Fuente original: Granma
Por Jesús Pastor García Brigos.
III
En los nuevos documentos aprobados en el
VII Congreso del PCC se precisaron tres aspectos fundamentales para la
estrategia a desarrollar. Por un lado la “Conceptualización del Modelo
Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista” resume los principios y las
bases teóricas que informan el proceso de construcción del socialismo en las
actuales condiciones de Cuba. Los “Lineamientos de la Política Económíca y
Social del Partido y la Revolución 2016-2021” marcan la ruta de las acciones a
emprender a corto plazo, en tanto que el “Plan de Desarrollo Económico y Social
hasta 2030: Propuesta de Visión de la Nación, Ejes y Sectores Estratégicos”
–cuya cuantificación se completara en 2017- fija los objetivos y las
proporciones fundamentales para iniciar el proceso de desarrollo sostenible del
país a largo plazo.[1]
Originalmente no se previó la discusión
masiva de la Conceptualización y el Plan 2030 entre la militancia del PCC y
otros niveles de dirección social, pero en el propio Congreso del PCC se
informo que los mismos se aprobarían solo como proyectos en ese conclave y que
posteriormente se recogerían los resultados de su discusión para su aprobación
definitiva.[2]
Una breve valoración del contenido de estos
documentos permite –no obstante- destacar algunos elementos de importancia para
comprender la dirección de las transformaciones actuales del modelo económico y
social cubano.
El documento de Conceptualización recoge en
330 párrafos y cuatro capítulos diferentes, importantes definiciones en torno a
los principios que sustentan el modelo, las relaciones de propiedad sobre los
medios de producción, la planificación y las relaciones sociales.[3]
Luego de exponer las fortalezas y
debilidades con que se deben enfrentar las transformaciones a emprender, los
elementos más destacables en el documento se refieren a las relaciones de
propiedad. En ese sentido –y a diferencia de documentos anteriores- destaca el
mayor detalle en cuanto al reconocimiento del mercado en los párrafos (94, 103
y 212)[4] en un marco de preponderancia de la propiedad estatal y la
planificación (211 y 214), así como en lo referido a su regulación (246 a 250),
aspectos que abordan un tema no resuelto satisfactoriamente en la experiencia
del llamado socialismo real y que supone una transformación profunda en
relación a la visión anterior sobre la decisión de no contar con el mercado en
la construcción del modelo socialista cubano.
De igual modo, a partir de la definición
del papel esencial de la propiedad estatal en modelo (122 y 123), se abre el
análisis a la posibilidad de separar la propiedad de la gestión (136), sin que
se opere una privatización o enajenación de los derechos del propietario (130),
cuestión que constituye actualmente un punto de debate sobre cómo lograr su
concreción. También se incluye a la cooperativa como una forma de propiedad
social (159).
Igualmente se reconoce a la propiedad
privada de personas naturales y jurídicas nacionales y extranjeras (174), así
como su papel complementario en el modelo (91) y se delimita claramente la
diferencia entre la pequeña propiedad personal o familiar –el llamado trabajo
por cuenta propia- de las pequeñas empresas o PYMES (181 y 182). A esto se
añade la posibilidad de asociación entre la propiedad privada y cooperativa
nacional con empresas estatales (169), como una nueva variante de propiedad
mixta.
Por último, en lo referido a la propiedad
no estatal, se establece que no se permitirá su concentración (104), asunto que
deberá ser resuelto mediante la regulación del excedente o plusvalor que se
genera en su gestión (134, 176 y 185).
A diferencia de los Lineamientos aprobados
en el 2011, se destaca en este documento el peso y la importancia que se otorga
a la participación de los trabajadores en la gestión económica (64, 65, 151,
153, 254 y 263), para lo que se subraya la importancia de la información y la
comunicación (110 y 111).
El documento concluye reiterando la
complejidad de los cambios a realizar, sin aplicar terapias de choque, por lo
que los resultados solo se obtendrán gradualmente (315). Esta condición supone
un análisis muy fino en torno a la velocidad de los cambios y su repercusión en
la población, cuyas expectativas se centran en el logro de mejorías visibles a
corto plazo.
