Por José Manzaneda. Coordinador de Cubainformación
Hace unos días, todos los grandes
medios españoles hablaban de Amnistía Internacional (AI). ¿Mencionarían alguno
de sus informes sobre torturas en España, tradicionalmente censurados (1)?
Evidentemente no. Eran unas declaraciones... sobre Catalunya (2) (3) (4):
“Sobre el encarcelamiento de los ex consejeros y de los líderes de las
entidades independentistas (catalanas) se ha pronunciado Amnistía Internacional.
La organización defensora de los DDHH (Amnistía Internacional): dice que no se
les puede considerar presos políticos, porque están acusados por actuaciones
que pueden constituir un delito”, oíamos en Televisión Española (5).
Curioso: Amnistía Internacional no considera “presos políticos” a quienes, en Catalunya, han sido encarcelados
por una acción política pacífica, porque esta –asegura- “puede ser delito”.
Pero sí a quienes en Cuba violan leyes análogas a las existentes en todos
los países (6). El Código Penal español, por ejemplo, castigaría a algunos de
los llamados “disidentes” cubanos a un mínimo de cuatro años de cárcel por
mantener “relaciones de inteligencia o (…) de cualquier género con gobiernos
extranjeros” para “perjudicar la autoridad del Estado o comprometer la dignidad
o los intereses vitales”, según se lee en su artículo 592 (7).
Recordemos que los “grupos
disidentes” cubanos son apadrinados por el Gobierno de EEUU, de quien reciben
entre 20 y 30 millones de dólares cada año (8). Algunos, como las Damas de
Blanco (9), Cubalex (10) o la llamada Comisión Cubana de Derechos Humanos y
Reconciliación Nacional (11), aportan la información con la que, después, Amnistía Internacional elabora sus informes sobre la Isla. Por ello defiende
con vehemencia que la potencia que bloquea a Cuba pueda financiar a quienes,
dentro de la Isla, sirven a sus intereses políticos: “Los defensores y
defensoras de derechos humanos que reciben financiación extranjera,
especialmente estadounidense, son estigmatizados”, nos dice Amnistía Internacional en tono de
denuncia, y añade que “las limitaciones a la financiación extranjera (en Cuba)
son contrarias al derecho de asociación” (12).
Todo esto lo leemos en el último
informe de esta organización, titulado “Cuba es una prisión mental” y que, al
contrario que sus escritos sobre EEUU o España, sí ha sido noticia internacional
(13).
Un informe contaminado de raíz. Su
fuente principal es el testimonio de un grupo de migrantes cubanos
en México, a quienes sorprendió, en enero pasado, la derogación por Barack
Obama de la política de asilo automático a cubanos y cubanas (14), y que
ahora necesitan construir un “expediente político” para ser aceptados en EEUU (15).
Y para ello mienten sin el menor pudor.
El informe nos dice que muchas de
estas personas “habían solicitado asilo en México” (16). Pero calla que, en
abril, el Gobierno de dicho país negó asilo “debido a que –palabras del texto
oficial- no enfrentan persecución de ningún tipo” (17).
Amnistía Internacional se suma a la tradicional
politización de la emigración económica cubana que realiza el Gobierno de EEUU, con
argumentos subjetivos e indemostrables: nos dice que estos migrantes “se
sentían `agobiados y asfixiados´” en Cuba, porque allí “las limitaciones (…) de
derechos humanos son tan asfixiantes” que “les hacen ver la salida del país
como única opción” (18). “Decenas de miles de cubanos y cubanas siguen
abandonando el país”, añade, como si los movimientos migratorios en la región
fueran algo exclusivo de Cuba. Y repite argumentos que parecen sacados de una
nota del Departamento de Estado: la emigración cubana se debe –leemos- a
factores como “la cambiante diplomacia internacional cubana” o “la férrea red
de control de la libertad de expresión” (19).
