Fotos Virgilio Ponce.
Mariela Castro Espín ha logrado emanciparse
de su herencia familiar. Sobrina de Fidel Castro, líder histórico de la
Revolución Cubana, e hija de Raúl Castro, actual Presidente de Cuba, Mariela se
ha ganado un reconocimiento internacional no gracias a su apellido sino gracias
a su acción a favor del derecho a la diversidad sexual.
Directora del Centro de Educación Sexual
(CENESEX), licenciada en Psicología y Pedagogía, titular de un máster en
sexualidad, Mariela Castro ha hecho suya la causa de los homosexuales,
bisexuales, lesbianas y transexuales y ha permitido que esta comunidad salga de
la marginalidad en la cual la había acantonado la sociedad.
La acción del CENESEX ha sido coronada de
éxito. Desde 2007, se celebra en Cuba todos los 17 de mayo el día contra la
homofobia. El Estado se encarga gratuitamente de las operaciones de cambio de
sexo. La homofobia ha disminuido de modo sensible aunque persista todavía en
algunos sectores. Finalmente, importantes instituciones como el Partido
Comunista de Cuba o el Ministerio de Cultura son ahora aliados de primer orden
en la lucha por los derechos de todos.
Mariela Castro se parece a su madre, Vilma
Espín. Ha heredado a la vez su belleza natural y su carácter. En efecto, como
ilustran estas conversaciones, desprecia soberanamente el lenguaje
estereotipado y no vacila de ningún modo en señalar las injusticias que se
cometieron en Cuba en el pasado, ni en denunciar los obstáculos institucionales
todavía presentes en la sociedad. Su franqueza no suscita la unanimidad en el
poder cubano, particularmente en el sector más conservador. Pero, como se
complace en recordar, cada vez que el Presidente Raúl Castro recibe una queja
con respecto a ella, su respuesta sigue siendo invariable: “Si tienes algo que
decir sobre mi hija, ve a verla directamente”. De momento, los críticos no han
dado el paso.
En este diálogo no se ha eludido ningún tema,
sea la situación de los homosexuales tras el triunfo de la Revolución, las
tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción, el famoso
“Quinquenio Gris”, la Fundación del CENESEX, la lucha contra la homofobia, la
prostitución, el fenómeno transexual o el matrimonio para todos. Mariela Castro
no eludió ninguna pregunta y no impuso ninguna condición previa al diálogo.
Mariela Castro Espín (Foto Virgilio Ponce archivo) |
Salim Lamrani: Mariela Castro, ¿cuál era
la situación de las minorías sexuales en 1959, tras el triunfo de la
Revolución, en Cuba?
Mariela Castro Espín: Al inicio de los años 1960,
la sociedad cubana era el reflejo de su herencia cultural, principalmente
española. Cuba tenía una cultura “homoerótica”, patriarcal y entonces, por
definición, homófoba, como todas las sociedades patriarcales. En aquella época,
el mundo entero era patriarcal y homófobo, sin distinción alguna, tanto los
países desarrollados como las naciones del Tercer Mundo.
No obstante, resulta curioso que el proceso
emancipador de la Revolución Cubana que reivindicaba en su programa político la
lucha contra las desigualdades, las diferentes formas de discriminación contra
las mujeres, el racismo, y que intentaba eliminar las injusticias, las brechas
entre la ciudad y el campo, no se haya interesado por la suerte de los
homosexuales y no los haya considerado víctimas de discriminaciones de todo
tipo.
SL: ¿Por cuáles razones?
MCE: La homofobia era la norma incluso tras el
triunfo de la Revolución. Era el caso en todas las culturas occidentales
basadas en la religión católica dominante. Estaba establecido en los códigos
culturales de la relación hombre/mujer.
La Revolución permitió al pueblo cubano conseguir
la soberanía nacional y puso en tela de juicio numerosos paradigmas como la
virginidad de la mujer como condición previa al matrimonio, la ausencia de
divorcio, el estatus de jefe de familia del hombre, la natural fidelidad de la
mujer frente a la infidelidad del hombre, la descalificación de la familia
monoparental y de la mujer soltera, pero no se interesó por el problema de la
diversidad sexual.
SL: ¿Entonces ser homófoco era algo
“natural”?
MCE: La homofobia era la norma. Lo que se
consideraba anormal era el respeto a quienes habían elegido una orientación
sexual diferente. Pero, repito, no era algo específico de Cuba. Era lo mismo en
el resto del mundo. La homofobia institucionalizada de los primeros años de la
Revolución reflejaba esta realidad y estaba en consonancia con la cultura de la
época. Burlarse de los homosexuales era algo natural, así como despreciarlos o
denigrarlos. Era normal discriminarlos en el mercado laboral, en su vida
profesional, y ése era el aspecto más grave.
Salim Lamrani (Foto Virgilio Ponce archivo) |
SL: En los años 1960, entre 1965 y 1968,
el Estado cubano elaboró las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, las
UMAP, en las cuales los homosexuales fueron integrados por la fuerza. ¿Podría
hablar sobre este oscuro episodio de la Revolución Cubana?
MCE: Primero conviene precisar que las UMAP
afectaban a todo el mundo, a todos los hombres en edad de hacer el servicio
militar, no sólo a las homosexuales. Era un servicio militar obligatorio para
todos los jóvenes mayores de edad. De ningún modo estaba reservado a los homosexuales.
Algunos incluso hablaron de campos de concentración para homosexuales. No creo
que haya que exagerar. Conviene ser fiel a la verdad histórica. Lo repito, las
UMAP afectaron a todo el mundo menos a quienes podían justificar un empleo
estable. Los estudiantes tenían que poner entre paréntesis su carrera
universitaria para hacer el servicio militar en las UMAP.
Conviene recordar el contexto de la época.
Nuestro país se encontraba constantemente bajo agresión de Estados Unidos. Hubo
Bahía de Cochinos en abril de 1961, la Crisis de los Misiles en 1962, y los
grupos de la CIA que componían exilados cubanos que multiplicaban los atentados
terroristas. Las bombas explotaban todos los días en Cuba. Quemaban
cañaverales. Saboteaban los ferrocarriles. Atacaban teatros con bazuca. No hay
que olvidar esa realidad. Vivíamos en estado de sitio. Había grupos
paramilitares alzados en las montañas del Escambray y asesinaban a los
campesinos favorables a la Revolución, torturaban y ejecutaban a jóvenes
maestros que habían integrado la campaña de alfabetización. En total, 3.478
cubanos perdieron la vida a causa del terrorismo en aquella época. Se trataba
de un periodo muy difícil, nos hallábamos permanentemente agredidos y la lucha
de clases estaba en su paroxismo. Los terratenientes habían reaccionado con
mucha violencia a la reforma agraria y no estaban dispuestos a perder su
posición de poder en la sociedad. Entonces había en Cuba una movilización
general en torno a la defensa de la nación y de aquel contexto nacieron las
UMAP, a guisa de servicio militar.
