Tomado de La Diaria.
Por Andrea Martínez.
La palabra
“corralito” suele tener connotaciones negativas y aparece vinculada con el “Que
se vayan todos” que resonó en Argentina en 2001, pero la situación en Grecia es
bien distinta: en las calles de Atenas ayer aparecieron decenas de
demostraciones de apoyo al gobierno, que se resiste a acceder al plan de los
acreedores europeos, y que propuso un referéndum para que sean los griegos los que
decidan.
En octubre
de 2011, Yorgos Papandreu, en ese entonces primer ministro griego, acordó con
la troika -conformada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión
Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE)- un rescate para superar la crisis
económica de su país, pero anunció que ese acuerdo sería sometido a referéndum.
Papandreu lideraba un gobierno cuya popularidad caía en picada desde que se
comenzaron a aplicar medidas de austeridad, en 2010, y semana tras semana se
convocaban manifestaciones en su contra en las calles de Atenas.
Papandreu
manifestó que no quería tomar medidas tan impopulares sin contar con el aval
del “pueblo griego”, pero la aventura le duró poco. Grecia en general, y él en
particular, recibieron múltiples presiones de los “socios” europeos para que
ese referéndum no se realizara. Finalmente, el sector más conservador de su
partido, el Movimiento Socialista Panhelénico (Pasok), le retiró su apoyo.
Papandreu logró superar una moción de censura en el Parlamento, pero la presión,
interna y externa, fue demasiada y terminó por renunciar. Dio paso así a un
gobierno de unidad de Pasok y el partido derechista Nueva Democracia (ND).
La
convocatoria al referéndum se anuló y se integraron dos gobiernos de unidad
consecutivos. El primero fue dirigido por un ex presidente del BCE, Lucas
Papademos, que se encargó de aplicar la primera parte del rescate. Las
elecciones anticipadas le dieron la victoria a Antonis Samaras, de ND, que
aplicó las duras medidas de austeridad exigidas por la troika.
El Pasok
se sumió en una crisis, primero interna y luego electoral, de la que todavía no
pudo salir. Los planes de austeridad continuaron y las protestas se
intensificaron. La crisis económica y social llevó a otra disolución del
Parlamento. Esta vez, las urnas dieron un mensaje claro: rechazaron a los
partidos que seguían la línea marcada por la troika y dijeron “no” a la
austeridad. Alexis Tsipras, electo primer ministro, anunció que buscaría una
renegociación de la deuda que diera “soluciones viables”, y lo haría “evitando
la confrontación, pero también las políticas de sumisión”.
Cinco
meses después
Tsipras no
logró esa renegociación de la deuda, y hoy vence el plazo de una de las cuotas
que debe pagar, de uno de los tantos rescates que recibió Grecia. Son 1.600
millones de euros y el gobierno griego se niega a pagarlos si no recibe un
nuevo préstamo porque, argumenta, implicaría que se dejarían de pagar los
sueldos de los funcionarios o las jubilaciones.
Tras
varias jornadas de negociaciones contrarreloj, y cuando según algunos líderes
europeos estaba cerca un acuerdo, Tsipras hizo el mismo anuncio que en 2011
hiciera Papandreu: sometería a un referéndum el domingo la última propuesta de
la troika. Ayer, en una entrevista, dejó entrever que si pierde convocará a
elecciones. “Si gana el Sí, habrá elecciones”, le comentó a Eldiario.es una
fuente del gobierno de Grecia.
Al menos
una parte de la sociedad griega se ha volcado a las calles para darle a Tsipras
el respaldo que no le brindó a Papandreu. Miles de personas se manifestaban
ayer junto al Parlamento griego en apoyo al No en el referéndum. Enfrente, en
la plaza Syntagma, se colocó una pancarta con el mismo mensaje, se vio una
cantidad fuera de lo habitual de puestos de venta de banderas griegas, y los
grafitis sobre este tema se extendieron en Atenas, como el de un hombre que
sostiene un símbolo de euro ensangrentado. El apoyo llegó también desde fuera
del país. “Fuck the system”, decía un cartel que se colocó frente a la sede del
BCE en Frankfurt, Alemania.
El
gobierno griego dispuso medidas de urgencia: se declaró feriado bancario y los
bancos permanecerán cerrados toda la semana, al igual que la Bolsa de Atenas.
En esta semana los cajeros entregarán hasta 60 euros por tarjeta. Si es
necesario hacer una transacción mayor en efectivo se deberá demostrar esa
necesidad ante una oficina gubernamental. Las transacciones virtuales están
liberadas, excepto las que sacan dinero del país, y no se cobrarán los
intereses de las facturas de los servicios gubernamentales que venzan esta
semana. Quienes no tengan tarjeta, podrán retirar dinero en sucursales
bancarias específicas.
Ayer,
mientras las bolsas de Europa bajaban y los diarios europeos, escandalizados
por estas medidas, aseguraban en sus titulares que “Grecia está al borde del
abismo”, en ese país no había disturbios. Los líderes de varios países europeos
convocaron a la oposición o se reunieron en Consejos de Ministros para tratar
la situación de Grecia, pero las autoridades griegas transmitían tranquilidad
mediante mensajes televisivos.
Algunos
líderes de Syriza denunciaron ayer que medios nacionales e internacionales
buscan instalar una sensación de pánico en la población griega. El diputado
Yorgos Varemenos puso como ejemplo que el domingo varios medios griegos se
hicieron eco de rumores de que habría desabastecimiento de combustibles, y
generaron enormes colas en las estaciones de servicio. “Se trata de una campaña
de shock y pavor destinada a obligar al pueblo griego a arrodillarse”, aseguró.
También
hace campaña el presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, que desvirtuó la
votación, dirigidoaa aprobar o rechazar una propuesta de la troika, y la
convirtió en una consulta sobre la permanencia de Grecia en la eurozona: “Un No
en el referéndum, independientemente de la pregunta, significaría que Grecia
dice no a Europa. Todo el mundo considerará que Grecia quiere alejarse del euro
y de Europa”.
Se
hicieron eco de esa postura el presidente francés, FranÇois Hollande, la
canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro italiano, Matteo Renzi,
así como el líder de la oposición griega, Samaras. “La verdadera pregunta es Sí
o No a Europa, Sí o No al Euro, y el No lleva al caos”, dijo el ex primer
ministro.
Más allá de las visiones acerca de cómo se interpretará
la votación, la pregunta que se hará a los griegos el domingo es: “¿Debería
aceptarse el acuerdo que fue entregado por la CE, el BCE y el FMI en el
Eurogrupo del 25/06/2015?”.
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