Un análisis de los Lineamientos
2016-2021[5] permite acotar en el corto plazo algunos aspectos a concretar de
la definición conceptual realizada. En este documento resalta la continuidad
con los vigentes en el quinquenio que ahora concluye, ya que se mantienen o se
modifican en alguna medida el 87,5% de estos últimos, lo cual se corresponde
con la indispensable conclusión del 77% que quedo en proceso de implementación
en 2016. A ello se añaden 50 nuevos lineamientos, para totalizar 274, cifra
inferior en 39 a la versión precedente.
Algunos aspectos novedosos en la nueva
versión del documento se refieren a: la necesidad de la emisión de una ley de
empresas (10); la creación de una instancia nacional para la atención a las
cooperativas (16); acotar y crear un mercado de deuda pública (44 y 45);
ampliar el sector no estatal como una solución de empleo (141) y desarrollar
una política de comunicación social (264).
En relación al proyecto de Plan 2030 se
define la visión de nación que se desea alcanzar como soberana, independiente,
socialista, democrática, prospera y sostenible. Como fuerzas motrices del plan
se proponen seis ejes estratégicos que incluyen: Gobierno eficaz y socialista e
integración social; Transformación productiva e inserción internacional;
Infraestructura; Potencial humano, ciencia, tecnología e innovación; Recursos
naturales y medio ambiente; y Desarrollo humano, justicia y equidad. En torno a
estos seis ejes se establecen 22 objetivos generales y 106 objetivos
específicos.
Finalmente, el documento recoge como
sectores estratégicos para la economía cubana los siguientes, enfatizando en el
próximo quinquenio: Construcciones; Electroenergético; Telecomunicaciones;
Logística integrada de transporte, almacenamiento y comercio; Logística
integrada de redes e instalaciones hidráulicas; Turismo; Servicios
profesionales; Agroindustria no azucarera e industria alimentaria;
Farmacéutico, biotecnológico y producciones biomédicas; Agroindustria azucarera
y de sus derivados; e Industria ligera.
A estos sectores debiera añadirse la
minería, especialmente la industria del níquel dado el peso que tiene como
primer producto exportable del país.
En los sectores señalados se destaca el
peso otorgado a los cinco sectores que aseguran la infraestructura necesaria
para el desarrollo del país y que aparecen en primer orden. Por otra parte,
-además del caso de la minería ya apuntado- se aprecia la ausencia de algunos
sectores como el metalúrgico y el metal-mecánico que resultan de importancia
para el aseguramiento de los sectores de apoyo a la infraestructura productiva
y de servicios. De igual modo, la industria cultural o creativa merecería un
destaque por su identidad propia y su potencial económico dentro de lo que
pudiera ser la industria ligera considerada en un sentido más amplio.
Desde luego, el análisis del Plan 2030
deberá retomarse una vez que estén listos los cálculos que permitan una visión
más precisa de los potenciales previstos, lo que se prevé concluya en el próximo
año.
Para concluir el análisis, conviene
examinar algunos elementos que incidirán en desarrollo de los próximos 15 años
de la economía cubana.
Entre los factores externos cabría
destacar:
–El impacto de la permanencia del bloqueo
económico de EEUU contra Cuba. Desde que el 17 de diciembre de 2014 se planteó
por la administración de Barack Obama la decisión de levantar esta medida
punitiva contra Cuba, prácticamente poco o casi nada se ha hecho y las
perspectivas para avanzar en este sentido son inciertas en estos momentos. En
este sentido, tomando en cuenta que el bloqueo deberá ser levantado por acuerdo
del Congreso de EEUU, la mayoría de los analistas no esperan que la supresión
del mismo se produzca antes de 2018 o 2020, lo cual supone la continuidad de
elevados costos para la economía cubana.