SL: ¿Por qué razones entonces se han
asociado las UMAP al reino de lo arbitrario y de la discriminación?
MCE: Hay una razón para ello. Dado que todo el
mundo debía participar en la defensa del país, los grupos marginales, como los
hippies por ejemplo, tuvieron que integrar las UMAP, pero también los hijos de
la burguesía que se habían acostumbrado a una vida de ocio y no trabajaban,
pues tenían recursos. Así, incluso los grupos que no se sentían comprometidos
con el proceso de transformación social iniciado en 1959, los que no se habían
implicado y preferían un papel observador, tenían que integrar las UMAP y
trabajar en las fábricas o en la agricultura. Esas personas no tenían una buena
imagen en la sociedad cubana, que los rechazaba por su falta de implicación en
la construcción de la nueva nación revolucionaria, y los consideraba parásitos.
Recuerdo en mi juventud haber oído algunas
reflexiones desagradables hacia mí, por mi relación familiar con Fidel Castro –
mi tío – y Raúl Castro, mi padre. Algunos decían: “Es una bitonga”, es
decir, una “hija de papá”, una persona que gozaba de una posición privilegiada,
que no tenía el mismo tren de vida que el resto de la juventud, por sus
vínculos familiares. Me entraba una rabia terrible cada vez que ocurría eso y
me esforzaba para hacer todo lo que los demás hacían y rechazaba todo tipo de
privilegio o de favoritismo. Nunca soporté ese calificativo de bitonga,
que era muy despectivo.
El ejército creó entonces las UMAP para apoyar
los procesos de producción. Pero la realidad fue otra. El Ministerio de
Interior tenía la tarea de encargarse de los grupos de marginales y
“parásitos”, identificarlos e integrarlos a las UMAP por la fuerza, pues el
servicio era obligatorio.
SL: Ese método era muy arbitrario.
MCE: Conviene recordar que el modo de proceder
era arbitrario y discriminatorio. Hubo voces en la sociedad cubana que se
opusieron a esas medidas, entre ellas la de la Federación de Mujeres Cubanas,
así como la de muchas personalidades. Las denuncias que hicieron algunas madres
desataron ese movimiento contra las UMAP.
SL: ¿Y los homosexuales? Fueron víctimas
de muchos abusos en las UMAP.
MCE: En esa sociedad homófoba, en ese contexto de
hegemonía masculina y viril, las autoridades consideraron que los homosexuales
sin profesión tenían que integrar las UMAP para ser verdaderos “hombres”. En
algunas UMAP, esas personas fueron tratadas como todos los demás y no fueron
víctimas de discriminación. En otras UMAP, donde reinaba lo arbitrario, los
homosexuales fueron separados injustamente de los demás jóvenes. Había entonces
el grupo de los homosexuales y de los travestis, el grupo de los religiosos y
de los creyentes, el grupo de los hippies, etc. Se les reservó un tratamiento
especial con burlas cotidianas, humillaciones públicas, etc. En una palabra,
las discriminaciones que existían en la sociedad cubana se hicieron más vivas,
más acerbas en las UMAP.
No cabe la menor duda de que el proceso de
creación y de funcionamiento de las UMAP fue arbitrario. Por ello se cerraron
definitivamente esas unidades tres años después. Pero, lo repito un vez más, la
situación de los homosexuales en el resto del mundo era similar, a veces peor.
Ello, evidentemente, no justifica para nada las discriminaciones de las cuales
fueron víctimas los homosexuales en Cuba.
SL: ¿Cuál era la situación de las
minorías sexuales en el resto del mundo?
MCE: Hay un estudio sumamente interesante de un
investigador estadounidense que se llama David Carter sobre
los movimientos LGBT en América Latina y en el resto del mundo. Por ejemplo, en
nuestro continente, las dictaduras militares perseguían despiadadamente a los
homosexuales.
Otra vez, vuelvo a repetirlo, esa realidad no
debe impedirnos analizar con ojo crítico lo que ocurrió en Cuba.
SL: ¿Cuál fue la responsabilidad de Fidel
Castro en la creación de las UMAP?
MCE: Fidel Castro es como el Quijote. Siempre ha
asumido sus responsabilidades como líder del proceso revolucionario. Por su
cargo, considera que debe tomar la responsabilidad de todo lo que ha ocurrido
en Cuba, tanto los aspectos positivos como los lados negativos. Es una posición
muy honesta de su parte, aunque me parece que no es justo, pues no debe asumir
solo la responsabilidad de todos esos desmanes.
Por otra parte, ni es justo ni se acerca a la
verdad histórica. Era una época en que emergía una sociedad nueva con la
creación de nuevas instituciones, en medio de agresiones, de traiciones, de
amenazas contra su vida. Fidel Castro fue víctima de más de 600 intentos de
asesinato. No podía ocuparse de todo, y por lo tanto delegaba muchas tareas.
SL: Concretamente, ¿cuál es el vínculo
entre Fidel Castro y las UMAP?
MCE: Fidel Castro no desempeño un papel en la
creación de las UMAP. En realidad, el único vínculo de Fidel Castro con las
UMAP fue cuando decidió cerrarlas, tras las numerosas protestas que emanaban de
la sociedad civil, y tras la investigación que llevó a cabo la dirección
política de las Fuerzas Armadas. Ésa concluyó que se cometieron muchos abusos.
A partir de esa fecha se decidió no incluir a los homosexuales en el servicio
militar para evitar toda discriminación en un cuerpo marcado por la homofobia
no sólo en Cuba sino también en el resto del mundo. Aquí también se podrá
replicar que se trataba de una nueva discriminación hacia ellos, pero su
incorporación a las fuerzas armadas fue tan nefasta por los prejuicios que
existían, que se tomó esa decisión.
SL: ¿Cuál era el punto de vista de su
padre, Raúl Castro?