Amnistía Internacional acusa al Gobierno cubano, además,
de criminalizar la emigración económica. “Los
cubanos que tratan de abandonar el país son estigmatizados (…) por el Estado
–que los califica de “desertores”, traidores” y “contrarrevolucionarios-“,
leemos (20). Una muestra de cómo esta organización está completamente fuera de
tiempo (21). Hoy la emigración cubana en todo el mundo realiza encuentros en
los que participa activamente el Gobierno cubano (22), el último de los cuales
se celebró, precisamente, en Washington (23).
El informe señala que la “mitad de
las personas entrevistadas (…) habían sido detenidas (…) al menos en una
ocasión en Cuba”, aunque “muchas no habían criticado nunca el sistema” (24).
Nada que impida a Amnistía Internacional encontrar una raíz política a su encarcelamiento: “la
fuerte intrusión que sentían de la ley penal en sus vidas cotidianas (…)
limitaba estrictamente sus derechos”, leemos (25). Así, alguien que abrió un
negocio de comida denunciaba la “represión” del gobierno porque había recibido
varias inspecciones “muy seguido” o porque su establecimiento había sido
multado (26).
Leemos, además, que en Cuba se “subordina en la práctica a la
ideología de Estado el derecho universal a la libertad de expresión” (27).
¿Y en España, Colombia o en cualquier estado capitalista? ¿Información
y opiniones en los grandes medios, propiedad de una ínfima minoría con capital,
no son subordinadas a la ideología imperante (28)? ¿Cuándo leeremos un
informe de Amnistía Internacional sobre la férrea censura, el despido de periodistas, la represión
sindical o el boicot a artistas e intelectuales en los medios públicos y
privados de dichos países (29)?
El texto asegura, asimismo, que en Cuba se produce discriminación laboral
por opinión política (30). Pero ¿cuántas personas, en los países capitalistas,
deben ocultar sus ideas de izquierda para acceder a un empleo? ¿Y
cuántas son despedidas por reclamar sus derechos?
El informe llega en ocasiones a lo
grotesco. Un entrevistado que aseguraba que “en
Cuba todo el mundo tiene miedo” donde se siente “el hombre más libre del mundo”
es en México (31), un país con 20 mil asesinatos al año (32), cuarto
del mundo en nivel de impunidad (33) y donde un 64% dice tener miedo a ser
torturado si es detenido (34).
Así es como Amnistía Internacional,
en su vergonzosa deriva, se convierte en instrumento funcional para medios y
gobiernos occidentales: para los de España en su política de represión en
Catalunya (35), y para los de EEUU en su obsesiva injerencia y agresión contra
Cuba.
(4) http://www.antena3.com/noticias/espana/amnistia-internacional-no-considera-presos-politicos-a-los-dirigentes-catalanes-detenidos_201711085a0369d70cf2ebaa166a2328.html
(5) http://www.rtve.es/alacarta/videos/telediario/telediario-8-horas-09-11-17/4295948/#aHR0cDovL3d3dy5ydHZlLmVzL2FsYWNhcnRhL2ludGVybm8vY29udGVudHRhYmxlLnNodG1sP3BicT0yJm9yZGVyQ3JpdGVyaWE9REVTQyZtb2RsPVRPQyZsb2NhbGU9ZXMmcGFnZVNpemU9MTUmY3R4PTQ1MDMwJmFkdlNlYXJjaE9wZW49ZmFsc2U
(6) http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&view=article&id=14168:iaplicamos-la-legislacion-de-otros-paises-a-los-disidentes-cubanos&catid=61&Itemid=65
(12) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ Amnesty
International, “Es una prisión mental. Cuba: mecanismos de control a la libere
expresión y sus efectos intimidantes en la vida cotidiana”, noviembre de 2017
(páginas 12 y 14).
(16) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
31).
(18) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
31)
(19) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
6)
(20) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
25)
(23) http://www.radiorebelde.cu/noticia/un-paso-mas-favor-nexos-entre-cuba-su-emigracion-audio-20171030/
(25) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
15)
(26) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
24)
(27) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
13)
(31) https://www.amnesty.org/es/documents/amr25/7299/2017/es/ (pág.
34)
(35) http://www.abc.es/espana/abci-amnistia-internacional-niega-jordis-y-exmiembros-govern-sean-presos-conciencia-201711090202_noticia.html
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