–La incierta evolución de la economía
mundial en los próximos años, donde no se aprecian tendencias favorables para
los principales rubros de exportación cubanos, entre otros aspectos.[6]
–La dinámica de las relaciones económicas
internacionales del país, en las que se observa la permanencia de restricciones
financieras –incluyendo la IED- y limitaciones comerciales con los principales
mercados. Según análisis econométricos realizados[7] los limites para un financiamiento
sostenible suponen –en relación al PIB- un saldo de cuenta corriente menor a
-1%; una deuda externa no mayor del 40%; un déficit comercial menor a -2% y un
crecimiento del PIB mayor del 4%.
Entre los factores internos pueden
señalarse:
–La velocidad y secuencia de los cambios
estructurales indispensables a realizar.[8]
–La reducción de la dependencia externa en
referencia a que:
+ El crecimiento del 1% del PIB supone un
incremento de 1,5 a 3% en las importaciones.
+ La capacidad de sustituir importaciones,
así como la expansión de las exportaciones demanda mayores importaciones a
corto plazo.[9]
–La aplicación de la ciencia y la técnica
para el incremento de la productividad del trabajo.
–El papel que puedan jugar el sector
privado y el cooperativo como fuentes de empleo y en la producción de bienes y
servicios de baja intensidad de capital.
–La reducción de las tensiones
socioeconómicas internas, especialmente en lo referido al ingreso de los
trabajadores como elemento clave para el incremento de la productividad del
trabajo.
–El papel de los factores de movilización
política, en especial los niveles de participación y consenso de la población
en la toma de decisiones.
Las proyecciones de crecimiento en los
próximos cinco años elaboradas por analistas extranjeros [10] prevén tasas
ascendentes de 4 a 5%, pero condicionadas por el levantamiento del bloqueo de
EEUU. Sin ese condicionamiento, los estimados se sitúan en torno al 3 a 4%.
En general, la creación de condiciones
mínimas para que la economía cubana se encamine hacia una senda de desarrollo
supone crecimientos entre 5 y 7% y la elevación de la tasa de inversiones a
entre 20 y 25% sobre el PIB. Esto último demanda un crecimiento acelerado de la
IED[11]. Por otro lado se requiere elevar la retribución y la motivación
laboral en función del trabajo aportado, cerrar las brechas de equidad y elevar
la inclusión social.
En general puede afirmarse que una de las
mayores complejidades del proceso de actualización del modelo económico cubano
es que supone costos inevitables, que no se corresponden con las expectativas a
corto plazo de la población. Por ello se requiere alcanzar una información, una
cultura económica y una participación en la toma de decisiones a un nivel elevado,
con el objetivo de neutralizar los efectos que esta contradicción entre costos
y expectativas supone.
A pesar de las dificultades, ello solo será
posible bajo el socialismo, que sigue siendo condición para el desarrollo del
país.
NOTAS
[1] En lo adelante estos documentos se referirán en el texto
como Conceptualización, Lineamientos 2016-2021 y Plan 2030. Ver PCC (2016,
2016a y 2016b).
[2] Es de destacar que hasta el cierre del mes de julio
habían participado en la discusión –que debe concluir en septiembre- 704 643
personas, las que habían realizado 95 482 propuestas. Aunque la discusión se
realiza con grupos seleccionados, los documentos se encuentran a disposición
del público que puede emitir sus criterios a través de diferentes vías.
[3] Ver PCC (2016).
[4] En lo adelante se refiere entre paréntesis el número del
párrafo que recoge el planteamiento.
[5] Ver PCC (2016b).
[6] Ver Rodríguez (2016a).
[7] Ver especialmente Quiñones (2015).
[8] La compatibilización adecuada de medidas de corto plazo
con elementos estratégicos de largo alcance es uno de los temas más complejos a
resolver. Ver Hidalgo (2016).
[9] Ver Quiñones (2015) y también Hidalgo y Cribeiro (2015).
[10] Ver EIU (2016).
[11] Se ha planteado que la misma debe alcanzar entre 2 000 y
2 500 millones de dólares anuales.
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