MCE: He hablado muchas veces de este tema con mi
padre y me explicó que era sumamente difícil eliminar los prejuicios sin una
política de educación. Por otra parte, el universo militar sigue siendo hoy muy
machista en Cuba. Lamentablemente es notorio que en nuestras sociedades
rechazamos todo lo que resulta diferente. Imagínese entonces el contexto de los
años 1960.
Al respecto, el CENESEX lanzó un programa de
investigación sobre las UMAP y estamos recogiendo los testimonios de las
personas que sufrieron esa política.
SL: Recordemos ahora el oscuro periodo
del “Quinquenio Gris”, entre 1971 y 1976, cuando, otra vez, intelectuales de
primera magnitud fueron marginalizados y víctimas de ostracismo por su
homosexualidad.
MCE: El ostracismo del cual fueron víctimas los
homosexuales durante el “Quinquenio Gris” fue mucho peor que lo que tuvieron
que sufrir en las UMAP. Esta etapa sombría tuvo un impacto terrible en la vida
personal y profesional de los homosexuales. En el Congreso nacional “Educación
y Cultura” en 1971, se establecieron parámetros exclusivos contra los que
presentaban una orientación sexual distinta de lo que se consideraba la norma.
Así, no podían ni trabajar en el mundo de la educación, es decir ser maestros o
profesores, ni en el universo de la cultura. Se consideraba, de modo muy
arbitrario, que serían malos ejemplos para los niños y los alumnos y que por lo
tanto había que alejarlos de la juventud. Ahora, desde luego no se quedaban sin
trabajo, pero no podían integrar esos dos campos y resultaban por consiguiente
discriminados.
Fue una experiencia muy dura para ellos.
Imagínese el caso de una persona homosexual que deseaba ser profesor por
vocación. Se le prohibía el acceso a ese mundo por el sectarismo, la
intolerancia de algunos dirigentes y burócratas. Prohibir a un estudiante ser
médico u otra cosa por su orientación sexual es inaceptable para toda persona
que cree en los valores de libertad y justicia. Esto duró muchos años aunque
los homosexuales encontrasen empleo en otro sector. Se les recordaba
sistemáticamente su condición de minoría sexual. Algunos vivieron esa situación
mejor que otros pero muchos sufrieron ostracismo y discriminación.
SL: ¿Hasta cuándo duró esa política
discriminatoria?
MCE: Duró hasta 1976, fecha en que se creó el
Ministerio de Cultura. La Resolución que se aprobó en 1971 y que apartaba a los
homosexuales de los mundos de la educación y de la cultura se declaró
inconstitucional en 1976, tras la adopción de la nueva Constitución ese año.
Entonces se eliminó y se adoptó otra política a nivel educacional y cultural.
SL: ¿Cuál fue la postura del Partido
Comunista de Cuba hacia la diversidad sexual?
MCE: El PC cubano era el reflejo de la sociedad
cubana, es decir machista y homófobo. Un homosexual no podía ser militante del
Partido. Cada vez que descubrían a uno lo expulsaban inmediatamente. ¡Hubo un
momento en que se excluía incluso a los hombres casados con mujeres adulteras!
SL: ¿Cómo?
MCE: Sí, así era la situación en un momento dado.
Imagínese la situación terrible para la persona en cuestión, quien no sólo
descubre la infidelidad de la esposa sino que además se encuentra excluido del
Partido precisamente por ese motivo, mientras que es víctima de la situación.
Para permanecer miembro del Partido, había que mostrar carácter viril y
divorciarse de su mujer. En caso contrario, si elegía permanecer con su esposa,
el Partido lo excluía de sus filas.
SL: ¿Eso se aplicaba a las mujeres
víctimas de las infidelidades del marido?
MCE: Por supuesto que no, pues vivíamos en una
sociedad machista donde las faltas de los hombres se consideraban normales. La
buena esposa debía soportar las infidelidades del marido. En cambio, un buen
marido no podía aceptar semejante reciprocidad. El hombre recobraba su dignidad
dejando a su mujer infiel. En cambio, si adoptaba el comportamiento que se
consideraba válido para la mujer –es decir perdonar la infidelidad puntual–,
perdía toda consideración. Tales eran los criterios de la época. ¡Era
completamente absurdo!
¿Hasta cuándo duró semejante política?
MCE: Esta política se eliminó a finales de los
años 1970, pues era verdaderamente injusta. Recuerdo que ingresé la Universidad
en 1979, en el Instituto Pedagógico más precisamente, y oí hablar de eso a uno
de mis profesores, víctima de esa situación. Acababan de excluirlo del Partido
pues su mujer le era infiel.
En aquella época, yo tenía ya responsabilidades
como Presidenta de la Federación Estudiantil Universitaria. Estaba implicada en
la lucha por la igualdad y contra las injusticias. Entonces ocurrió la última
caza de brujas contra los homosexuales en la Universidad. Habían llamado a eso
“Profundización de la conciencia revolucionaria” o algo así, es decir algo tan
ridículo. Se organizaban reuniones interminables e inútiles para analizar el
carácter ejemplar de los militantes de la Juventud Comunista (UJC). ¡Qué
pérdida de tiempo era eso! Tenía 18 años en aquella época. Si escuchábamos
música americana nos regañaban. Si llevábamos una camiseta con la bandera
americana, sucedía igual. No se puede imaginar usted las cimas de absurdo que
se alcanzaba en esas reuniones.
SL: ¿Cómo reaccionó usted?
MCE: Desde luego me oponía a ello, pero
inmediatamente los extremistas de la UJC, que no concebían el “perdón” como
algo constructivo, me tildaban de floja. ¡Como si uno tuviera que ser absuelto
por escuchar a los Beatles! No podía oponerme de modo más virulento pues corría
el riesgo de que esos mismos sectarios me excluyeran de la UJC. Imagínese
entonces la suerte que se les reservaba a los homosexuales.
Entonces tenía que observar la situación y
evaluar mi margen de maniobra. Todos los casos disciplinarios pasaban ante el
Comité de la UJC al cual pertenecía. Hubo varios casos de homosexuales y lesbianas
a quienes se quería excluir de la UJC por su orientación sexual. Durante una
reunión de ese mismo Comité, a finales del año 1979, recuerdo haberme opuesto
con mucho vigor a ello. No podía soportar tales injusticias. Entonces levanté
la mano y fue una de las pocas veces que utilicé la figura de mi padre,
Comandante de la Revolución, Ministro de las Fuerzas Armadas, hermano de Fidel
Castro, el líder de la Revolución. ¡Además para decir una mentira!
