asaltantes que
decidieron abandonar el estudio sin llevar a cabo su amenaza.
A mediados de los años 1960, Max Lesnik
decidió fundar el periódico tabloide Réplica, que se
convertiría en revista unos años después con tiradas semanales que podían
alcanzar los 100.000 ejemplares. Esta aventura profesional le permitió adquirir
una gran notoriedad en la comunidad cubana y latina de Estados Unidos, así como
cierta tranquilidad económica. Su credo era la libertad de expresión: abría sus
páginas tanto a simpatizantes del
Gobierno cubano como a los exilados violentos como Orlando Bosch, implicado en
el terrorismo contra la isla.
A finales de los años 1970, Max Lesnik
desempeñó un papel esencial en el establecimiento de un diálogo entre la
comunidad cubana de Estados Unidos y las autoridades de La Habana. Regresó a
Cuba y volvió a ver a su amigo Fidel Castro después de 17 años. La primera
pregunta que le hizo el Presidente de Cuba sorprende al director de la revista Réplica: “Y tú ¿por qué te fuiste de Cuba?”.
El acercamiento con La Habana no fue del
agrado de los extremistas de Miami. Max Lesnik fue víctima de un primer
atentado con bomba en 1979. En total, fue el blanco de once ataques similares.
“Estoy vivo de milagro”, subraya Lesnik. No obstante, su revista no sobrevivió
a la intolerancia y el último número salió en 1990, tras el abandono de los
principales patrocinadores publicitarios, también amenazados por los exilados
violentos de Florida. Max Lesnik igualmente estuvo envuelto en el
acercamiento entre la Iglesia Católica y la Revolución Cubana y en el origen de
la histórica visita del Papa Juan Pablo II a
Cuba en 1998.
“El hombre de las dos Habanas”, en referencia
a la capital cubana y a “Little Havana” de Miami donde reside, es hoy director
de Radio Miami y relanzó en el 2013 su revista
La Nueva
Réplica.
Max Lesnik viaja varias veces al año a Cuba
donde las autoridades lo reciben con afecto pues entendieron que a pesar de las
diferencias ideológicas, Lesnik siempre ha sido fiel a su patria, a los ideales
de José Martí y Eduardo Chibás.
En estas conversaciones, Max Lesnik habla de
la historia de Cuba, de su trayectoria personal, de sus lazos con Fidel
Castro, de la Cuba de hoy y de las
nuevas relaciones entre Washington y La Habana.
SL: ¿Cuándo conoció a Fidel Castro?
Max Lesnik: Conocí a Fidel Castro en la Universidad de La Habana, en la entonces
Plaza Cadenas, frente a la Facultad de Derecho. Nos conocimos en un banco donde
se encontraban los estudiantes para hablar de la actualidad política y para
organizar las manifestaciones contra los gobiernos de la época, sea contra el
aumento de los precios de los artículos de primera necesidad, de precio de la
electricidad, del precio del transporte público, etc…
Ingresé a la Universidad en 1948. Fidel ya estaba en la Facultad y estaba
implicado políticamente en la vida estudiantil. Yo deseaba conocer a los
diferentes líderes de la juventud que mantenían una posición vertical frente a
la corrupción y el gansterismo de la época.
Fidel era un joven rebelde con inquietudes políticas. Entendí desde el
primer momento que se trataba de alguien que sería el futuro líder de una Cuba
distinta o un mártir. Creo que no me he equivocado. Fidel entró en vida en el
Panteón de los libertadores latinoamericanos.
SL: ¿Cuáles son las principales características de Fidel Castro?
ML: Fidel es a la
vez un político de gran magnitud, un pensador y un visionario lúcido. Logró
edificar una Cuba distinta y una América Latina diferente. A nosotros los
cubanos nos cuesta darnos cuenta de que somos los motores de un proceso de
emancipación, con nuestros aciertos y nuestras errores. Pero hay una constancia
en el camino que señalo José Martí a finales del siglo XIX. Fidel Castro logró
catalizar el entusiasmo y las frustraciones de varias generaciones para
construir una Cuba revolucionaria.
El carácter de Fidel es similar a un caleidoscopio que se adapta a las
circunstancias. Podemos tener a un Fidel violento o a un Fidel tranquilo. Se
dice que Fidel habla mucho. Lo que no se sabe, es que escucha aún más. Es un
hombre muy paciente. Antes de tomar una decisión, le dedica un largo tiempo a
la reflexión.
SL: ¿Podría contarnos una anécdota ilustrativa de la personalidad de Fidel Castro?
ML: Recuerdo que
en la Universidad, en este famoso banco frente a la Escuela de Derecho,
confraternizamos en la fundación de un comité que se llamaba “Comité 30 de
Septiembre contra el Gansterismo”.
Era el año 1949, bajo la presidencia de Carlos Prío Socarrás, marcada por
los enfrentamientos entre bandas violentas que se disputaban en las calles de
La Habana la hegemonía en el seno de la burocracia del Estado. Esos grupos
procedían de los elementos revolucionarios que participaron en la lucha contra
Machado y Batista. Luego, empezaron a enfrentarse para conseguir migajas del
poder.
