Por Manuel E. Yepe
Justo cuando parecía que el
discurso oficial sobre las políticas gubernamentales estadounidense había
llegado al extremo de la paradoja, la autocomplacencia y las inconsistencias,
el Pentágono emitió su “Manual sobre Leyes de la Guerra” (“Law of War Manual”)
que dispone la conducta jurídica a que debe atenerse el personal de su servicio
en todas las ramas durante las operaciones militares.
En un artículo valorativo de
ese nuevo instrumento jurídico del Pentágono que fue difundido por TheAntiMediablog y Anti-Media Radio, la escritora y periodista Claire Bernish califica al
Manual de “escalofriante”.
“Aunque la voluminosa
publicación de 1,180 páginas a un solo espacio es más seco que el pan duro
-dice la periodista- y contiene un gran número de entradas alarmantes que
merecen más de una lectura cuidadosa”.
Bernish señala que este
Manual, en el que se trabajó durante 25 años, constituye la primera
modificación integral de las leyes que desde 1956 rigen la política de las
guerras del Departamento de Defensa estadounidense.
Uno de los significativos
cambios es el referido a los periodistas quienes, “aunque por lo general son
civiles, suelen ser también miembros de fuerzas armadas o beligerantes sin
privilegios", término este último que al parecer sustituye –quién sabe con
qué intención- al de ‘combatientes ilegales’ que se usaba en la era de George
W. Bush para definir a supuestos terroristas que se hicieran pasar por
periodistas, resalta Bernish.
La periodista considera que
en el nivel puramente superficial, la existencia de un manual de leyes que
regule el comportamiento de un país en tiempos de conflicto indicaría la
existencia en él de una conducta respetable que excluya violaciones de los
derechos humanos, pero “en este caso ello solo sería en el plano técnico, ya
que el contenido de esta misma guía de los usuarios desmiente tal cosa e
identifica al gobierno estadounidense como el más belicoso y arrogante del
planeta”.
Ejemplo de lo anterior es la
bien documentada circunstancia de la utilización de uranio empobrecido por
Estados Unidos en la guerra de Irak y en la etapa inmediatamente posterior, que
dejó como secuela de décadas muchos miles de víctimas civiles iraquíes con
monstruosas deformaciones físicas. En todo el mundo ello ha sido
categóricamente condenado, no obstante lo cual el nuevo Manual inscribe el uso de armamentos a
base de uranio empobrecido como “legal”.
Desde 2004 hasta hoy la tasa
de malformaciones congénitas en la ciudad iraquí de Falluyah ha sobrepasado la
de las bombas atómicas que cruelmente dejó caer Estados Unidos sobre las
ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki hace 55 años, cuando ya el Imperio
nipón había anunciado su voluntad de rendirse.
Similarmente, las
internacionalmente prohibidas bombas de racimo aparecen listadas en el Manual
como armas con reglas específicas para
su uso dado que pudieran resultar necesarias para el cumplimiento de
obligaciones que le están dadas a EE.UU. por el derecho internacional”.
La autora recuerda que lo
anterior obvia el hecho de que la Convención sobre municiones en racimo ha sido
suscrita por 116 países, y solamente Estados Unidos y Arabia Saudita no se han
adherido a ella en todo el mundo.
La autora resalta la paradoja
de que Estados Unidos permita la exportación de armas prohibidas por la
comunidad internacional, con la sola condición de que el comprador se
comprometa a usarlas únicamente contra objetivos militares, “con un mínimo daño
a civiles inocentes”.
Frecuentemente, estas
municiones dejan de estallar por meses o incluso décadas después de haber caído
la bomba madre. Los niños a menudo son mutilados o asesinados cuando las hallan
y las confunden con juguetes.
Tal circunstancia ha cobrado
actualidad al conocerse de las recientes víctimas civiles de bombas de racimo
suministradas por Washington en Yemen, a raíz de lo cual el Pentágono anunció
que investigaría el caso y prometió que, a partir de 2018, cesaría la
exportación de armamento de este tipo.
Esta última afirmación
contradice, según Bernish, el interés de Washington por que en el Manual aparecieran
listadas como lícitas las bombas de racimo para el uso por las fuerzas armadas
de Estados Unidos.
Las bombas de racimo y el
uranio empobrecido son apenas dos ejemplos de las muchas cuestiones admitidas
en el Manual que generan una gran cantidad de preguntas en vez de las
respuestas categóricas que cabría esperar por su abarcador título. Clasificados
como "legales" aparecen también otros dispositivos como las minas,
las armas nucleares, las trampas explosivas camufladas, los herbicidas, las
armas láser (cegadoras o no), las incendiarias, las armas de fragmentación,
entre otras que merecen esclarecimiento.
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