SL: ¿Qué dijo?
MCE: Recuerdo haber dicho lo siguiente: “Se está
cometiendo un grave error. Le pregunté a mi padre si era justo y me contestó
que no, que había un problema de mala interpretación, que no se podía excluir a
una persona de la UJC por su orientación sexual y que había que dejarlos en
paz”. También agregué: “Además, durante la lucha contra la dictadura de
Fulgencio Batista, en la Sierra Maestra, había homosexuales entre los rebeldes
del Movimiento 26 de Julio”. En realidad, no tenía la menor idea. Incluso me
atreví a afirmar, con mucha convicción, lo siguiente: “Actualmente hay
homosexuales en la Dirección de la Revolución”. Ahí también, no sabía
absolutamente nada al respecto.
SL: Todo ello era una mentira ya su padre
nunca le había dicho eso, ¿verdad?
MCE: Mi padre nunca pronunció esas palabras. Las
inventé yo.
SL: ¿Cómo reaccionaron los demás miembros
del Comité?
MCE: Nadie se atrevió a oponerse a lo que se
pensaba que era la voluntad de mi padre. Así, el único lugar donde los
homosexuales pudieron escapar de las medidas discriminatorias fue el Instituto
Pedagógico.
SL: ¿Le contó esa historia a su padre?
MCE: Lo hice ese mismo día al regresar a casa. Se
lo expliqué todo a mi padre y a mi madre, Vilma Espín, que era en aquella época
Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas. Pensaba que mi padre me iba a
regañar fuertemente no sólo por usar su nombre y su cargo sino también por
mentir.
SL: ¿Qué le dijo su padre?
MCE: Figúrese que mi padre me felicitó y me dijo
que había hecho lo correcto al oponerme a lo que él consideraba también como
una cosa arbitraria e injusta. Recuerdo que dijo algo como: ¡Qué estupidez!
Le confieso que me quedé atónita pues pensaba
realmente que iba a pasar un momento poco agradable. Pero no fue el caso, al
contrario, recibí felicitaciones.
SL: Entonces usted logró imponer su punto
de vista en el Comité disciplinario de la UJC.
MCE: Sí, pero no fue fácil, pues tuve que usar la
figura de mi padre. El dirigente de la UJC del Instituto era un homófobo
recalcitrante. Era el más virulento de todos los miembros del Comité. Quería
sancionar a todo el mundo. Intenté explicarle que la ideología no tenía nada
que ver con la sexualidad, pero no quería saber nada.
Más tarde, descubrí que era bisexual, que había
tenido una aventura con una persona que luego emigró a Canadá. Era un homofóbico
refoulé. En esa misma época ocurrió el éxodo del Mariel y muchas de
esas personas extremistas, que pedían sanciones ejemplares contra los
homosexuales y las lesbianas, que pretendían ser más revolucionarios que los
revolucionarios, que pensaban que eran el antiimperialismo personificado,
abandonaron el país en esa ocasión, rumbo a Estados Unidos. Lenin tenía razón
cuando afirmaba que detrás de cada extremista se encontraba un oportunista. Los
homosexuales y las lesbianas a quienes querían sancionar, a quienes
consideraban contrarrevolucionarios, se quedaron en Cuba, a pesar de las
dificultades y del sectarismo contra ellos. Los dogmáticos y sectarios fueron
los primeros en abandonar el barco cuando se les presentó la posibilidad. Vea
usted la contradicción.
SL: Parece que la discriminación hacia
los homosexuales la marcó mucho.
MCE: No sólo me marcó sino que me escandalizó y
me indignó. Estudiaba filosofía marxista en aquella época, la cual me permitió
reflexionar sobre estas cuestiones. Empecé a interesarme por los temas de la
sexualidad antes de integrar el Centro Nacional de Educación Sexual, el
CENESEX.
Salim Lamrani: ¿Cuándo se fundó el
CENESEX?
Mariela Castro Espín: La historia del CENESEX se
remonta a 1972 cuando la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) creó un grupo de
trabajo destinado a evaluar las dificultades y censar las discriminaciones de
las cuales eran víctimas los homosexuales y las lesbianas.
Desde 1976, este grupo de trabajo tiene el
estatus de asesor del Parlamento cubano, creado ese mismo año. El objetivo era
influenciar a los legisladores sobre estos temas. Era una idea de mi madre,
Vilma Espín, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas.
Era difícil abordar el tema de la homosexualidad
en aquella época. Se abordaba la problemática en algunos cursos pues la
Asociación Americana de Psiquiatría, muy adelantada sobre su tiempo, había
dejado de considerar la homosexualidad como enfermedad en 1974. ¡Conviene
recordar que la Organización Mundial de la Salud sólo dejó de considerar la
homosexualidad como enfermedad mental en 1990!
SL: ¿Qué estrategia elaboró el CENESEX?
MCE: A partir de mediados de los años 1970, el
CENESEX comenzó a publicar obras de autores de Alemania del Este, país que
estaba también adelantado en esta cuestión, con el fin de luchar contra los
prejuicios y las discriminaciones. Uno de esos libros titulado El hombre y
la mujer en la intimidad de Sigfred Schnabel, publicado en 1979, fue el best
seller del año y afirmaba que la homosexualidad no era una enfermedad. Era
la primera vez que una pluma científica demostraba en Cuba que la
homosexualidad no era una enfermedad.
Pero esa realidad no le convenía a mucha gente.
Así, en una segunda edición del libro, el capítulo sobre la homosexualidad fue
eliminado. Mi madre entró en una rabia terrible y le garantizo que el editor
pasó sin duda el peor momento de su vida. Había suprimido el capítulo de modo
arbitrario, sin consulta previa. Como homófobo no soportaba la idea de que la
homosexualidad pudiera considerarse algo natural en el ser humano, además, por
un científico de Alemania del Este, comunista como nosotros. Mi madre, que
había luchado para encontrar el financiamiento necesario para la publicación
del libro, había visto su obra saboteada por el sectarismo y la homofobia de un
individuo, con un poder dado, incapaz de aceptar la idea de que los
homosexuales puedan beneficiarse de los mismos derechos que él.
