Pido perdón, por adelantado, a los verdaderos poetas por mi atrevimiento en esta página. Pero es mi modesta forma de decirle a mi esposa, en este 14 de febrero: ¡Te amo!
Amada
mía:
Hoy me he permitido sentarme en el
borde del día, con un caprichoso fervor por colectar cada instante de nuestras diabluras amorosas… es imposible olvidar, como nuestras etapas pasaron de
esas disimuladas miradas y sonrisas, embozadas en velos, a las más
iridiscentes, racionales y sicalípticas complicidades de satisfacción.
Hoy, me acojo al placer de
montarme sobre el dorso de un cometa para viajar por el desván de nuestras
aventuras, pasando cada página del calendario con una fugaz tranquilidad, como
si en mi pecho naciera un palco para recostar mi cuerpo y revivir cada una de
las escenas que te tuve entre mis brazos. Inevitablemente se me dibuja una
florecida alegría… y es como si enfrentara, sin vergüenza alguna, todos los
lucubrantes artificios que me dejaron arrancar suavemente cada beso enardecedor
que brotó de tus labios… toda deshora depuesta por tallar en mis manos tu
cuerpo… y todos esos momentos que me hicieron sentir en mi entresijo el
abrazante calor de tu pasión.
En este viaje desde la
retrospectiva, veo pasar al sol, la luna, la lluvia, los días con sus
tempestades y quietudes por las puntas de mis pies; pero mis ojos
solamente resplandecen con las instantáneas donde aparece tu imagen… y todo mi
ser salta sorprendidamente emocionado porque no logro definir cuál fue el golpe
del segundero que marcó el punto de giro, para convertirme en un acólito y
cazador de tu belleza; cuando te convertiste en el diadema de mis amores...
para saber el preciso momento en que cerré la hornacina para abrirte, de par en
par, la puerta hacia mi alma.
Me despierto con la danza de tu
cuerpo sobre mis sábanas, en un intento por seguir acomodándose en mis
brazos... pero mis ojos se abren a la realidad... se me escapan los
suspiros como ráfagas de anhelos. ¡Te necesito tanto!
Se levanta nuevamente el telón de
techos azules y sus vigas de soporte naranjas y amarillas, su piso se vuelve
verde a cualquier paso... y debo bajar de mi corcel celeste para continuar
acumulando recuerdos.
Sin embargo, en mi corazón late la
canción que me hace tenerte en mi... siempre acurrucada para amarte más, porque
eres tan hermosa para mí.
TENGO
ANGELES EN EL ALMA.
Llegaste como el alba,
Destellando ilusiones después de la luna,
Adornando con lozana sonrisa.
Me acarició la brisa de tu pelo,
Llenando pasos con luz de tus ojos
En el lascivo canto de tu aroma.
Reposo acogido al meandro de tu cuerpo,
Sintiendo un legumbre de ensueños
Sobre el jazmín de tu piel.
Me abrazó cada palabra,
Caminando cada susurro de tus manos
Por las estrofas de mis besos.
Vibro al compás del albor,
Lucubrando un amor interminable
En el alado horizonte de alamedas.
Me abrió el pecho con dolor divino,
Cobijando lisonjeras esperanzas
En el espacio de la ternura.
Miro mi interior desordenado,
Sabiendo que por ti no hay vacío alguno.
Hoy tengo ángeles en el alma.
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