Constantemente se quiere dar a entender que en Cuba cunde el pensamiento monolítico, se rige por una escrupulosa disciplina partidista y desde esa perspectiva (un ángulo constantemente usado por frentes al servicio del imperialismo contra la Revolución) aparecen personajes que hacen dicho enfoque como suyo, mientras condenan como “ataque” cualquier crítica de su inclinación hacia el llamado centrismo.
Como la guerra contra los líderes históricos no ha surtido efecto, pues nuestro enemigo histórico busca sus alternativas para alcanzar sus objetivos. Por tanto, el canal suave abre puertas a otros actores de la sociedad.
Por tanto, ahora se aplaude a quienes se desdoblan contra lo institucional, aunque no enfoquen sus cañones directamente contra las figuras históricas de la Revolución, incluso se apoyen en ellas para arremeter contra lo institucional y, sin decirlo claramente, se pueda inducir que el error también les pertenece. Por tanto, la tendencia que llaman como “revolucionario” es exponer que lo institucional es un ente alejado de esa sociedad civil creada dentro del proceso socialista, y usan cual palanca de fuerza en esa idea, como una aberración política que tanto la institución revolucionaria como el conjunto social formen de un común. Es decir, citan como cataclismo que la sociedad civil responda, con propia voz, en una clave con clara identidad a los principios y valores que defienden entidades del socialismo, y a todo indicio de ello lo acusan como un acto de oficialismo.
Pues ahora le toca a la prensa cubana cargar con la culpa de todos los males devenidos: no representar los intereses del pueblo, de estar formada de personajes sin vínculo alguno con la sociedad (como si vivieran como autómatas), de esconder o crear secretismos, la carencia de estímulo político, las deserciones, de “la ausencia de liderazgos necesarios, el atolladero económico, la imposición de un esquema estrecho (y aburrido)”, etc… y, por eso, cada uno de los “artículos” creados por estos personajes van dirigidos, contra viento y marea, en esa dirección.
Pero llama la atención que estos personajes no paran de autotitularse “Revolucionarios”, “defensores” del socialismo, “despojados” de cualquier identidad o corriente de subversión del imperialismo o subyacentes y así, igualmente, no paran de intentar fijar la idea de desaliento, de fantasmódicos ejércitos de desalentados, de una creciente ola de apatía y deserción ideológica… Personajes que sólo buscan que sus lectores sólo se limiten en lo caótico de una bola puesta a correr. Personajes que con manto de victimismo y capa de heroicidad, como una manera de desligarse de lo hoy en día es acusado como “institucional” u “oficialismo” (actitud típica de quien se sacude de polvo, para dejar claro que no pertenece a “estos” últimos) se dibujan en erigidos ángeles apaleados, víctimas de “esos muchos” (perversos “extremistas”) que, además, por sólo aplaudir, no “prestaron atención” a nuestro líder Fidel, cuando en el 2005 declaró que la Revolución sólo será reversible desde dentro.
Sin embargo, llama la atención cuando estos personajes encuentran opiniones divergentes a lo que desean sembrar, entonces califican a sus críticos como “troles”, como “extremistas”, como atacantes, como obtusos que ni se enteran… y generalizan que “No hay planes para rescatar el porciento de cubanos que ya perdió la Revolución, pero sí intentos sutiles de parametrar a quienes todavía lo intentan con ella”.
Pero no deja de ser cierto que “guerra avisada no mata revoluciones”; porque las matan quienes adoptan posiciones alejadas de las verdaderas raíces revolucionarias.
Yo no pertenezco a ninguna institución, no trabajo para ellas ni tampoco me obliga un compromiso con ellas; pero sí lo tengo con los principios que sostienen la Revolución cubana, con la obra alcanzada, con el legado adquirido por tantos y tantos verdaderos revolucionarios; y estos 57 años de Revolución sólo me han demostrado la realidad de un proverbio malgache: “si del árbol se puede hacer piragua, es porque la tierra en la que ha crecido es de buena calidad” (Ny hazo no vanon-ko lakana, ny tany naniriany no tsara)… un proverbio que le recomiendo a Harold Cárdenas Lema gaste un poco de su tiempo en analizar.
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