El CENESEX prosiguió con sus esfuerzos para
abordar el tema de la homosexualidad y debatir del tema sin tabú. En 1989,
siguiendo el proceso de institucionalización iniciado en los años 1970, el CENESEX
integró el Ministerio de Salud Pública, con el fin de recibir su presupuesto
del Estado, pues la FMC es una organización no gubernamental.
SL: ¿Había resistencias a nivel
institucional?
MCE: Había fuertes resistencias. Al inicio de los
años 1980, cuando solicitamos al Ministerio de Educación para debatir del tema
en las escuelas y las Universidades, se nos negó la posibilidad de forma
categórica. De ningún modo era posible abordar el tema de la homosexualidad con
los altos funcionarios del Ministerio de Educación. Como máximo, aceptaron
trabajar en un programa de educación sexual que se aprobó en 1996, gracias a
nuestra perseverancia. Establecimos un programa para todos los niveles, del
preescolar hasta el preuniversitario. A partir de ese documento, el Ministerio
de Educación elaboró su propio programa.
SL: ¿Cuál es la política actual del
Estado Cubano hacia la diversidad sexual?
MCE: Actualmente, gracias justamente a las
iniciativas del CENESEX, las cosas están cambiando de modo positivo. Somos considerados
una institución tercera de salud y estamos encargados de los temas de
sexualidad y de asesorar al mundo político. Ahora, los políticos toman más en
cuenta los derechos de los homosexuales y de las personas transexuales.
Partimos del siguiente razonamiento: no hacer
nada para los homosexuales era en sí un acto político. Era imprescindible poner
término a ello. Entonces hemos propuesto elaborar una política explícita de
atención a los homosexuales y una política de lucha contras las discriminaciones
de las cuales eran víctimas.
Gracias al permanente diálogo que hemos mantenido
con los legisladores y el Partido Comunista, hoy día, por primera vez en la
historia de la Revolución, en los documentos que se debatieron en 2012 se
integró el tema de la orientación sexual como motivo de discriminación general
contra la cual había que luchar y de la cual la prensa debía debatir sin
censura ni tabú. Los homosexuales deben poder participar en la vida pública,
como todos los ciudadanos, sin discriminación alguna.
SL: ¿Cómo se expresa actualmente la
homofobia en la sociedad cubana, tanto a nivel institucional como en la vida
cotidiana?
MCE: Debemos reconocer que hubo cambios positivos
desde la creación de las Jornadas contra la Homofobia que tienen lugar cada 17
de mayo desde 2007, tras la propuesta de un militante francés que se llama
Louis-George Tin. También está implicado en la lucha contra el racismo y todo
tipo de discriminación. Propuso que el 17 de mayo fuera el Día Mundial contra
la homofobia, pues el 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de Salud dejó
de considerar la homosexualidad una enfermedad mental, es decir cerca de 20
años después de la Asociación Americana de Psiquiatría.
SL: En Francia, la homosexualidad se
despenalizó en 1981.
MCE: En Cuba, el proceso de despenalización se
hizo en 1979. Pero sólo en 1997 se eliminaron las últimas referencias discriminatorias
del Código Penal cubano. La decisión de la OMS de 1990 tuvo una importancia
simbólica muy fuerte.
En el CENESEX, no estábamos convencidos del
impacto de las manifestaciones del Orgullo Gay en Cuba. Pensábamos que iban a
percibirse como algo ostentoso y agresivo. Habría sido contraproducente y
habría provocado más rechazo. Entonces decidimos celebrar la Jornada
organizando varias actividades culturales y numerosos debates en el centro de
La Habana. La iniciativa fue un éxito. El siguiente año buscamos alianzas con
las instituciones tales como el Ministerio de Cultura. El ministro Abel Prieto
nos sugirió la idea de realizar una semana de actividades en vez de un solo día
para alcanzar y sensibilizar más a la población.
SL: Fue una idea de Abel Prieto.
MCE: Efectivamente. Siempre se ha mostrado
receptivo a esta problemática. Implementamos esa excelente idea. Era algo
inesperado que un ministro de la envergadura de Prieto, muy apreciado entre los
intelectuales y artistas, nos hiciera semejante sugerencia. Recibimos el apoyo
de la Unión Nacional de Escritores y Artistas cubanos, la UNEAC, así como de
otros organismos.
En 2008, realizamos la primera Jornada
Internacional contra la Homofobia, que en realidad duró una semana. En 2009,
realizamos la actividad en Santiago de Cuba, con el apoyo de todas las
autoridades, tanto del Partido como del Ministerio de Interior. Fue beneficioso
para la sociedad cubana. Hay más debates sobre estos temas entre la población.
Es nuestro objetivo. Aprovechamos eso para invertir el campo mediático, la
radio, la televisión, la prensa escrita. Antes, no había debate sobre este
tema. Había mucha hostilidad hacia los homosexuales. Hemos notado un cambio
profundo en cuanto a las actitudes y los prejuicios. Pero todavía hay mucho trabajo
que hacer con nuestros medios. Es lamentable que la prensa internacional
mediatice más nuestras actividades que nuestra prensa nacional.
SL: Ahora, incluso hay telenovelas que
tratan el tema.
MCE: Primero hubo Cara oculta a la luna
que trató el tema y suscitó el debate. Ahora hay varias telenovelas que tratan
de la diversidad sexual, que es una realidad social, de modo mucho más abierto
y son de excelente calidad. Dignifican la figura del homosexual y le dan la
palabra. Las primeras series que trataron el tema eran de calidad bastante
mediocre. Ahora están muy bien hechas.
SL: Hoy día, el CENESEX dispone de un
espacio de expresión mucho más amplio.
MCE: Efectivamente, pero no crea que ha sido
fácil. Hemos tenido que luchar fuerte para tener acceso a los medios
nacionales. Disponemos también de una revista de sexología, que sale tres veces
al año y distribuimos a las bibliotecas. Tiene una tirada de 8.000 ejemplares.
Unos 2.000 ejemplares son para el Ministerio de Educación, y nosotros
difundimos 6.000. Se la mandamos a los ministros, a los dirigentes del Partido
así como a los Diputados de Asamblea Nacional, con el fin de sensibilizarlos.
Hemos tenido mucho éxito. Los últimos números están disponibles en nuestra web.
El Fondo de Población de las Naciones Unidas financia la impresión. Todos
nuestros colaboradores son voluntarios y no reciben compensación financiera por
sus reflexiones. Médicos e investigadores usan con frecuencia nuestra revista
como fuente.