Para obtener la paz social, el Gobierno estableció el “Pacto de las
pandillas”, otorgando cargos bien remunerados en la administración –botellas,
como se decían en la época– a los líderes de esos grupos, que se dejaron
sobornar. Esos grupos amenazaban entonces a los estudiantes de la Universidad y
a los miembros de la Juventud Ortodoxa, que eran los únicos en denunciar la
corrupción gubernamental.
La Universidad era la
bandera de los valores de la República, heredados de Julio Antonio Mella,
fundador del Partido Comunista Cubano y
Antonio Guiteras, el alma de la Revolución de 1933. El Gobierno deseaba
aplastar a esta resistencia universitaria, usando a los gánsteres contra los
estudiantes. Incluso hubo algunos líderes estudiantiles que se dejaron
sobornar.
SL: ¿Cuál era el papel de este comité?
ML: Su papel era
denunciar públicamente al gansterismo y las amenazas contra la Universidad.
Reunimos una Asamblea donde todos los presidentes estudiantiles de las
facultades estaban presentes. Este Comité tenía una dirección colegiada
integrada por los dirigentes de la Juventud Ortodoxa –de la cual yo formaba
parte– y dirigentes juveniles socialistas.
Fidel Castro era miembro del Comité 30 de Septiembre y designado para
denunciar quiénes eran los que recibían dinero del Gobierno. Fidel siempre tuvo
mucha habilidad para descubrir lo que estaba entre bambalinas. En este caso
preciso, Fidel Castro tomó la palabra en nombre del Comité 30 de Septiembre y
denunció uno por uno a todos los corruptos y a los gánsteres estipendiados por
el Gobierno, revelando incluso la naturaleza de la “botella”.
Los gánsteres se encontraban cerca de la Universidad y se enteraron de la
realidad. Era una denuncia valiente y viril por parte de Fidel, que enumeraba
los nombres y mostraba documentos para respaldar sus afirmaciones. Los bandidos
estaban enfurecidos e informaron a los miembros del Comité que iban a pagar con
la vida la denuncia. Fidel recibió la noticia mientras hablaba. Pero, lejos de
callarse, habló con más virulencia, insistiendo en los nombres de cada persona
corrupta.
Eduardo Chibás, el líder del Partido Ortodoxo |
ML: Ello engendró
un enorme escándalo pues habíamos desenmascarado a los bandidos. Cuando terminó
la Asamblea nos reunimos para saber cómo íbamos a salir de la Universidad. Yo
era dirigente de la Juventud Ortodoxa y tenía cierto prestigio pues estaba
vinculado a Eduardo Chibás. Había que salvar a Fidel Castro, que se encontraba
en peligro de muerte. Yo sabía que no tomarían el riesgo de asesinar a Fidel si
se encontraba conmigo. Eduardo Chibás, el líder del Partido Ortodoxo, estaba
vivo en aquella época y tenía un programa de radio dominical que seguían todos
los cubanos. Asesinar a Fidel con el riesgo de matar al líder de la Juventud
Ortodoxa era un riesgo demasiado grande para el Gobierno. Finalmente pudimos
salir de la Universidad sin muchos problemas, aunque Fidel tuvo que quedarse
escondido en mi casa durante varias semanas.
Esa anécdota es muy ilustrativa del Fidel Castro estudiante que estaba
dispuesto a arriesgar la vida para revelar la verdad. La verdad era más importante
que la vida para Fidel Castro.
SL: ¿Dónde se encontraba usted cuando ocurrió el ataque al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953?
ML: Yo me
encontraba en La Habana, con dos amigos de Fidel, el doctor Aramista Taboada y
Alfredo Esquivel. Había muchas especulaciones en torno al Moncada. Algunos
pensaban que el coronel Pedraza había realizado un golpe de Estado, mientras
que otros afirmaban que hubo una sublevación de la guarnición.
Analizamos la situación y nos preguntábamos dónde estaba Fidel. Sabíamos
que era muy audaz. El “chino” Esquivel fue a casa de Mirtha Díaz Balart, la
esposa de Fidel, que nos informó que su marido no había aparecido en tres días.
En ese momento, tuvimos la certeza de que Fidel Castro estaba implicado de una manera u otra en el ataque al Moncada.
Luego nos activamos por todas partes para evitar que la dictadura asesinara
a Fidel y sus compañeros. Fue capturado y encarcelado durante dos años.
SL: ¿Tenía usted divergencias con Fidel Castro en esa época?
ML: No tenía
ninguna divergencia de principio con Fidel. El problema era que había realizado
el golpe del Moncada por su cuenta, sin avisar a nadie. Fue una conspiración
que organizó solo, en la cual yo no estaba comprometido. Hasta los últimos instantes, muy pocas personas sabían lo
que iban a hacer –estoy hablando de los participantes–, quizás Raúl Castro,
Jesús Montané, Abel Santamaría, es decir un grupito muy limitado. Fidel siempre
fue muy discreto y sus compañeros tenían una gran confianza en él.
Cuando salió de prisión, Fidel Castro empezó a reunirse con algunas
personas. Yo le había presentado a Álvaro Barba, que había sido Presidente de
la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), así como a José Antonio
Echevarría, del Directorio Revolucionario.
Siguen:
“Estados Unidos se opuso desde el inicio la
Revolución” 2/4
“Fui víctima de once atentados con bombas en
Miami” 3/4
“En realidad, Estados Unidos espera una
rendición total y definitiva del pueblo cubano” 4/4
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