domingo, 10 de febrero de 2013

Elecciones en Cuba: datos que el mundo no debe conocer para que no pueda comparar

Granma  AIN FOTO_Armando Ernesto Contreras Tamayo
Tomado de Cubainformacion.tv

Algunos detalles que los medios prefieren no contar, y que contrastan con la realidad de las democracias estándar: el Parlamento cubano ha conseguido la paridad entre hombres y mujeres sin necesidad de cuotas por ley; el promedio de edad en él es de 48 años, y los jóvenes menores de 25 son el 18 % de la Asamblea, algo que destruye el mito de la “gerontocracia” cubana.

Por José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.

Acaban de celebrarse elecciones en Cuba. Y resulta curioso que, en un país presentado en los medios de todo el mundo como un “estado totalitario”, haya participado en ellas el 90 % de la población, sin que el voto –al contrario que en algunos países de la región- sea obligatorio (1).
 
De hecho, ninguna crónica internacional narra suceso alguno de intimidación o amenaza contra personas que decidieron no acudir a votar.

La llamada “disidencia” cubana –caracterizada en los medios como “oposición política”- proponía como fórmula de protesta contra estos comicios la abstención, el voto nulo o el voto en blanco (2). Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, la suma total de todas las modalidades de boicot (abstención más boletas blancas y nulas) no superó el 16 % (3).

Sin embargo, el mensaje común de la gran prensa internacional sobre estas elecciones coincide con el de esta “disidencia” que apenas moviliza seguidores. Para ambos, las elecciones cubanas son un mero formalismo (4).

Para demostrar la supuesta falta de legitimidad de las elecciones cubanas, algunos medios han difundido diversas falsedades sobre sus procedimientos. Por ejemplo, que las candidaturas son propuestas por el Partido Comunista. La agencia británica Reuters afirmaba que la “lista de 612 diputados (fue) seleccionada por el Partido Comunista para la Asamblea Nacional” (5). La Cadena Ser, radio del grupo español Prisa, decía que “el Partido Comunista Cubano (PCC) (...) copa todos los puestos relevantes en las diferentes instituciones” (6). Nada de esto es cierto. El Partido Comunista de Cuba no interviene en el proceso electoral, que se realiza en dos fases: la primera, realizada en octubre del pasado año, fue la de los comicios municipales. Allí, cualquiera, en su barrio, pudo proponerse o proponer como candidata a otra persona de su vecindario, fuera militante del Partido o no (7). También lo pudieron hacer los llamados “disidentes” que, en las rarísimas ocasiones en que han participado, jamás han sido electos en las asambleas de base.

Este derecho que tiene la población cubana a participar directamente en la composición de las candidaturas es algo desconocido en la mayor parte de las supuestas “democracias” occidentales (8).

En una segunda fase, la realizada este pasado domingo, la población votaba por sus representantes provinciales y para la Asamblea Nacional o parlamento. En la lista de candidaturas para este parlamento, se incluía un 50 % de delegados o delegadas de barrio que fueron electos por la población en la primera fase municipal (9). Por ello, si algún “disidente” hubiera sido elegido desde la base, habría tenido opción de llegar al Parlamento.

Pero hay otros datos y detalles que los medios prefieren no contar, porque contrastan con la realidad de las “democracias estándar”. Por ejemplo, que el Parlamento cubano ha conseguido la paridad entre hombres y mujeres sin necesidad de cuotas por ley; que el promedio de edad es de 48 años, y que los jóvenes menores de 25 son el 18 % de la Asamblea, algo que destruye el mito de la “gerontocracia” cubana; que la población negra o mestiza ocupa el 37 % de los escaños; o que el parlamento –lejos del elitismo de otros países- acoge un completo arco iris social de artistas, líderes religiosos, campesinas, estudiantes u obreros metalúrgicos, que no cobran salario alguno por su trabajo parlamentario (10).

Para entender el modelo electoral de Cuba, y no aplicar comparaciones mecánicas con el vigente en otras sociedades, es necesario tomar en cuenta dos elementos clave: uno, la composición socio-clasista del país, radicalmente distinta a la de las polarizadas sociedades capitalistas de su entorno; y dos, la guerra y bloqueo económico impuestos al país por la mayor potencia del mundo, elemento condicionante número uno para la posible ampliación de espacios políticos y sociales en la Isla.

Pero parece que a los medios internacionales les resulta menos incómodo enjuiciar la democracia cubana aplicando los viejos cánones de la desgastada democracia burguesa.

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