SL: Entonces el impacto es más bien
positivo.
MCE: Sí, y es un motivo de satisfacción aunque
estamos conscientes de que queda mucho trabajo por hacer. Hemos notado un
cambio desde la celebración de la primera Jornada contra la Homofobia. Las
críticas y comentarios son mucho menos virulentos y los prejuicios desaparecen
poco a poco, pero todavía no hemos logrado eliminarlos totalmente. La población
incluso se apropia de un lenguaje científico específico a esta problemática y
analiza el tema desde una perspectiva diferente.
SL: El CENESEX dispone también de un
Consejo Jurídico.
MCE: Efectivamente, hemos creado un Consejo
Jurídico para defender a las personas víctimas de atentados a sus derechos
fundamentales por su orientación sexual. Les brindamos nuestro apoyo y las
acompañamos en sus trámites jurídicos. Dado que no disponemos de una antena
jurídica en cada provincia, informamos directamente a los jueces municipales,
provinciales y del Tribunal Supremo, para que se encarguen de este tipo de
asuntos.
SL: ¿Cuáles son los casos más frecuentes
de expresión homófoba?
MCE: Los casos más frecuentes que llegan a
nuestros servicios son discriminaciones en el mundo profesional, con
violaciones del derecho laboral. Algunos ven su carrera estancada por el
comportamiento homófobo de su jerarquía. También hay conflictos familiares.
Algunas familias rechazan a uno de sus miembros por su orientación sexual.
También hay una discriminación hacia los
transexuales por parte de la policía. Es un caso interesante pues hemos podido
evaluar nuestra eficacia al respecto. Había mucho acoso por parte de las
fuerzas del orden, con controles sistemáticos, etc.
SL: ¿Hubo casos de violencia policíaca?
MCE: No hubo violencia física, pues la policía no
se atrevía a llegar hasta ese punto, pero un acoso constante sí, y arrestos
arbitrarios también. En efecto, durante la discusión muchas veces animada, la
policía esgrimía el argumento de “desacato” y llevaba a la persona a la
estación de policía por unas horas.
En 2004, empezamos a ocuparnos resueltamente de
este tipo de discriminación, tras una reunión con un grupo de travestis. Juntos
elaboramos una estrategia global para mejorar la imagen de esta comunidad.
Trabajamos sobre la prevención del SIDA y los formamos como militantes de los
derechos sexuales. Presentamos el proyecto al Partido Comunista, el cual
facilitó el diálogo con la policía y todo cambió. Ahora la policía es mucho más
respetuosa.
SL: ¿Qué pasa cuando el diálogo es
infructuoso?
MCE: En este caso, resolvemos nuestros diferendos
en los tribunales. El caso de Paquito, por ejemplo, fue llevado a juicio.
SL: ¿De qué se trata?
MCE: Paquito es un periodista que fue víctima de
discriminación por parte de las fuerzas del orden y llevó el asunto a juicio.
Lo habían multado por reunirse con su pareja en un parque y lo acusaron de
exhibicionismo. Finalmente el tribunal canceló la multa.
SL: ¿Todos los casos tienen el mismo
final feliz?
MCE: No siempre es el caso. El problema es que
somos iguales ante la ley, pero no ante los jueces. Tuvimos un caso en el que
la víctima tuvo que lidiar con un juez de confesión cristiana que aplicó su
homofobia religiosa y que fue condenada.
SL: Justamente, hubo tensiones con la
Iglesia.
MCE: Como la mayoría de las instituciones
religiosas, la Iglesia es muy conservadora hacia la diversidad sexual. Hubo
incomprensiones, pero debo decir que en este caso también el Partido facilitó
el diálogo y apaciguó los espíritus. El Departamento de los Asuntos Religiosos
desempeñó un papel sumamente positivo.
SL: ¿Y con la prensa?
MCE: En cuanto a nuestra relación con la prensa,
el Departamento Ideológico del Partido también desempeñó un papel en la
obtención de un espacio de expresión a nivel nacional. El diálogo es muy
fructuoso y logra solucionar muchas contradicciones e incomprensiones.
SL: ¿Encuentra usted resistencias en las
instituciones?
MCE: A veces sí, lamentablemente. Nuestro
Ministerio de Relaciones Exteriores sufre todavía homofobia. Por ejemplo, nos
enteramos de que Cuba había previsto abstenerse durante el voto de diciembre de
2008 sobre la resolución a favor de la despenalización universal de la
homosexualidad. Entonces fuimos al Ministerio para dialogar con el ministro y
decirle que la política exterior debía ser el reflejo de la política nacional.
Un país como Cuba, una nación socialista, debe defender la igualdad de todos.
Es esencial. Recibimos un número incalculable de correos que decían: ¿Cómo es
posible que Cuba no se adhiera a tal resolución?”. Y compartíamos su
indignación. Pero nuestro trabajo fue fructuoso pues Cuba votó a favor de la
declaración de la despenalización universal de la homosexualidad en diciembre
de 2008.
SL: ¿Qué otras instituciones dan señales
de resistencia?
MCE: También hay mucha resistencia por parte del
Ministerio de Educación y del Ministerio de Justicia. No obstante, hemos
firmado un acuerdo con el Ministerio de Educación Superior para realizar un
trabajo de educación sexual y de promoción de la salud sexual –que incluye la
problemática de identidad de género y del derecho a la diversidad– en todas las
universidades del país.
También trabajamos con las Escuelas de Medicina y
ofrecemos una formación de educación sexual, basada en los principios de la
Organización mundial de la Salud a la cual pertenecemos, y que forman parte de
los Objetivos del Milenio.
También nos gustaría que la Federación
Estudiantil Universitaria (FEU) y la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC)
participaran más en nuestras actividades.
SL: ¿Y el Ministerio de Interior?
MCE: Contrariamente a lo que se podría suponer,
nuestra relación es excelente con el Ministerio de Interior, como lo es con el
Partido, el cual lanzó un llamado público a luchar contra la discriminación
basada en la orientación sexual. De todas formas, es el papel del Partido estar
a la vanguardia y defender las ideas progresistas y emancipadoras. También
tenemos el apoyo de los gobiernos locales.
SL: ¿Cuáles son sus principales apoyos
institucionales?
