
Tomado de Rebelion.
Por Miguel Guaglianone
Barómetro Internacional
Dice la creencia popular que fue Paul Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, quien dijo que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
No existe ninguna constancia que lo expresara exactamente de esa
manera, aunque en varios de sus escritos y discursos habla de la forma
de mantener siempre un solo concepto y difundirlo y repetirlo
constantemente. Lo cierto es que este método, llevado adelante a través
de los medios de comunicación de masas, ha resultado sumamente
efectivo.
Y cuando lo analizamos con detenimiento, vemos que opera a
un nivel mucho más profundo y complejo que el de la mera alteración de
la información, como se pudiera creer en primera instancia. En
principio, es obvio que parte del engaño de los medios de comunicación
globales –reunidos en un puñado de corporaciones que trabajan asociadas
para “crear” la mayor parte del panorama comunicacional mundial–
consiste en modificar la realidad, ocultar ciertas cosas, deformar otras
y proporcionar como ciertas otras que no lo son en absoluto. Sin
embargo, creemos que el poder oculto de los medios – directamente
ejercido al servicio de mantener un sistema de dominación sobre las
grandes masas, sobre todo de los países centrales– es mucho más sutil, y también está definido por la máxima citada.
El gran poder de los medios de comunicación, es que ellos constituyen
un sistema de persuasión, un sistema de educación continua, que es capaz
de cambiar los sistemas de valores y la apreciación del mundo de la
gente. Los cambios que nos proponen tienen que ver con institucionalizar
socialmente los valores del sistema que promueven, y darnos una forma
de apreciar la realidad que esté determinada por esos valores. Su
objetivo está definido por algo que ya hemos escrito antes: La mejor forma de dominación es hacer que los dominados vean el mundo con los ojos de los dominadores.
La repetición sistemática de conceptos y valores transmitidos por los
medios como legítimos y valederos, va creando una “nueva realidad” que
los receptores de esos medios van apreciando como la verdadera.
En la Alemania nazi, el genio de Goebbels, a través de la repetición
sistemática (y un uso creativo de los medios de comunicación de la
época) logró consolidar en el pueblo alemán (en el cual ya estaban
latentes) algunas “verdades” que en determinado momento la mayor parte
de esa población consideró como obvias, como por ejemplo la “superioridad aria”, las “razas inferiores”, el “peligro judío”, o la “Alemania sobre todas las naciones”.
A casi setenta años de haber caído el régimen nazi, estas enseñanzas de
manipulación se han perfeccionado (junto al inmenso desarrollo
tecnológico de los medios), y son hoy de utilización normal y cotidiana,
tanto así que pasan desapercibidas.
Las cadenas
corporativas de medios repiten sistemáticamente juicios, criterios y
formas de actuar que son “validadas” por ellos mismos y su propia
repetición. Un ejemplo actual podemos verlo con toda la “información”
que se transmite referente a Siria, que sea cual sea, siempre comienza o
está acotada por “la maldad del régimen de Damasco”. Después de recibir
diariamente durante más de dos años este juicio de valor, la mayor
parte de los auditorios globales están convencidos, sin volver a
pensarlo dos veces, de que el gobierno actual de Siria es muy pero muy
malo.
Así se repite la situación frente a todo aquel que
los centros de poder consideren peligroso o reluctante. Se hizo con
Saddam Hussein (al que de un aliado confiable se le convirtió en un
monstruo) con Kadaffi, con los gobiernos más radicales de América
Latina, la Venezuela de Chávez, la Bolivia de Evo Morales o el Ecuador
de Rafael Correa y con todos aquellos que se opongan a los intereses de
las grandes corporaciones y los gobiernos centrales.
Lo más
curioso es que estamos viviendo una época cada vez más clara de
decadencia del sistema socio–político–cultural imperante. Y esto se
refleja también en los procesos que venimos describiendo. En principio
la repetición de “nuevas verdades” se intenta –para maximizar su
credibilidad– partiendo desde situaciones cercanas a lo real. Inclusive
los nuevos juicios y valores tradicionalmente son proporcionados a
través de un proceso progresivo. Sin embargo la velocidad de los
cambios, los derrumbes estrepitosos, las situaciones de crisis, están
obligando a intentar cambiar las visiones de la gente demasiado
rápidamente y hacia propuestas que se han vuelto cada vez más
disparatadas y sin medida.
Un ejemplo claro de esto podemos
verlo en acontecimientos actuales que varios compañeros de la
comunicación alternativa han tratado en detalle. Unas nuevas películas
de Hollywood [1] que descaradamente (a partir de la urgencia
mencionada) hacen una apología de justificación de acciones tan
aberrantes como la tortura o los asesinatos selectivos, aquellos que se
hicieran públicos en la época de George W. Bush pero que se han vuelto
más sistemáticos, más públicos y justificados, en este período de Barak
Obama. Pensamos que no será tarea fácil convencer, sobre todo al pueblo
norteamericano, que los famosos valores de los “padres fundadores” y los
de “gran democracia”, incluyen la institucionalización de la tortura
(al mejor estilo de la Inquisición) o la capacidad del presidente para
determinar quienes deben ser asesinados (aunque sean ciudadanos
norteamericanos). Esto no será demasiado creíble, a pesar de las
declaraciones recientes de funcionarios del gobierno, que aseguran que
todas estas acciones están dentro del margen de las leyes
estadounidenses vigentes.
Así funcionan las cosas, en la
medida que el sistema parece derrumbarse, las monstruosidades y la
barbarie aumentan, y por supuesto aumenta también la necesidad de
justificarlas. Se está llegando así a utilizar los medios de
comunicación para transmitir sucesos y visiones cada vez más delirantes y
bizarras.
Hasta llegar a casos risibles, como en el caso
local de Venezuela, dónde un señor que tiene en televisión un programa
de “análisis internacional” (alguien a quien llaman “embajador”, no
porque esa sea su profesión, sino porque alguna vez ocupó
circunstancialmente ese cargo) donde pontifica diariamente sobre el
panorama mundial. En este programa no sólo difunde cotidianamente una
imagen de la situación internacional que llega a ser caricaturesca, con
afirmaciones tajantes sobre los preceptos y mandatos de un “derecho
internacional” o una “comunidad internacional” que existen solamente en
el “modelo virtual” pregonado por este señor y por alguno de los
exóticos invitados que lleva al programa, sino que intenta por
repetición sistemática convencer a su auditorio de la validez y vigencia
de ese modelo. Este pintoresco personaje ha llegado a afirmar con total
convicción dislates tales como: “es que esta gente (los gobiernos
latinoamericanos que impulsan la integración y la soberanía) no entiende
que en el mundo moderno globalizado, el principio de injerencia ha
sustituido al obsoleto principio de soberanía”.
En
definitiva, la buena noticia parece ser que si los medios continúan en
este camino de haber perdido toda medida sobre la visión que intentan
imponer, lo más probable (y creemos que ya está sucediendo) es que el
resultado se manifieste en una pérdida de credibilidad creciente en los
mensajes transmitidos y en los propios medios, que los está despojando
de su poder hipnótico sobre las grandes masas del planeta.
[1] Ver EEUU: intervención y apología de la tortura, Niko Schvarz, publicado por Barómetro Internacional el 31-01-13
Fuente original: http//barometrointernacional.bligoo.com.ve
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