martes, 21 de noviembre de 2017

Otra vuelta de tuerca de EE.UU contra Cuba


Por Adel Pereira.
Asociación de Cubanos/as en Cataluña “José Martí”
Una vez más el mundo se ha manifestado contra el injusto y criminal bloqueo de EEUU a Cuba, y una vez más EEUU y su acólito Israel han votado contra su levantamiento alegando razones absurdas, que no son más que un insulto a la verdad, por boca de su canciller Nikki Haley. Nada mas hay que echar un vistazo rápido a su argumentario para reconocer el cinismo en el que se sustenta: “Los Estados Unidos creen que el pueblo de Cuba se merece un país estable, próspero y democrático. Respaldamos firmemente su derecho a determinar libremente su propio futuro. “Es el gobierno cubano y no los Estados Unidos, quien sigue privando al pueblo de sus aspiraciones. “Nuestras sanciones contra Cuba son una parte de nuestro esfuerzo por ayudar a que todos en Cuba tengan derechos humanos y libertades fundamentales, y elijan su propio destino. “Por ese motivo votamos NO y nos oponemos firmemente a esta resolución.

El pasado 8 de septiembre el presidente de los EEUU, Donald Trump, cumplía con un ritual común a todas las figuras de la administración estadounidense que hasta el sol de hoy han sido. Me refiero a la rúbrica que oxigena y mantiene viva la conocida “Ley de Comercio con el Enemigo” engendrada en 1917, y en la que se sustenta el archiconocido (y condenado ante la ONU 25 veces consecutivas), bloqueo económico, comercial y financiero de ese país contra Cuba, desde que John F. Kennedy recurriera a ella en 1962. Pese a los movimientos hechos por el presidente anterior, Barack Obama, y su propuesta de eliminar una política que por más de 50 años no ha logrado conseguir su objetivo, el bloqueo persiste. Así que se impone, una vez más, recordar cuál es la razón fundamental que persigue, porque es al punto al que la administración de Trump retrocede. El memorando del Departamento de Estado de los EEUU, fechado el 6 de abril de 1960 dice textualmente: “La mayoría de los cubanos apoyan a Castro, no existe una oposición política efectiva. El único medio posible para hacerle perder el apoyo interno es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria. Hay que poner en práctica todos los medios posibles para debilitar la vida económica, negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios, nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno”.
Varias son las generaciones que han crecido y vivido padeciendo sus consecuencias del bloqueo. Se habla del 70% de la población cubana. Entonces es importante no perder de vista cuál es la razón y el origen de esta política que ha condicionado y alterado la vida de millones de seres humanos. El bloqueo nace en un contexto de guerra fría entre dos polos (socialista y capitalista) y de ahí que en su esencia es un acto de guerra, además de económica, sucia y sicológica, sostenida durante 55 años ya. Y en este sentido, una de sus acciones estratégicas siempre ha sido, y sigue siendo, la de hacer creer al mundo, y por supuesto, a los propios cubanos, sobre todo a las generaciones más jóvenes, que las consecuencias y los efectos devastadores que ejerce el bloqueo sobre el pueblo es culpa exclusiva del gobierno cubano. Estamos hablando de miles de millones invertidos en el control de los grandes medios, pero también en el sustento de agentes internos, que generen esta opinión en el seno de nuestra población. Incluso hay por ahí hasta los que se atreven a afirmar que el bloqueo no existe en realidad, que es una falacia esgrimida por gobierno cubano para tapar su ineficiencia e ineficacia. Sin duda afirmaciones, más que absurdas, aberrantes y de un cinismo atroz que no buscan sino la manera de hacer ver que el sistema cubano, es decir, el sistema socialista, no funciona. Recordemos otra vez a Haley en sus palabras: “Cada año el gobierno cubano utiliza esta resolución para señalar a los EEUU como cabeza de turco para exculparse de sus propios fracasos en materia política. “El gobierno cubano sigue aislando al pueblo cubano y culpa de ello al bloqueo. Cuba tiene una de las economías más restrictivas del mundo. Con independencia de las políticas estadounidenses, la economía cubana no prosperará hasta que el gobierno cubano permita un mercado de trabajo libre, empodere plenamente a los emprendedores, permita un acceso sin trabas a la información en internet, abra sus monopolios estatales a la competencia privada y adopte políticas macroeconómicas sólidas”.