MCE: El Ministerio de Cultura y el Ministerio de
Salud Pública son grandes aliados de nuestra causa, que es una causa nacional,
de todos los cubanos, incluso universal: la de los mismos derechos para todos.
También tenemos el apoyo de la Federación de Mujeres Cubanas, como siempre, de
la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Unión de
Juristas de Cuba, etc. También disponemos de una mejor relación con el
Ministerio de Relaciones Exteriores.
En cambio, podríamos reforzar nuestros lazos con
el Ministerio de Turismo. Hemos elaborado cursos de educación sexual, así como
cursos de prevención de abuso sexual sobre menores. A nivel de los
funcionarios, la recepción es bastante buena. La resistencia viene más bien de
los dirigentes de este ministerio. Incluso intentaron sabotear nuestras
actividades, pero pudimos beneficiarnos del apoyo de los gobiernos locales y
los intentos fracasaron, pues el poder está en manos de ésos y no en las del
Ministerio de Turismo.
SL: ¿A qué tipo de obstáculos procedentes
de Ministerio de Turismo tuvieron que enfrentarse?
MCE: Por ejemplo, habíamos previsto una actividad
en Tropicana y nos enfrentamos a la hostilidad del Ministerio de Turismo. No
obstante, el secretario local del Partido así como los delegados locales
intervinieron y se realizó la actividad. El intercambio fue virulento pero
triunfamos.
SL: ¿Es todavía homófoba la sociedad
cubana?
MCE: La sociedad cubana sigue siendo homófoba
pero muchos menos que antes. Ahora resulta difícil reivindicar su homofobia
pues se considera una actitud reaccionaria, y por lo tanto
contrarrevolucionaria. La homofobia no es una cuestión de generación sino de
mentalidad y de cultura. El diálogo y la reflexión son fundamentales para
luchar contra la homofobia.
SL: ¿Cuáles son los motivos de
satisfacción?
MCE: La homofobia, si no ha desaparecido
completamente, ha disminuido bastante en nuestro país. Hemos recibido
testimonios magníficos de familias que habían rechazado a uno de sus hijos por
su orientación sexual y finalmente aceptaron su diversidad gracias a nuestro
trabajo de educación. También hemos recibido muchos testimonios de personas
homófobas que lograron librarse de sus prejuicios y se arrepienten de su
actitud pasada y del daño que causaron a los demás. Incluso tenemos cubanos de
la emigración, de Estados Unidos y Canadá, que vienen a participar en nuestras
actividades y regresan a casa con una visión de Cuba completamente diferente.
Algunos están tan sorprendidos que me han declarado que si se legalizara el
matrimonio homosexual, regresarían para vivir en Cuba. Nuestro trabajo es
fructífero y es una gran satisfacción.
En Santiago, durante la Jornada Nacional contra
la Homofobia, la acogida fue magnífica. Todo el mundo se esforzó para que la
fiesta fuera un éxito. Había muchísima gente en la conga. Fue un
momento inolvidable.
SL: El CENESEX trabaja también mucho
sobre la problemática transexual.
MCE: La situación de las personas transexuales es
difícil no sólo en Cuba sino también en el resto del mundo. Hay que aceptar
como una realidad la identidad de género que no es femenina ni masculina como
es el caso de la transexualidad. Conviene aceptar la idea de que existen
personas que pueden cambia de identidad de género, que se encuentren en
conflicto con su identidad de género, y que puedan disponer de los mismos
derechos que todos. No debe ser un motivo para privarlas de sus derechos y
discriminarlas.
También hemos propuesto trabajar sobre un
lenguaje de género con el Partido Comunista, pues le toca al Partido ubicarse a
la vanguardia de la sociedad y presentar las ideas más avanzadas y más
emancipadoras. Es lo que esperamos del Partido y es lo que exigimos como
militantes de ese mismo Partido. A medida que el Partido desarrolle esta
política, el Estado tendrá que seguir y tomar las medidas necesarias adoptando
leyes.
SL: El Parlamento cubano adoptó una ley
que permite a las personas transexuales cambiar de sexo, con un financiamiento
total de la operación por la seguridad social. ¿Podría decirnos cuántas
personas se han beneficiado de esta ley y cómo se desarrolla el proceso?
MCE: Si mi memoria no me falla, se realizaron 15
operaciones de reasignación sexual en Cuba. La primera se realizó en 1988, es
decir hace más de un cuarto de siglo. Luego, a partir de 2007, el Ministerio de
Salud volvió a implementar este procedimiento.
En cuanto al proceso, existe una Comisión
Nacional de Atención Integral a las personas transexuales desde 1970. Hemos
recibido cerca de 200 peticiones desde esa fecha. Esa cifra irá aumentando a
medida que los medios de prensa nacionales divulguen la existencia de este
servicio en Cuba.
Las personas tienen que pasar por un proceso de
seguimiento de dos años y los especialistas los acompañan y los proporcionan un
tratamiento hormonal personalizado que permite la transición hacia el género al
cual se identifican. Tras este proceso, la Comisión analiza los diferentes
casos y valida a las personas aptas para una operación de reasignación sexual,
es decir una operación de cambio de sexo, y les autoriza a cambiar legalmente
de identidad.
Es importante subrayar que la operación responde
a un procedimiento científico aprobado a nivel internacional y no a un simple
capricho de orden estético. Es fundamental para el bienestar de las personas
transexuales y permite aliviar la angustia permanente de la cual sufren estas
personas desde su más temprana infancia, por los prejuicios, la incomprensión y
la discriminación de los cuales son víctimas.
SL: ¿Existe una verdadera política de
lucha contra todo tipo de discriminación en Cuba?
MCE: Hoy día sí. Existe un consenso en la
sociedad cubana para considerar la homofobia y la “transfobia” como formas de
discriminación que incoherentes con el proyecto emancipador de la Revolución.
Hemos optado por una estrategia educativa y comunicacional pues se trata de un
proceso de transformación cultural profundo. Es imperativo aportar elementos de
análisis para eliminar los prejuicios que se han establecido históricamente
para dominar a las personas, su sexualidad y su cuerpo. El cambio de conciencia
social es un proceso muy largo y muy complejo, pero es indispensable.
SL: Una palabra sobre la prostitución en
Cuba. El auge del turismo desde los años 1990 está en el origen de un fenómeno
que casi había desaparecido de la sociedad cubana. ¿Cuál es la situación hoy
día?
