martes, 19 de febrero de 2013

Los Goya, menos el 21% y la crisis social

González Macho, durante su discurso de anoche en la gala de los Goya 2013. / Ballesteros (Efe)

Tomado de CuartoPoder.
Por PASCUAL SERRANO

A pesar de la gran calidad de las películas que este año competían por los Premios Goya y de que se preveía una gala tranquila y centrada en lo artístico, las declaraciones de la vicepresidenta segunda de la Academia de Cine, Judith Colell, el viernes pasado en el programa de Radio 3 el Séptimo Vicio, en el sentido de que no era lugar ni momento para reivindicaciones, me hicieron pensar que justamente iba a suceder lo contrario. Lo que no pensaba era que iba a ser el mismo Presidente de la Academia quien encendiera la mecha. No deben de hablar mucho entre ellos.

González Macho hizo honor a su calidad de empresario del cine y arremetió con firmeza y valor contra la subida de 13 puntos del IVA cultural hasta el 21%, afirmó que España es uno de los países con mayor tipo impositivo de este impuesto y recordó que el Gobierno aseguró en su día que era una medida transitoria. Abogó por el papel decisivo de la televisión pública en el apoyo del cine, criticó la supresión del canon digital y explicó que el problema del cine español sigue siendo básicamente la piratería, que supone una pérdida de unos 3.000 millones de euros anuales y miles de puestos de trabajo, a pesar de los más de 20 portales de descarga legal que existen. ¿Qué pensará Alex de la Iglesia de esto? También dio los buenos datos de espectadores y taquilla del año pasado, el mejor en los últimos 27, pero pasando por alto que gran parte fue debido a la superproducción Lo Imposible. Y aclaró con rotundidad, por si Wert no le oía, que el cine es una cuestión de Estado y que no depende de ningún partido político. González Macho se portó como un ídem y con dos pelotas y una voz casi quebrada de rabia filtró la amargura, el enfado y la desesperación de todo el cine español y por extensión de todo el país.

Y mientras tanto el Ministro de Educación, Cultura y Deporte, mirando para otro lado. La verdad es desde que vi una parodia de Wert en el programa satírico de TV3 Polonia, no sé quién es más real, si el personaje o la persona. Ayer, en los pocos momentos en que la realización de la gala enfocaba su rostro mientras recibía críticas en varios discursos, agradecimientos y presentaciones, no sólo del presidente de la Academia, me convencí de que Wert se ha convertido en su personaje y de que lo que le entra por un oído le sale por otro.
La cosa no quedó no ahí. Candela Peña, que sorprendentemente recibió el Goya como mejor actriz de reparto por su pequeño papel en la excelente Una pistola en cada mano, amplió el campo de batalla en sus palabras de agradecimiento y recordó con amargura que hasta esta película llevaba tres años sin trabajar y que durante este periodo “murió su padre en un hospital público, donde no había mantas y había que llevarle el agua”, y nació su hijo, a quien todavía no sabe si podrá llevar a un colegio público. Para rematar pidió trabajo: “tengo un niño que alimentar”  [vídeo, abajo].

En este mismo sentido, Sylvie Imbert, ganadora del Goya al mejor maquillaje por Blancanieves,  mencionó la paciencia de su casero por el retraso en sus pagos del alquiler. Y la mismísima Maribel Verdú, cuando recogió el Goya a la mejor interpretación femenina por su papel en esta misma película, se acordó de los desahuciados, criticando la injusticia y obsolescencia del sistema que lo permite, que, como en la película de Costa Gavras, El Capital, “le quita el dinero a los pobres para dárselo a los ricos”.
Maribel_Verdú_Goya_2013_mejor_actriz
Maribel Verdú muestra su Goya a la mejor actriz protagonista, anoche, en la gala de los Goya 2013. / Víctor Lerena (Efe)
José Corbacho, al presentar el premio a la mejor actriz revelación, que fue justamente merecido para Macarena García por Blancanieves, saludó a todos menos a Wert, al que “solo saludó el 21%, por actor y por catalán”… y se quedó tan ancho al decir que se lo podían haber dado a “Ana Mato o a alguna Infanta”. Y Bardem, que no se calla ni debajo del agua, al recoger el premio a la mejor película documental por Mas allá de las nubes, de la que es productor, denunció la injusta situación del Sahara, “donde no puede recortar en educación porque no hay escuelas, ni en sanidad porque no hay hospitales, ni te pueden echar de tu casa porque ya lo hicimos hace 35 años…”; y de paso recordó la reciente condena a 24 activistas saharauis por un tribunal militar marroquí por los hechos del campamento protesta de la afueras del Aiun en 2010 .  Mientras, su madre, se llenaba de orgullo.  En este caso el realizador sí que nos mostraba su rostro.

Hasta la presentadora Eva Hache arremetía en sus monólogos de vez en cuando contra el Gobierno, la Monarquía o la situación económica. Digamos que fue una gala como las fallas, ardiente y cínica, aunque el humor de la presentadora parecía resbalar sobre la pesadumbre de los presentes. Fue una gala triste como pocas se recuerdan. Incluso la sección in memoriam nos hizo caer en la cuenta de que ha sido un año con muchos y muy insignes muertos. Solo algunas parodias hicieron esbozar alguna sonrisa sincera.

De los premios poco tenemos que decir, ya lo sugerimos al comentar las nominaciones: la coincidencia en el tiempo de grandes películas parece restar mérito a las que no se llevan premio.  Blancanieves cumplió los pronósticos con 10 Goyas, incluyendo el de mejor película, José Antonio Bayona con Lo Imposible le arrebató el de mejor dirección a Pablo Berger , y a José Sacristán, que todavía no tenía estatuilla, le dieron un Goya honorífico por El muerto y ser feliz, quitándoselo a Antonio de la Torre, por Grupo 7 , que se lo merecía de verdad: habría sido mucho que una misma cinta se llevase los tres de interpretación masculina. Y la película de Trueba, El artista y la modelo, como era de esperar, se quedó sin nada.

En resumen, unos Goya cabizbajos como el cine español, a pesar de las cifras; como España entera, según las cifras. Unos Goya que paradójicamente han contribuido a remarcar que el cine es industria, pero una industria tan tocada como el resto de sectores de nuestra economía, y que han servido para recordarnos que las películas, las buenas y las malas, dan trabajo a mucha gente que vive con las mismas amenazas, incertidumbres y preocupaciones que el resto del país. Del No a la guerra al No a la crisis, de Aznar a Rajoy, Zapatero mediante, una década después. A ver el año que viene. Virgencita que me quede como estoy.

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