Claro que no todas las gestiones han sido (ni son) inmaculadas y exentas de errores. Y por otro lado también están los oportunistas que han hecho desvío de recursos en beneficio propio aprovechándose del cargo o el puesto de dirección que ocupan (lo cual tampoco está desvinculado de los efectos del bloqueo). Pero una cosa es reconocer esto, o la cierta falta de operatividad a la hora de resolver la ingente cantidad de problemas que tiene la población, los que hay en los centros de trabajo, de infraestructuras de cada pueblo y ciudad, y otra afirmar por eso que el sistema es corrupto e ineficaz per se, negando la relación directa que ejerce la acción del bloqueo en estos problemas. Porque no hay área o sector, ni elemento en la vida cotidiana del cubano que no sufra el impacto del bloqueo, que evidente inciden directamente sobre la capacidad resolutiva que puedan tener quienes se dedican al ejercicio político. Se dificulta la resolución de los problemas que maltratan las condiciones de vida de la población cubana en su totalidad y su desarrollo.
Si revisamos la Declaración del derecho al desarrollo de Naciones Unidas, nos dice en el primer párrafo del artículo 1 que: “El derecho al desarrollo es un derecho humano inalienable en virtud del cual todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar en un desarrollo económico, social, cultural y político en el que puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a disfrutar de él”. Es decir, según este párrafo, es el bloqueo estadounidense quien viola flagrantemente nuestro derecho como personas y como pueblo al desarrollo. Si miramos en el “Informe sobre la necesidad de poner fin al bloqueo contra Cuba” sometido a votación nuevamente el pasado 1 de noviembre en la ONU, veremos las cifras escalofriantes y estremecedoras. Este informe (ver aquí) nos dice, por ejemplo, que los sectores de la salud y la alimentación son los más golpeados por el bloqueo. Por eso es que el bloqueo es inhumano, porque no le importa sacrificar así a millones de seres humanos. Por eso es que ha devenido en el acto genocida más largo de la historia que jamás se ha aplicado contra país alguno porque ha condenado (parcialmente) el acceso satisfactorio de todo un pueblo a la salud y el bienestar social. No hace falta hacer una mirada profunda sobre nuestro país para ver lo devastador que ha sido y sigue siendo el bloqueo. Ahí están el deterioro, la precariedad, la escasez, la necesidad, la angustia, la desesperación… Y también, en algunos casos, el desaliento y el desencanto. Lo dura que es la realidad y la cotidianidad de la familia cubana. El esfuerzo es sobrehumano para resolverse el día a día, y el tiempo que se dedica en ello obstaculiza sensiblemente el ejercicio y la participación activa que se requiere para el desarrollo, no sólo del país, sino en lo personal y en lo profesional también. Pero no obstante a ello, el gobierno y la población cubana han sabido idear formulas para ir paleando las dificultades. Hay una cuestión con la que EEUU no contaba y sigue obviando: el sentido histórico y de heroicidad, la conciencia y la voluntad de lucha de nuestro pueblo. Han subestimado la firmeza de los valores que la revolución ha sabido transmitir al pueblo generación tras generación, pese a todo. No han sabido calcular la durabilidad de nuestra coraza moral que, por mucha vuelta de tuerca, se fortalece y se acrecienta nuestra capacidad de resistencia. “La revolución es como una estaca, mientras más duro le dan más profundo se clava”, dijo una vez Fidel. Tanto es así que durante la administración de Obama no tuvieron más remedio que reconocer ante la opinión pública internacional que el bloqueo no ha funcionado y por tanto se imponía la necesidad de trazar una nueva política. Esto constituyó una clara victoria del pueblo cubano y de su gobierno revolucionario. Aunque la victoria más grande e importante que representa Cuba está sobre una guerra que persiste más allá de la defensa de nuestra soberanía, la victoria de un modelo de desarrollo que está a las antípodas del modelo hegemónico neoliberal que quieren imponer al mundo, y les aterra enormemente que el socialismo cubano pueda demostrar al mundo de que sí hay alternativa real al capitalismo. Pero como terminara su intervención nuestro canciller, Bruno Rodríguez, en el hemiciclo de Naciones Unidas: El pueblo cubano no renunciará jamás a construir una Nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible.

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