MCE: La prostitución es una forma de explotación
de la mujer y también del hombre, pues se trata de una relación que se basa en
el poder, del dinero en este caso. Como decía el poeta español Francisco de
Quevedo, el poder del dinero es inmenso. La persona que dispone de recursos
tiene la posibilidad de adquirir cierto número de cosas, incluido el sexo, y
ello es humillante para la persona que es víctima. La compra de un servicio
sexual es degradante para la condición humana, pues se trata de una
subordinación del otro, un rebajamiento del prójimo. Es una forma de esclavitud
desprovista de todo componente democrático en la relación sexual. Se transforma
al ser humano en mercancía, y por consiguiente, se le priva de sus derechos. La
prostitución se basa en el sistema de explotación patriarcal y clasista.
Razono a partir del principio de que toda persona
es libre de disponer de su cuerpo. No obstante, he hablado con muchas
prostitutas en todo el mundo y le puede asegurar que ninguna de ellas realiza
esta actividad por placer, sino por necesidad. No hay elección en la
prostitución sino una imposición, venga de una persona o de la sociedad.
Por todo ello, estoy en contra de la prostitución
y no deseo que se reconozca esta actividad como un trabajo como los demás.
Estoy opuesta a la humillación, a la subordinación a otro. Los Estados deben
garantizar a los ciudadanos opciones de trabajo que les permitan alcanzar la
dignidad plena y duradera, como dijo nuestro héroe nacional José Martí.
SL: ¿Está usted favorable a las políticas
que sancionan a los clientes?
MCE: Soy muy favorable a ello y creo que las
medidas que tomó Suecia deberían generalizarse en todo el mundo. Es el cliente
quien está en el origen de la demanda y hace que se explote a otros seres
humanos y se convierten en mercancías. Es él quien establece el abuso de poder
con su capacidad financiera.
SL: ¿Y por lo que se refiere a Cuba?
MCE: Una perspectiva histórica es necesaria. En
1959, la Federación de Mujeres Cubanas dedicó sus esfuerzos al problema de la
prostitución que afectaba principalmente a las mujeres pobres procedentes de
las minorías étnicas. Había más de 100.000 prostitutas en aquella época y
vivían en condiciones humillantes y precarias. La Revolución les cambió la vida
ya que les permitió volver a encontrar la dignidad y las liberó de la
explotación. El esfuerzo del proceso revolucionario para erradicar el fenómeno
de la prostitución es verdaderamente una fuente de orgullo nacional, pues fue
un gran éxito. Las mujeres constituyen hoy día la principal fuerza técnica del
país.
Ahora es verdad que la crisis de los años 1990,
el “Período Especial”, ha ocasionado un resurgimiento de este fenómeno social,
con nuevas características, ya que la prostitución se vincula al turismo
internacional, con la presencia de clientes que pagan para obtener servicios
sexuales.
Creo que las políticas actuales destinadas a
luchar contra este fenómeno no son suficientes. Habría que realizar un trabajo
cualitativo mucho más profundo para disponer de las herramientas y de las
pistas necesarias para hacer frente a la problemática de la prostitución. Es
necesario sancionar al cliente ya que esta política ha demostrado su eficiencia
en Suecia.
SL: ¿En qué fase se encuentra el proyecto
de Ley destinado a permitir la unión de las parejas homosexuales?
MCE: Los especialistas del Ministerio de Justicia
y la Unión Nacional de Juristas de Cuba analizaron el Proyecto de Ley destinado
a modificar el Código de la Familia. Se debatirá pronto en el Parlamente.
Espero que nuestros diputados adopten una política de no discriminación en lo
que se refiere a la orientación sexual y la identidad de género y contribuyan
de hecho a poner fin a los prejuicios de la sociedad. El Parlamento tiene el
deber de reconocer y proteger los derechos de todos nuestros ciudadanos.
La sociedad cubana está lista para aceptar el
matrimonio homosexual. Les toca a nuestros políticos ubicarse a la altura del
pueblo. En Caibarién, en el centro de la isla, José Agustín Hernández, apodado
Adela, es un enfermero transexual de 48 años y fue elegido delegado de la
Asamblea Municipal.
SL: Es la primera vez en la historia
política del país.
MCE: Sí y ello demuestra que está listo nuestro
pueblo. Pero, ¿podría usted citar a muchos países que tengan personas
transexuales elegidas? ¿Acaso las hay en Francia, Estados Unidos o Brasil? No
estamos seguros de ello.
SL: ¿Cómo llegó usted a defender el
derecho a la diversidad sexual?
MCE: El papel de mi madre fue fundamental. Ella
siempre rechazó todas las formas de injusticia. Desde luego se opuso a las UMAP
y al Quinquenio Gris. Mi madre era una mujer del futuro. Cuando se elaboró el
Código de la Familia a mediados de los años 1970, propuso que se definiera el
matrimonio como “la unión de dos personas”. No quería especificar el sexo, ya
que tenía en mente la problemática del matrimonio homosexual y estaba
convencida de que los derechos conquistados con el triunfo de la Revolución
Cubana en 1959 debían ser los mismos para todos, sin distinción alguna de raza,
género, clase u orientación sexual.
SL: ¿Y su padre, Raúl Castro?
MCE: Mi padre no compartía la homofobia que
reinaba en aquella época ya que mi madre lo sensibilizó sobre esta realidad.
Creció en una sociedad patriarcal y homófoba pero logró liberarse de sus
prejuicios gracias a mi madre Vilma Espín.
Pero no es lo mismo en su entorno donde hay
lamentablemente muchas personas homófobas, pero no perdemos la esperanza.
SL: Algunos se asombran de que una mujer
heterosexual como usted, casada, con hijos, defienda el derecho a la diversidad
sexual.
MCE: ¿Acaso hay que proceder de una minoría
étnica para combatir el racismo? ¿Acaso hay que ser una mujer para defender los
derechos de las mujeres? ¿Acaso hay que ser minusválido para defender los
derechos de los minusválidos? ¿Acaso hay que ser un trabajador para defender
los derechos de la clase obrera? ¿Acaso hay que ser campesino para defender los
derechos de los sin tierra? José Martí era un inmenso intelectual y siempre
defendió la causa del pueblo. Marx también. La lucha por la igualdad y contra
todas las injusticias es un deber universal que debe implicar a todos los
ciudadanos.
*Salim
Lamrani Dr. Profesor universitario, investigador, escritor, especialista en
relaciones Cuba-EE.UU.
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